Montemayor García, Alicia, La trama de los discursos y las artes. El Canon de Policleto de Argos, México, Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2013, 292 págs.

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Carolina Olivares Chávez

Resumen

Antes de referirnos al contenido del libro, conviene mencionar que la autora obtuvo el doctorado en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México y labora como docente en el Colegio de Letras Clásicas, de la Facultad de Filosofía y Letras. Se ha especializado en estética y teoría del arte, es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda (Instituto Nacional de Bellas Artes). La sólida formación de Alicia Montemayor la motivó a realizar una tesis doctoral de gran complejidad, tras pulir algunas partes, la ofrece en formato de libro. 

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Olivares Chávez, C. «Montemayor García, Alicia, La Trama De Los Discursos Y Las Artes. El Canon De Policleto De Argos, México, Dirección General De Publicaciones Del Consejo Nacional Para La Cultura Y Las Artes, 2013, 292 págs.». Noua Tellus, vol. 34, n.º 2, abril de 2017, pp. 145-50, doi:10.19130/iifl.nt.2016.34.2.745.
Sección
Reseñas bibliográficas
Biografía del autor/a

Carolina Olivares Chávez, Centro de Estudios Clásicos, IIFL, UNAM

Carolina Olivares Chávez. Consejo Editorial/Editora técnica. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (sni).

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Antes de referirnos al contenido del libro, conviene mencionar que la autora obtuvo el doctorado en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México y labora como docente en el Colegio de Letras Clásicas, de la Facultad de Filosofía y Letras. Se ha especializado en estética y teoría del arte, es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda (Instituto Nacional de Bellas Artes). La sólida formación de Alicia Montemayor la motivó a realizar una tesis doctoral de gran complejidad, tras pulir algunas partes, la ofrece en formato de libro.

En el texto el lector encontrará lo siguiente:

Presentación de Ramón Xirau (pp. 9-10). El estudioso recomienda ampliamente el trabajo de Alicia Montemayor, discípula suya, quien para elaborar esta investigación realizó una estancia en Grecia y otra en Italia, allí maduró sus ideas al aprovechar el contacto con historiadores de la Antigüedad y con arqueólogos. Para Xirau, además de ser una obra muy completa, “este libro constituye una aportación original a la literatura sobre cuestiones estéticas” (p. 10).

Prólogo escrito por Filippo Coarelli (pp. 11-14). El arqueólogo italiano, experto en historia romana y antigüedades griegas, alumno de Ranuccio Bianchi Bandinelli, subraya que la autora “se mueve con toda comodidad en los terrenos disciplinarios más diversos, particularmente el filológico y el arqueológico, con lo que evita cualquier sospecha de diletantismo” (p. 11). Coarelli sostiene que en este libro la artista brinda un análisis impecable para demostrar que con probabilidad el tratado era en esencia teórico y no existió una escultura llamada Canon. El especialista argumenta que

se trata de una obra que no sólo resuelve, […] de manera convincente, un añejo problema de los estudios de la Antigüedad; sino sobre todo -volviéndolo a colocar en el centro de un contexto crucial como el de la Grecia del siglo V a.C.-, revitaliza su carga hermenéutica y lo vuelve todavía fructífero para nuestra cultura (p. 14).

Prefacio (pp. 15-20). Alicia Montemayor se interesó en Policleto de Argos debido a que fue el primer tratadista del arte y el primer teórico quien al mismo tiempo se desempeñó como artista. La autora explica que la obra que presenta originalmente fue su tesis doctoral en filosofía; optó por abordar su trabajo con un enfoque interdisciplinario, que le dio la libertad de “interpretar el texto; primero fuera de los límites de la filosofía pitagórica, luego como un texto de artista y finalmente como un tratado sobre la belleza” (p. 18).

Introducción (pp. 21-36). Para Montemayor García, el arte griego, con mayor exactitud el centro de la teoría clásica del arte, puede solucionar varios problemas de las artes contemporáneas. El objetivo de la especialista consiste en demostrar que el escultor Policleto de Argos, quien vivió durante la primera mitad del s. V a. C. y compuso el tratado denominado Canon, fue el primero que planteó un ideal de belleza donde conjugaba la especulación teórica y su quehacer artístico (p. 23). Luego de aludir al contenido del escrito antiguo, se menciona a Teodoro, Reco, Quersifrón y Metágenes, antecesores de Policleto. Tras analizar los antecedentes, la estudiosa sostiene que no hay testimonios suficientes para afirmar que el Canon era una estatua o monumento preexistente explicado después en el tratado. Tampoco está de acuerdo en que dicho monumento tuviera como única finalidad aclarar un texto teórico y pone en duda que el Doríforo corresponda a la estatua señalada en el Canon, pues “es probable que Policleto no hubiera hecho una escultura que lo acompañara y que tuviera el mismo valor del texto” (p. 25). Al reflexionar sobre quiénes serían los destinatarios del tratado, Alicia Montemayor subraya que el escrito no sólo manifiesta un saber especializado en la escultura, sino que también se relaciona con la especulación filosófica y médica de su época. Como casi no hay datos biográficos de Policleto, ella centra su estudio en su obra, grosso modo divide los testimonios literarios en tres: los que nombran al texto, los que hablan de su labor escultórica y los que lo evocan como motivo. Entre las fuentes antiguas mencionadas en esta sección se encuentran: Platón, Jenofonte, Aristóteles, Galeno, Filón Mecánico, Vitruvio, Agatarco de Samos, Pausanias, Plinio, Cicerón y Quintiliano.

¿Qué es una escultura? (pp. 37-64) se subdivide en “El problema del origen y los cánones de proporción”, “Las teorías de la proporción”, “El canon de proporción egipcio y su relación con la escultura griega” y “Canon de proporción arcaico”. En el primer apartado, Alicia Montemayor se refiere a la teoría evolucionista según la cual las artes plásticas toman como punto de partida lo básico y primitivo, para alcanzar lo bello y luego llegar a la decadencia en la que abunda lo exagerado y superficial. A propósito de lo anterior, la autora comenta que hay que escuchar a las fuentes y confrontarlas con la evidencia arqueológica disponible (p. 41). En “Las teorías de la proporción” afirma que el arte griego recibió influencia oriental y egipcia principalmente en la forma de la talla, el vaciado en bronce y en los cánones de proporción. A lo largo de “El canon de proporción egipcio y su relación con la escultura griega”, la especialista analiza la repercusión que tuvo la estatuaria egipcia en la escultura griega a fines del s. VII y durante el VI a. C. Aquí se habla del canon antiguo y del canon saíta usados por los egipcios. Alicia Montemayor pone especial atención en el Koûros de Delfos y la pose de los koûroi. En el “Canon de proporción arcaico”, ella reconoce que no se puede probar una hipótesis evolucionista que parta del canon egipcio y se transforme paulatinamente en un estilo naturalista, porque es difícil establecer la cronología exacta de las piezas conservadas. Los autores más importantes citados en esta sección son: Plinio, Pausanias, Diódoro Sículo, J. J. Winckelmann, Michel Foucault, Bernhard Schweitzer, Gisela Richter y Erwin Panofsky, entre otros.

Policleto de Argos (pp. 65-94). En este capítulo Montemayor García trata de reconstruir la vida del escultor a partir de los escasos datos conservados, analiza el estilo argivo y en particular el de Policleto. La autora advierte que “es difícil dar un peso excesivo a la literatura antigua sin evidencias materiales” (p. 75). Más adelante toca el tema de la filosofía pitagórica y su nexo con el artista argivo, donde afirma que, a su juicio, el artista de Argos no fue pitagórico. Luego desarrolla lo concerniente a las obras creadas por Policleto, aquí aclara que no sobrevivió ninguna pieza original y sólo quedan fragmentos de su tratado (p. 89). Pese a lo anterior, dicho escultor tuvo mucha influencia en épocas posteriores. Las fuentes principales para esta parte son: Platón, Aeliano, Diógenes Laercio, Varrón, Plinio, Pausanias, Galeno, Plutarco, Michel Foucault, Claude Rolley, etcétera.

El Doríforo y el Canon de Policleto de Argos (pp. 95-112) se subdivide en “Fuentes monumentales”. Según la estudiosa, desde la interpretación que Alois Hirt hizo de un pasaje escrito por Plinio, se estableció un estrecho vínculo entre el Canon de Policleto y el Doríforo. Con esta idea en mente, cuando se localizó en Pompeya al Doríforo, Karl Friederichs señaló que se trataba del Canon (p. 96). Si bien dicha postura ha sido la predominante, Alicia Montemayor se aleja de ella, al sostener que “no hubo una escultura llamada Canon, sino que con probabilidad el tratado era fundamentalmente teórico […], por los testimonios literarios podemos intuir que entre los contenidos del tratado, al lado de consideraciones sobre la proporción de carácter matemático, hacía una reflexión sobre la belleza, reflexión que considero teórica” (pp. 101-102). Tras ofrecer los argumentos necesarios para demostrar su hipótesis, viene una pequeña sección llamada “Fuentes monumentales”, donde la estudiosa analiza con minuciosidad las siguientes piezas: el Doríforo, el Hermes de Apolonio (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles) y el torso de basalto ubicado en la Galería de los Uffizi (Florencia). Las principales fuentes a las que recurre la artista son: Aristóteles, Cicerón, Plinio, Quintiliano, Galeno, Ulrike Müller-Kaspar, R. Bianchi Bandinelli, Erwin Panofsky y Michel Foucault.

Las palabras y las imágenes. Lecturas y relecturas del Canon de Policleto de Argos (pp. 113-136). Con base en las afirmaciones de Simónides de Ceos y Horacio, según las cuales entre la poesía y la pintura hay un nexo muy cercano, la autora declara que el Canon ejemplifica esto, pues existe un vínculo muy estrecho entre el escrito y la obra plástica. No obstante, Alicia Montemayor recalca que únicamente se conservan tres líneas del texto y no se cuenta con la escultura original; a esto hay que añadir que las copias conservadas no son representaciones exactas, sino copias más o menos libres de obras perdidas (pp. 114-115, n. 6). A falta del texto, la especialista considera que con el transcurso del tiempo se le dio mayor valor a la escultura. En las páginas subsecuentes intenta fijar la fecha del tratado, estudia las piezas más destacadas de Policleto -el Doríforo, la Amazona, el Diadúmeno y la Hera de Argos-, retoma el asunto del pitagorismo y su relación con el escultor, luego habla de la transmisión tanto del escrito como del influjo que el artista argivo ejerció en la posteridad. De acuerdo con la autora, a partir “de su experiencia y sabiduría práctica, [Policleto] reflexiona y desarrolla una teoría sobre la belleza y aporta reglas que ordenan la forma en la que debe construirse una escultura, reglas que luego serán adoptadas en la pintura, la poesía y la retórica” (p. 136). Algunos autores nombrados es esta parte son: Aristóteles, Filón Mecánico, Pausanias, Plutarco, Horacio, Galeno, C. H. Hallet, R. Bianchi Bandinelli, Brunilde Sismondo Ridgway y Pierre Amandry.

De la manifestación de lo divino a la construcción de la symmetría (pp. 137-155) está integrado por “La formación del concepto de Belleza y el Canon de Policleto de Argos” así como “Belleza y regla artística”. En el primer segmento, lejos de adherirse a la postura más aceptada en torno a la estética, Alicia Montemayor argumenta que la primera formulación que une el concepto de Belleza con la noción de symmetría fue planteada en el tratado sobre escultura compuesto por Policleto de Argos. Después de estudiar la simetría en Platón y Aristóteles, ella sostiene que el escultor se refiere a la construcción de la figura como una totalidad, como un organismo; con base en el Canon, la belleza depende de la symmetría, “entendida como la consonancia de las partes con el todo y de éstas entre sí ” (p. 139). En “Belleza y regla artística”, la estudiosa realiza un análisis de diferentes concepciones de belleza, entre otras obras literarias se remite a la Ilíada, la Odisea, la Teogonía. Las fuentes más importantes para este capítulo son: Homero, Hesíodo, Platón, Jenofonte, Aristóteles, Gorgias, Plinio, Galeno, Plutarco, A. López Férez, E. H. Gombrich, etcétera.

Luego vienen las Conclusiones (pp. 157-167).

La autora complementa su investigación con varios apéndices:

Fuentes textuales (pp. 171-226) contiene “Introducción” y “Testimonios literarios” relativos a Policleto y su escuela. La especialista proporciona el resumen de 155 pasajes muy bien organizados acompañados de sus respectivas referencias, cuya finalidad es brindar una guía que le permita al lector acudir directamente a los testimonios.

“Catálogo de referencias cruzadas” (pp. 227-236) y “Testimonios epigráficos” (pp. 237-244).

Imágenes (pp. 245-264). Esta sección incluye 31 ilustraciones a color, que resultan fundamentales para redondear el cuidadoso estudio de Alicia Montemayor.

Al final se encuentra la Bibliografía (pp. 265-289). Dicho apartado con abundante material pertinente y actualizado se subdivide en Bibliografía básica y Bibliografía complementaria, esto permite que quien lo desee pueda profundizar más en la temática.

Es preciso señalar que este libro contiene numerosas notas a pie, donde la autora entabla un diálogo con los diversos autores tanto antiguos como modernos que han abordado el tema que a ella le ocupa. Con frecuencia remite a bibliografía ampliada y, en la mayoría de los casos, además de reproducir las citas textuales en el idioma original, en un gesto de cortesía hacia el lector, ofrece la traducción al español.

Sobre el lenguaje utilizado en esta obra, la artista usa con moderación los tecnicismos, su estilo es claro y ágil. Por lo que concierne al aspecto visual, a lo largo de las 292 páginas se aprovecha una variedad de recursos gráficos: desde una portada sobria y elegante hasta cuadros, tablas, dibujos y fotografías ya sea en blanco y negro o a color, todo esto hace que el material resulte grato a la vista.

Si bien hay momentos en que tanta información torna un poco densa la lectura, a mi juicio, el principal mérito de La trama de los discursos y las artes. El Canon de Policleto de Argos radica en que Alicia Montemayor García logra acercarnos a la teoría del arte propuesta por Policleto, pues él formuló una definición de belleza que continúa vigente. A partir de lo anterior, considero que este libro es recomendable no sólo para el público en general, sino también para filósofos, historiadores, clasicistas y estudiosos interesados en la estética, porque esta obra es una de las escasas investigaciones que se han llevado a cabo acerca de dicho tema y se ha publicado en México.