Consciente de que el ἄνθρωπος aprende con mayor facilidad mediante el ejemplo y preocupado por sustentar firmemente sus ideas pedagógicas, en sus textos Jenofonte presenta personajes cuya función es servir como modelos educativos. Luego de analizar a varios de sus protagonistas, es manifiesto que, lejos de plantear ideas aisladas, el historiador promueve de manera congruente y sistemática una serie de virtudes a través de las cuales es factible inferir su propuesta de παιδεία, cuyo eje central es, sin duda, la καλοκἀγαθία. Entre las características comunes de sus personajes principales, están la philía y la gratitud, como se verá a continuación.47
Ciro el Viejo
Éste es un personaje clave para comprender la propuesta de paideia que Jenofonte disemina a través de sus escritos, por eso es muy importante analizar con detenimiento la postura que el monarca adopta ante la amistad y la gratitud.
En primer lugar, Ciro el Viejo reconoce que la fidelidad no es una cualidad innata en el ser humano, por eso le recomienda a su hijo que se rodee de gente fiel ganándosela no con violencia, sino mediante la generosidad.62 Para él resulta indispensable que los subalternos vean a su jefe como amigo y no como adversario, de manera que no envidien sus éxitos ni lo traicionen en los fracasos;63 el que un líder se enoje al mismo tiempo con toda su gente es un grave error, ya que al infundir terror a muchos se atrae múltiples enemistades y, al enfurecerse con todos, es lógico que ellos se unan para conjurar contra él.64
De acuerdo con su padre Cambises, una de las principales tareas del dirigente es conseguir la buena disposición de sus hombres, para ello hay que comportarse exactamente igual que cuando se desea recibir el afecto de los amigos, en otras palabras, uno debe actuar como su protector. El padre de Ciro reconoce que todo esto es difícil:
tener la capacidad de beneficiar siempre a quienes uno desee beneficiar, mostrar que compartes su alegría si les sobreviene un éxito, que compartes su aflicción si les ocurre una desgracia, que tienes interés en ayudarles en las dificultades, que temes que vayan a cometer un error y que intentas tomar medidas para que no lo cometan. Esta disposición es, sin duda, muy necesaria para prestarles ayuda.65
Ciro asevera que no hay nada más hermoso que socorrer a los amigos66 y a menudo sobresale por su generosidad.67 Se comportaba y se consideraba a sí mismo como un filántropo.68 Lejos de procurar enriquecerse, dicho soberano era más feliz dando que recibiendo,69 por eso utilizaba su riqueza para recompensar a los mejores y ayudar a los necesitados.70 Gracias a su conducta ejemplar, era tan amado por sus soldados, que de inmediato acuden a protegerlo al observar que es derribado de su caballo.71
En cuanto a la philía y a la gratitud que el ser humano siente hacia los dioses, desde que era joven, Ciro afirmaba que tiene más influencia tanto con las deidades como con los hombres, aquel que no las adula únicamente cuando se encuentra en dificultades, sino que se acuerda de ellas, sobre todo, cuando las cosas le salen a la perfección. Decía que, del mismo modo que se ocupa uno de las divinidades, hay que cuidar a los amigos.72
Este líder creía firmemente que el éxito no debe impedir que se disponga de tiempo libre para frecuentar a los amigos.73 Intentaba ganarse la amistad de sus hombres al atenderlos, al esforzarse por ellos, compartiendo sus alegrías y sus aflicciones, y cuando tuvo las posibilidades económicas, procuró compartir con ellos su riqueza, su comida y su bebida.74 De igual forma, ya como soberano, les daba un trato preferencial a sus amigos, al invitarlos a su mesa.75 En lugar de olvidarse de sus amistades cuando la fortuna y el éxito le sonreían, procuraba satisfacer las necesidades de sus allegados.76 Incluso en su lecho de muerte, el anciano Ciro les recomienda encarecidamente a sus hijos que beneficien a sus amistades.77 En suma, dicho personaje consideraba a los amigos como un tesoro, dignos y confiables guardianes tanto de su persona como de sus bienes.78
Para conducir a los demás hacia la “belleza y nobleza”, él mismo se esforzaba por mostrarse frente a sus súbditos como el hombre más virtuoso del mundo.79 El soberano tenía la convicción de que él y sus hombres serían mejores al darles el mejor ejemplo posible a sus hijos; de manera que al no ver ni escuchar nada vergonzoso los niños no podrían ser malos, al vivir practicando cotidianamente la καλοκἀγαθία.80 Ciro el Viejo sobresalía en todas las acciones nobles y también su gente, gracias a su constante entrenamiento; pues él mismo procuraba ser su modelo.81 Por último, este dignatario estaba seguro de que es propio del varón más honrado que, luego de dar muestras de su poderío, combata desde él por la καλοκἀγαθία.82
Es así como, a través de Ciro el Viejo, Jenofonte enfatiza que la amistad requiere de tiempo para cultivarla, ya que si no se comparten cosas comunes es fácil que dicho vínculo se pierda. Coincido con G. Herman en que toda relación amistosa conlleva dedicar cierta cantidad de tiempo a actividades realizadas con el amigo. Dado que la confianza se genera gracias a un proceso lento de interacción y a un gradual desarrollo de intimidad, la relación resultante se sostiene o se interrumpe debido a la constante interacción.83 Desde esta perspectiva, la amistad necesita fomentarse con tiempo y con acciones; pues implica afecto y cuidado mutuos.
Iscómaco
Entre los personajes atenienses a través de los cuales Jenofonte plantea su propuesta educativa destaca Iscómaco, quien en varias ocasiones es descrito claramente como καλὸς κἀγαθός. Este peculiar varón protagoniza el Económico. En dicho tratado el autor habla en concreto de la kalokagathía, concepto recurrente no sólo en este escrito, sino en toda su producción literaria; incluso a partir de dicho término el historiador desarrolla la personalidad de su agricultor ideal.
En sus plegarias, Iscómaco pide ante todo que las deidades le concedan la salud y la fuerza física, el aprecio de la ciudad y el afecto de sus amigos.92 En la vida cotidiana procura no perjudicar a nadie93 y sólo denuncia a aquellas personas que pretenden dañar a los demás ciudadanos.94
Hace buen uso de su fortuna, al honrar a los dioses con generosidad, socorrer a sus amigos y contribuir económicamente al embellecimiento de la polis;95 de igual forma, ayuda a todo el que puede,96 al ser generoso con los demás les enseña que sean leales.97
Cultiva la amistad. Aunque Iscómaco dedica mucho tiempo a cuidar su patrimonio, no por eso se olvida de sus amigos; entre otras cosas, se esfuerza por auxiliarlos en la medida de sus posibilidades.98
Se gana la obediencia voluntaria de sus hombres y fomenta el trato benévolo. Lejos de recurrir en primera instancia a la violencia para imponerse sobre su gente, reconoce que es propio de un buen líder realizar grandes acciones más con su fuerza de voluntad que con la fuerza bruta.99 A unos esclavos se los gana con comida y bebida, a otros con alabanzas; a los mejores les reparte mejores cosas (vestidos y zapatos) que a los malos, para que no se desmoralicen al recibir exactamente el mismo trato que quienes no cumplen con sus tareas.100
De igual modo, elogia y les concede honores a quienes se lo merecen, mientras a los negligentes les dice y les hace cosas que les duelan.101 Recompensa al que realiza bien su trabajo y castiga a los incumplidos.102 En síntesis, es un varón καλὸς κἀγαθός.
Conviene aclarar que en el Económico el autor habla de manera expresa sobre la καλοκἀγαθία, “suma de todas las virtudes”. Para introducir su diálogo con Iscómaco, Sócrates le dice a Critobulo que le va a contar el modo en que conoció a un hombre que le parecía que en realidad era un καλὸς κἀγαθός.103 El filósofo especifica que estaba muy interesado en conocer a alguno de los llamados καλοὶ κἀγαθοί, con la intención de saber qué hacía para recibir dicho calificativo. De esta forma, Sócrates define tal término: el sabio explica que, como inicialmente le concedió mayor importancia al adjetivo “bello”, por lógica se acercaba a las personas de bella apariencia, mas al tratarlas se dio cuenta de que a veces esos individuos tenían un espíritu malvado, pues no siempre la belleza iba unida a la bondad. Ante su desengaño, decidió ya no hacer caso a la apariencia física, entonces buscó aproximarse a uno de los llamados “bellos y buenos”, de acuerdo con la opinión de hombres y mujeres, ciudadanos y extranjeros, quienes se expresaban así de Iscómaco. Por ese motivo se propuso establecer contacto con él.104 Tan pronto como el hijo de Sofronisco se encuentra con el famoso agricultor, le pide una y otra vez que le explique qué hace para gozar de tan buena reputación, para ser un καλὸς κἀγαθός; ya que él desea aprender según su capacidad se lo permita.105 El caballero acepta con tal de que Sócrates le diga sinceramente si se equivoca en algo, a lo que el sabio replica con un dejo de ironía que cómo un hombre como él podría corregir a un varón “bello y bueno”, él que es calificado como charlatán, de estar siempre en las nubes y de ser pobre.106 Es pertinente observar que, al aludir a su pobreza, de inmediato el maestro de Jenofonte refiere la anécdota del caballo de Nicias, y afirma que sintió un gran alivio al oír que incluso a un caballo pobre se le permite que sea bueno con tal de que tenga un alma noble.107 Con base en esto, es factible deducir que el filósofo y el propio Jenofonte están convencidos de que la pobreza no constituye un impedimento para aspirar a la máxima virtud; porque también el humilde maestro del historiador tiene la posibilidad de convertirse en un καλὸς κἀγαθός, por eso quiere aprender directamente de Iscómaco.108
Sócrates
El protagonista a través del cual Jenofonte manifiesta con mayor detalle su postura en torno a la amistad y la gratitud es Sócrates, quien valoraba mucho tener buenos amigos.109 Consideraba a la philía como el don más preciado; por ello, decía que, en vez de verla con desdén, hay que cultivarla.110 Para él, la principal ganancia es conseguir un buen amigo;111 mientras las enemistades y los peligros son característicos de la violencia.112 Creía firmemente que nada se equipara a la obtención de un buen amigo: ningún caballo ni ninguna pareja de bueyes es tan útil como él; nadie es tan leal y constante; ninguna otra posesión es tan benéfica en todos los aspectos.113 En su encomio de la amistad, señala lo siguiente:
el buen amigo está siempre en su sitio dispuesto a proveer a su amigo en todo lo que le falte, ya sea para la gestión de sus asuntos privados o de las actividades públicas, y si hay que prestar ayuda a alguien, colabora, si el miedo le conturba, acude en su ayuda, unas veces contribuyendo a los gastos, otras trabajando con él, otras ayudando a persuadir u obligando a la fuerza, mostrando la mayor alegría en las buenas situaciones y el apoyo más grande en las desgracias. Todo lo que a un hombre le ayudan sus manos y ven los ojos por él, oyen por él sus oídos o consiguen sus pies al caminar, todo lo supera el amigo con su ayuda. A menudo, lo que alguien no consiguió terminar por sí mismo, o no lo llegó a ver, o no lo oyó, o no lo acabó de recorrer, el amigo lo realiza por su amigo. Sin embargo, algunos intentan cultivar árboles por sus frutos, pero cuando se trata de la posesión más fructífera, que es un amigo, la mayoría la atienden con pereza y desmayo.114
El sabio pensaba que el placer más grande consiste en llegar a ser una mejor persona y tener excelentes amigos.115 Decía que quienes luchan voluntariamente por conseguir buenas amistades, por derrotar a sus enemigos, o por llegar a ser fuertes de cuerpo y alma para dirigir bien sus casas, ser útiles a sus amigos y servir a la patria, disfrutan sus esfuerzos, están satisfechos de sí mismos y son objeto de alabanza y envidia.116 Sócrates confiaba en que los discípulos que seguían sus consejos serían para él, y entre ellos, excelentes amigos para toda la vida.117 Sostenía que, aunque uno sea prudente, hay que evitar convivir con individuos perversos, en vez de eso conviene frecuentar a las personas buenas, pues así se ejercita uno mismo en la virtud.118
En primer lugar procuraba elevar moralmente a sus amistades,119 pero no sólo le interesaba contar con buenos amigos, sino incluso procuraba presentarlos entre sí para que juntos se esforzaran por llegar a ser virtuosos.120 Dentro de sus reflexiones sobresale que para conseguir amigos buenos, ha de ser bueno también uno mismo.121 Asevera que el hombre que se adelanta en hacer daño a sus enemigos y bien a sus amigos es tenido en altísima estima.122 En suma, para él, sin amistad ninguna relación vale la pena.123
De acuerdo con Sócrates, quien descubre a un ser de buen temperamento, le enseña lo bueno que sabe y lo convierte en un buen amigo, es un hombre καλὸς κἀγαθός.124 Así se comportaba él, pues procuraba enseñarles a sus amistades cuanto sabía y los ponía en contacto entre ellos, a fin de que practicaran la virtud, y junto con sus amigos compartían las lecciones de los sabios antiguos.125
Aunque nunca se asumió a sí mismo como maestro, con su ejemplo y con su congruencia fomentó en sus discípulos la esperanza de que, si lo imitaban, llegarían a ser tan virtuosos como él.126 Este singular filósofo no cobraba, debido a su firme convicción de que así aseguraba su libertad y a que creía que su mayor ganancia era obtener un buen amigo.127
Desde el punto de vista de Jenofonte, su maestro se preocupaba más por enseñarles a sus acompañantes la virtud y el buen juicio antes que la elocuencia o la administración; para evitar así que incurrieran en la injusticia y en malas acciones.128
Jamás promovió una guerra, ni una rebelión, una traición o algún otro perjuicio; nunca robó ni ocasionó daño a nadie, ni cometió crimen alguno.129 No dio falso testimonio, no delató o provocó discordias entre amigos o en la polis, tampoco actuó injustamente.130 Nunca le hizo daño o indujo al mal a nadie; por el contrario, en todo momento procuró que sus acompañantes fueran mejores.131 Siempre era provechoso estar con él, incluso evocar su recuerdo era útil para recibir lecciones, ya fuera que hablara en serio o que bromeara.132 Fue el colaborador más útil en la búsqueda por alcanzar la virtud; no sólo hacía que sus acompañantes aceptaran sus errores, sino que los encauzaba hacia la virtud y la “belleza y bondad” (προτρέψασθαι ἐπ’ ἀρετὴν καὶ καλοκἀγαθίαν).133
Sobre la καλοκἀγαθία, de acuerdo con el historiador todos los maestros les muestran a sus discípulos de qué modo hacen lo que enseñan y los guían por medio de la palabra.134 Es oportuno recordar que, gracias a su ejemplo, Sócrates alejó a muchos jóvenes de los vicios, les hizo anhelar la virtud y los animó a cuidar de sí mismos; para que al imitarlo llegaran a ser hombres de bien (καλοὺς κἀγαθοὺς ἔσεσθαι);135 en este sentido, se mostraba ante sus seguidores como un varón καλὸς κἀγαθός y como tal conversaba hermosamente sobre la virtud y otras cualidades humanas. Acerca de lo que Sócrates pensaba que debía saber un hombre “bello y bueno”, él mismo se preocupaba por enseñar lo que sabía, cuando no dominaba algún tema los mandaba con algún experto.136 El sabio afirmaba que la καλοκἀγαθία es el mejor perfume, y recomendaba que si se quiere ser virtuoso hay que frecuentar a quien sea capaz de hacerle practicar a uno la virtud.137 Según el filósofo, las acciones son más convincentes que las palabras;138 en torno a esto, Jenofonte asegura que, a través de su propio ejemplo, Sócrates volvía a sus compañeros más piadosos, virtuosos y prudentes.139 En otro pasaje añade que su mentor conducía a sus oyentes a la καλοκἀγαθία.140 Por último, viene al caso mencionar que también en el Banquete141 y en la Ciropedia142 el jefe de los Diez Mil define al hijo de Sofronisco como un hombre καλὸς κἀγαθός.
Concretamente acerca de la utilidad de los amigos, Sócrates veía que, aunque la mayoría de sus conciudadanos afirmaban que el bien más preciado de todos es tener un amigo bueno y leal, en la práctica se olvidaban de esto y se afanaban mucho más por adquirir y conservar sus bienes materiales.143 Le daban tan poca importancia al fomento de la amistad, que no se esforzaban por obtener nuevos amigos, ni siquiera les interesaba conservar a los que ya tenían.144 Ante la disyuntiva de prestarle auxilio a un esclavo o a algún amigo enfermos, varias personas elegían velar por el primero; incluso, sufrían más por la muerte de un sirviente que por la de un amigo, pues el fallecimiento de aquél implicaba para ellos una gran pérdida económica, mientras el deceso del amigo no les afectaba tanto.145 Desde el punto de vista de Sócrates, contar con un colaborador espontáneo, leal, constante, no sólo dispuesto a acatar órdenes, sino a procurar voluntariamente ser útil, a prevenir y prever, es igual a tener muchos esclavos.146 Con base en esto, lamenta que muchos estén al pendiente de todas y cada una de sus posesiones, mientras descuidan a sus amistades principalmente cuando más los necesitan. Esta clase de individuos saben con precisión cuántas propiedades poseen, pero ignoran el número exacto de amistades con las que en verdad cuentan.147
El Sócrates jenofóntico retoma la comparación entre el valor monetario de los bienes materiales y el de las amistades, con el objetivo de que cada quien se examine a sí mismo y vea si en realidad es digno de tener amigos y, sobre todo, buenos amigos.148 Enfatiza que así como los esclavos tienen un precio, también las amistades; según la calidad del amigo su cotización es más alta.149 Mediante esta analogía el sabio sugiere que uno mismo analice qué tan valioso resulta para sus amistades, y nos invita a esforzarnos por ser amigos de excelente calidad, para que nuestros allegados no nos abandonen seducidos por la avaricia;150 porque a los seres buenos no se les vende si son esclavos, ni se les abandona si son amigos.151 Al aludir al ambiente caótico que prevalecía en Atenas, secuela de la postguerra, Sócrates advierte que es el momento oportuno para comprar buenas amistades a buen precio.152
Ahora bien, ¿qué clase de amigos vale la pena conseguir? Hay que inclinarse hacia personas que no se dejan dominar por las pasiones, hospitalarias, afables, dispuestas a devolver los favores que reciben, útiles a quien se relaciona con ellas.153 Quienes tratan bien a los demás son buenos amigos.154 También hay que procurar la amistad de quien respeta la ley y es justo, ya que esta clase de individuo es digno de confianza para depositar su dinero, un hijo o una hija; éste devuelve los favores; un hombre que obedece la ley, merece la confianza de toda la polis; ya que es justo con sus padres, con sus familiares y amigos, con los ciudadanos y los extranjeros; cumple su palabra y sus juramentos, así como los pactos con los enemigos; es la persona más agradecida; la mayoría de la gente busca ser su amiga, en vez de enemistarse y pelear con él.155
¿Qué tipo de seres humanos no son buenos amigos? Hay que evitar a los que ceden ante la gula, la sed, la lujuria, el sueño o la pereza; pues éstos no son capaces de cumplir con sus propias obligaciones ni con las de su amigo.156 También hay que alejarse del despilfarrador, porque siempre necesita dinero, no paga y se molesta si no se le ayuda.157 Así mismo, hay que descartar al que es bueno para hacer negocios, pero como desea más riqueza le agrada recibir pero no le gusta dar; y a quien se pasa todo el tiempo pensando cómo ganar más dinero, al sedicioso, y a quien está habituado a recibir sin dar nada a cambio.158
Sócrates aconseja observar muy bien la conducta del candidato a amigo, para ver si en verdad merece nuestra amistad: si trata bien a sus amistades anteriores, es muy probable que haga lo mismo con sus nuevos amigos, incluso las deidades mandan señales para indicar si conviene su amistad.159 Una vez que el amigo potencial aprueba el examen, es preciso ganarse su amistad; para lograrlo, es necesario no acosarlo, ni ser violentos con él, pues no se puede ser amigo de alguien en contra de su voluntad.160 Para conseguir la amistad de alguien es mejor conducirse con naturalidad y corrección, con buenas maneras y trato complaciente; porque la violencia no permite obtener ni retener a un amigo.161 El filósofo se pronunciaba a favor del trato amable, por ello les recalcaba a sus alumnos que sólo mediante regalos se puede ganar uno a los hombres ruines, mientras a los varones καλοὶ κἀγαθοί basta con tratarlos de manera amigable.162 Aunque hay distintos hechizos para conseguir la amistad de alguien,163 lo más recomendable es actuar como Pericles y Temístocles, quienes con palabras y con actos se ganaron el afecto de la polis.164 De manera que, si uno desea obtener buenos amigos, es esencial que uno mismo sea bueno y lo demuestre con palabras y con hechos; porque no es posible que una persona malvada tenga amigos buenos.165 En otras palabras, primero hay que esforzarse por ser una buena persona, una vez que se logre esto, conviene intentar atrapar a los hombres “bellos y buenos”.166 Ganarse la amistad de los demás es más sencillo si uno demuestra con actos que está al pendiente de sus amigos y que lo que más le agrada es convivir con buenos amigos, que se enorgullece uno por las bellas acciones de ellos y las siente como propias, que no le molesta trabajar para que sus amistades prosperen, pues está convencido de que la virtud del ser humano radica en derrotar a los amigos haciendo el bien y a los rivales haciendo daño.167
La gente malvada es incapaz de ser amiga entre sí; por eso los malagradecidos, los negligentes, los ambiciosos, los desleales y quienes sucumben ante las pasiones ni siquiera son buenos amigos entre ellos, porque han nacido para odiarse.168
Sócrates reconoce que una parte del ser humano es amistosa y la otra belicosa; sin embargo, la φιλία supera los obstáculos y une a los hombres καλοὶ κἀγαθοί, ya que a causa de la virtud: se conforman con una riqueza moderada, en lugar de adueñarse de todo a través de la guerra; pese a estar hambrientos y sedientos, son capaces de compartir sus alimentos y sus bebidas; aunque gustan de los placeres de Afrodita, son capaces de abstenerse con tal de no ofender a los demás; evitan la codicia y se prestan ayuda mutua; solucionan sus diferencias sin faltarse al respeto y de común acuerdo; no permiten que la ira los impulse a hacer algo de lo que más tarde se arrepientan; lejos de fomentar la envidia, comparten sus bienes con los amigos y en ocasiones consideran como propias las fortunas de sus amistades.169 De manera que cuando un hombre “bello y bueno” ocupa alguna magistratura se esfuerza por ayudar a sus amigos y por hacerle bien a su patria, tomando como colaboradores a otros hombres “bellos y buenos”.170 El sabio aclara que cuando se ejerce el poder es provechoso conseguir la amistad de los individuos καλοὶ κἀγαθοί y utilizarlos como ayudantes, es preferible que sean colaboradores y no rivales. Mediante el buen trato hay que ganarse a la gente que desea aliarse con uno; ya que conviene más tratar bien a los mejores, que son pocos, a ser amables con los malvados, que son la mayoría, pues este tipo de hombres requieren muchos más favores que los virtuosos.171
Por lo que concierne estrictamente a la χάρις, Sócrates consideraba que la gratitud es una de las principales características del hombre virtuoso.172 En esto tambien ponía el ejemplo, puesto que a todas luces el sabio era útil al pueblo y filántropo (καὶ δηµοτικὸς καὶ φιλάνθρωπος ὤν), y compartía sus bienes con generosidad.173 Gracias a su estilo de vida austero, estaba presto a auxiliar a sus amigos y a la ciudad.174
A su juicio, el individuo καλὸς κἀγαθός siente mayor gratitud hacia quien le hace el mayor favor.175 De acuerdo con Sócrates, la amistad es un gran beneficio.176 Subraya que las deidades no le conceden nada a los seres humanos sin esfuerzo ni cuidado; de modo que, si se desea que los dioses le sean favorables, hay que venerarlos; si se quiere tener amigos que lo aprecien a uno, hay que hacerles favores, y si se anhela que la polis lo honre a uno, hay que servirle.177 Por eso, para el filósofo es digno de alabanza aquel que se apresura a hacerle mal a los enemigos y corre a ayudar a los amigos.178
Por su parte, procuraba subsanar la ignorancia de sus allegados con consejos, pero cuando los veía inmersos en problemas económicos, los conminaba a prestarse auxilio mutuo según los recursos financieros de cada quien.179 Recomendaba que, cuando uno se sienta afligido, comparta sus preocupaciones con sus amigos, pues quizá ellos pueden socorrernos de algún modo.180
Así como el sabio se empeñaba en fomentar la amistad y la gratitud, así mismo trataba de erradicar la ingratitud (ἀχαριστία), pues para él es equivalente a la injusticia;181 por eso, quien después de recibir un favor no corresponde de la misma forma, es injusto.182 Sócrates afirmaba de manera categórica que los individuos que no son útiles ni con actos ni con palabras, que no sirven ni siquiera para ayudar al ejército, a la polis y al pueblo, que además de todo son soberbios, deben ser castigados, sin importar que sean muy adinerados.183
Para él, una persona malagradecida es aquella que, luego de que la tratan bien, no devuelve dicho favor; esta clase de individuo es al mismo tiempo injusto.184 Por lo tanto es injusto ser malagradecido con los amigos.185 Es más, de acuerdo con Sócrates, una persona ingrata no puede ser un buen amigo, y vale la pena agregar que tampoco será un buen ciudadano.186
Al recordar a su maestro, Jenofonte hace hincapié en que varios jó venes lo buscaban con el único fin de convertirse en hombres “bellos y buenos” y ser capaces de tener una buena relación con su familia, con sus parientes y amigos, con la ciudad y sus compatriotas.187 Conforme a lo anterior, la philía no sólo entrañaba un vínculo estrecho con alguien ajeno al hogar, sino que también podía abarcar las relaciones filiales, esto es, familiares; de ahí que el filósofo se preocupe por inculcar el cariño entre hermanos, convencido de que para la amistad era muy importante tanto el haber nacido de los mismos progenitores como el criarse juntos.188
Cabe mencionar que el historiador se queja de que en su época los atenienses ya no respetan a los ancianos, ni siquiera a sus propios padres.189 Acerca de la actitud que uno debe mantener con sus progenitores o con cualquier otra persona, Sócrates sostiene que, en lugar de confiar en que son nuestros parientes y no ameritan mayor cuidado, hay que procurar ser útiles a todos aquellos cuyo aprecio deseamos.190 Por todo esto, el no cuidar a los padres también denota un acto que, además de ingrato, resulta injusto, de ahí que fuera tan penado entre los atenienses, al grado de que se castigaba con la atimía.191
Al respecto, el sabio aclara que honrar a los progenitores era una ley universal.192 En cuanto a la gratitud que le deben los hijos a los padres, en Memorables, Sócrates intenta que su hijo mayor Lamprocles se contente con Jantipa; pues considera que los progenitores le hacen el mayor beneficio a sus hijos, al darles el ser.193 Tras pronunciar un elogio de la maternidad, el filósofo le hace ver al joven que el mal carácter de su madre es tolerable, y que, si es incapaz de soportarla a ella, menos podrá honrar, obedecer y complacer a alguien más, como por ejemplo a un general o a un magistrado.194
El filósofo le señala a su primogénito que Jantipa, que lo quiere mucho y desea su bien, es quien más merece que la honre. Advierte que la ciudad no sanciona a los malagradecidos, pero sí castiga a quienes no respetan a sus padres, al inhabilitarlos y excluirlos de los cargos públicos; porque un hombre ingrato no puede realizar acciones bellas y justas, ni siquiera sus ofrendas a los dioses serían piadosas. Enfatiza que los atenienses son tan estrictos en cuanto a los deberes para con los padres, que también vigilan que los hijos cuiden las tumbas de sus progenitores.195 Con base en todo esto, Sócrates le recomienda a Lamprocles que incluso se disculpe con las divinidades por enojarse con su madre, y que procure que los demás no se enteren de su falta de atención hacia sus padres, para que no lo desprecien todos y lo abandonen sus amigos, pues se piensa que quien es malagradecido con sus papás también es incapaz de corresponder a un favor.196