mazateco San Bartolomé Ayautla tradición oral Señor del Trueno fiesta patronal
Contenido principal del artículo
Shun Nakamoto
Universidad Nacional Autónoma de México
Josefina Sánchez Díaz
Hablante de mazateco de Ayautla
Resumen
“El Señor del Trueno” es una leyenda de la tradición oral de San Bartolomé Ayautla, Oaxaca, narrada en esta ocasión por Josefina Sánchez en en nima o mazateco de Ayautla, que cuenta el milagro que hizo el Señor del Trueno a un hombre que fue al cerro para buscar el ocote que el mayordomo necesitaba para celebrar la fiesta de la labrada de velas, en honor a San Bartolomé Apóstol. Este artículo presenta el texto en dos versiones: la versión narrada y la versión redactada; una introducción sobre algunos aspectos del mazateco de Ayautla y el análisis morfológico, la glosa y la traducción libre de la versión narrada del texto.
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Nakamoto, S., & Sánchez Díaz, J. (2020). Na’ain Cho’on / El señor del trueno: un texto en mazateco de Ayautla. Tlalocan, 25, 115-145. https://doi.org/10.19130/iifl.tlalocan.2020.501
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Introducción
San Bartolomé Ayautla o Ngifi [ŋgi2ˈɸi21] (o Ngiyufi [ŋgi2ju2ˈɸi21]) es una comunidad con aproximadamente 3 000 habitantes, de los cuales casi todos son hablantes nativos del mazateco de Ayautla o en nima [ʔẽ2ni4ˈma1].1 La lengua no está en peligro inminente de desaparición, dado que la lengua se sigue transmitiendo a las nuevas generaciones. Sin embargo, crear y ampliar el espacio del uso de la lengua es urgente, ya que las nuevas generaciones son bilingües (en mazateco y español) pero en situación de diglosia, dando al español preferencia en ciertos contextos como la escritura, la escuela, la iglesia o la comunicación con la gente de otros lugares, en consecuencia, limitando el uso del mazateco en contextos domésticos. Con este artículo tenemos la esperanza de aportar un grano de arena para el futuro de la lengua.
Ayautla se ubica sobre la carretera que conecta Huautla de Jiménez de la parte alta con Jalapa de Díaz de la parte baja, dos de los pueblos más grandes en la región, en el extremo norte del estado de Oaxaca, México. El territorio de la comunidad se extiende sobre una ladera que aumenta la altitud hacia el noroeste, que se caracteriza por ser una zona boscosa, y disminuye hacia el sur, en una zona selvática. En cualquier mes del año hay precipitaciones, aunque la lluvia es más constante e intensa en verano.
“El Señor del Trueno” es una historia de la tradición oral de San Bartolomé Ayautla. La historia cuenta un milagro que hizo el Señor del Trueno a un hombre que fue al cerro a buscar ocote, ya que en la casa del mayordomo se carecía de ocote para quemar durante la noche de la labrada de velas, en honor a San Bartolomé Apóstol.
En la comunidad, hay muchas anécdotas acerca de San Bartolomé Apóstol y de su imagen, ubicada al centro del altar de la iglesia; por ejemplo, cuentan que la imagen no se puede mover ni tocar como se quiera, dado que se debe rezar en latín para tocarla, de lo contrario, la lluvia caerá de manera desmesurada. Actualmente, existen personas fieles a estas creencias: cuando la iglesia se está adornando para la fiesta patronal y comienza a caer un aguacero, con truenos y relámpagos, afirman que tal vez los que estaban adornando o limpiando la imagen del santo, no hayan seguido esta creencia. Otra historia que a menudo narran, es que la cara de la imagen del santo está llena de piedritas pequeñas que lo hacen ver sucio, y que una vez, cuando un sacerdote quiso limpiarle la cara, se cayó de la escalera y murió, es así que no puede ser retirada ninguna piedra, como tampoco puede usarse agua para limpiarlo, porque podría llover días y días. Se dice que anteriormente la gente sacaba la imagen del santo cuando el pueblo sufría de sequía; al sacar la imagen y orar en latín, empezaba a tronar y a llover. Es así como la gente considera a San Bartolomé Apóstol como el dueño de los truenos y la lluvia.
Ahora bien, la relación entre San Bartolomé Apóstol y el Señor del Trueno no es clara. Por un lado existen historias en la que se establece que posiblemente los dos sean hermanos, sin embargo, hay versiones que los consideran una sola persona, y hay otras versiones en las que no existe relación directa entre los dos. Y es que, el Señor del Trueno también hace milagros, como veremos en el texto que aquí presentamos, y hace que la fiesta en honor a San Bartolomé Apóstol salga bien. Entre las historias en las que aparece el Señor del Trueno, hay una en la que se aparece y deja ver, como fue el caso de su aparición en el camino de Jalapa de Díaz a Ayautla, trayendo consigo la pólvora que acababa de comprar.
Entre las diferentes historias, escogimos ésta porque es una historia completa y refleja algunas de las creencias y costumbres que se tienen en la comunidad, como la fiesta de la labrada de velas.
Presentación del texto y las ortografías
Presentamos el texto en mazateco en dos versiones: una transcripción de la grabación y una versión escrita. Las dos difieren en sus recursos discursivos así como en la ortografía. La versión para la grabación fue narrada por la primera autora, Josefina Sánchez Díaz, y transcrita por ambos coautores, Josefina Sánchez Díaz y Shun Nakamoto; posteriormente, la primera autora redactó la versión escrita. La traducción al español se basó en la versión escrita a cargo de la primera autora, mientras el análisis morfológico, glosa y traducción, a cargo del segundo autor, Shun Nakamoto, se basó en la versión hablada.
En este artículo optamos por presentarlo en dos versiones, ya que las dos versiones difieren en sus recursos discursivos así como ortográficos y por ende tienen fines distintos, si bien no contradictorios. La versión escrita es para un(a) lector(a) que quiera disfrutar de la lectura en mazateco, mientras la versión hablada es para un(a) lector(a) que quiera saber o reflexionar sobre la estructura del mazateco hablado.
Respecto a su estilo discursivo, la versión hablada se caracteriza por tener ju1ni2 ‘este…’ entre otras muletillas, repeticiones de palabras o frases, pausas y errores de habla que causan un ruido para la lectura, los cuales deben estar presentes porque forman parte de los recursos discursivos de la oralidad, que incluimos en la transcripción. En la transcripción del audio, escribimos las muletillas y las repeticiones; también representamos las pausas notables con puntos, comas y tres puntos; además, transcribimos los errores de habla en cursiva entre paréntesis. Algunas muletillas, repeticiones y pausas fueron reflejadas en el análisis morfológico, mientras otras repeticiones, pausas y los errores de habla no fueron fijados.
Además ambas difieren en su ortografía. En términos generales, la ortografía de la versión escrita semeja más a las ortografías que comúnmente se emplean para escribir la lengua. Aun cuando encuentre divergencias con la suya, una persona que esté acostumbrada a la escritura en mazateco no tendrá mucha dificultad en acomodarse. La ortografía para la versión hablada difiere de la anterior básicamente en tres puntos: primero, ésta usa números para escribir los tonos; segundo, usa y y w para escribir las semivocales en lugar de usar letras vocálicas; tercero, escribe muchas de las palabras compuestas como una sola palabra ortográfica. Las convenciones de la transcripción están contrastadas con el Alfabeto Fonético Internacional en la tabla 1.2
Tabla 1.:
Convenciones de la transcripción de la grabación
transc.
AFI
transc.
AFI
transc.
AFI
a
[a]
kw,
ngw
[kʷ], [ŋgʷ]
ts, ndz, ntsj
[t͡s], [nd͡z], [nt͡sʰ]
ay
[aɪ̯] ~ [aɛ̯]
l
[l]
txj
[t̺͡ʃʰ]
b
[b] ~ [β]
m
[m]
u
[u]
ch, nch,
nchj
[t̻͡ɕ], [n̻d̻͡ʑ], [n̻t̻͡ɕʰ]
n
[n]
x
[ʃ̺]
d
[ð]
ñ
[ɲ]
xy
[ɕ]
e
[e]
o
[o]
y
[j] ~ [ʝ]
f
[ɸ]
p
[p]
’, ’b, ‘nch, k’, nk’
[ʔ], [ʔb], [ʔn̻d̻͡ʑ], [k’], [ŋk’]
i
[i]
r
[ɾ]
aa
[aː]
j, tj, jn
[h], [tʰ], [hn]
s
[s]
an
[ã]
k, ng
[k], [ŋg]
t, nd
[t], [nd]
1, 2, 3, 4
˩ ˧ ˦ ˥
Perfil de la lengua
El mazateco de Ayautla es una de las lenguas o variedades que se conocen en conjunto bajo el nombre de “mazateco”. La clasificación interna del mazateco no es clara, a pesar de que hay estudios dialectológicos que empiezan desde Gudschinsky (1958a).3 El mazateco pertenece a la rama (o familia) popolocana (Fernández de Miranda, 1951; Gudschinsky, 1958b; Hamp, 1958, 1960) de la familia (o tronco) lingüística otomangue.
El mazateco es tonal, es decir, utiliza la melodía tonal para distinguir las palabras. En la transcripción, los tonos están indicados icónicamente con números, donde “1” representa el tono más bajo y “4” el más alto, siguiendo una escala reversa de Kenneth y Eunice Pike (1947). Los tonos juegan papeles importantes en esta lengua; no solamente para distinguir lexemas, sino también para indicar la clase léxica a la que pertenece una palabra, el tipo de frontera entre dos morfemas, el contexto prosódico en que se encuentra un sustantivo o un verbo, señalar el límite de una frase, conjugar los verbos o derivar palabras. Veamos algunos ejemplos.
El tono sirve para distinguir palabras léxicas: chi1ni1 ‘celoso’, chi1ni23= ‘sueño’, chi1ni3 ‘olvidadizo’ y chi1ni4= ‘costilla de pollo’ (‘sueño’ y ‘costilla de pollo’ no pueden ocurrir en aislamiento con sus respectivos tonos léxicos; lo veremos como “estado absoluto” tres párrafos después). Los tonos léxicos son 1, 13, 2, 23, 24, 3 y 4. Las demás melodías tonales son resultados de la concatenación de tonos léxicos o por otros procesos tonales.
La coalescencia de tonos es un proceso recurrente. Por ejemplo, ka4 ‘se cae (de la misma altura)’, ka43 ‘nos (incl.) caemos’, ka42 ‘me caigo’ se distinguen por el tono añadido en los últimos dos por =a3 ‘1IN’ y =a2~=a1 ‘1SG’, respectivamente. Algunos morfemas gramaticales involucran, además de la coalescencia de tonos, el alargamiento vocálico, lo cual indicamos como V en la línea de segmentación.
Otro proceso tonal recurrente es el sandhi tonal (cf. Pike 1956 sobre la variante de Soyaltepec). El sandhi se refiere al ajuste de sonidos al combinar dos morfemas, sean dos que conforman una sola palabra o dos que son palabras distintas. En el mazateo de Ayautla, principalmente los tonos 13 y 3 causan el sandhi tonal, y hacen que el siguiente morfema tenga el tono 4 (el tono más alto). Por ejemplo, al combinar en3 ‘palabra, lengua’ y ni1ma1 ‘pobre’, el tono 3 da un tono 4 a la siguiente sílaba y la sílaba con el 3 original queda con 2, así resulta la palabra compuesta en2ni4ma1 ‘lengua mazateca’ en lugar de *en3ni1ma1. En una variante sin sandhi, como la de Huautla, la misma palabra sería en4ya1ma1 o en4yo1ma1 (el tono 4 en Huautla en general corresponde a 3 en Ayautla). Este fenómeno se puede analizar como la asociación de un tono 4 que no está presente en aislamiento. En el análisis morfológico del texto, indico este tono “flotante” en la línea de segmentación.
Dentro de los ejemplos de tonos léxicos arriba mencionados, chi1ni23= ‘sueño’ y chi1ni4= ‘costilla de pollo’ requieren de un enclítico que consiste en un tono 1 cuando se pronuncian en aislamiento; i.e. chi1ni23=1 y chi1ni4=1, respectivamente. Este enclítico, aquí denominado “estado absoluto” y glosado como ABS, indica el fin de una frase nominal. El ABS no se realiza si el sustantivo tiene demostrativo o marca de poseedor, o si termina con 1 o tiene un tono flotante.
Otro elemento que indica el fin de un dominio es la marca del verbo subordinado =1, glosado como VSUB. Este morfema aparece al final de un verbo cuando una cláusula subordinada con ciertos subordinadores tiene el verbo como la última palabra de la cláusula; esto puede verse en la línea 86 del texto, reproducido abajo como (1). El VSUB aparece también con adverbios temporales y el optativo, mientras que no se realiza cuando la palabra termina con 1 o tiene un tono flotante.
Y que se acabó, este, casi era de noche cuando llegó,
Otro morfema, =3 ADV aparece en ciertos adverbios y constituyentes adelantados, así como después de la palabra precedida por ciertos disparadores, incluyendo tu1 ‘puro’ y na2se3 ‘hasta, incluso’, como es el caso de la línea 40 del texto, reproducido como (2).
La conjugación de verbos involucra varias alternancias tonales por persona/número y por aspecto; algunas de ellas no se pueden atribuir a los prefijos de aspecto o los enclíticos de persona/número: es decir, son “alternancias temáticas” o “alternancias de raíz”. En el análisis morfológico del texto, las indicamos en la glosa como morfemas fusionados. Las alternancias por persona/número solamente ocurren en una subclase de verbos, caracterizados por una semántica agentiva (cf. Pike, 1948: 130-132). Según estas alternancias, cada raíz verbal tiene tres “bases personales” supletivas que sirven de base a las que se les agregan los enclíticos de persona/número. Una base se utiliza para primera persona singular, una para tercera persona (sin distinción de número) y la otra para los demás valores de persona/número (2SG, 1IN, 1EX y 2PL). En la glosa, la forma de 1SG por alternancias temáticas se indica como “1” que representa “base 1”, mientras la de 2SG, 1IN, 1EX y 2PL “2” por “base 2”; la forma de tercera persona se considera la forma por defecto y no se indica en la glosa.
Fuera de los tonos, una de las características de la gramática del mazateco de Ayautla es la marcación en el núcleo. El sustantivo poseído indica el poseedor del mismo, mientras el verbo indica los participantes de la acción que expresa el verbo. Además de indicar los participantes, los verbos en mazateco tienen una clase de raíces “posicionales”, que aquí fueron glosadas como P. Las raíces posicionales, una herencia popolocana, se especializan en la semántica de la configuración espacial y siempre aparecen compuestas como elementos dependientes del verbo principal (cf. Cowan y Cowan 1947 sobre el mazateco de Huautla; Kalstrom Dolson et al. 1995: 343-347 sobre el popoloca de Atzingo). Por ejemplo, en (3), las raíces posicionales después del verbo ba2ne3 ‘lava’ agregan información sobre el modo de lavar, dispensando el uso de lo que corresponde a las preposiciones o los adverbios en español.
(3)
ba2ne3 ‘lava’
ba2ne2ju4ngi23 ‘lava abajo de algo (corredor de casa, etc.)’
ba2ne2jun4 ‘lava la superficie (mesa, etc.)’
ba2ne2ngi4 ‘lava (cabello, ojo, dientes, etc.)’
ba2ne2sun4 ‘lava sobre’
ba2ne2ya4 ‘lava dentro (plato, casa, etc.)’
ba2ne2’a4 ‘lava la boca’, etc.
Análisis morfológico y glosa
Después de las versiones corridas, presentamos el mismo texto en cuatro líneas, siguiendo los principios básicos para presentar los ejemplos lingüísticos. La primera línea es un fragmento del texto que aparece corrido en la transcripción. Es la forma tal como se pronunció en la grabación.
La segunda línea es la línea de segmentación, donde las palabras complejas son desglosadas en morfemas antes de combinarse. Los morfemas segmentados son formas subyacentes después de los procesos morfofonológicos; es decir, a partir de la segunda línea, después de combinar los morfemas y aplicar las reglas fonológicas productivas de la lengua, se obtiene la forma superficial que está representada en la primera línea.
La tercera línea muestra una etiqueta para cada morfema, con la respectiva información léxica o gramatical que aporta. Los morfemas léxicos aparecen con una traducción breve, mientras la información gramatical aparece abreviada. Una lista de abreviaturas aparece al final de este texto. Algunas expresiones idiomáticas sólo aparecen parcialmente segmentadas y glosadas, y están glosadas en su conjunto.
La cuarta línea ofrece una traducción libre al español. La traducción busca reflejar cierta información gramatical del mazateco.
NA’AIN CHO’ON
(VERSIÓN ESCRITA)
Kioxu nixtjin ngajan, nixtjinre xutachingana, tsajainxu’in sera xi baka, ’ba kuixu kjua tu nicha tsikjen’inni. ’Ba jnguxu ndiya, kioxu nga je matiña’in s’ire na’ainna San Bartolo, xuta xi kiskane martuma kui nu biu, jexu kjiya’inre s’i ndaba. ’Ba kui faxu nixtjin nga je kuanda sera, jexu nichare, ’ba tsajainxu’inre xi kuaka kui nistjen biu. ’Ba kitsijexure kjuanda jo xuta xi kio tjindu. ’Ba ’baxu tsure: “A bi sio’on kjuanda na’ain, a bi kuetxja’a jonu nicha ngastun nindu jan, kui xi maa nga tsajainjin xi kuiti ngutjunni, tsuxure”. ’Ba xuta biu nde kuakjainxure: “kuan, na’ain”, tsuxu, ’ba tuxi kiji fanixu ngat’a sa’axu tajñu’in nguisa ya’a.
’Ba kioxu nga je echu ngastun nindu, jnguxu xuta biu tu kun tu maxu nicha ja’añajan, ka’nda bixu kuenda kiko’o tsa ’nyi, asa stu kun, tu tsaka’aranixu, ’ba sa’axu jendiba ya’a. ’Ba xijngu nde tafi tafixu tsak’ajmengui ngui nguijño, kitsa’en sin, kitsa’en ndaxu nga tsanguisjai nicha, nga kuixu xi nda kun mejen’inre kua’a ya’a, ’ba ka’nda bixu tsabe nga jendiba xijngu.
Tuchanxu echu nyusen; ’ba tojo kjexu sakure nicha xi nda kun, ’ba tuchanxu ’ba tsu: “Ñaa tse kafini xi tjekua nde, a je tse kafini, tsuxu”, kundu kunk’axu ’ba tu’yaxu tjin. Tsak’ajme tsak’ajmeraxu nguingutjun ’ba tojo nimexu kisakure, ’ba tuchanxu kuabare ’ba ’baxu tsu: “Jo sia’an nde, jo kun nicha kuekua; tsajain nicha xi nda kun, tu ’nyi, ’ba tu stu kun”, tsuxu.
Tukjia’axu, jngufani jane; ’ba sa’axu fanentsjan jngu kicha tsejen, ’ba nase bakatja’nixu. Xuta biu tu’baxukuanre ’ba ’bajndsuxu kikutsejen. ’Ba tukjia’axu jngu jnda kjint’ere: “bi kui nikuai”, tsuxure. “Tie’en kjuanda tikja’axtiuchina kichana; tunga bi kui nikuai, ngat’a sje, ’ba kuakari ya’a, tusa jngu tjiare ya biu tiche, takjankii ’ba kio tasen’ai, ’ba sa’a ta’ainȧ ya’a”, tsuxure. Xuta biu kiskutsejen nk’axu, ’ba tu’baxukuanre nga tsabe jngu chingacha, nga sejña’a nk’a nk’a jngu ya, ’ba ’bajndsuxu kitsik’etjusun jo kitsure, ’ba sa’axu kitsja nganire kichare ya’a.
Kuixu kjua ’bajndsu kitsik’etjusunnire ngat’a, ta’a fanixu kuankjinre nga bi tuxke xuta xi tifako, nga tu Na’ain cho’onnini; ngat’a jóxu tsa’en jngu xuta chinga ya kuasen’a nk’a nk’a, ’ba ndaire tu ngutjun fani kuatsejen, ’ba jngu kicha sje kua’a. ’Baxu tsu xi kitsikja’etsjen, mexuni tsabe nga Na’ain cho’onnini xuta chinga xi tifako.
’Ba jaskan nde Na’ain cho’on ’baxu kitsure: “me xi teñe’en nga’ai na’ain, nga je ’bitsa’ain kuanguixun”, tsuxure. “Kui xi maa na’ain nicha kas’ete kja’ana ña timanda sera, ndaba s’i, martumo ka’bexana. Tunga bi tisakuna; ne chinga kun xi tjin kui kjua bi tefikoña, ’ba kui xi ndakun temanguisja tsakai ñu”, tsuxu. “A ’banini, tunga je mejen kua’a ya’a ñu, ’ba je kuanguixun. A tu ji tajngu tsutjai”. “Jun, na’ain, je kamangana xijngu je nda’ai kafini”. “An, jo’o tsakjain ñu”, tsuxu. “Bi tsé saku nicha, tunga kui xi sie’en, tie’en kjuanda, tsjujñatsakjain, ’ba bi chutsejenk’ai ya’a; ’ba kio nga je kjuinu’yari nga jngufani kjuane, nga je kjuet’a, tisetjen, ’ba t’ekui nicha jo tjin mejenri, ’ba sa’a t’in ya’a, ngat’a tsi’ñu kua’a, tsa tu je etjungui nguijña tjon nga kua’a”, tsuxure. ’Ba xuta biu nde ’baxu kitsa’ain jo kik’inre. Tsakjajña tsakjanxu, ’ba tukjia’axu jngu fani jane, kioxu nga je jet’a nga jane, isetjenxu, ’ba tu’baaxukuanre nga jngu yanicha suba xirexu kuan. ’Ba tusa tuxke nga nkjinxu kuan nga nicha, tsjakun tsjamaxu tjindu i tjindu jan. Mejenxu’inre kua’a yeje tunga bixu kiskare. Ekuxu jo tjin kiskare, ’bajndsuxu enda tse’e, tsjaxu tsa’ain yaxtejun nicho, ’ba sa’axu ’bajndsu ’bajndsu jendiba ya’a. ’Ba tuma nga ja’ekasunxu nindu, tukjia’axu tsa’a tjiunguxi.
’Ba tujexu kuajñuni nga ja’aikaya ndaba martumo. Tjejinxu tsi ’ñu ko’o cho’on nga ja’ai. ’Ba ’baxu tsure martumo: “Je timaba’inni, na’ain, ña tu kjua’aini, asa mee tse xi kamaa chingo ‘bi tebixun’in. Tunga jo tundani nga nda ja’ai; je kuajñuko’oni ngayeje; t’ejñe ch’ari na’ain tikja’aye”, tsuxure, “ndatjin na’ain”, tsuxu; ejñaxu ch’are ’ba kiskjendaxtexu, ‘ba tu’baxukuanre xi kio tjindu nga tsabe nga ’ba nda kun nicha ya’a, ’ba ’baxu tsure martumo: “an tsa’en ndani nicha kich’e na’ain, suba nicha xatserani, ña ’banda kasakuri, xuta chingo xi tjun kafa’e suba nicha stu ya’a, nichirani ti nichare”, tsuxure. “An, jun na’ain, kui xi ma, ’bi kamana…”, tsuxu; ye’exu nijmi jo kuanre. ’Ba kuixu kjua ’yanire en bi ka’nda nganda’ai nga nixtjin.
Kika’aixure xan, kits’ixu, kiskinexu jngunt’ai niñu, kitexu, kitsa’ainxu, ’ba nga kuajñu kuachjenxuni nicha xi ja’eko, ’ba ndaxu etjuni s’i xi kjiya’in ndaba martumo, ngat’a tse’e na’ainna: San Bartolomé Apóstol.
En aquellos tiempos, en los tiempos de nuestros antepasados, no había velas para quemar, por lo cual utilizaban ocotes para alumbrar. En cierta ocasión, unos días antes de la fiesta de San Bartolomé Apóstol, en la casa del mayordomo se celebraba ya la fiesta de la labrada de velas en honor también al santo patrón, y justamente para esa noche no habrían ocotes para quemar. Entonces el mayordomo solicitó a dos de los ahí presentes, para que de favor fueran atrás del cerro a conseguir ocotes para esa noche. Los dos accedieron a la solicitud y como aún era temprano se trasladaron al lugar indicado lo más pronto posible.
Al llegar al cerro los dos hombres comenzaron con su labor, solo que uno de ellos recogió todos los ocotes que estaban a su alcance, sin importarle lo mojados o podridos que estaban; en cuanto juntó lo suyo, se regresó al pueblo sin más demora. Mientras tanto, el otro con calma y con gran paciencia, andaba bajo el denso bosque, buscando de lo mejor, y ni siquiera notó cuando su compañero se regresó al pueblo. Se hizo medio día y el hombre aún estaba en busca de ocotes buenos, pero no conseguía nada. De pronto, se acordó de su compañero y miró de un lado a otro diciéndose a sí mismo: “¿dónde habrá ido el otro?, ¿será que ya se fue?”, siguió mirando por aquí y por allá; pero no vio nada. Caminó por un rato más pero el resultado fue el mismo. Así se le pasaron las horas hasta que se le hizo tarde y entonces, se dijo preocupado: “¿Ahora qué haré?, ¿qué ocotes voy a llevar, si todos están mojados y podridos?”.
En eso estaba, cuando de repente se oyó un fuerte trueno y luego vio cómo cayó al suelo un metal resplandeciente. Inmediatamente, él se acercó a mirar, en eso, en lo alto escuchó una voz que le dijo: “¡no lo toques!, de favor pásame ese metal; pero sin tocarlo, corta una rama de ese árbol y rájale la punta, así ahí podrás entremeter el metal y me lo podrás pasar”. El hombre miró hacia arriba y se sorprendió al ver a un viejito parado en lo alto de un árbol, pero por más sorprendido que estaba no titubeó jamás en hacer lo que se le indicó, y rápidamente le devolvió el metal a su dueño. Hizo esto, porque inmediatamente se dio cuenta que no era una persona común y corriente quien le hablaba, sino que era el “Señor del trueno”, ya que no era normal que un viejito estuviera en lo alto de un árbol, y menos que apareciera de la nada con un metal caliente y resplandeciente. Eso fue lo que pensó y por eso asimiló de inmediato que ese viejito era el Señor del Trueno.
Posteriormente, el Señor del trueno le preguntó: “¿qué haces aquí a esta hora, tan tarde?” El señor contestó: “Lo que pasa es que, me mandaron de la casa del mayordomo, a buscar ocote, porque hoy es la fiesta de la labrada de velas; pero aún no consigo nada, porque los que hay están muy feos y es por eso que sigo aquí tratando de encontrar mejores”; “¡aah, es por eso entonces!, pero ya es muy tarde y aparte ya va a llover, y qué, ¿estás tú solo?, preguntó el Señor del trueno; “Sí señor, mi compañero con el que venía ya se fue desde temprano y me dejó solo”, respondió el señor; “Bueno pues, está bien, no será tardado conseguir ocotes, pero lo único que tienes que hacer es, acostarte boca abajo y cuando escuches un trueno fuerte no mires hacia arriba; espera a que termine para levantarte, luego, recoge los ocotes que aguantes y te vas de inmediato, porque va a caer un aguacero, ojalá y alcances a salir del denso bosque antes de que llueva”, le dijo el Señor del trueno.
Él, hizo lo que le recomendó, en cuanto se acostó boca abajo se oyó un trueno muy fuerte; al terminar, se levantó, y se sorprendió bastante al ver un árbol de ocote hecho pedazos. Luego, se apresuró a recoger los ocotes que pudo aguantar, los acomodó bien bien y los envolvió completamente para que no se mojaran, y se regresó inmediatamente al pueblo. Y, nada más alcanzó a llegar a la cima del cerro, cuando se soltó un fuerte aguacero.
Ya anocheciendo, entre esa gran lluvia con truenos y relámpagos, el hombre, llegó todo empapado a la casa del mayordomo.
El mayordomo le dijo: “ya nos tenías preocupados señor, ¿por qué te tardaste tanto?, tu compañero con el que fuiste llegó desde temprano; creíamos que te había pasado algo y por eso te habías demorado tanto, pero afortunadamente llegaste con bien a casa; deja tu carga y descansa, al fin ya anocheció”. El hombre contestó: “Está bien señor, gracias”. En eso dejó su carga y comenzó a desenvolver los ocotes que traía, frente a todos; entonces el mayordomo sorprendido le dijo: “¡qué ocotes tan buenos traes!, ¿a dónde los fuiste a conseguir?, los que trajo tu otro compañero, están todos podridos, que ni siquiera se pueden quemar”.
El señor dijo: “es que me pasó esto….” Y contó lo que le sucedió entre todos los presentes.
Y por eso es que se sabe esta leyenda hasta hoy en día. Le dieron aguardiente, se lo tomó, comió, bailó y todo, se usaron los ocotes en la noche, y la fiesta de la labrada de velas, en honor a San Bartolomé Apóstol, salió a todo dar.