1. Hércules y Teseo
Como acabamos de ver, para un joven de Sevilla como Pedro de Victoria las aventuras y viajes de los célebres héroes del mundo antiguo eran tan exóticas y excitantes como las que oía contar a los navegantes que volvían a España de las Américas. Pasado y presente, mito y realidad, se confunden así en la mente de nuestro protagonista y disparan su imaginación hacia el horizonte desconocido de lo Nuevo. Dispuesto a hacer realidad sus deseos, decide partir a las Indias a la edad de doce años. Sus padres tratan de disuadirlo de su propósito apelando al propio ejemplo de las fábulas mitológicas, como vemos en el siguiente fragmento de la alocución que, en estilo indirecto, sus padres le dirigen a Pedro de Victoria:
Nec enim duodecennio tunc primum excedentem navigationibus et pericu lorum incertis fore parem, quae res duae non pueros duntaxat, sub Hylae fabuloso nomine, nec solas Ariadnas, sub iisdem figmentis, sed prorsus Hercules ac Theseos, virilis audaciae nomina, fregissent.23
Esos Hércules y Teseos son precisamente los personajes-tipo a los que, junto a Jasón y los argonautas, acudirá Bissel a lo largo de su obra para comparar los trabajos y peligros de los protagonistas de Argonautica Americanorum. He aquí, por ejemplo, lo que dice De Victoria a propósito de las penalidades que él y sus compañeros tuvieron que padecer en una dura travesía a pie por las selvas inhóspitas del Nuevo Mundo:
Ad plura novaque calamitatum onera praeparamur. Haec adeo nobis non defuerunt, ut antiquos Herculis labores et Hydrae decollatae fabulosa capita, viderentur in memoriam insculpere, cum semper malis anterioribus mala posteriora, graviora mole densioraque numero succederent.24
Otra mención a los trabajos de Hércules (en concreto, su triunfo sobre el jabalí del Erimanto) se halla en el capítulo en el que se describe el combate de uno de los compañeros de Pedro de Victoria con un jabalí, que fue finalmente abatido. Dice así Bissel:
Nos, e trepidatione non vulgari, laxissimum in gaudium effusi, gratamur Herculi novo novi suis Erymanthii victoriam.25
2. La nave Argo y la quimera del oro
Pues bien, a pesar de las advertencias de los padres de Pedro de Victoria para que no partiera a las Américas, nuestro joven protagonista no desistió en su empeño de emular a los héroes de las antiguas leyendas mitológicas y se embarcó en una de las naves que zarpaba del puerto de Sevilla rumbo a las Indias. Esa nave, como era de esperar, la bautizará con el nombre de nueva Argo (novam Argo).26 Sus compañeros de viaje serán además unos marineros más fuertes que Jasón y Teseo (Iasone firmiores et Theseo). En ese barco también está presente un veterano marinero al que De Victoria llamará, más adelante, Orfeo, por ser el que mejor sabía contar historias entre la tripulación, como antaño hiciera el Orfeo del viaje de los argonautas:
Sciscitantis sermonem excepit idem ille qui saepius antehac veteranus, inquam, Polyhistor, quem inter Argonautas Orpheum dixisses Nauplium aut, inter Graecos ad Troiam, Nestora Neleium, ut cuius ab ore (non minus quam Orpheo Nestoreoque) melle dulcior plerumque flueret oratio.27
Asimismo, el timonel de la embarcación será el mismo Tifis de la leyenda argonáutica (Tiphy, Argus veteris magistro).28 Ya en alta mar, Pedro de Victoria equiparará, además, al océano Atlántico con el mar Egeo y el Ponto Euxino, y a América, con la Cólquide, destino de la nave Argo del mito.29
La mención de estos lugares míticos lleva a nuestro protagonista a es tablecer una nueva asociación de ideas: quiere ser otro Jasón en busca del botín de un nuevo vellocino de oro en América y apoderarse de sus riquezas y de las del palacio de oro de cierto rey llamado Guanacaxo.30
Esta alusión a la quimera del oro de las Américas es otra idea muy divulgada en la literatura de la época. Desde muy pronto se identificó la búsqueda del vellocino con la codicia de los españoles en la colonización o expolio de América. Sólo al final del libro sabremos que ese vellocino de oro es un tesoro espiritual, interpretación que se remontaba a la antigüedad. Píndaro, por ejemplo, en su cuarta oda pítica le atribuyó un significado místico y divino.31 El valor simbólico y religioso del viaje de Pedro de Victoria en pos de un nuevo vellocino se pone de manifiesto en el momento en que el protagonista, como muestra de agradecimiento a Dios por haberle salvado de tantos peligros, decide ingresar en la Compañía de Jesús de Lima:
Illic ego demum, post tot marium, insularum ac regionum lustrata miracula; post quattuor orbis partes, Europam, Africam, Asiam, Americam, oculis subiectas, videre sum orsus et introspicere, quod inter profana negotia difficillimum fuit, id est, Meipsum. Ibi, per arma, per ensem, perque navales pugnas et omnis generis Argonauticam diu quaesitum, non in balteo, nec in sago paludamentove, nec in velis atque carbasis, sed in toga lanea Vellus illud Aureum inveni, coelistisque plane militiam torquem consecutus, divino munere, compendium lucrumque, quod ex Orbe Novo reportari summum poterat, exuto scilicet Vetere Petro, Novum et emendatiorem Victoriam.32
3. La mitología como ejemplo edificante
El relato de las aventuras de Pedro de Victoria en el Nuevo Mundo es, a fin de cuentas, una historia edificante, con conversión religiosa incluida, como pone de manifiesto el anterior texto. Porque la función más importante del género historiográfico, como en el caso de las Argonautica Americanorum, es la de servir de ejemplo para los lectores. Además, para un jesuita como Bissel esa historia es un exemplum de la intervención divina en los infortunios del ser humano y en los prodigios naturales del Nuevo continente.
Esta visión providencialista de la historia de Pedro de Victoria suponía dotar al relato de una buena dosis de moralidad cristiana. Prueba de ello son los parlamentos con los que el autor, por boca del sacerdote que acompaña a Pedro de Victoria, sermonea al lector cada vez que los protagonistas del libro se enfrentan a nuevos peligros o están a punto de perecer por algún infortunio inesperado. Este tipo de alocuciones interrumpen continuamente el curso de los sucesos y hacen que el relato tenga un desarrollo muy lento. Para adoctrinar al lector, Bissel se sirve en especial del mundo de la mitología, lleno a rebosar de historias tremebundas de enorme valor moral. Esto es, por ejemplo, lo que dice sobre los riesgos de la navegación:
Quot heroes naufragio sua vota, suas fortunas (etiam ante Troianum Aeneam et post Aiacem, Locrorum regem) afflixerunt? [...] Quid enim opus est ad Iasonem et caeteros Aurei velleris corrivales memoria retrogredi? Prisca nimis illa sunt et quis scit an usquequaque vera? Recentius potius et saeculi paene nostratis Argonautarum exitus inspiciamus (Balboa, Franciscus Bombadilla, et Rolandus Ximenius, Alfingeros).33
El autor vuelve a adoctrinar al lector con otra lección de mitología cuando habla de la mortandad que causaron las enfermedades venéreas en el Nuevo Mundo:
Quod utinam, utinam, in expeditionibus nostris Argonauticis experti nos essemus! Ut Iasonibus nostris, singulis singulas tantum Hypsipylas et Medeas obiectare possemus ac non potius integros stupris infectos exercitus, totaque castra lue Veneris inquinata!34
Bissel pone así en la picota a los modernos Jasones de la colonización americana citando el ejemplo de una de las amantes de Jasón, Medea, la terrible reina de la Cólquide y protagonista destacada en la historia de los argonautas, de la que añade además lo siguiente:
Quod ut certiore fide capias etiam hic, Petre, recentium Argonautarum Colchidem et Medeas exitusque fac recorderis.35
Esos “recientes argonautas” a los que se refiere Bissel son, entre otros, los conquistadores españoles Diego de Almagro, Vasco Núñez de Balboa, Alfonso de Hojeda y Francisco Pizarro.
En otro texto la mención de Medea también presenta un valor ejemplar. Figura en el episodio en el que los personajes tienen una terrible diarrea por haber bebido de unas aguas infectadas:
Sed interim hi, qui sic miserabiliter volutantur, quid? -inquam- aut ex quo fonte biberunt? Quanam Medea phrenetici Iasones potionari sunt? Tum ille, de fonte nihil, infit, neque de Colchica saga libarunt [...] Et hoc est -inquit- peccatum illud, haec illa Circe Medeaque, quam nunc tanto viscerum tormento male consulti luunt.36
Menos pavorosa es la alusión a Medea en el siguiente texto, uno de los pocos pasajes graciosos del libro:
Erant sub velis nostris, ab Hispaliis usque portuque Baetis, nobiscum Oceanum ingressae foeminae nobiles haud paucae, nuptae pariter et nuptiis destinatae, quae partim viros, partim sponsalitia secutae pacta pares spes et aequata pericula portabant in Americam. His adiunctus, ex more dignationeque, plebeiarum grex in famulitium et obsequia triremis nos trae partem non minimam impleverant, sarcina maior utique quam salus aut necessitas: certe quidem Argus illius veteris praepostera, ni fallor, aemulatione, quae Medeam et Colchicum gynaeceum non importavit Phasidi, sed abstraxit.37
Como vemos, la antigüedad y, en particular, el mito de los argonautas y de otros personajes relacionados con esta leyenda sirven de pauta de comportamiento para lo bueno y para lo malo, lo que pone de manifiesto el carácter polisémico de dicho mito (por un lado, elogioso o propagandístico y, por otro, crítico o negativo).38 No obstante, Bissel procura no abusar del elemento mitológico, como advierte, a modo de retractatio, en el siguiente texto:
Historiae non sola narratio, sed fides quoque veritasque constet, sine quibus non scribentur Argonautica christiana, sed veteres et Colchicae fabulae, quod ab nobis plurimum abhorret.39
Una advertencia similar se encuentra en el pasaje en el que Bissel declara que su propósito es escribir una historia verdadera, no un relato basado en las ficciones de las leyendas antiguas. Dice así el autor:
Possemus hunc Argonautarum nostrorum Hylam dicere, non minus ac veterem illum aquis raptum, nisi tragoediae veritas, nimio plus historica, fabulas omnes hinc longe proscriberet.40
Bissel compara aquí la muerte en un río de uno de los camaradas de Pedro de Victoria con la del legendario Hilas, compañero de Hércules y también protagonista de la historia de los argonautas (personaje que ya había sido mencionado por el padre del protagonista para disuadirle del riesgo de viajar a América). Por mucho que Bissel quiera justificarse y por muy cristiana que fuese su Argonáutica, como hemos visto en los anteriores textos, la mitología le venía de perlas para hacer literatura y dar un mayor dramatismo al relato. Así describe, por ejemplo, Bissel, con cierta sorna, la disputa que surge entre unos compañeros acuciados por el hambre cuando tienen que repartirse los restos de una serpiente en avanzado estado de putrefacción:
Putasses, si clamorem rixantium audisses, Aiacem inter Ulyssemque super armis Achillis occisi, non super unius anguis sordibus, coram Agamemnone, regum rege, contendi.41
A esta referencia de los héroes de la guerra de Troya podemos añadir la alusión a la conocida expresión de Virgilio timeo Danaos et dona ferentes (Aen., II, 49) del siguiente texto:
Ibi demum patuit Danaum ac dona ferentium dolus, ibi scelestum exsecrabilis hospitalitatis figmentum.42
En una digresión histórica sobre la Isla de Margarita o de las Perlas, el autor se inspira de nuevo en la mitología para sublimar las hazañas de Cristóbal Colón, en cuya boca pone estas palabras:
In parte terrarum ea sumus quae facile Croesum etiam et avaritiam Midae satiet!43
4. La naturaleza del Nuevo Mundo
La naturaleza del Nuevo Mundo también es vista con los ojos del Viejo Mundo grecolatino, ojos que son la medida de las cosas en su grado máximo. Ciertos pájaros exóticos del Perú son los fabulosos faisanes de la Cólquide (así llamados por el nombre del río Fasis de esa región). Se trata, obviamente, de una nueva alusión a la historia de Jasón y los argonautas, como se indica en el siguiente texto:
Siquid igitur etiam hoc ad Argonautica nostra pertinet, hic amnis, noster Phasis erat, non Colchicus, sed Americanus. Hi passeres, nostri (si superis placet) erant aut esse debebant Phasiani.44
Los Andes se asemejan a los Apeninos y los Alpes por los que pasó Aníbal, otro de los héroes de la antigüedad que Pedro de Victoria pretende emular en su periplo americano:
Primi nos, tanquam Hannibales quidam Americani, novas Penninas aut Graias Alpes Cottiasve rescindere compellebamur.45
Los peligros del mar Atlántico se equiparan, asimismo, a las Simplégades y Escilas del mundo antiguo.46
Ahora bien, en el Nuevo continente todo parece tener mayor tamaño y fuerza que en el Viejo continente.47 Para expresar esta idea Bissel acude al recurso retórico del sobrepujamiento, que consiste en comparar en términos de superioridad las cosas asombrosas del presente con aquellas no menos asombrosas del glorioso pasado grecolatino.48 Así, las aguas de los ríos de América son más gélidas que las del río Fasis de la Cólquide o incluso que las del helado mar de Escitia:
Amni nos sine mora commitimus. Nullum est, ne Colchici quidem Phasidis aut Scythici Borysthenis vel Cydni Cilicis frigus, quod fluminis istius, per quod iter nobis erat, aequare gelu credam; omni nive glacieque rigidius.49
La lluvia del Perú es, a su vez, más abundante que la del mismísimo diluvio de Noé o de Deucalión juntos, lo que ya es decir bastante:
Noachaeum omnes cataclysmum aut Deucalionis Thessalicam illuviem animo proponebamus et lamentabamur. In exundationibus enim gradatim incrementa surgere tumentium aquarum et post longam dissimulationem tandem ac repente parem unamque fieri vallium, camporum et montium conditionem etiamsi vel Atlanticis iugis aut Alpium verticibus aequarentur.50
Un caso similar es el episodio, narrado de forma épica, en el que Bissel describe a Pedro de Victoria y sus compañeros como si fueran faunos de la selva (Luperci atque Salii) porque han perdido en un río sus ropas y avanzan desnudos por medio de la selva. Es entonces cuando, para evitar el frío, se refugian por la noche en un bosquecillo y son atacados por un ejército de rabiosas pulgas (pulicum exercitus), más dañinas que las Harpías del mundo antiguo o que las plagas de Egipto:
Cumque nec manibus neque membrorum volutatione sordidam luem profligaremus, frondes ac ramalia certatim arbusto diripimus, et in multipedes illas Harpyas, classico cantato, per tenebras, perque furias truces et implacabiles inimici grassamur, vulneribus, caedibus, cruore, strage [...] Dixisses: Pygmaeorum esse contra grues bellum aut Aegyptii Pharaonis adversum cyniphas ac ranas conflictum.51
La superioridad de lo moderno frente a lo antiguo alcanza su máxima intensidad y transcendencia en el momento en el que, al final del libro, Pedro de Victoria ingresa, como ya hemos señalado, en la Compañía de Jesús y declara, en tono ufano, que él es mejor que Jasón y un argonauta más auténtico que los antiguos argonautas por haber encontrado en la religión el verdadero vellocino de oro. Bissel ya había aludido a ello en la dedicatoria de su libro a Fernando Lorenzo, conde de Wartemberg, donde definía a Pedro de Victoria de la siguiente manera: ille Petrus, ille Iasone melior et priscis Argonautis veracior Victoria (fol. 5r).
Con esta declaración de principios, con esta explícita lección de moral cristiana cierra Bissel su Historia periculorum Petri de Victoria, una historia que representa, por un lado, el triunfo del ser humano sobre los infortunios y, por otro, el de la religión sobre todas las cosas. Los argonautas del mito han sido apeados de su peldaño de gloria y su lugar lo ocupa ahora un auténtico argonauta cristiano. La antigüedad no es, por tanto, sólo fuente de toma de materiales, sino también una toma de actitudes ante las pruebas que los designios divinos les impusieron a los aventureros o argonautas del Nuevo Mundo.