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Vol. 55 Núm. 1 (2023)
Artículos

Representaciones del poder en la Historia troyana polimétrica

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  • Agustina Miguens
Agustina Miguens
Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso”
DOI: https://doi.org/10.19130/medievalia.2023.55.1/005SW10120X4

Publicado 2023-12-13 — Actualizado el 2024-01-17

Palabras clave

  • Historia troyana polimétrica,
  • guerra de Troya,
  • poder,
  • ideología,
  • Alfonso XI
  • Alfonso XI,
  • Historia Troyana Polimétrica,
  • Trojan War,
  • Power,
  • Ideology

Cómo citar

Miguens, Agustina. 2024. «Representaciones Del Poder En La Historia Troyana polimétrica». Medievalia 55 (1):75-96. https://doi.org/10.19130/medievalia.2023.55.1/005SW10120X4.

Derechos de autor 2023 Medievalia

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Resumen

La Historia troyana polimétrica (HTP) es una adaptación castellana del Roman de Troie de Benoît de Sainte-Maure, con la particularidad de ser el prosimetrum castellano más antiguo del que se tenga noticia, ya que combina prosa con once composiciones líricas en distintos metros. De autor anónimo y datación controvertida (hacia fines del siglo XIII o mediados del XIV), se conserva en estado fragmentario en los manuscritos facticios 10146 de la BNE (M) y L.jj.16 del Escorial (E), de mediados y finales del XIV, junto con otros textos de temática troyana como la Crónica troyana promovida por Alfonso XI.
Este trabajo se propone analizar las representaciones de las figuras de poder más importantes en el relato de la Guerra de Troya en la HTP, para lo cual tomaremos los casos de Agamenón, Héctor y Príamo. Estos héroes clásicos, en consonancia con los procedimientos del roman antique francés, son presentados como caballeros medievales. Consideramos que la adaptación de los relatos de temática troyana puede vincularse con la política caballeresca de Alfonso XI. En el convulsionado escenario del siglo xiv castellano, y como parte de sus propósitos de sometimiento de la nobleza rebelde y fortalecimiento de la Corona, este monarca buscó la renovación de la ideología caballeresca para crear un cuerpo de caballeros leales al rey, con los que pudiera reanudar la “Reconquista”.

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1. Introducción

La Historia troyana polimétrica (HTP), también llamada Historia troyana en prosa y verso, es considerada el prosimetrum castellano más antiguo conservado, ya que combina prosa y once composiciones líricas en distintos metros, las cuales llamaron tempranamente la atención de la crítica (Paz y Meliá, “Poesías intercaladas”; Menéndez Pidal, Historia troyana). Se transmite en dos manuscritos facticios de mediados del siglo XIV y finales del XV: M (10.146 de la Biblioteca Nacional de España)2 y E (escurialense L.jj.16), junto con otros textos de temática troyana. Llega a nuestros días en estado fragmentario, puesto que ha perdido sus primeros y últimos capítulos, además de contar con algunas lagunas. Es, junto con la Crónica troyana (CT) o Versión de Alfonso XI, una traducción o adaptación3 del Roman de Troie (RT), poema francés del siglo XII compuesto por Benoît de Sainte-Maure.4 En cuanto al género al que pertenece, Peláez sintetiza las diferentes tradiciones textuales en las que podría inscribirse de la siguiente manera: se trata de “una traducción de un roman francés que tiene además características épicas y cronísticas mezcladas con elementos líricos” (Peláez, “La Historia troyana”, 237). En su estado actual, corresponde a la traducción de los versos 5703 a 15567 del RT en el caso del manuscrito M, y de los versos 13822 a 15567 en el ms. E,5 que narran desde la reunión de los caudillos griegos en Atenas para preparar la invasión a Troya, hasta el momento previo a la muerte de Héctor.

La datación de su composición es aún motivo de debates. Menéndez Pidal esgrimió argumentos lingüísticos para situarla hacia 1270, contemporánea a la composición de la General estoria y la Estoria de España alfonsíes (Menéndez Pidal, Historia troyana).6 La crítica actual, no obstante, se inclina por datarla hacia mediados del siglo XIV, en coincidencia con la CT que fue terminada de copiar en 1350 en el manuscrito escurialense H.j.6, también llamado A,7 debido a la fecha de elaboración de los testimonios materiales (García Solalinde, “Las versiones”), el estilo y contexto ideológico de la obra (Larrea Velasco, “La Historia troyana polimétrica”; Pascual Argente, “En las corónicas”). En línea con la crítica más actual, nos inclinamos por estudiar la HTP en el marco más amplio de la producción de textos promovidos por la monarquía castellana hacia mediados del siglo XIV. Nos apoyamos en la datación de los testimonios hoy conservados y en la variedad en el estilo compositivo de la obra. Desarrollaremos, asimismo, las orientaciones ideológicas que sugieren una relación entre el auge de la producción textual troyana con el proyecto político de Alfonso XI.

Si bien hay referencias textuales de la materia troyana en las letras ibéricas desde el siglo XI, el tópico no se consolida en las letras iberorromances hasta el siglo XIII (Casas Rigall, La materia de Troya, 31). De este siglo se destacan los primeros textos en romance en abordar esta temática: el Libro de Alexandre8 y las obras historiográficas alfonsíes, Estoria de España y la General estoria.9 Hacia mediados del siglo XIV en la Península Ibérica se produce un auge de producción textual sobre la “materia de Troya” que, a diferencia del fenómeno del siglo XIII, producirá obras autónomas enteramente dedicadas a dicha temática (Pichel Gotérrez, “La circulación”, “La eclosión”). Esto se plasma en la variedad de testimonios materiales y textuales conservados, entre los cuales se destacan las adaptaciones ibéricas del Roman de Troie francés (HTP y CT) y de la Historia destructionis Troiae de Guido.10

Los relatos de temática antigua constituían una fuente de narraciones edificantes y ejemplares para un público cortesano, formado por damas y caballeros ligados a la corte regia (Saenger, “La lectura”). Asimismo, las monarquías europeas medievales buscaron establecer a partir de la leyenda troyana y de los textos de materia antigua genealogías explícitas e implícitas con el fin de legitimar su autoridad, siguiendo el tópico de la translatio studii y la translatio imperii(Casas Rigall, La materia de Troya).11 La íntima relación entre la leyenda de Troya y el poder político también tiene sus avatares en las producciones ibéricas, desde sus primeras manifestaciones como epitafios regios en el siglo XI, en los que se compara a los reyes hispánicos con los grandes héroes troyanos (Carlos Villamarín, “Algunas huellas”), hasta las crónicas promovidas en los siglos XIII y XIV por los reyes Alfonso X, su nieto Alfonso XI y Pedro I (Pichel Gotérrez, “Lean por este libro”).12

Por otro lado, la composición variada de la Polimétrica, al reunir prosa y poesías en distintos metros, la acerca a un estilo “misceláneo” que se volvió predominante en el siglo XIV (Rico, “Entre el códice y el libro”, 161). En los versos, el poeta utiliza en cinco composiciones la cuarteta octosilábica, frecuente en la lírica gallego-portuguesa, pero también están presentes la cuaderna vía proveniente del mester de clerecía, la sextina octosilábica, décimas de versos de cuatro y ocho sílabas y el pareado octosilábico (Menéndez Pidal, Historia troyana, XIX).13

Este trabajo se propone analizar las representaciones de las figuras de poder más importantes en la HTP, las características que se les atribuyen y sus formas de ejercer el poder, para lo cual tomaremos los casos de Agamenón, Héctor y Príamo. Estos héroes, por herencia del roman antique francés y en consonancia con la literatura caballeresca en boga en la corte de Alfonso XI, son presentados como caballeros medievales, que se baten en abundantes duelos singulares en las batallas, llamadas “torneos”. Pero también se erigen como líderes militares cuyas buenas cualidades, decisiones y capacidad de inspirar a sus hombres resultan claves en el desarrollo de la guerra. En la HTP, la materia antigua brinda la oportunidad de explorar las formas de ejercer ese poder, con un gran desarrollo retórico en torno a los discursos militares, las arengas, las asambleas entre los caudillos, las escenas de consejo.

Este desarrollo textual puede ligarse a los debates producidos en la corte de Alfonso XI en torno a la problemática del poder y la relación entre el monarca y la nobleza. Alfonso XI buscó la pacificación del reino, el sometimiento de la nobleza rebelde y el fortalecimiento de la Corona, para poder retomar el expansionismo castellano. En este contexto, una de las estrategias que utilizó fue la renovación de la ideología caballeresca para crear un cuerpo de guerreros leales al rey, lo cual se plasmó en la fundación de la Orden de la Banda, por un lado, y en el florecimiento de la literatura caballeresca,14 por el otro. Para desarrollar estos supuestos, partiremos de un análisis de los elementos intratextuales y las tradiciones genéricas que convergen en los textos, para luego incorporar una perspectiva histórico-contextual que nos permita examinar la orientación ideológica de los mismos.

2. El conflicto de poder entre los griegos

En su estado de conservación actual, la HTP comienza por la asamblea de jefes que convoca Agamenón en las afueras de Atenas para lanzar la expedición contra Troya en forma de venganza por la afrenta recibida del rey Príamo. La asamblea de jefes constituye un motivo clásico, ya presente en los poemas épicos homéricos y transmitido hasta el período medieval por diversas tradiciones textuales, especialmente las obras tardoantiguas De excidio Troiae Historia de Dares y la Ephemeris belli troiani de Dictis, fuentes principales del Roman de Troie de Benoît de Sainte-Maure. No obstante, este motivo adquiere una forma y un carácter específicos en su contexto medieval castellano y en la HTP, donde se convierte en un marco para el debate entre una figura regia y sus nobles consejeros y aliados, en el que se despliegan una serie de estrategias discursivas destinadas a la toma de decisiones políticas y bélicas.

Antes de dar comienzo al discurso, se describe brevemente la escena y sus protagonistas, los grandes señores y príncipes griegos: “Desque todos los griegos fueron ayuntados en Atenas, según que de suso avedes oido, saco Agamenon aparte en un llano fuera de la çibdad a todos los prinçepes e a los grandes señores de la hueste” (Menéndez Pidal y Varón Vallejo (eds.), Historia troyana, 1).15 Agamenón se refiere a sus interlocutores con familiaridad y respeto como “Amigos e señores” (1) y realiza una captatio benevolentiae ensalzando sus buenas cualidades. Veremos que este esquema se repite en otras escenas de asambleas y discursos. La alabanza también funciona como argumento para declarar la guerra, ya que se subrayan la cantidad y la valía de los soldados reunidos: “muy gran conçejo avedes aquí ayuntado e mucho faze grand locura quien convusco quiere començar guerra, ca tales çientos veo yo aqui que, segund que yo cuido, que el menor dellos deve de acabar este pleito” (1).

Luego, introduce la causa de las hostilidades, a la que se refiere elusivamente como “la desonrra que nos fizo Priamo” (1), de la que deberían tomar venganza.16 La honra demuestra ser, por metonimia, una cuestión de linajes y de una nación entera, como se observa en las frases siguientes que hacen referencia a sus antepasados y al “brio de Greçia” (1).17 Por último, Agamenón propone consultar al Oráculo de Delfos. Matiza la orden a través de una fórmula de cortesía y el uso del modo subjuntivo: “E, señores, sy a vos plaze, yo ternia por bien que, enantes que nos de aquí partamos, que enviemos demandar Apolo que fin puede aver aqueste fecho” (2). La respuesta al parlamento de Agamenón es de acuerdo unánime y se expresa, también, con una fórmula que se repite en otras partes del texto: “Estonçe otorgaronlo todos e rrogaron Anchiles que fuese el alla e el fizolo muy de grado” (2).

Agamenón, líder máximo entre los griegos, es nombrado en estos pasajes sin hacer referencia a sus cargos ni a su dignidad, que se da por conocida, pero en otros es mencionado como “rey”, “adelantado” y “mayoral” de los griegos (65), términos vinculados a los líderes militares durante la Reconquista de la Península. En pasajes no conservados en la HTP, pero sí en la CT, se narra la elección de Agamenón como jefe griego:

Aquestos grandes señores que vos he nombrados pusieron sobre sí por rey e por señor Agamenón e fiziéronlo en tal manera que cuantos oviessen de venir çercar a Troya, por mar e por tierra, que todos le obedeçiessen e fuessen so su señorío e fiziessen lo que él mandasse. Pero que otros reyes avía en la hueste, que cada uno d’ellos era mejor e valía más que él, mas por el grand seso que él avía fue escogido por señor, ca, sin falla, de todos cuantos ý fueron ayuntados él fue el más sesudo e el más rico (D’Ambruoso (ed.), Edición crítica, 169-70).

Su ascenso al poder se produce, entonces, a través de una elección18 entre los más grandes señores y reyes griegos, por lo que resulta una suerte de primus inter pares. Además, se destacan su inteligencia y su riqueza como los factores decisivos para su elección, pero se aclara que había otros señores tan buenos o mejores que él, lo cual anticipa el cuestionamiento que recibirá por parte de Palamedes.

En la segunda asamblea seleccionada, el héroe griego Palamedes, de proverbial ingenio, desarrolla una larga exposición donde se desarrollan las cualidades ideales y modélicas de un líder, para sostener que Agamenón no se destaca en ellas más que otros griegos y por lo tanto no debería gobernarlos.

Mas vosotros ved qual conviene que sea señor de tan gran cavalleria e tan onrrada: tal que podiese muy bien sofrir muchos trabajos e muchas coytas e que sopiese acabdellar e mantener la hueste otrosy muy bien […]. E por ende, amigos, non es derecho nin rrazon que el aya tan maño señorio sobre tantos rreys e tan onrrados commo aquí han; mas pero rruegovos que me escuchedes e non tengades que esto que vos yo agora dire que vos lo quiero dezir por mi, mas sepades que sy el es sesudo, alguno ha entre nos todos que ha mayor seso que non el; e aun, segund que yo cuydo, ha mas condes e mas duques e mas cavalleros e mayor conpaña de otra gente a mandar que el; e otrosy sabe dar mucho mejores consejos e parara mejor las azes; e entiende mas ayna e mejor que quiere seer lo que viene presente a aun lo que ha de venir despues, ca es mas antiguo de días e mays sabidor en todas cosas; e sofrira mejor afán e mayor lazerio e sera mas fuerte en los torneos, e es mas sabidor en deparar los nuestros e los otros, e cometerlos quando es mester; e sabe poner muchas mejores escuchas e trae mejores esculcas e parara mas velas e mejores; e otrosy sabe mejor demandar e rresponder a qualquiere, e adobaria de comer para toda la hueste mucho mejor e mays ayna que non el (65).

Las características enumeradas por Palamedes forman un retrato del líder militar ideal: este debería ser sabio e ingenioso, contar con muchos caballeros leales a su servicio, soportar grandes fatigas y trabajos, tener fortaleza física y destreza militar, poder guiar, mantener y alimentar a un ejército, saber dar buenos consejos, comprender el presente, ser previsor en cuanto a los hechos futuros, y lograr mediar y conciliar entre sus vasallos. Es decir que se conjugan la fortaleza física, la capacidad guerrera, y las cualidades de liderazgo y sabiduría específicas para las tareas propias del noble (Duby, Los tres órdenes). Esta descripción corresponde a la de un caballero medieval ideal (Flori, “Caballería”). Agamenón, en cambio, es representado como un líder mediocre y cuestionado, que puede ser revocado de su cargo, como efectivamente sucede en un pasaje posterior, conservado en la Crónica troyana(D’Ambruoso (ed.), Edición crítica, 639).

Los conflictos internos entre los griegos no harán sino retrasar el destino trágico de la ciudad de Troya. Distintos caudillos griegos también presentan escenas y discursos en los que demuestran un liderazgo efectivo, que eventualmente se transforma en superioridad militar. Un ejemplo de esto es la arenga de Menelao a su hueste, cuya efectividad salva su vida en un momento de peligro:

E quando vio el rrey Menelao venir sus henemigos contra el, tan avivados e tan derranchadamente e tan codiciosos de fazer dapño a el e a toda su conpaña, dixo a los suyos en muy pocas palabras: “amigos, agora parescera los que me amastes siempre e me presçiastes e los que me queredes bien, que el pleito esta agora en tal guisa, que bien vedes todos que nunca me tanto fue mester la vuestra ayuda commo agora es, e el servicio que siempre me prometiestes, mester ha que paresca agora, ca yo nunca vos fiz sy non bien, e parti siempre convusco toda mi tierra a vuestra guisa; (…) E, amigos, tantos rreys e condes e tan preçiados duques son ayuntados en esta batalla, todos por mi e por vengar la mi desonrra, que ante querria yo ser muerto e todo despedaçado que ninguno de vos se mostrase oy aquí por cobarde, nin que ellos viesen que fazia ende senbrante tan solamente. E pues que estos son estraños e de otras tierras me ayudan tan syn arte commo vos vedes, quanto mas lo devedes fazer vos que sodes mis naturales, ca este fecho todo es en mi e todo en mi cae (23).

El texto abunda en estos momentos en los que se pausa la acción narrativa para destacar el discurso directo de un personaje que puede desarrollarse mediante la prosa o, como veremos más adelante, la lírica. En este caso, al verse acorralado, Menelao se dirige a sus caballeros con el objetivo de animarlos a defenderlo. Para esto, apela al amor de sus vasallos y a la ayuda militar que le deben a su señor en momentos de necesidad. También les recuerda que siempre ha repartido el botín generosamente con ellos, práctica vinculada al ejercicio del don y contra don que ordena las relaciones sociales medievales. Asimismo, refuerza esta obligación con el hecho de que sus hombres son sus “naturales”, es decir, sus compatriotas, y por lo tanto tienen mayor obligación de ayudarlo que los otros caballeros de las distintas ciudades griegas. Por último, hace referencia a valores vinculados al mundo caballeresco, como la necesidad de vengar la afrenta sufrida en el rapto de su mujer, evitar la cobardía y acrecentar la honra.

3. La monarquía troyana como modelo

A la controversia por el liderazgo entre los griegos, se le opone la sólida imagen de la monarquía troyana. En particular, el rey Príamo y Héctor, el príncipe heredero y caudillo militar, son presentados como ejemplos acabados de líderes políticos y militares. En sus interacciones se observa, además, una perfecta armonía.

Durante la segunda batalla, los troyanos tienen al bando enemigo acorralado y a punto de emprender la huida. Héctor, consciente de la oportunidad que representa la situación, pide refuerzos a su padre: “Señor, sabed que los nuestros henemigos an oy rresçibido muy grandes dapños, de guisa que les converna foyr de alli. E si los nos agora podemos partir de ali por fuerça, seran aontados por siempre” (43). Héctor solicita, además, que sea el rey en persona quien guíe a los caballeros al campo de batalla, destacando el rol de líder del ejército del rey y su capacidad de insuflar ánimos: “E vos, padre, cavalgat luego en pos de nos con esta gente que tenedes muy grande e muy buena e idlos acabdellando muy sesudamente” (43). Príamo, al ver las marcas físicas del enfrentamiento en el cuerpo de su hijo, reconoce su esfuerzo y consiente a su pedido. De este modo, el diálogo entablado también contribuye a trazar la descripción de Héctor como caballero y a acentuar el dramatismo de la batalla:

E rrespondiol estonçe el rey Príamo e dixol: “amigo don Hector, veo la tu cara muy sangrienta e muy fría e veo el tu escudo todo quebrantado, e el yelmo verde veolo fendido de muchos golpes, de guisa que bien paresçe que ovieste gran cuidado alla do te conbatiste e en batalla por do andodieste. E demás, veote salir la sangre muy clara por las sortyjas del almófar; e por estas cosas tales, fiio, me semeja a mi que non es començado por juego aqueste fecho, e debe por ende el mi coraçon ser triste e desmayado todavía; mas fiio, vete e faze bien de aquella mesma guisa que aqui dexieste, e los dios te den vengança de los tus henemigos e que salgas ende onrrado”. E desque el rrey Priamo ovo aquesto dicho, fuese luego don Hector para la batalla, e levo consigo tales mil cavalleros (43).

En los pasajes anteriormente citados se observa a los dos líderes troyanos, su cabeza militar y su cabeza política, llegando fácilmente a un acuerdo. Héctor se destaca como uno de los principales ejemplos de héroe épico del relato, en consonancia con la perspectiva pro troyana del Excidio Troiae historia de Dares, fuente principal del Roman de Troie. Siendo el hijo mayor de Príamo, es el líder indiscutido de las huestes troyanas, que comanda con firmeza y valor. Se destaca tanto por su fortaleza y fiereza en batalla como por su calidad de estratega militar.

En efecto, debido al rol que juega Héctor, Agamenón reúne a los griegos en su tienda y les propone como prioridad su eliminación. El dramatismo de este momento es acentuado al detener la acción narrativa y hacer un desarrollo lírico que constituye la tercera poesía. En ella se despliega una alabanza de Héctor como protector y líder de la ciudad puesta en boca de su rival, Agamenón, con el objetivo de justificar la necesidad de derrotarlo:

POESÍA III

Este es su esfuerço e su bien,
Este es su castiello fuerte,
Este es el que los mantien,
Este los guarda de muerte;
Este es su anparamiento,
Este es toda su fiança,
este es su acostamiento,
este es toda su esperança,
este es toda su creencia,
su pendon e su señal;
este es la su mantenencia,
este es su seña cabdal;
este su señor e rrey
es, en cuyo poder son,
este es su dios e su ley,
est los guia e otro non;
est es su recobramiento,
su escudo e su manto;
este es el su ardimiento,
mas este es nuestro quebranto.
Por este somos vençidos,
Ellos por el enxalçados,
Este nos ha cofondidos,
Este nos ha quebrantados.
(78-79)19

Nunca nombra a Héctor sino a través del deíctico “este”, repetido insistentemente en forma de anáfora. Cada estrofa parece tener una unidad de sentido en torno a una metáfora. En la primera, se caracteriza a Héctor como “castiello fuerte”, protector de los troyanos. En la segunda, como su seguridad y esperanza. La tercera, como su campeón en torneo y como su portaestandarte principal. La cuarta condensa su condición de rey, vinculada con el señorío sobre los troyanos, con la ley, la divinidad y la autoridad para guiar y conducirlos.20 Significativamente, a diferencia de las referencias a la elección de un monarca entre los griegos, en este pasaje encontramos una referencia explícita a la idea de monarquía legitimada por la voluntad de Dios. En la quinta se produce un quiebre. Los primeros tres versos retoman la idea de Héctor como defensor y destacan su valentía, pero en el último verso y en la estrofa final, la perspectiva cambia hacia el bando griego, para quienes Héctor representa la derrota. El discurso resulta efectivo y obtiene de parte de Aquiles, apesadumbrado por la muerte de Patroclo, la promesa de matar al campeón troyano o morir en el intento. Los otros señores de la hueste prometen otro tanto.

A pesar de esta imagen principalmente elogiosa de Héctor, el texto también abre la posibilidad de reflexionar sobre las tensiones entre la estrategia militar y la cortesía en un episodio en el que este personaje incurre en un error. En la segunda batalla, los troyanos llevaban la ventaja y estaban a punto de quemar las naves de los griegos. En ese momento, se encuentran en el campo de batalla Ájax Talamón y Héctor, quienes se reconocen como primos, ya que el griego es hijo de la princesa troyana Hesíone, raptada por una expedición años antes de los eventos de la guerra. El encuentro da lugar a un intercambio cortés en el que se abrazan y comparten regalos:

E en lidiando asy anbos, tanto se preguntaron, que se fallaron por parientes e ovieron ende muy grand alegría e muy grand sabor en uno quando se conosçieron, e abraçaronse e besaronse muchas vezes; e quiseralo don Hector levar consigo a Troya por lo mostrar su grand linaje e muy esforçado, mas el non quiso por quanto lo rrestarian los griegos or traydor e que seria muy maltrecho. E por ende non quiso yr con el, e dieronse el uno al otro muy rricas donas (49).

Héctor incluso invita a Ájax a conocer Troya y a sus parientes, pero este rechaza la oferta para no ser considerado un traidor. A continuación, le pide a Héctor que les otorgue unas treguas para enterrar a los muertos, que el troyano concede. En este punto la voz narrativa advierte que este es un punto de inflexión en la suerte de los troyanos y adelanta que nunca más volverían a poder amenazar las naves griegas: “mas nunca despues podieron aver tiempo nin sazon por que las podiesen quemar (…) Ca fizo allí estonçe don Hector tal cosa, por que siempre averan que lorar los troyanos” (49). En este caso, los valores caballerescos y corteses de Héctor, que serían encomiables en otro contexto, le impiden continuar con el ataque y así asestar un golpe posiblemente definitivo. Su decisión resulta, por tanto, un error táctico y trágico del que el mismo héroe no sospecha las consecuencias, y que se enmarca en el destino preestablecido en perjuicio de los troyanos. 21

De este modo, queda definido un contraste entre los dos bandos y sus gobernantes, en el que las figuras de poder troyanas, que parecían superiores a las griegas, terminarán vencidas. Además de las cualidades de sus líderes, se oponen dos modelos monárquicos, uno electivo y el otro hereditario, lo que conlleva una concepción diferente del poder. Uno es transitorio y el otro permanente, ya que el señorío se transmite como el patrimonio hereditario de un linaje. En la representación textual, el primero resulta vulnerable a cuestionamientos y desavenencias, mientras que el otro es más estable y armonioso. Los ejemplares líderes troyanos guardan una relación metonímica con la ciudad, que es representada como epítome de magnificencia y grandeza.22 La grandeza de la ciudad y de sus gobernantes no hace sino acentuar el carácter trágico de su caída.

4. La cuestión del poder y la ideología caballeresca en el siglo xiv castellano

Creemos que la adaptación de los héroes de la antigüedad clásica como caballeros y líderes militares en la HTP puede ligarse al contexto cultural de la corte de Alfonso XI y a los debates en torno a la monarquía y las relaciones con la nobleza que se producen allí. En el período comprendido entre mediados del siglo XIII y el XIV, Castilla atraviesa dos momentos de extensión del poder monárquico representados por los reinados de Alfonso X (1252-1284) y Alfonso XI (1325-1350), alternados con períodos de gran inestabilidad política y guerras civiles en torno a la sucesión del trono (rebelión de Sancho, minoridad y reinado de Fernando IV, minoridad de Alfonso XI y guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara), en las que la nobleza interviene en uno u otro bando en función de sus propios intereses señoriales (Estepa Díez, “La monarquía”, 81). A la conflictividad política se le suman los prolegómenos de la crisis bajomedieval, con profundos efectos económicos, políticos, demográficos, sociales y culturales en toda Europa occidental (Bois, La gran depresión). Esta provoca cambios que sacuden los cimientos mismos de la sociedad en diversos aspectos: económicos, sociales, demográficos, religiosos y políticos.

Cuando Alfonso XI asume personalmente el poder en 1325, pone en marcha una política de pacificación del reino, sometimiento de la nobleza rebelde y fortalecimiento de la monarquía, para luego reemprender el impulso de la Reconquista, canalizando la violencia intestina hacia el exterior (Estepa Díez, “La monarquía”). Para lograr estos fines, hará uso de una variedad de estrategias materiales, simbólicas y retóricas.23

Alfonso XI buscará la revitalización de una caballería de linaje como una forma de consolidar los lazos de lealtad directa con su persona, con el objetivo de conformar un cuerpo guerrero que pudiera dirigir contra los benimerines. Rodríguez Velasco (Ciudadanía) destaca a los reinados de Alfonso X y Alfonso XI como los dos momentos clave en la reinvención de la caballería castellana. Las Partidas y el Libro de la Banda son textos que instituyen una concepción del caballero, los rituales y normas necesarias para convertirse en uno, y las relaciones correspondientes de sujeción política. Estos textos estaban dirigidos, según este autor, a colocar a los caballeros bajo las órdenes del monarca.

García Díaz (“La política”, 127-29) destaca tres acciones del reinado de Alfonso XI de gran relevancia simbólica para la conformación de una nueva caballería. En primer lugar, funda en 1332 la Orden de la Banda, una de las primeras órdenes de caballería laicas de Europa. En un principio, la “Banda” era un distintivo que se entregaba a los caballeros más destacados de la mesnada del rey, pero luego fue transformándose en un cuerpo más estable y ampliándose a otros nobles, siempre bajo las órdenes directas del monarca. A partir de su consolidación, el rey decide restaurar y reformular los antiguos ritos de entrada en la caballería, los cuales se plasman en el Libro de la Banda. En segundo lugar, el mismo Alfonso XI decide armarse caballero. Para ello, viaja a Compostela con un séquito de ricos hombres y caballeros para recibir la investidura de manos de un artefacto con un brazo móvil que representaba al apóstol Santiago. En tercer lugar, organiza, en el mismo año, su coronación en Burgos, seguida inmediatamente del ordenamiento de numerosos caballeros entre la más alta nobleza. Ya Sánchez Albornoz (“Un ceremonial”) señala las novedades que desplegó la ceremonia. El rey es ungido con óleo sagrado, lo cual no ocurría desde la monarquía visigoda, y se corona a sí mismo en lugar de permitir que lo hiciera el arzobispo, como marcaba la tradición.24 Luego, nombra a cien caballeros. García Díaz afirma que el tomar la corona por mano propia puede entenderse como el traspaso de la autoridad al monarca directamente de Dios, sin intermediarios. Al investir caballeros con su espada, el rey los obliga a jurarle lealtad (Bonifacio Palacios, “La recepción”, 98-100).

Para 1340 el rey había logrado eliminar o someter a la mayoría de sus enemigos. Entonces impulsa la redacción de dos obras que ensalzan su propia figura: la Crónica de Alfonso XI (CAO) y el Poema de Alfonso XI (PAO). Allí se representa al rey como un pacificador y justiciero (Rodríguez Picavea, “Ideología”, 189) y con rasgos de un héroe épico, especialmente en el caso del PAO(Janin, “La construcción”). Se construye la figura del rey como guerrero y defensor de la cristiandad, a través del relato de sus conquistas contra los árabes (Rodríguez Picavea, “Ideología”, 198-201).

A diferencia de estos dos textos promovidos por el monarca y con propósitos más claramente propagandísticos y de encomio de la figura regia, la relación entre los textos de temática troyana con su contexto es más sutil. La imagen de un soberano guerrero y héroe épico como Alfonso XI en la CAO y en el PAO se ajusta a la exaltación de las figuras de los caudillos militares de la guerra de Troya. Esta es, además, el ejemplo de sitio por antonomasia en la historia antigua. Estos aspectos podrían interesar al rey y a los nobles de la corte, que tenían en la memoria la experiencia concreta del asedio de Algeciras (1342-1344) y el sitio de Gibraltar en el que fallece el monarca (1349), como desarrolla Pascual-Argente (Memory). Por otro lado, la HTP y los textos troyanos del período pueden ligarse con la renovación de la ideología caballeresca, pero que se desarrolla bajo la tutela del rey.

Es en este contexto, en el siglo XIV, es cuando se desarrolla una literatura caballeresca en la Península Ibérica (Gómez Redondo, “La literatura caballeresca”).25 De la mano de este proceso, se produce también la recuperación de textos de materia antigua que habían acompañado la conformación de la caballería del siglo XII, como el Roman de Troie(Stanesco y Zink, Histoire européenne), cuyas traducciones y adaptaciones proliferan en el siglo XIV castellano. Como afirma Gómez Redondo (“La literatura caballeresca”), la literatura caballeresca “sólo se desarrolla cuando verdaderamente es necesaria”, ya que no cumple una función de entretenimiento, sino principalmente de formación militar y cortesana.26 Esta educación resulta indispensable para la actuación bélica, el comportamiento adecuado para mantener el prestigio en la corte y para la salvación del alma dentro del estamento de los defensores. Las Partidas mencionan la necesidad de que los caballeros reciban formación “por vista e por prueva”, es decir, por experiencia directa en tiempo de guerra, o “por oída e por entendimiento” en tiempos de paz (Partidas II, XXI, 20). En relación a esto último, son necesarios relatos caballerescos que puedan ser leídos en voz alta a los caballeros. A diferencia de la literatura artúrica, también difundida por la corte en tiempos de Alfonso XI, pero rechazada por voces eclesiásticas que veían en ellos ficciones banales,27 la materia antigua28 aparece rodeada de un mayor prestigio por su cercanía a la historia (García Única, “Poesía y verdad”).

5. Conclusiones

A través de los pasajes seleccionados de la HTP observamos una representación compleja y ambigua de los héroes de la antigüedad. El bando vencedor, el de los griegos, sufre de una serie de conflictos entre sus caudillos que retrasan su victoria sobre los troyanos. Agamenón es cuestionado e incluso depuesto por la asamblea de jefes griegos que lo había elegido mayoral. En el discurso de Palamedes, se desarrolla un retrato del líder guerrero ideal. Este debía tener una gran fortaleza física y destreza militar, poder mantener y alimentar a un ejército, saber guiar a sus soldados a la batalla, mediar entre sus hombres, dar consejos, manejarse de manera previsora y prudente. Estas características son las que posee Héctor, quien es alabado en la tercera poesía de la Polimétrica como defensor y máximo estratega militar de los troyanos. La armoniosa relación con su padre Príamo y el cariño hacia su hijo apuntan a una estabilidad dinástica que, sin embargo, no se puede cumplir por el destino funesto de la ciudad. Por lo tanto, el auditorio difícilmente se habría podido identificar completamente con uno u otro bando, sino que habría contado con un amplio y variado repertorio de figuras heroicas, con sus aciertos y errores, sobre los cuales podría reflexionar y extraer una enseñanza. La materia antigua en la HTP también brinda la oportunidad de explorar las formas de ejercer el poder, con un gran desarrollo retórico en torno a los discursos militares, las arengas, las asambleas entre los nobles y las escenas de consejo. Estas escenas ponen en juego las tensiones en la relación entre el caudillo y sus hombres, y subrayan la importancia de mantener una relación armoniosa entre esas partes al acometer una empresa militar de gran escala.

La reflexión sobre estas problemáticas y el concepto de líder guerrero y cortesano serían adecuados para una corte como la de Alfonso XI, en la que sabemos que efectivamente se impulsó la producción y circulación textual de temática troyana por el testimonio del códice A de la Crónica troyana. En tanto promotor de estos relatos, el rey se presenta como continuador, implícitamente, del poderío y de los mejores valores caballerescos y guerreros de los héroes de la antigüedad. El rey, bajo la influencia de Alfonso el Sabio, también busca ganar prestigio y legitimar su autoridad a través de empresas culturales como la producción de códices cuyo contenido, además, colabora a consolidar el poder monárquico. Después de la gran inestabilidad política durante los reinados de Sancho IV y Fernando IV, Alfonso XI se esfuerza por someter a la nobleza rebelde y canalizar la violencia interna hacia la guerra contra los benimerines. Para ello, se vale de diversas estrategias dirigidas a formar una caballería leal al poder monárquico, como la creación de textos dirigidos a su formación. En ese contexto, cobra sentido la recuperación, traducción y adaptación de textos de materia antigua, como la Polimétrica, a partir de los cuales una audiencia cortesana podía hallar modelos y encontrar un eco de sus propias experiencias y preocupaciones en cuanto al ejercicio del poder, estrategia militar y valores caballerescos.

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1 Este trabajo se enmarca en nuestra investigación de posgrado sobre la materia de Troya en las letras ibéricas del XIV y en particular sobre los testimonios materiales que transmiten la Historia troyana polimétrica. Contamos con la ayuda de una beca doctoral vinculada al proyecto UBACyT: “Nuevas tecnologías y saberes para el estudio de los textos hispanorromances más antiguos” (2018-2022) dirigido por el Dr. Leonardo Funes y codirigido por la Dra. Carina Zubillaga.
2 García Solalinde (“Las versiones”) identificó dos partes diferenciadas en el manuscrito M: una más antigua, de mediados del siglo XIV (Ma), y otra de fines del XV o comienzos del XVI (Mb). La parte antigua se ubica en el corazón del códice y contiene dos obras intercaladas, copiadas por el mismo amanuense: la Crónica troyana promovida por Alfonso XI y la Historia troyana polimétrica. La parte moderna (Mb) añade folios al principio de Ma, al final y de manera intercalada, utilizando una refundición de la CT con algunas interpolaciones de la General Estoria. Fue identificada por Pichel Gotérrez como una obra independiente de materia troyana promovida por Pedro I, a la que denomina Historia troyana(Pichel Gotérrez, “A Historia troiana ”, “La Historia troyana”).
3 La traducción medieval, que se desarrollaba siguiendo las técnicas propias de los estudios de gramática (enarratio poetarum) y retórica (imitatio, inventio)(Copeland, Rhetoric), puede comprenderse como una práctica más cercana a lo que en la actualidad consideraríamos una adaptación o reescritura (Goullet, “Reutilización”; Poirion, “Écriture”).
4 El Roman de Troie (RT) es un extenso poema de unos 30 000 versos pareados, escrito en francés antiguo y atribuido a Benoît de Sainte-Maure. El texto habría sido compuesto hacia 1165 en la corte de Enrique II Plantagenet y podría haber estado dedicado a Leonor de Aquitania. Es el texto más relevante e influyente sobre la Guerra de Troya del período medieval, ya que circuló ampliamente en forma de copias, traducciones y reelaboraciones, como la Historia destructionis Troiae del italiano Guido delle Colonne, versión latina y abreviada, que se terminó de componer en 1287 y circuló aún más que su hipotexto. El RT abreva en la tradición tardoantigua anti-homérica representada por la Ephemeris belli troiani (siglo IV) y el De excidio Troiae historia (siglo V o VI), atribuidos, respectivamente, a los falsos mitógrafos Dictis y Dares. El roman adapta el relato antiguo cristianizándolo y actualizándolo a los parámetros de la cultura caballeresca del siglo XII francés (Stanesco y Zink, Histoire européenne), y también introduce invenciones medievales como la historia de amor de Troilo y Briseida.
5 El manuscrito E, de finales del siglo XIV, reúne varios textos de la materia troyana. En sus primeros folios, contiene una traducción anónima al castellano de la Historia destructionis Troiae de Guido delle Colonne. A continuación se copian la Crónica troyana promovida por Alfonso XI y la Historia troyana polimétrica de una manera intercalada y similar a la presente en el manuscrito M (D’Ambruoso, Edición crítica, 1469). Proviene de la biblioteca del conde duque de Olivares (García Solalinde, “Las versiones”, 126).
6 Menéndez Pidal señala varios arcaísmos en la lengua de la Polimétrica: el plural los dios, el verbo terzer, los sustantivos famadia, sobreseñal, el adjetivo enatio, la forma descabeñada, el galicismo joya en su sentido primitivo de “alegría” y el abundante uso del apócope de -e, más frecuente en la primer mitad del siglo XIII. Un mayor uso de la sinalefa en los versos en cuaderna vía lo lleva a una datación posterior al Libro de Alexandre, y coetánea a las obras historiográficas alfonsíes (Menéndez Pidal y Varón Vallejo, Historia troyana en prosa: IX). Actualmente, Pla Colomer y Vicente Llavata (“Aproximación a una fraseología”) argumentan a favor de una datación similar, desde la perspectiva del estudio de los usos fraseológicos en la obra. Sin embargo, Casas Rigall (La materia de Troya) ha relativizado la mayoría de los casos citados por Menéndez Pidal, al señalar que siguen siendo frecuentes en el siglo XIV.
7 El manuscrito A (esc. h.I.6), que transmite la Crónica troyana, fue terminado de copiar póstumamente por pedido de Alfonso XI en 1350, según consta en su colofón. Se trata de un códice en pergamino, de gran tamaño, buena factura y amplio programa iconográfico que abarca setenta ilustraciones (D’Ambruoso (ed.), Edición crítica).
8 El Libro de Alexandre contiene una importante digresión dedicada a la Guerra de Troya que se extiende entre las cuadernas 321-773 y que recibe alusiones constantes en el resto de la obra. Casas Rigall (La materia de Troya) ha señalado que allí la historia de Troya sirve como un exemplum ambiguo, por un lado ejemplo de grandes hazañas bélicas a emular, por el otro, advertencia para no cometer los errores que llevaron a su caída, relacionados con la soberbia y la lujuria.
9 Mientras en la Estoria de España se recogen algunos episodios aislados del ciclo troyano, como las hazañas de Hércules, los amores de Dido y Eneas y las historias de Télefo y Eurípilo, en la General estoria se incluye en la segunda parte una sección entera llamada “Estoria de Troya”, así como otros episodios dispersos en otras partes.
10 Además de los manuscritos M y E antes nombrados, en 1350 se termina de copiar el ms. A (escurialense H.j.6), el lujoso códice miniado que transmite la Crónica troyana promovida por el rey Alfonso XI. También se conserva una versión bilingüe de la Historia troyana de Pedro I, transmitida en el ms. B (M-558 de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander), que amplifica la CT con nuevos aportes provenientes de las obras historiográficas alfonsíes (Pichel Gotérrez, “A Historia Troiana”). Por último, la Suma de historia troyana, atribuida a un enigmático Leomarte y redactada hacia mediados del siglo XIV, toma como fuente principal la obra de Colonne.
11 Estos tópicos pueden hallarse desarrollados en el prólogo del Cligès de Chrétien de Troyes, donde se coloca a la ciudad de París como heredera del poder imperial de Roma y a la lengua romance como heredera/sucesora del latín, pero también se encuentran en el Roman de Brut, en el que se busca establecer a Bretaña como heredera de Troya.
12 Pascual-Argente (Memory) rastrea las relaciones entre la Corona castellana y los textos de materia antigua del XIII (Libro de Alexandre, Apolonio) y del XIV (Crónica troyana, Historia troyana polimétrica), a partir de las ideas de memoria cultural e imperio.
13 Se estima, asimismo, que la variedad en el metro puede vincularse en relación con la temática del poema (Menéndez Pidal, Historia troyana) y que la aparición de los pasajes líricos coincide con momentos de la trama particularmente dramáticos y emocionales (Deyermond, “Lyrics Traditions”, 45).
15 Las citas de la obra se realizan siempre de la misma edición crítica, la clásica de Menéndez Pidal y Varón Vallejo, que sigue siendo la mejor disponible, por lo cual en adelante se señalará únicamente el número de página.
16 Se trata, naturalmente, del saqueo del templo de Venus y del rapto de Helena, tal como se relata en un pasaje anterior del Roman de Troie (también recogido en la Crónica troyana y en la sección de la Historia troyana que precede a la HTP en el ms. 10146), pero que no se conservó en la HTP.
17 Tanto es así que griegos y troyanos cuentan con otro antecedente que cimienta su enemistad: la primera destrucción de Troya a manos de Hércules, en tiempos del rey Laomedón, padre de Príamo, y el secuestro de una de las princesas troyanas. Con esto, queda establecida una cadena de venganzas recíprocas de larga data, transmitidas entre los pueblos y linajes, y que compelen a los griegos a cobrarse la última afrenta sufrida.
18 El concepto de monarquía electiva, existente en la época visigótica, contrasta con la transmisión hereditaria de la corona, establecida en el Reino de Asturias desde el siglo X (Sánchez Albornoz, La España). Para la época de Alfonso X (mediados del siglo XIII) se desarrolla la teoría política, plenamente vigente en el siglo XIV, que explica la autoridad del rey como vicario de Dios (Panateri, “Las imágenes”). No obstante, en Partidas (II, I, 9) se menciona la elección como la segunda de las maneras de ganar el señorío del reino. La primera es por herencia y las otras por casamiento o por otorgamiento del papa o del emperador. Por otro lado, la investidura de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico era electiva, cuestión que tuvo una gran relevancia durante el reinado de Alfonso X a raíz del llamado “fecho del imperio”. Las aspiraciones del rey sabio al título imperial, gracias a su madre Beatriz de Suabia, costaron una fortuna del erario público, provocaron el descontento de las Cortes y de la nobleza castellana y finalmente se vieron frustradas. Es posible que los receptores del texto recordaran aún este suceso y pudieran percibir una fina crítica al mismo a través de este contraste de representaciones.
19 El metro escogido es la cuarteta octosilábica con rima en abab, que también se utiliza en las poesías VI, VII, VIII y IX, cuyo tema son los amores de Troylo, Briseida y Diomedes. Esta también era frecuente en la lírica gallego-portuguesa del siglo XIII y en el XIV fue empleada en la canción lírica de Alfonso XI y en el Poema de Alfonso Onceno(Menéndez Pidal, Historia troyana, XVI).
20 Esto coincide con la definición de la figura del rey en Partidas (II, I, 1), donde se lo describe como el que manda temporalmente sobre un territorio, en tanto vicario de Dios, sin tener que obedecer a nadie más excepto al papa en asuntos espirituales. Sus propósitos son lograr que las personas lleguen a acuerdos, hacer fueros y leyes, perseguir a los injustos y malhechores, cuidar la fe cristiana y quebrantar a sus enemigos.
21 Según la interpretación medieval y cristiana de la leyenda troyana, su caída se explica por la desmesura de la ciudad, asociada a la soberbia, y por el “mal pecado” de lujuria que cometen Paris y Elena, tal como subraya Haywood (“Al ‘mal pecado’ ”).
22 Basta mencionar la descripción de la ciudad recogida en la CT y en la refundición que precede a la HTP en los manuscritos, fiel traducción del Roman de Troie, o la descripción de la cámara maravillosa en la HTP (pp. 183-191).
23 A propósito de la lucha política en la Castilla bajomedieval, Nieto Soria señala cinco instrumentos principales que se pueden relacionar con los antes nombrados: la retórica, los ritos, la violencia, los escenarios y el asociacionismo (Nieto Soria, “Más que palabras”, 167).
24 Linehan (History and Historians) analiza las tensiones entre Alfonso XI y la institución eclesiástica, señalando que en toda la ceremonia las figuras de la Iglesia se relegan a lugares secundarios.
25 A principios de este siglo aparece el Libro del caballero Zifar, que puede considerarse el primer romance de materia caballeresca hispana (Gómez Redondo, “La literatura caballeresca”). El Zifar constituye un texto representativo de los intereses del período molinista, al conjugar rasgos del relato ejemplar, hagiográfico y caballeresco. Entrando el siglo, se traducen y adaptan otros romances de la antigüedad, relatos hagiográficos y ejemplares, de materia carolingia y artúrica y, probablemente durante el reinado de Alfonso XI, se produce la primera redacción del Amadís primitivo, que se convertirá más adelante en el texto caballeresco hispánico más importante.
26 Para los propósitos de este trabajo hemos dejado de lado el importantísimo desarrollo de la trama amorosa en las adaptaciones ibéricas del RT, con gran influencia de las pautas del amor cortés, que constituía una parte muy relevante de la cultura caballeresca. Examinamos esta cuestión en Miguens, “¿Mollis o fortis femina?”.
27 Un ejemplo de este rechazo se transmite en el Speculum regum de Álvaro Pelayo, compuesto durante el reinado de Alfonso XI (1331-1334).
28 La crítica tradicionalmente ha dividido los romans en tres temas o “materias” que provienen del prólogo de la Chanson de Saisnes de Jean Bodel. Allí, se nombra las materias de Bretaña, Roma y Francia, y se asocia cada una a una determinada función: entretenimiento artúrico, edificación clásica e historia francesa.