textos en náhuatl cofradías indígenas análisis pragmático-discursivo deícticos en náhuatl obispado de Guadalajara
Contenido principal del artículo
Roland Schmidt-Riese
Rosa H. Yáñez Rosales
Resumen
Presentamos un expediente elaborado en Amatitlan, pueblo del obispado de Guadalajara. Elexpediente está conformado por tres textos, uno en náhuatl, escrito por los cofrades y las autoridadesde Amatitlan, dos más en español, escritos por su vicario. Entre los tres textos se reconstruye el confl ictosurgido a raíz de que los cofrades, sin avisar al vicario, tomaron cuarenta pesos de la caja de la cofradía,y enviaron a un maestro de música a Michoacán a comprar un bajón y chirimías. Tal decisión irritaal vicario. Entonces escribe al obispo informándole de la insumisión ya usual de los cofrades, según sedesprende de su dicho. El análisis se centra en el texto en náhuatl, en la argumentación de los cofradessobre su decisión para gastar el dinero en los instrumentos. Se basa en el uso de deícticos, en los operadoreslógicos y en el tipo de préstamos del español presentes en el texto.
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Schmidt-Riese, R., & Yáñez Rosales, R. H. (2013). PADRE NUESTRO, TICMOMACHILTIS. ANÁLISIS PRAGMÁTICO-DISCURSIVO DE UN EXPEDIENTE DE AMATITLAN, 1661. Tlalocan, 18. https://doi.org/10.19130/iifl.tlalocan.2012.220
En esta contribución nos acercamos a un breve expediente elaborado en Amatitlan, obispado de Guadalajara, en enero de 1661.1 El primero de los tres textos que lo conforman está redactado en náhuatl, los dos siguientes en español. El asunto tratado es el conflicto entre los cofrades de Amatitlan y su vicario, al haber decidido los primeros gastar cuarenta pesos de los fondos de la cofradía, sin pedir licencia para ello al segundo. El vicario decide informar del agravio al obispado.
Las cofradías coloniales propiciaron la práctica de la lectoescritura tanto en náhuatl como en español. A través de los documentos surgidos gracias a las actividades realizadas al interior de estas agrupaciones, aprendemos sobre la vida cotidiana y observamos los usos de la lectoescritura, en una lengua indígena o en español, que hicieron los cofrades. En el caso del expediente que nos ocupa, aprendemos sobre los detalles del conflicto que enfrentó a cofrades y vicario en Amatitlan y sobre las estrategias discursivas empleadas por ambas partes. El análisis enfoca el texto náhuatl.
La exposición previa a la presentación del documento consta de tres partes. En la primera detallamos algo más las cofradías, la función que cumplieron en las comunidades indígenas. En la segunda describimos el expediente, para restituir el juego pragmático y discursivo que enlaza los tres textos que lo componen. En la tercera pasamos al análisis del texto náhuatl, con ánimos de evidenciar el proceder deíctico y argumentativo de los autores para calificar con más precisión la funcionalidad de este texto y el tipo de náhuatl empleado.
Contextualización de las cofradías
Las cofradías son agrupaciones de personas cuyo fin es rendir culto a una imagen católica y fomentar la piedad a través del cuidado del hospital y sus enfermos, y asegurar el entierro de los cofrades con todos los rituales establecidos por la Iglesia. Se tiene noticia de que las primeras cofradías en el obispado de Guadalajara se fundaron en la década de 1550.2
Su fundación se realizaba mediante solicitud directa al obispado de pertenencia. En la misma se incluían las “constituciones”, que eran los acuerdos sobre el funcionamiento de la cofradía, a qué imagen cristiana se dedicaría el culto, la organización de la fiesta, las aportaciones de los cofrades tanto en trabajo en el hospital cuando existía, como en limosnas, cuántas llaves de la caja de depósito habría, su cuidado, frecuencia de la elección del mayordomo y el prioste, etcétera.3
La solicitud y sus constituciones debían ser aprobadas por el obispado. En ocasiones, la solicitud señala que la cofradía tiene algún tiempo funcionando y que sólo se está informando al obispado para su reconocimiento oficial.4
Fue común que las cofradías indígenas poseyeran tierras y ganado cuyo cuidado colectivo implicaba cierta organización del trabajo y permitía a los cofrades la administración de recursos. No obstante, tal y como se estipulaba en sus constituciones, el obispado tenía la atribución de supervisar la administración de los bienes, que no se gastara en rubros considerados “inapropiados”, o que se vendiera el ganado o las tierras y se desfalcaran.
Las cofradías tuvieron gran aceptación en las comunidades indígenas durante la época colonial. Podían coexistir varias cofradías en una población, dedicadas a las Ánimas del Purgatorio, a la Purísima Concepción, al Santísimo Sacramento u otras representaciones.5 La disposición a formar una cofradía, que se puede reconstruir en numerosos expedientes, es explicada en tanto que permitía la organización de un espacio propio en el interior del orden colonial, en donde los cofrades trabajaban incorporando algunas reglas de convivencia propias, tal vez incluso precoloniales. Es decir, las cofradías se convirtieron en un lugar donde la celebración de la fiesta patronal, la posesión de bienes y la organización colectiva del trabajo, permitía expresiones de vitalidad apreciadas y fomentadas por las comunidades indígenas.
Éste es el contexto en que se escribe el documento que aquí comentamos.
Descripción del expediente
El expediente procede del Archivo del Arzobispado de Guadalajara. Consta de tres textos escritos de manera seguida en tres páginas de folio. Fue efectuado por cuatro manos cuyas caligrafías se pueden identificar en el cuerpo principal de los folios (esto es, sin contar las numerosas glosas marginales, que son de época posterior): (i) la mano del texto náhuatl (incluidas cuatro firmas no autógrafas en que termina), (ii) la de los dos documentos en español y (iii, iv) las firmas autógrafas de Diego Flores de la Torre y de Antonio Hernando de Miramontes, que figuran por debajo de estos dos documentos, de modo igual.
La extensión de los textos es como sigue:
- 11 líneas el texto náhuatl;
- 28 líneas el primer documento español (que incluye un trasunto del texto náhuatl);
- 53 líneas el segundo documento español (que es una declaración independiente de Diego Flores, quien nuevamente se pronuncia sobre el asunto en cuestión, pero en una perspectiva más amplia).6
En el primer texto, Juan Miguel, alcalde indígena de Amatitlan, Antón Martín y Matheo Clemente, principales, y Antón Bernabé (cuyo cargo no se especifica), hacen saber en náhuatl a Diego Flores de la Torre, cura beneficiado de Amatitlan, vicario y juez eclesiástico del obispado, que se han invertido cuarenta pesos de los fondos de la cofradía para la compra de un bajón y chirimías en Michoacán. Se dirigen a él llamándole Padre nuestro. La compra se encuentra en vías de realizarse, ya que en el momento de la confección del documento un maestro [de música] está viajando con el dinero hacia tierras de Michoacán. Se aduce como justificativa de la decisión la falta que hacen los instrumentos en la iglesia. El texto carece de indicaciones del lugar, fecha, nombres de los declarantes (al inicio) y de firmas originales.
En el segundo, Diego Flores de la Torre elabora un acta con base en el primer documento, precisando que es en el pueblo de Amatitlan, a veinte días de enero de 1661 y ante él que los mencionados (autores del primer documento) presentaron el escrito de arriba (de la misma hoja sobre la cual él mismo sigue escribiendo), y que es para que se entienda que mandó trasuntarlo en castellano. Ofrece el trasunto, afirmando que no se recurrió a intérprete, porque tanto él como Antonio Hernando de Miramontes, los dos firmantes, dominan el náhuatl. Este último personaje, Antonio Hernando de Miramontes, debe de ser el notario que se menciona al final del tercer documento. Lo que hace este segundo texto es incorporar el primero, pasándolo del náhuatl al español y confiriéndole el estatus de declaración jurídica en la medida en que el texto incorporante, establecido ante notario, corresponde a la formalidad de una declaración en el entorno del sistema jurídico colonial.
En el tercer documento, Diego Flores de la Torre declara las causas y motivo de la confección y presentación del primero. Se dirige al señor doctor Don Juan Ruiz Colmenero, obispo de [Nueva Galicia] (este reino), de Nuevo León y de la provincia de Nayarit (Nañari), miembro del consejo de su magestad (el virrey de Nueva España), pidiéndole que tome las medidas adecuadas para mejorar una situación intolerable desde su punto de vista, pero perfectamente estabilizada y tradicional en Amatitlan, considerando que los indígenas disponen de los ingresos (limosnas) de las misas, de la cofradía y del hospital a su grado y en función de sus intereses, negándole a Flores de la Torre el pago del peso correspondiente a cada misa de difunto, dejando de consultarlo en gastos de mayor alcance y dejando de consultar , que es más, al propio obispo en gastos de más de veinte pesos, según deberían (en los tres casos), conforme a las disposiciones legales. Así, los cofrades aprovecharon cuarenta de los cincuenta pesos que sobraban en la cofradía el año anterior para la compra de los instrumentos, a pesar de que Flores de la Torre periódicamente les da a conocer las disposiciones legales, a pesar de que depositó el dinero en Martín Antón (supuestamente Antón Martín, uno de los cuatro firmantes del primer documento), a quien sabía más rico que el mayordomo electo (quien legalmente administraría el dinero). Todo esto, a pesar de que los amenazara con venderles sus mulas en la próxima visita de Colmenero al pueblo para restituir al hospital los fondos invertidos de manera ilegal, y a pesar de que la compra de los instrumentos es, por encima de ilegal, injustificada, considerando que no hay más de dos fiestas al año celebradas en Amatitlan, para las cuales los cantores de Tequila traen sus instrumentos. El documento lleva las mismas firmas que el segundo (con las mismas rúbricas).
En suma, el vicario le pide, en el tercer documento, una intervención a su superior, el obispo de Guadalajara. Se apoya en la declaración del segundo documento que hace constar el hecho corriente y que a su vez está basada en el primero. Los tres se enlazan en una lógica que parte del tercero, en la solicitud de Flores, para remontar hasta el primero. Esto nos hace suponer que los cofrades presentaron su declaración escrita, el primer documento, a instancias del cura. Una vez que éste dispuso del escrito, lo reelaboró en el segundo y lo agregó en sentido de una prueba documental a la solicitud que ya tenía ideada. Aprovechó la iniciativa de los cofrades de comprar los instrumentos para, finalmente, proceder contra ellos.
Consideramos entonces que Flores pidió la declaración a las autoridades indígenas para lanzar un ataque a la gestión de las mismas. No quiere decir esto, evidentemente, que los cofrades, autores del primer documento, se pronunciaran en función de los intereses de quien les exigió que escribieran. No se pierden en aclaraciones. Presentan los hechos, conocidos por todos, de manera escueta y, sobre todo, a partir de su propio entendimiento del hecho, justificando su proceder. Analizaremos en seguida cómo lo hacen.
Análisis del texto en náhuatl
Como se mencionó arriba, el texto náhuatl, de apenas once líneas, no registra el lugar de redacción, ni fecha, ni nombres de los declarantes. Inicia con un término de tratamiento, Padre nuestro, en español. El mismo término cierra el texto, antecediendo al protocolo de las firmas. Pareciera remitirnos a una carta.
Sin embargo, no consideramos que se trate de una carta, si nos atenemos a la función de las mismas y al resto del documento. El destinatario del escrito debió estar al alcance, por lo tanto no se trata de salvar una distancia física. Suponiendo que Flores exigió la declaración, la insistencia del texto en el interlocutor (Padre Nuestro) podría entenderse como un reflejo de esa exigencia, debido a su carácter de “respuesta”. Correspondiendo a la solicitud del cura y declarándose sobre el hecho en el medio escrito, los autores no se salen por entero de la comunicación ordinaria que mantienen con él.
Así, consideramos el texto una declaración, aunque no sigue totalmente los lineamientos esperados de un escrito oficial ni, en lo lingüístico, lo que Von Mentz (2009) ha llamado “náhuatl de escribanía”, que es el registro encontrado en los formatos jurídicos y administrativos. Faltan las fórmulas, de procedencia española, que fueron adaptados a la lengua náhuatl en escribanías más importantes que la de Amatitlan. En suma, aquí se trata de una declaración menos que enteramente formalizada y de un registro cercano al “náhuatl cotidiano”.7
Presentamos principalmente dos líneas de análisis que nos parece permiten reconstruir la argumentación de los cofrades sobre por qué dispusieron en qué y cómo gastar el dinero de la cofradía. Estas líneas son (a) los elementos deícticos y (b) los operadores lógicos (explícitos e implícitos). Agregaremos (c) unas breves observaciones sobre las interferencias léxicas del español en el náhuatl del texto.
Los elementos deícticos
Retomando nuestra hipótesis de una comunicación previa entre el cura y los cofrades, a la que se debiera la elaboración del escrito, llama la atención el demostrativo ynin en ynin tomines (línea 1), al inicio del texto. Este ynin apunta hacia fuera del texto, hacia el universo compartido entre los interlocutores. El tópico tomines es accesible al destinatario desde antes del texto.
El uso de Padre nuestro coincide con el inicio de la más importante oración cristiana, seguramente conocida por los cofrades, en la que el alocutivo está dirigido a Dios. Sorprenden, cuando comparado con el uso corriente del español, tanto el empleo como la posposición del posesivo. El uso del posesivo queda transparente, sin embargo suponiendo que Padre nuestro viene a suplir totahzin, que sí se encuentra en otros documentos procedentes de la misma región y época.8 Admitiendo que totahzin es base de Padre nuestro, el uso del posesivo hallaría su explicación. El empleo del término español pudiera entenderse como un recurso de cortesía. La coincidencia con la oración sería aleatoria, aunque no del todo, ya que el sintagma español debió estar fácilmente accesible a los autores.
La segunda persona (de singular) (que remite al destinatario) está presente no sólo en el alocutivo Padre nuestro, sino también, y manifiesta en sentido morfológico, en la fórmula metadiscursiva ticmomachiltis. Ésta aparece tres veces, al principio, en medio y al final del texto (líneas 1, 4 y 8-9). De ese modo, al destinatario le es concedida una presencia constante (no necesaria tomando como punto de referencia que se trata de una declaración). La fórmula le atribuye un proceso de conocimiento deliberado, autónomo. Las tres ocurrencias de ticmomachiltis están repartidas de manera tal que constituyen una imagen simétrica, como un puente que cruzaría el texto, con soportes en las dos márgenes y uno en medio del río.9
El contrafuerte del destinatario (del alocutor) lo constituyen evidentemente los autores del escrito (los locutores). La primera persona del plural cuenta con una presencia sustancial a lo largo de las once líneas, recurriendo, aparte de las dos instancias de Padre nuestro comentadas, cinco veces en náhuatl, (líneas 2, 2-3, 3, 8, 9), totlazomahuisnantzin, toteopan, topilhuan, tosanta Ycglesia, tomachio firma. Es significativo, además, que todas las ocurrencias tienen forma de posesivo y que tres de los cinco términos designen entidades religiosas cristianas. Es decir, los autores (i) en ninguna ocasión se presentan como comprometidos con los hechos ocurridos, (ii) se presentan como un colectivo homogéneo que (iii) domina el terreno local, incluso el de las instituciones eclesiásticas (impuestas en su origen). Los hechos mismos que están en foco se refieren de manera que evitan nombrar agentes, por medio de intransitivos ynin tomines [...] polihui (línea 1-2) y reflexivos omotitlanic (línea 6), monequi (línea 7) (que en cierta medida recuerdan el discurso español).
Hay un solo posesivo en primera singular que rompe esta imagen colectiva y, si se puede decir, callada: notheopixcau (líneas 4-5), expresión náhuatl en cierta correspondencia con Padre nuestro. El singular pudiera corresponder a la voz de quien escribe, tal vez la del alcalde, Juan Miguel, que es el primero que firma el documento al final, o sea, a la primera mano del expediente. Pudiera en efecto tratarse de un desliz, coincidente con una fórmula de uso cotidiano.
Finalmente, con respecto a la deixis temporal y considerando que se trata de una declaración, sorprende que los tiempos del pasado no dominen el texto. Los pasados, omotitlanic (línea 6), oquihuicac (línea 6/7), se hallan en el centro del texto, contrarrestados no sólo por los futuros metadiscursivos (de ticmomachiltis, líneas 1, 4 y 8-9), sino también por tequipanosque topiljuan (línea 3). Este futuro es de trascendencia capital. Es el futuro de la comunidad, encarnada en los hijos, o mejor, la posibilidad del futuro de la comunidad la que justifica, en última instancia, la decisión tomada.
Entre el pasado de lo ocurrido y el imaginado futuro de la comunidad se hallan los dos presentes de polihui (líneas 2, 8), de verbo idéntico, y el de monequi (línea 7). El primero constata la incriminada falta del dinero en los fondos de la cofradía, causada por el gasto, el segundo la actual falta de instrumentos que se verá suplida con la llegada de los instrumentos que se encomendaron. Así, el presente está marcado por dos faltas. En el fondo, sin embargo, es transición de una falta (la de los instrumentos) hacia un mejor estado de la comunidad, mediante la aceptación de la otra (la del dinero). Las dos faltas del presente constituyen otro equilibrio. El incriminado pasado entra en equilibrio con el imaginado futuro. Pero estamos ya entrando en el análisis de la argumentación.
Los operadores lógicos y la argumentación
En el texto se identifican seis afirmaciones, yuxtapuestas las más de las veces. Para entender cómo se enlazan, veámoslas en su orden:
- AFIRMACIÓN 1: ca melahuac polihui (línea 2)
Los cofrades admiten un estado de cosas indeseable, la desaparición de cierto importe de dinero de la caja de la comunidad, estado de cosas sobre el que se les pidió aclaraciones. Es una especie de concesión inicial. El marcador metadiscursivo ca melahuac parece estar operando sobre polihui que sigue. Pudiera indicar el valor de concesión que subyace a polihui. Confirma lo incriminado.
Yehuatl, en tanto que pronombre, establece un vínculo explícito con la afirmación antecedente. Es precisamente el dinero que falta el que permitirá a los hijos cantores trabajar. Esto es lo bueno que tiene lo malo. Se hace una segunda afirmación posible sobre el referente de la primera, referida al futuro, referencia que le confiere especial peso. El ca melahuac que sigue debiera operar sobre esta segunda afirmación, es decir, en sentido catafórico. Cierra, a modo simétrico, este primer ciclo argumentativo, el de la concesión y de la afirmación opuesta, hecha sobre el mismo referente. A la concesión hecha corresponde otra que se le pide al interlocutor, entre dos ca melahuac.
- AFIRMACIÓN 3: omotitlanic (línea 6)
Esta afirmación nuevamente retoma la concesión inicial conformándola como un hecho pasado. El paralelismo se ve anunciado por la repetición de ticmomachiltis (líneas 1, 4). Se precisan las informaciones iniciales, inin tomines mediante ompohuali pesos, e indicando el lugar actual preciso del dinero que ya no está en la caja: se encuentra rumbo a Michoacán. El hecho de que las dos formulaciones de la concesión (afirmaciones 1 y 3) se ven introducidas por ticmomachiltis hace pensar que esta expresión tiene valor modal (epistémico). Que los autores están calificando el contenido de la concesión consabida por el destinatario: ‘te habrás enterado de que...’. Con razón, según reconstruimos los antecedentes de la redacción del escrito. La declaración se aproxima a una confesión.
- AFIRMACIÓN 4: ypampa oquihuicac (línea 6)
Por primera vez, se emplea un operador lógico, ypampa. El tipo de causalidad que encierra es sin embargo muy específico: oquihuicac designa más bien un detalle del proceso sostenido en la afirmación anterior: ‘se envió ya que lo llevó un maestro’. Como mucho, esta afirmación atestigua la veracidad de la que precede, aduciendo un conocimiento que les permitió a los autores sostener lo que sostuvieron: ‘podemos afirmar que fue enviado ya que sabemos que lo llevó…’. Sería causalidad en el orden enunciativo.
- AFIRMACIÓN 5: ypampa monequi (línea 7)
El ypampa de esta afirmación se encadena con el anterior, pero es de un orden distinto, de causalidad llana referida a las dos anteriores afirmaciones: ‘el dinero se envió (mediante un maestro que lo llevó), porque se (re)quiere’. Tenemos causa y efecto. Es decir, a través del detalle del maestro, la argumentación remonta finalmente los acontecimientos hasta su origen, hasta la ausencia de bajón y chirimías en Amatitlan, lo que desencadenó la inversión del dinero, en un orden cronológico inverso.
- AFIRMACIÓN 6: polihui (línea 8)
El valor argumentativo de polihui depende de la interpretación exacta de monequi en la afirmación anterior. Si monequi es ‘se quiere’, remite a una actitud consciente adoptada por la comunidad. En este caso, el polihui que sigue indicaría el estado de cosas subyacente a la decisión, nuevamente en sentido causal: ‘se quiere, porque faltan’. Habría una relación causal. Por el contrario, si monequi es ‘se requiere’, remite a un simple estado de cosas, el que es confirmado por polihui: ‘se requiere, porque faltan’. Esta segunda interpretación se adecua más a la cautela de los autores, ya observada. Un mismo estado de cosas se expondría desde dos puntos de vista, ligeramente desplazados. En suma, se aducen los motivos de la decisión de gastar el dinero, pero no se admite la decisión como tal. El lector sobreentiende más bien que debe subyacer una decisión (comunitaria) a los trámites emprendidos. Enunciar la falta de los instrumentos resulta categórico: en una comunidad que se autoestima, que pretende un futuro, debe haber esos instrumentos. Es ante esa norma, implícita, que la ausencia de instrumentos en Amatitlan figura como una falta intolerable.
El grado de interferencias con el español
En conjunto, el náhuatl del texto se presenta como poco afectado por el español. Las evidencias del contacto lingüístico se limitan al léxico, y dentro de éste, al ámbito nominal. Se observan una serie de préstamos pertenecientes a varios campos semánticos. Al campo administrativo y político se refieren las denominaciones de alcalde y prinçipal o prinzipal (líneas 10, 11), así como los términos tomines, (líneas 1, 5), pesos (línea 5) y firma (línea 9); al campo de la música (europea), ya relacionada con la iglesia, cantores (línea 4), mayestro (línea 7), bagon (7), chirimiyas (8); al ámbito eclesiástico propiamente, Padre nuestro (línea 1, 9), santa Ycglesia (línea 8), sintagmas adjetivados. Estos dos últimos tienen al mismo tiempo equivalentes en náhuatl, (no)theopixcau (línea 4-5), (to)teopan (línea 3), mientras que (to)tlazomahuisnantzin (nuestra querida respetada venerada madre) aparece sólo en náhuatl. Firma (línea 9) debió ser modificador de machiotl, esto es, lo precisa en términos jurídicos. En tomines y pesos se tomaron en préstamo voces españolas con desinencia plural, las que aparentemente quedan sin analizar, es decir, se tratan como temas simples. No ocurre préstamo morfológico. La incidencia del español es limitada en el náhuatl cotidiano de Amatitlan de 1661.
Conclusiones
El análisis discursivo pudo aislar varios recursos textuales que consideramos nahuas. Se atribuye un grado de agentividad notable al alocutor, mientras que los locutores asumen en el texto una presencia silenciosa. Los autores admiten el estado de cosas incriminado sin reservas, pero no asumen responsabilidad individual alguna. La argumentación está marcada por una serie de simetrías en varios niveles. El tiempo pasado, esperable, se encuentra equilibrado por los futuros. El puente metadiscursivo de los tres ticmomachiltis se ve reforzado por los dos Padre nuestro. Los dos ca melahuac encierran la concesión inicial del hecho y de otra que se le pide al destinatario. También los dos polihui entran en espejismo.
Los declarantes atienden a una exigencia de Diego Flores de la Torre, al tiempo que desarrollan su propia visión de las cosas: el dinero pertenece a la comunidad porque proviene de sus recursos. El cristianismo, la música y los instrumentos occidentales son elementos que los declarantes han asumido e integrado en su proyecto principal, el de la autogestión y continuidad de su comunidad en una perspectiva de generaciones.
Presentación de los textos del expediente
El texto en náhuatl se presenta en cuatro líneas. En la primera, se encuentra la versión en náhuatl, tal cual se manifiesta en el original; se utiliza letra cursiva para desatar o indicar alguna abreviatura presente en el original. Es el caso de “m” en ipampa, que se encuentra indicada mediante una tilde sobre la “a”. En la segunda línea, que corresponde a la división por morfemas del texto, se usan paréntesis rectangulares [] para suplir información o letras que deberían estar presentes, desde una perspectiva de la ortografía colonial usual del náhuatl. En la tercera línea se encuentra la glosa y en la cuarta, la traducción, que se ha hecho tan literal como ha sido posible. Se insertan paréntesis triangulares <> para desatar abreviaturas, principalmente del español y paréntesis circulares () para anotar aclaraciones que se han considerado pertinentes. Los textos en español se han transcrito tal cual se encuentran en el expediente.
EL EXPEDIENTE
[fol. 1r]
1. 1671 N<umer>o II + Leg<aj>o 2º 8º 4º
(nota en el margen superior, dos manos distintas indicando el año de identificación)