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Vol. 54 Núm. 2 (2022)
Artículos

El periplo de un linaje extraordinario. Progresión espacial y mutación narrativa en la estoria del Caballero del Cisne dentro de la Gran conquista de Ultramar

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  • María Eugenia Alcatena
María Eugenia Alcatena
Universidad de Buenos Aires - Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Critica Textual / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Biografía
DOI: https://doi.org/10.19130/medievalia.2022.54.2/003X27SO015

Publicado 2023-06-21 — Actualizado el 2023-06-28

Palabras clave

  • espacialidad,
  • viaje,
  • linaje maravilloso,
  • folklore,
  • ideal caballeresco,
  • crónica,
  • cruzadas
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  • spatiality,
  • travel,
  • wonderful lineage,
  • folklore,
  • chivalric ideal,
  • chronicle,
  • crusades
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Cómo citar

Alcatena, María Eugenia. 2023. «El Periplo De Un Linaje Extraordinario. Progresión Espacial Y mutación Narrativa En La Estoria Del Caballero Del Cisne Dentro De La Gran Conquista De Ultramar». Medievalia 54 (2):107-27. https://doi.org/10.19130/medievalia.2022.54.2/003X27SO015.

Derechos de autor 2023 Medievalia

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Resumen

En la Gran conquista de Ultramar, el linaje de Godofredo de Bouillón traza un recorrido que va desde los márgenes imprecisos del mundo al centro del imperio y, finalmente, a Jerusalén; y, en paralelo, desde el cuento maravilloso de raíces folklóricas al romance caballeresco y la escritura de la historia. Este trabajo analiza la sucesión de espacios y materiales narrativos que el viaje linajístico enlaza, así como la lógica progresiva que organiza esta sucesión, considerando que esta articulación de espacios y tradiciones narrativas (estrechamente vinculados entre sí) y su localización progresivamente más certera es uno de los  procedimientos que contribuyen a integrar la estoria del Caballero del Cisne dentro del relato mayor.

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Citas

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En la Gran conquista de Ultramar (en adelante, GCU), son varios los procedimientos que se conjugan para ensamblar la secuencia centrada en el personaje del Caballero del Cisne en el relato mayor que la contiene. La construcción narrativa del espacio (de la sucesión de espacios) en que se desarrolla la secuencia, su transformación gradual, su concertación con la concreta geografía de este mundo -en la que tienen lugar los sucesos históricos evocados por la crónica- son algunos de esos recursos, indisociables de la mutación de la materia narrativa que se produce en paralelo. El objetivo de estas páginas será examinar estos aspectos y su relevancia estructural.

Margarita Lliteras ha llamado la atención sobre el modo en que el autor o los autores de la crónica castellana se valen de la datación de los materiales que manejan para integrar la estoria del Caballero del Cisne en la GCU. Señala que “la cronología temporal [une] los acontecimientos de la narración microtextual con los de la macrotextual, rescatando a la primera del tiempo mítico en que se situaba para incorporarla al tiempo histórico de la crónica” (Lliteras, “La cronología temporal”, 171).1 De esta manera, se logra unir en una misma línea temporal a un personaje de ficción, el Caballero del Cisne, y su presunto nieto, el histórico Godofredo de Bouillón.

En correlación con estas observaciones, en las secciones siguientes se examinará cómo se efectúa esta integración, ya no en el plano temporal, sino en la dimensión complementaria de la espacialidad. El análisis se centrará en dos procedimientos solidarios: por un lado, la articulación de los distintos espacios y materiales narrativos que hila la travesía del linaje de Godofredo; y, en simultáneo, la localización progresivamente más certera de éstos en la imagen del mundo propia del Occidente medieval. Uno y otro son recursos explotados con habilidad por los autores de la GCU2 para componer un universo narrativo y un relato consistentes y complejos.

La estoria del Caballero del Cisne en la Gran conquista de Ultramar

La GCU es una amplia crónica castellana que tiene por objeto los hechos de las cruzadas desde sus orígenes hasta 1271, fecha en la que se interrumpe la narración. Su héroe máximo es Godofredo de Bouillón, a quien el relato exalta como gran líder de la expedición que culmina en la conquista de la ciudad santa y primer rey cristiano de Jerusalén. Tras su reinado, breve y virtuoso, se refieren los reinados sucesivos, los conflictos crecientes, la debacle del reino latino, la pérdida de la ciudad de Jerusalén, los intentos vanos por recuperarla, las disputas entre caballeros y facciones cristianos.

En este marco general, la estoria del Caballero del Cisne se inserta para proveer la genealogía de Godofredo: una genealogía fantástica que contribuye a enaltecer la figura del héroe, al tiempo que proporciona el modelo de perfecto caballero que los cruzados, y la cristiandad entera, deberían imitar: el Caballero del Cisne.

Muy tempranamente, la imaginación popular había consagrado esta aso­ciación y convertido a este personaje fabuloso en el origen del linaje de Godofredo, según atestigua la crónica latina del arzobispo Guillermo de Tiro sobre los sucesos de Ultramar;3 más tarde, los cantares de gesta franceses del ciclo de la Primera Cruzada consolidaron la vinculación, al presentar al Caballero del Cisne como abuelo de Godofredo por línea materna. La GCU continúa esta tradición: refiere por extenso la leyenda y le confiere dignidad de historia verdadera, doblemente avalada por el prestigio y la autoridad de los que gozaban en el ámbito castellano la escritura en prosa y el género cronístico.

La crónica castellana enlaza de manera indisociable y significativa los sucesivos episodios que conforman la leyenda del Caballero del Cisne con el destino de Godofredo y el devenir de la empresa cruzada. Uno de los procedimientos a los que se recurre para consolidar este ensamblaje de materiales narrativos es la articulación, en el plano del espacio, de los distintos episodios que componen el relato del Caballero entre sí y con el marco mayor del macrotexto que lo contiene.

La estoria del Caballero del Cisne se incluye en dos de los cinco testimonios en que se ha transmitido la GCU. Por un lado, el manuscrito M, número 2454 de la Biblioteca Nacional de Madrid, copiado entre fines del siglo XIV y principios del siglo XV. Este códice comienza, justamente, con la estoria del Caballero del Cisne y concluye con las peripecias iniciales de la vida de Godofredo de Bouillón. En segundo lugar, el impreso S, editado en Salamanca en 1503 en los talleres de Hans Giesser.4 Se trata del testimonio más completo de la GCU, si bien omite varios fragmentos recogidos en los manuscritos (Ramos, “Gran conquista de Ultramar”, 606). A pesar de la fecha relativamente tardía de los testimonios, existe un cierto consenso en retrotraer el impulso formador y la composición general de la GCU al reinado de Sancho IV (ver, por ejemplo, Sánchez-Prieto Borja, “El castellano escrito”, 281; Gómez Redondo, Historia de la prosa, I, 1036-1037; Ramos, “Gran conquista de Ultramar”; Domínguez, “Gran conquista de Ultramar”) 5.

Al margen del añadido o la falta de los epígrafes, numerosas diferencias de redacción y arcaísmos presentes en M que el impreso tiende a modernizar, los dos testimonios ofrecen, en líneas generales, textos bastante similares (Cooper, “Introducción”, LXVIII); las observaciones vertidas en el presente trabajo aplican por consiguiente a ambos, puesto que a nivel narrativo no hay mayores divergencias. Se cotejan, no obstante, los dos textos.

El motivo del viaje: el desplazamiento linajístico a través de distintos espacios y tradiciones narrativas

En el impreso de Salamanca, la estoria del Caballero del Cisne se inserta en la crónica a través de una analepsis que retrotrae el hilo de la narración a tres generaciones previas a la de los primeros cruzados: “Agora dexa la estoria de fablar una pieça de todas las otras razones, por contar del cavallero que dixi[e]- ron del Cisne” (La gran conquista, I, 81),6 abuelo de Godofredo de Bouillón, según anuncia el epígrafe del capítulo XLVII del Libro Primero. El manuscrito M comienza en cambio, inmediatamente, con el relato de la leyenda del Caballero. Fundamenta el interés del asunto en la importancia de conocer la identidad de las personas involucradas en una empresa, identidad que se concibe directamente vinculada con el linaje:

Razonable cosa es que la santa e muy noble conquista de Ultramar aya en sí comienço e çimiento; el cual comienço e çimiento es quién o cuáles personas [participaron en ella]. E porque los que esta estoria leyeren sepan de qué linaje vinieron los que esta casa santa ganaron, la estoria lo contará en la manera siguiente. (La leyenda del Caballero del Cisne, 57)

En cuanto a su conclusión, en ambos testimonios el relato se articula naturalmente con la siguiente secuencia narrativa, referida a las mocedades de Godofredo.

Los dos testimonios le asignan una relevancia crucial a la estoria del Caballero del Cisne: en el linaje excepcional del que proviene Godofredo se encuentran las raíces de la virtud cristiana y caballeresca que permitió recobrar la ciudad perdida; en la medida en que los gobernantes sucesivos y los cruzados en general se fueron apartando del ideal encarnado en este linaje legendario, los desastres se acumularon. La historia de esta familia se ofrece, pues, como la clave interpretativa que permite comprender los vaivenes de la historia de Ultramar.

Considerada en su conjunto, la línea argumental de la estoria adopta la forma de un periplo que se desenvuelve a través de generaciones sucesivas; cada generación retoma el viaje desde el punto hasta el que llegó la anterior y lo prolonga. Esta estructura básica se construye a través del enhebrado y la mezcla de relatos previos, en su origen independientes, enriquecidos por la incorporación de motivos y elementos provenientes de tradiciones y géneros diversos. La sucesión generacional y el viaje por espacios distintos proporcionan el doble eje que permite articular estos componentes narrativos.

La estoria del Caballero del Cisne comienza con las desventuras de Isonberta, una infanta a quien sus padres desean casar contra su voluntad y que, por esta razón, abandona el reino a bordo de un bote sin vela, remos ni timón, guiado por Dios (en lo que constituye una clara cristianización del motivo tradicional de la barca mágica). Se ha señalado la influencia que ejerce sobre este tramo inicial de la historia -de incorporación tardía, como revelan las versiones francesas más primitivas del nacimiento y la infancia del Caballero del Cisne7- el grupo folklórico al que pertenece, entre otros, el cuento de la doncella sin manos, y cuya estructura básica puede resumirse en la huida de una joven doncella de un matrimonio o una unión sexual que se le quiere imponer y ella no desea.

Tras navegar durante algunos días, Isonberta desembarca en un desierto, el monte de caza del conde Eustacio, y se oculta en el tronco de una encina. Eustacio la encuentra, se enamora y le propone casamiento. De esta unión nacen, en un único parto, siete varones; seis de ellos se convierten en cisnes y escapan volando cuando su abuela manda degollarlos. El hijo mayor, Popleo, salva en una lid a su madre, tras lo cual cinco de sus hermanos recobran la forma humana; el otro, transfigurado para siempre en ave, acompaña y guía de allí en adelante a Popleo, quien, por esta razón, pasa a ser conocido como el Caballero del Cisne. En sus líneas fundamentales, esta parte de la estoria se corresponde con el cuento folklórico conocido como “Los niños cisnes” o “Los cisnes salvajes”, ampliamente difundido hasta el día de hoy en diferentes variantes y perteneciente al tipo 451 del sistema clasificatorio elaborado por Antti Aarne y Stith Thompson (The Types of the Folktale), que agrupa diversos relatos sobre conjuntos de hermanos convertidos en aves.8 Se incorporan a este argumento de base motivos y secuencias tomados de otros grupos de relatos tradicionales -los de esposas falsamente acusadas, los de cónyuges maravillosos o, como se señaló en el párrafo anterior, los de doncellas que huyen de matrimonios indeseados-,9 así como patrones típicos de narraciones que tienen por objeto el nacimiento y la infancia de un héroe, revelaciones angelicales o las lides características de los romances caballerescos.

La siguiente parte de la estoria se centra ya por completo en el personaje del Caballero del Cisne y sus aventuras. En una barca conducida por su hermano cisne y la providencia divina, Popleo abandona las tierras paternas, cruza el mar y se adentra Rin arriba en el reino de Alemania, que se encuentra bajo el gobierno del emperador Otón (Otas en el manuscrito, Otto en el impreso). Popleo desembarca, proveniente del oriente, en la ciudad de Nimaya, donde a la sazón tiene su corte el emperador. Allí, el Caballero del Cisne se enfrenta a un grupo de nobles traidores, se casa con la duquesa de Bouillón y engendra a una hija, Ida, futura madre de Godofredo. En lo que respecta a la llegada del héroe misterioso, el tabú que oculta su identidad y su proveniencia, la unión con una mujer local para concebir a una hija o un hijo extraordinarios y, finalmente, la partida a causa de la transgresión del tabú, esta sección de la estoria se estructura de acuerdo con el patrón folklórico de los relatos de cónyuges maravillosos, si bien combinado con una segunda trama de índole caballeresca centrada en la figura del héroe salvador, con la que el primer patrón se entrelaza e hibrida.10

Isonberta, Popleo -y luego, ya fuera de los límites de la estoria, Ida y Godofredo- protagonizan, cada uno a su turno, una serie de acontecimientos que ponen a prueba, y por eso mismo evidencian, la virtud del linaje, en diferentes escenarios. Existe una vinculación estrecha entre la diversa construcción de estos espacios y el tipo de peripecias que en cada caso atraviesan los personajes. En los apartados siguientes se abordarán el modo en que se presenta y caracteriza cada uno de estos espacios, la manera en que se enlazan unos con otros y la progresión que se establece entre ellos.

El viaje de Isonberta: del Otro Mundo de los orígenes a la heterotopía del cuento folklórico maravilloso

El comienzo del linaje y de su trayectoria singular se pierde en las brumas inciertas de los orígenes. Isonberta proviene de “una tierra que es allén la mar, en la partida de Asia” (I, 81), es decir, un reino lejano e innominado, vagamente emplazado en las tierras mal conocidas del Oriente. Desde allí, la infanta arriba al condado genéricamente europeo de Eustacio, donde se encuentra la ignota ciudad de Portemisa. La ausencia de un nombre para el condado, así como para el reino al que pertenece, evidencia el carácter ficticio de ambos: imaginarios, convencionales, genéricos; el topónimo de Portemisa, de imprecisa reminiscencia mediterránea, apenas ancla el territorio en una zona difusa, al occidente de aquel mar. El condado se rige por creencias, costumbres y leyes presentadas por la narración como vetustas y crueles, como es la condena a muerte de cualquier mujer que tenga un parto múltiple, por considerarlo producto cierto de un adulterio. Esta circunstancia, unida al abuso de los poderosos (encarnado en la figura de la condesa Ginesa), da lugar a injusticias que sólo un linaje providencial, elegido por Dios, podrá combatir y rectificar.

El viaje inicial realizado por Isonberta ofrece rasgos propios del imaginario medieval del Otro Mundo:11 una barrera acuática separa el reino remoto, misterioso y distante, de las tierras conocidas o, cuanto menos, más reconocibles (por estar configuradas según parámetros relativamente próximos a los de la experiencia y las expectativas de lo cotidiano del público receptor); el traslado entre ambos espacios se realiza a bordo de una barca sin guía ni timón. La evocación del tópico del Otro Mundo, si bien constituye un añadido relativamente tardío en la evolución medieval del cuento de “Los niños cisnes”, se aviene bien a la naturaleza originariamente feérica del personaje de Isonberta: versiones más primitivas de la historia, como el cuento enmarcado incluido en el Dolopathos o De rege et septem sapientibus de Johannes de Alta Silva (73-79) o el poema francés conocido como “Elioxe” (37, verso 1635), presentan explícitamente al personaje como un hada de atributos maravillosos. Tal como ha señalado Rafael Ramos, la crónica castellana elide y, en gran medida, disimula esta condición, en su tendencia a atenuar el componente fantástico de la narración, tornarla más verosímil y adecuarla a un marco cronístico de pretensiones históricas (“Folclore e historiografía”, especialmente 481-485).

Para poder incorporar este material de origen folklórico a su entramado y sus aspiraciones de rigor histórico, uno de los procedimientos a los que recurre la escritura cronística es el de la localización: la inscripción de los sucesos narrados en el espacio geográfico, de manera tal de situarlos en el mismo mundo reconocible en el que tienen lugar las expediciones cruzadas.12 Así, el Otro Mundo en el que hunde sus raíces el linaje extraordinario se emplaza en el continente asiático, distante, exótico y mayormente desconocido. Este emplazamiento se realiza, por otra parte, en términos sumamente vagos: el relato apenas se refiere a “una tierra” “en la partida de Asia”, un reino sin nombre del que sólo sabemos que a la sazón era gobernado por un rey llamado Popleo y su esposa Gisanca (I, 81). Por otra parte, el destino final del viaje del hada (la infanta Isonberta, en el relato castellano) se sitúa en un condado impreciso pero indudablemente más próximo, no sólo por su localización sugerida, sino también porque aparece representado con una fisonomía -si bien apenas-más detallada, y afín a la del occidente europeo tardomedieval. Se conjugan, así, mayor proximidad geográfica y cultural.

En este lugar se combinan la alteridad y el reconocimiento especular que es capaz de proveer la ficción. El condado gobernado por Eustacio y Ginesa funciona como una heterotopía: un espacio en el que las cosas son de alguna manera diferentes, y que a la vez refleja y trastrueca el orden sociocultural dentro del que se enmarca (por partida doble: el orden del mundo ficcional y el orden del ámbito de primera producción y circulación del texto, la Castilla del siglo XIII y comienzos del XIV, con respecto a los cuales se delinea y distingue el condado de Eustacio).13 Allí y “en esse tiempo” (I, 87), por calumnias y presunciones erróneas, las mujeres son inculpadas y castigadas con la muerte. La creencia infundada que hace de los embarazos múltiples prueba de adulterio, convertida en ley, habilita la persecución de mujeres inocentes y virtuosas, como Isonberta. El mecanismo de distanciamiento es doble: los hechos se sitúan en un tiempo remoto (in illo tempore) y un condado lejano e incierto, bajo el signo de lo ajeno y lo exótico. Y sin embargo, como ha sugerido Fernando Gómez Redondo, esos sucesos pueden ser leídos como una imagen clara de los padecimientos de la reina castellana, María de Molina,14 lo que promueve la asimilación entre el ámbito ficcional y el de circulación primaria del texto. La trama de calumnias, persecución de la virtud y restauración final de la justicia que se desenvuelve en el condado ignoto, en torno a Isonberta, la esposa falsamente acusada y perseguida, y su linaje, suscitaría por un juego de correspondencias relaciones de identificación y ecos de reconocimiento en los entornos cortesanos de Sancho IV y Fernando IV, reforzando por una vía adicional el efecto de aproximación geográfica y sociocultural antes destacado.

Con la excepción de la creencia concerniente a los partos múltiples y el adulterio, y la condena a muerte a la que conduce, las instituciones del condado ficticio son similares a las del occidente europeo. Las bodas se celebran según la ley de Roma, hay un rey y vasallos, se realizan cortes y lides caballerescas, la guerra contra los moros permite acrecentar las tierras.15 El espacio, por otra parte, se presenta de forma sucinta, sin precisar detalles ni rasgos singulares. Los elementos que lo constituyen se introducen y yuxtaponen según un criterio estrictamente funcional, apenas nombrados: el monte de caza desierto donde el conde descubre a su futura esposa; la ciudad en la que moran; el castillo apartado donde se retira Ginesa, identificado con el nombre convencional de Castiel Fuerte y convenientemente situado a la vera del camino que debe atravesar el mensajero que transporta las cartas entre los esposos (lo que permitirá que la condesa pueda interceptarlas y reemplazarlas por otras); la villa en la que Eustacio es apostado como frontero (Ançiaono en el manuscrito, Ancisona en el impreso); el paraje desierto donde los niños son abandonados y criados por el ermitaño, lindero con el lago al que se retiran una vez transformados en cisnes; el portal de la iglesia en el que se le manifiesta el ángel a Popleo; el campo de la lid; la iglesia en la que el ermitaño reza por el resultado del combate; el mar a través del cual arribó Isonberta y por el que se marchan Popleo y su hermano cisne, para remontar diversos ríos y cumplir sus misiones providenciales. No hay desarrollo de descripciones ni pormenores. Cada escenario está ligado de manera indisociable a los sucesos que tienen lugar en él y está determinado por estos; no sorprende, por lo tanto, el carácter más bien tópico de la lista.

La manera en que se compone y presenta este espacio estilizado e irreal se corresponde con los usos propios de los cuentos folklóricos maravillosos:16 relatos vinculados con la oralidad, en los que se privilegia la acción por sobre la descripción, y entre cuyos atributos estilísticos y estructurales más notables se cuentan la rapidez, la economía, la concisión, la eficacia narrativa.17 La serie de escenarios que compone este espacio responde, en sus líneas generales, a motivos característicos de este tipo de cuentos, lo que redunda en la naturaleza convencional del conjunto. Como es esperable, la serie se actualiza en variantes reconociblemente medievales; así, por ejemplo, el genérico “lugar apartado y humilde” donde en tantos relatos de raíces tradicionales son recogidos y criados los niños tras su abandono se configura aquí como una ermita.

Al repertorio de escenarios tópicos de las narraciones folklóricas maravillosas se añaden otros propios del romance caballeresco, la hagiografía y la épica, debido a la impronta que tienen estas tradiciones narrativas en este tramo de la estoria. Así, el personaje del hijo defensor y restaurador de la honra materna introduce en la narración, a través de su desempeño como caballero, secuencias y otros elementos relativos a las aventuras de ese género, entre ellos los espacios en los que se desenvuelven característicamente.18 Pueden identificarse como parte de este subgrupo el campo en el que Popleo lidia por su madre o la iglesia donde el ermitaño ora por su victoria. Vinculado con la formación de la identidad caballeresca se encuentra también el portal en el que se le manifiesta a Popleo el ángel, para anunciarle la gracia de Dios (un tópico habitual en las hagiografías, difundido asimismo en otras especies de relatos -por ejemplo, en el Poema de mio Cid-). Estos espacios y los sucesos que tienen lugar en ellos se articulan con los otros, como producto de la hibridación y contaminación de tradiciones de las que surge la estoria del Caballero del Cisne.

El viaje de Popleo: de las tierras misteriosas del tabú al mapa tensionado del relato caballeresco

El viaje que emprende el Caballero del Cisne junto a su hermano ave tiene como punto de partida el que fuera el punto de llegada del viaje de la madre de ambos. Una vez más, se reiteran la barrera acuática y la barca sin otro gobierno que los designios de Dios. Pero en este segundo tramo, debido al encadenamiento de los dos relatos, se producen en la configuración simbólica del espacio un desplazamiento y una resignificación, resultado directo de ese corrimiento: el condado de Eustacio, que en la historia de Isonberta funcionaba como el término del viaje ultramundano de la esposa maravillosa y parte reconocible de este mundo, funciona en esta sección como punto de partida del viaje de Popleo y se reconfigura, en consecuencia, como origen remoto y misterioso del cónyuge encantado, velado por el tabú.19

En este tramo, que tiene como núcleo las aventuras del Caballero del Cisne en Alemania, se entrelazan, como ya se mencionó, el patrón folklórico de los cuentos de cónyuges maravillosos y una trama de naturaleza caballeresca. Debido a esta conjunción, Popleo desempeña la doble función de esposo encantado y de campeón justiciero y virtuoso, protector de viudas y huérfanas y servidor fiel del emperador. A esta fusión se añade una dimensión adicional: la leyenda linajística articula de manera directa esta estructura narrativa con el relato centrado en personajes y sucesos históricos y documentados (Ida de Lorena, a quien la crónica presenta como hija del Caballero del Cisne, contraerá matrimonio con Eustaquio II de Boulogne y de esta unión nacerán Godofredo de Bouillón y sus hermanos). Esta hibridación tan peculiar entre cuento maravilloso, romance caballeresco y crónica histórica -dirección, esta última, en la que avanza el relato- se expresa en la construcción del espacio narrativo.

En lo que respecta a la dimensión espacial, el patrón narrativo de los cuentos de esposos encantados o maravillosos (tipos 400-449 en el sistema clasificatorio propuesto por Aarne y Thompson en The Types of the Folktale, relativos a “Parientes -esposas o esposos- sobrenaturales o encantados”20) implica la contraposición fundamental entre unas tierras distantes y desconocidas, extrañas, sumidas en el misterio y el secreto del tabú, de las que proviene el amante encantado, y las tierras a las que arriba para unirse a un o una mortal. Estas tierras se configuran, por oposición, como sucedáneas del mundo cotidiano ordinario. En la estoria del Caballero del Cisne, las dos funciones espaciales se asignan al condado de Eustacio y el Sacro Imperio Romano Germánico respectivamente: las tierras “de allá”, de las que la esposa y sus coterráneos nada saben, y las tierras “de acá”, concebidas en términos más próximos y familiares.

A esa estructura folklórica básica se añaden secuencias y motivos propios de los relatos tradicionales de héroes salvadores y pruebas matrimoniales. Sin embargo, en esta segunda sección del relato linajístico lo que se impone y prevalece es el imaginario caballeresco:

Además de tener una estructura típicamente caballeresca, la segunda parte de la vida del Caballero del Cisne tiene un estilo marcadamente caballeresco. Así, en ella hay detalles que recuerdan los de Zifar. (González, La tercera crónica, 59)

El relato de la salvación de Beatriz es, pues, literatura caballeresca por excelencia, ya que presenta la misma estructura y el mismo estilo que las novelas de caballerías hispánicas en las que, sin duda, influyó. El aire caballeresco de las aventuras del Caballero del Cisne procede, pues, del relato de la salvación de Beatriz, que es un episodio plenamente caballeresco. (González, La tercera crónica, 60)

La estructura general, el tipo de secuencias dominantes, las funciones que desempeñan los personajes en este segundo tramo son característicos de la ficción caballeresca. Así, mientras que en la primera parte de la estoria, centrada en las desventuras de Isonberta, la infancia y las mocedades de Popleo, imperan el imaginario, el mundo narrativo, los recursos y los tópicos propios de los cuentos folklóricos maravillosos, y dentro de este marco general pueden advertirse improntas de, o confluencias con, el romance caballeresco, la épica y la hagiografía, aquí las proporciones se modifican, y en el seno de un relato eminentemente caballeresco se incluyen elementos vinculados con otros géneros y tradiciones: las narraciones maravillosas del folklore, la épica, el vasto y pluriforme caudal de relaciones milagrosas. La articulación directa de este tramo final de la estoria con el recuento de los sucesos históricos le imprime, por otra parte, una orientación particular: el romance caballeresco se proyecta sobre la historia y los escenarios de uno y otra se superponen y confunden.

Popleo desembarca en las orillas del río Rin, en las proximidades de la ciudad de Nimaya (más tarde conocida como Maenza, se puntualiza), donde tiene su corte el emperador de Alemania.21 La geografía es ya, finalmente, la geografía concreta y reconocible del mundo bajomedieval, erizada de conflictos vasalláticos, intranobiliarios, interestamentales, religiosos: vasallos poderosos que desafían la autoridad de sus señores naturales, nobles que arrastrados por la soberbia y la codicia actúan contra derecho y toman por la fuerza lo que no les corresponde, abusos contra los más débiles (encarnados, por excelencia, en los huérfanos y las mujeres), venganzas sangrientas, traiciones, mentiras, herejías y la amenaza -urgente, en tiempos de cruzadas- de la proliferación de deserciones para convertirse al bando musulmán y engrosar las filas del diablo. Se completa, con este nuevo eslabón, una progresión nítida en la naturaleza y la localización de los sucesivos escenarios en que se forja la genealogía de Godofredo: de la tierra imprecisa “allén la mar, en la partida de Asia” (I, 81) de donde es originaria Isonberta, al condado genérico y difuso de Eustacio y, por último, los contornos ciertos del imperio, el centro del Occidente cristiano, con sus conflictos y sus potencialidades reconocibles.22

Respecto de este nuevo espacio que se delimita en la estoria, Lliteras señala:

A partir de este momento, la geografía textual se hace también definida y precisa, […] lo cual añade realismo y verosimilitud al relato. Frente a la indeterminación temporal y geográfica de la primera parte […] la súbita determinación de la segunda parte no puede ser casual. Es necesario preguntarse el porqué de tal cambio y cuál es su funcionalidad en la obra. (“La cronología temporal”, 171)

Del análisis que realiza la autora, centrado en el aspecto temporal, puede extrapolarse por medio de un paralelismo una primera respuesta al interrogante en lo que atañe a la dimensión espacial: al igual que la cronología, la transformación paulatina del espacio cumple una función estructurante, ya que contribuye a ajustar y ligar la estoria del Caballero del Cisne al macrotexto que la contiene (la crónica); asimismo, puede considerarse “uno de los medios que utiliza el autor para transformar la leyenda del [Caballero del Cisne] en supuesta historia verdadera” (Lliteras, “La cronología temporal”). A esto cabe añadir una consideración adicional en virtud del análisis propuesto en estas páginas: la transformación del espacio acompaña a la transformación progresiva de la leyenda linajística, conforme van mutando los modelos genéricos e intertextuales, los códigos, los recursos, los tópicos y los motivos dominantes en cada sección del relato.

En este tramo de la estoria genealógica abundan los topónimos puntuales: a los ya mencionados Rin y Nimaya, se suman Sajonia, Bouillón, Lorena, Boulogne, Anibay, Bayneta, Ostoriza, Suabia, Colona, Espira, Lonbros, Lembrot, Namur, Atines de Monte Orín, Castiel Melesiente, Castillo Esforado, Castillo Montester, Monbrir, Grimaisa, Hungría, Ribera, San Floreinte, villa Conleza, los ríos Donoa y Carca, Cablenza, Sandrón, Moç, Lona, Castillo de Rocabrisa, Falisa, Tabor, Clarmonte, Fecha Bronia, Corneja, Tuiges, San Fernerio, Baviera, Flandes, Cambray.23 Estos nombres se asocian a sucesos y personajes concretos, ligados con la esfera del imaginario y los intereses caballerescos: batallas, lides, caminos, duques y condes enfrentados por intereses opuestos y conflictos armados, lazos de lealtad y vasallaje, represalias, matanzas, asaltos, sitios, incendios, palacios, villas, aldeas, secuestros, entrevistas, torneos, bodas, cortes, consejos, ceremonias imperiales, nobiliarias o religiosas, las incumbencias de obispados, iglesias, monasterios… La trama se complejiza; el juego de fuerzas y actores diversos que conforman la sociedad feudal se plasma en el espacio y la narración evoca un territorio indisociable de los sucesos históricos, de los que es a la vez soporte y efecto, ya que los hechos, a su vez, lo moldean y determinan. La organización y subdivisión política y eclesiástica, las sepulturas individuales y colectivas, los edificios, las ruinas, los monumentos, los propios topónimos, etc., son la inscripción sensible de esa historia en desarrollo.

Los escenarios y las relaciones espaciales característicos de los romances caballerescos y de ciertas estructuras folklóricas se sobreimprimen, así, sobre un territorio pormenorizado, construido con relativa rigurosidad, que se pretende la representación fiel del mundo real y reconocible. La proliferación de topónimos refuerza ese efecto de veracidad y precisión que se intenta evocar.

La trayectoria del linaje y el regreso a los orígenes

Los dos viajes encadenados de Isonberta y Popleo cubren, en el lapso de dos generaciones, la distancia que va desde los reinos más remotos del folklore, situados difusamente por la crónica más allá de las brumas marinas y amparados por el desconocimiento que envuelve e irrealiza en el imaginario medieval las tierras de Oriente, a la geografía concreta de este mundo: la ribera del Rin, Nimaya, Alemania, el corazón del imperio en Europa. Entre estos dos extremos se sitúa la locación intermedia donde nace y se cría el Caballero del Cisne: el condado ficticio de Eustacio, que preserva los orígenes del héroe en el misterio de lo inaccesible, pero los enmarca al mismo tiempo en un ámbito caracterizado por rasgos y circunstancias vagamente familiares, que lo aproximan a sus receptores.

El itinerario familiar se desenvuelve, de manera paralela, en el plano de las tradiciones narrativas y en el del espacio tal como lo concibe y organiza la representación medieval del mundo. El trayecto que va del cuento folklórico maravilloso a la ficción caballeresca y a su proyección en la escritura de la historia (en la que la leyenda caballeresca se inscribe como un ideal, que opera como modelo y medida de los accionares ulteriores), se traza como un desplazamiento desde los extremos orientales de la tierra al centro político de la cristiandad latina, desgarrada por conflictos políticos y religiosos apremiantes. El viaje emprendido por Isonberta y continuado por sus descendientes enlaza materiales narrativos de diversos géneros y tradiciones, con sus motivos y espacios característicos, y locaciones situadas con mayor o menor precisión pero indefectiblemente ubicadas en este mundo, y ordena a unas y otras según una lógica progresiva. El reino lejano del folklore se sitúa en una Asia de evocación imprecisa; la persecución de la esposa inocente, las metamorfosis milagrosas y la lid caballeresca que restituye la justicia se ubican en el condado innominado, pero más próximo, en el que el cuento maravilloso se fusiona con la ficción caballeresca; por último, el ideal caballeresco -impulsado por los patrones folklóricos combinados del cónyuge maravilloso y el héroe salvador- se desarrolla y fusiona con los conflictos de la historia en la geografía concreta del imperio. A la par que se produce la mutación genérica del relato, el espacio narrativo se transforma, adquiere otros rasgos, cambia el modo en que es presentado y construido.

La trayectoria del linaje no termina en las tierras de Alemania. Del matrimonio del Caballero del Cisne y Beatriz nace una hija prodigiosa, Ida. La niña crece a una velocidad descomunal, que duplica la habitual en las muchachas corrientes; es sumamente bella, sensata y virtuosa, por lo que tanto su aspecto como su forma de expresarse resultan maravillosos y causan admiración. Ella representa la tercera generación de esta familia; su historia, que recibe un desarrollo mucho más escueto que las de sus antepasados, funciona como coda de la estoria del Caballero del Cisne y enlace necesario con la siguiente macrosecuencia narrativa, las mocedades de Godofredo. La estirpe y los atributos extraordinarios hacen de Ida el anteúltimo eslabón de la genealogía providencial que culmina, según el recorrido que traza la crónica, en su hijo Godofredo de Bouillón, llamado a ser el primer rey cristiano de Jerusalén.

Según el relato distorsionado de la GCU, de las bodas de Ida nacen cuatro hijos, de los cuales Godofredo es el primogénito. Los hermanos mayores prolongan el viaje iniciado tres generaciones atrás por su bisabuela y lo extienden hacia un nuevo horizonte: la ciudad santa en Ultramar, caída en manos de los musulmanes como consecuencia de los pecados y los conflictos de la cristiandad. Este último tramo del viaje linajístico se inicia luego de la conclusión de la estoria del Caballero del Cisne, y se enmarca en la expedición cruzada: el periplo trasciende su carácter individual y familiar para volverse colectivo. Obedece a una lógica, a la vez, lineal (ya que se inscribe en el ordenamiento progresivo que ordena la sucesión de las generaciones, los materiales narrativos a través de los que se relatan sus historias y los espacios que atraviesan) y circular: Isonberta provenía de las tierras asiáticas al otro lado del mar, y es allí donde regresan sus bisnietos, para reconquistar a través de la virtud de su linaje lo que legítimamente les pertenece, a ellos y a todos los cristianos. El círculo que dibuja el viaje transgeneracional refuerza así la concepción de las cruzadas como una empresa de recuperación de la Jerusalén sagrada, tal como promueven las prédicas papales desde el Concilio de Clermont en adelante. A través de la articulación de la estoria del Caballero del Cisne y la crónica mayor en la que se inserta, la expedición en la que se embarca Godofredo junto con el resto de los cruzados se presenta pues como la culminación de la travesía genealógica iniciada por sus antepasados, bendecida por los valores caballerescos, religiosos y providenciales que marcan la identidad del linaje.

Godofredo muere poco después de ser coronado rey de Jerusalén. Lo sucede su hermano, que no encarna el ideal del caballero cristiano tan perfectamente como él. Una vez que la estirpe del Caballero del Cisne es desplazada del trono y sus ocupantes se apartan, cada vez más, del modelo de conducta virtuoso establecido por el héroe de la leyenda, la debacle de las fuerzas cruzadas se acelera y una nueva pérdida de la ciudad santa en manos de los musulmanes se vuelve inevitable. Para entonces, el viaje familiar iniciado por Isonberta ha concluido.

Conclusiones

El periplo linajístico comenzado en la estoria del Caballero del Cisne por el viaje de Isonberta se prolonga y concluye en la historia que se trama en el marco más amplio de la crónica. Articula, como se intentó demostrar, una sucesión de materiales narrativos y espacios diferenciados, organizados según una lógica progresiva. Por un lado, desde el cuento maravilloso al romance caballeresco y la escritura cronística (que se ordenan en una serie en la que cada género continúa y absorbe a sus antecesores y conserva rasgos y procedimientos de ellos, en un afianzamiento paulatino); y, en paralelo, desde los márgenes inciertos del mundo al centro del imperio y, finalmente, Jerusalén, el corazón mítico de la cristiandad, donde se escenifica más que en ningún otro sitio la crisis profunda que la atraviesa. El ideal caballeresco que encarna a la perfección el Caballero del Cisne se proyecta sobre la secuencia entera: en los tramos iniciales de la estoria, a través de sus primeras hazañas, que posibilitan que se restablezcan la verdad y la justicia; luego de su desaparición, como origen legendario del linaje virtuoso destinado a conquistar la ciudad santa y modelo a imitar por los cruzados.

La lógica progresiva descripta permite integrar dentro del vasto universo cronístico mundos ficcionales diversos, de raíces o resonancias folklóricas, romancísticas, épicas y hagiográficas, que no sólo añaden un atractivo innegable para sus contemporáneos; sobre todo, en esos ámbitos ficcionales se cifran algunas de las claves interpretativas fundamentales que imprimen su sentido al relato histórico mayor. La trayectoria que trazan los antepasados de Godofredo pone en continuidad estos distintos ámbitos y difumina las fronteras entre ellos. Gómez Redondo ha señalado que, en el nuevo equilibrio que plantea la GCU, “la historiografía se disuelve en la ficción, apoyándose en sus núcleos narrativos” (Historia de la prosa, I, 1056); José Manuel Querol Sanz, que la inclusión de la macrosecuencia del Caballero del Cisne produce una evidente deshistorización de Godofredo y la crónica entera (Cruzadas y literatura, especialmente 55-56). El mundo folklórico, feérico y caballeresco de la estoria se proyecta sobre el resto del relato y lo ilumina con sus valores; la ficción completa, vuelve comprensible y da sentido a los hechos de la historia. Para que esto sea posible, antes debió ser asimilada al universo macro que la contiene: la localización, la progresión espacial, la mutación narrativa paulatina son algunos de los procedimientos por los que se efectúa esta asimilación.

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1 En su análisis, Lliteras destaca que en la compilación castellana se evidencia una voluntad de integración y unificación de la secuencia del Caballero del Cisne en la narración macrotextual, principalmente por medio de cuatro técnicas estructurales: la cronología temporal, la anticipación, los reenvíos o referencias textuales al Caballero del Cisne una vez finalizado este relato y el establecimiento de una serie de paralelismos entre el Caballero del Cisne y Godofredo. Su exposición se centra en el primero de los procedimientos mencionados.
2 Los testimonios conservados no permiten definir con certeza si el texto es producto de un trabajo de compilación y redacción llevado a cabo en el ámbito castellano o en qué medida se trata de la traducción de una compilación anterior, compuesta en lengua francesa. Me refiero a “los autores”, en plural, de modo convencional.
3 En la Historia rerum in partibus transmarinis gestarum de Guillermo de Tiro, compuesta entre 1170 y 1184, ya se encuentra una referencia, si bien tangencial y escéptica, a la creencia —según se dice, popular— que vinculaba a la familia de Bouillón con el Caballero del Cisne: “Praeterimus denique studiose, licet id verum fuisse plurimorum astruat narratio, Cygni fabulam, unde vulgo dicitur sementivam eis fuisse originem; eo quod a vero videatur deficere talis assertio” (Libro IX, capítulo 6, col. 438).
4 En el impreso de Salamanca, la estoria del Caballero del Cisne se inserta a partir del capítulo XLVII, encabezada por unas líneas que marcan con claridad su inicio y anticipan a grandes rasgos el argumento del relato. Su desenlace, por otra parte, se funde con el relato de la concepción y las mocedades de Godofredo de Bouillón, por lo que ha sido fijado de manera divergente por distintos editores y críticos. Desde la lógica narrativa interna, puede considerarse como conclusión de la estoria el capítulo CXLII, en el que se narra el casamiento de Ida y el conde de Boloña, cuya celebración señala el cumplimiento de la profecía que le comunicara el ángel a Beatriz en la noche de sus bodas con el Caballero del Cisne. Lo que sigue a continuación pertenece ya a otra secuencia narrativa. Coincido en este punto con los análisis de Lliteras (“El Cavallero del Cisne”, “La cronología temporal”) y Gómez Redondo (Historia de la prosa).
5 Con ciertas excepciones: la materia carolingia, por ejemplo, se habría interpolado más tardíamente, hacia 1390, según ha propuesto Bautista (“Sobre la materia carolingia”, “La composición”).
6 Salvo que se indique lo contrario, las citas de la gcu estarán tomadas de esta edición, basada en el impreso. Por este motivo, en las citas subsiguientes que se hagan de esta edición sólo se indicarán los números de tomo y página correspondientes.
7 Sobre las versiones francesas medievales de este cuento y su antigüedad relativa, es fundamental Paris, “La Naissance”.
8 Son secuencias y motivos característicos de este tipo folklórico: grupos de siete hermanos, de los cuales seis sufren la metamorfosis y el o la restante será quien los rescate; la transformación en cisnes; la huida de los hermanos transformados en aves; la madre calumniada; el robo de los niños; la amenaza de ejecución; el desencantamiento; la manifestación mágica que prueba la inocencia de la mujer calumniada e impide su ejecución (Aarne y Thompson, The Types of the Folktale, 153-154). Adviértase que, en la estoria del Caballero del Cisne, este último motivo se reelabora en la intervención providencial del caballero señalado por Dios: el milagro y la protección divina a través de quien se erige como su campeón sustituyen a la magia.
10 Cristina González (La tercera crónica, 58-64) analiza estas dos estructuras (a las que llama “de héroes salvadores” y “de esposos animales”) y sus elementos característicos, y señala que en las aventuras del Caballero del Cisne se encuentran coordinadas de manera sucesiva. Considero, sin embargo, que una y otra se combinan de un modo más complejo, entrelazadas, con predominancia de una u otra en distintos segmentos.
11 Sobre este tópico, ver el clásico estudio de Patch, El otro mundo.
12 Otros procedimientos afines en este sentido son la integración temporal ya mencionada, analizada por Lliteras (“La cronología temporal”); la racionalización (de acuerdo con las categorías propias del pensamiento medieval, lo que a menudo consiste en una cristianización); la atenuación de lo maravilloso. Los recursos de la cronología y la localización se aprovechan para construir un universo narrativo único y coherente en términos espaciotemporales, a pesar de la diversidad de los materiales compilados; junto a la racionalización y la atenuación de lo maravilloso contribuyen asimismo a dotar de una mayor verosimilitud histórica al conjunto.
13 El concepto de heterotopía fue formulado por Michel Foucault: “Il y a également, et ceci probablement dans toute culture, dans toute civilisation, des lieux réels, des lieux effectifs, des lieux qui sont dessinés dans l’institution même de la société, et qui sont des sortes de contre-emplacements, sortes d’utopies effectivement réalisées dans lesquelles tous les autres emplacements réels que l’on peut trouver à l’intérieur de la culture sont à la fois représentés, contestés et inversés, des sortes de lieux qui sont hors de tous les lieux, bien que pourtant ils soient effectivement localisables. Ces lieux, parce qu’ils sont absolument autres que tous les emplacements qu’ils reflètent et dont ils parlent, je les appellerai par opposition aux utopies, les hétérotopies” (“Des espaces autres”, 15). Lo extrapolo aquí, como se ha hecho en otras ocasiones, al ámbito del análisis de la ficción y los mundos posibles que propone.
14 Gómez Redondo ha llamado la atención sobre la vitalidad del tópico de la inocente perseguida en la producción literaria del periodo, que estaría funcionando como una figuración de los padecimientos de la reina, y caracterizado el molinismo como, sobre todo, “un ambicioso marco de recepción” (“Doña María de Molina”, 31). Véanse también, en esta dirección, sus consideraciones sobre la estoria del Caballero del Cisne en su Historia de la prosa, especialmente I, 1037-8, 1055 y sigs.
15 Al respecto, existe una diferencia, pequeña pero notable, entre el testimonio del manuscrito y el del impreso. En este último, se desprende que el reino en el que se encuentra Portemisa limita con tierra de moros, y se especifica que la guerra se libra contra ellos: “E el Rey púsole por frontero [al conde Eustacio], en un lugar de moros, todos los XVI años” (I, 87). Se siembra así una doble correspondencia: con el espíritu de cruzada, por un lado, y con la realidad hispánica, por el otro. La formulación del manuscrito es distinta: “E el rey púsole por frontero en un logar do moró todos los dies e seis años” (La leyenda el Caballero del Cisne, 22). Ambos destacados me pertenecen. La divergencia probablemente puede ser atribuida a una mala lectura en la línea de la que proviene el impreso; no por eso deja de resultar significativa.
16 Remito a la caracterización clásica de Stith Thompson: los cuentos folklóricos son relatos tradicionales, transmitidos de generación en generación, cuya variante maravillosa (Märchen) “is a tale of some length involving a succession of motifs or episodes. It moves in an unreal world without definite locality or definite characters and is filled with the marvelous” (The Folktale, 8); el destacado me pertenece.
17 Italo Calvino pone de relieve estas propiedades al destacar el cuento folklórico como un exponente del valor estético de la rapidez en la literatura (Lezioni americane, 43-45).
18 Refiriéndose a los relatos castellanos basados en el motivo de las inocentes difamadas por falsa acusación, Isabel Lozano-Renieblas observa: “El desplazamiento de las aventuras hacia el hijo es un rasgo de impronta caballeresca, tanto por la tendencia de las novelas de caballerías a formar ciclos como por el carácter mismo de las aventuras, que se aleja de la actitud pasiva y resignada de los trabajos que han de padecer los protagonistas en las novelas de aventuras” (Novelas de aventuras medievales, 138-139). Desde una perspectiva complementaria, César Domínguez analiza el tratamiento que recibe en la estoria del Caballero del Cisne la secuencia difamatoria y su resolución a través de una ordalía como típicos de la ficción caballeresca (“ ‘De aquel pecado…’ ”).
19 Este mecanismo de desplazamiento y resignificación fue señalado en Alcatena, “Viajeros de tierras extrañas”. Retomo parcialmente en estas líneas el análisis expuesto en aquel artículo por estar directamente relacionado con el asunto de este.
20 En Alcatena, “Viajeros de tierras extrañas”, se analizan las historias de Isonberta y su hijo en la Gran conquista a la luz de este patrón folklórico, poniendo de relieve cómo se actualizan en cada caso sus elementos característicos. Desde una perspectiva afín, González, en La tercera crónica, 60-64, asimila esta sección de las aventuras del Caballero del Cisne al grupo de relatos folklóricos de esposos animales, tal como son abordados por Vladimir Propp.
21 Vosters señala que el nombre Nimaya es una hispanización de Nimaie, al que a su vez considera una probable deformación de Numaga, el nombre mediolatino de Nimega (Los Países Bajos, 82 y sigs.). El palacio de la ciudad de Nimega fue utilizado a menudo como residencia pasajera por los reyes de Alemania durante el siglo x y hasta 1047, cuando un grupo de nobles lo incendió en una revuelta contra el rey (suceso que podría tener su eco distorsionado en el incendio maravilloso referido en la estoria).
22 Es notable que se detalle una fecha precisa para la llegada del Caballero del Cisne a Alemania: 1035. De esta manera, en el plano temporal se establece una progresión análoga a la que se traza en el plano espacial: del tiempo vago e incierto del cuento folklórico (en que se desarrollan las desventuras de Isonberta y sus hijos cisnes) a la coordenada histórica concreta, tal como ha puesto de relieve Lliteras (“La cronología temporal”). El procedimiento de la localización, progresivamente más definida, cumple una función análoga y opera a través de una lógica semejante, pero en la dimensión complementaria del espacio.
23 A menudo, la grafía de estos nombres oscila en los dos testimonios e incluso dentro de cada uno de ellos. En pos de la simplicidad expositiva, unifico los nombres que se presentan como equivalentes optando por alguna de las variantes ofrecidas, y modernizo la grafía en los casos en que la correspondencia con un nombre actual parece clara.