Publicado 2022-06-06
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Derechos de autor 2022 Medievalia
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0.
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La fama del Cid ha experimentado un auge en los últimos años cuyo punto de partida se halla en la exposición “Dos españoles en la historia: el Cid y Ramón Menéndez Pidal” que acogió la Biblioteca Nacional de España en 2019. La insigne institución, junto con la Fundación Menéndez Pidal, permitió al gran público descubrir el legado de don Ramón, a menudo ignoto más allá del ámbito académico. Para ello, dicha muestra recorría la vida del maestro con imágenes y objetos, tales como libretas y fichas con anotaciones de su puño y letra, así como algunas de sus obras más insignes. Pero, sin duda, la joya que atrajo la atención de público y medios fue el famoso manuscrito único o “Códice de Vivar” en que se conserva el Cantar de mio Cid y que, en excepcional ocasión, fue expuesto bajo estrictas condiciones de seguridad durante las primeras semanas.
Muy pocos meses después de la inauguración de este homenaje a don Ramón, otro famoso académico de la lengua y prolífico autor, don Arturo Pérez-Reverte, publicó Sidi, novela donde presenta su visión del Campeador. La obra, como no podía ser de otro modo, supuso un nuevo éxito de ventas para su autor, pero también consolidó el resurgir del héroe, que recibiría más impulso con el estreno de la serie El Cid (Amazon). Aunque no aspira a ser una biografía real de Rodrigo Díaz -de hecho, ha recibido múltiples críticas por sus licencias-, lo cierto es que la serie ha difundido la figura del vivareño a escala global, sobre todo entre un público muy joven para quien el héroe castellano era prácticamente un desconocido.
Nos encontramos, en resumen, ante la enésima resurrección del Cid, que ha batallado después de muerto durante siglos gracias a los autores que supieron adaptar no sólo su figura, sino también el discurso, a su propia época. Este enfoque no se tiene en cuenta a menudo, pero conviene destacarlo: Rodrigo no sólo se adapta a los gustos de cada público, sino que ese mismo público exige al autor que utilice el género literario más acorde, siempre de rápida difusión y sin excesivas exigencias intelectuales: en la Edad Media, los cantares de gesta de los juglares (Cantar de Mio Cid); en el Siglo de Oro, el teatro (Mocedades del Cid, de Guillén de Castro); en los años 60 del pasado siglo, las grandes superproducciones norteamericanas (El Cid, de Anthony Mann); en el siglo xxi, con la irrupción de internet, en forma de serie para una plataforma digital (El Cid, accesible en Amazon Prime). En todos los casos, fijémonos, estamos ante variantes de la literatura oral, pues ninguna de estas manifestaciones requiere de lectura (juglaría, teatro, cine y serie), sino tan sólo contemplar la actuación de los intérpretes. Junto a este Cid de masas ha corrido, en paralelo, el Cid de la letra escrita, el de las clases altas, no analfabetas: de las crónicas medievales, antecedente de las crónicas Popular y Particular del Renacimiento, a las primeras biografías con base documental, como las de Berganza o Risco, hasta La España del Cid de don Ramón, pasando por la romántica y grandilocuente Leyenda del Cid zorrillesca.
Esta variedad de discursos es el verdadero objeto de interés de este dosier monográfico que tiene al Cid como eje vertebrador, y que amalgama estudios dedicados tanto a obras medievales como actuales. Semejante alarde no sólo implica abarcar casi un milenio de producción cidiana, sino que también permite observar cómo los elementos fundamentales del mito se adaptan y perviven en sus respectivos discursos, que se actualizan con el paso de los siglos. Esta renovación discursiva del relato cidiano, a su vez, debe correr paralela con los estudios críticos, que también requieren de miradas nuevas, frescas. Ofrecer todo ello en un monográfico supone una apuesta ambiciosa, por eso ha sido necesario ir con todo, all in, y presento aquí una mano ganadora, este póker de reinas al rey que conforma el elenco de expertas (y experto) de nuestros Estudios discursivos dedicados a la tradición textual del Cid.
Marija Blašković ofrece un innovador enfoque centrándose en Alfonso VI y dejando al Cid en un papel secundario, lugar desde el que no se suele analizar a un héroe, y menos a uno de tal calado cultural. En su estudio no importa tanto la relación del Cid con Alfonso, sino, a la inversa, la del monarca con su vasallo. La autora se atreve con el “más difícil todavía” y adopta como testimonio principal la Estoria de los godos, obra que no suele tenerse en cuenta como fuente cidiana, lo cual asegura el valor de este trabajo.
De la Estoria de los godos pasamos al texto cidiano por antonomasia, el Cantar, de quien se ocupan Marta Lacomba y Luis F. López González. Ambos se centran en el mismo texto para tratar un tema de la mayor complejidad: cómo la voz poética sometió al Cid a conceptos tan subjetivos y presentes en la vida cotidiana como son la visión y el tiempo. Porque, si nuestra percepción del mundo depende en buena medida de nuestra visión (no necesariamente ocular) del mismo, así como del concepto que tenemos del tiempo, su estudio en el Cantar de Mio Cid permite acercarse a descubrir cómo estos parámetros actúan en el poema épico para hacer la narración más real a su público.
Tras los estudios dedicados a los textos medievales, llegan los centrados en el aún joven campo del neomedievalismo. Su novedad, sin embargo, no va discutida con su rigor, que, en estos casos, es quirúrgico: Ana M. Montero y Ángela Vicario han desarrollado sus análisis de obras actuales con el mismo respeto y rigor que si fuesen obras del siglo xii. Además, su elección es óptima, pues se ocupan de los responsables de la actual moda cidiana: la novela Sidi y la serie El Cid. Ana M. Montero analiza un aspecto tan fundamental para comprender al Cid y la épica como es la violencia en esta obra dedicada al destierro de Rodrigo en Zaragoza, y donde la guerra medieval se plasma bajo el influjo de los conocimientos y la experiencia personal de Pérez-Reverte en múltiples conflictos armados. Finalmente, el estudio de Ángela Vicario se centra en el videoclip musical de Romance, tema inspirado en la reciente serie El Cid emitida por Amazon Prime y que, de hecho, interpreta su actor principal, Jaime Lorente. Su trabajo revela cómo el discurso audiovisual recoge, adapta a la época actual y transmite todos los aspectos analizados en los estudios previos de este dosier monográfico, cohesionándolo: la relación con el rey Alfonso, su destierro en Zaragoza, su evolución con el paso de los años y la violencia de un Cid que se convierte en un guerrero imbatible. A ello cabe sumar el análisis de motivos y símbolos que el videoclip recoge de fuentes medievales, y que refleja la pervivencia de los mismos a lo largo de siglos.
En resumen, este monográfico es una suerte de mosaico donde se tratan temas diversos pero que, sumados, configuran la figura del Cid tal y como la reflejan las voces y discursos de distintos autores y épocas. Y, en el fondo, constituye también un homenaje a don Ramón Menéndez Pidal, genio de amplias miras, tan capaz de escribir un erudito estudio de la más alta filología como de pasar un día presenciando la jura de Santa Gadea en compañía de Charlton Heston, Geneviève Page y John Fraser. Su curiosidad veía el valor de cualquier manifestación de su héroe favorito, fuese medieval o contemporánea, porque, al fin y al cabo, todo contribuía a la pervivencia y conocimiento del Cid. Si el reciente homenaje al maestro abría esta presentación, es justo que también él la cierre: a su memoria y su obra dedicamos este dosier monográfico, claro deudor de la herencia de don Ramón.