Publicado 2020-11-30
Reseñas
Hidalgo L., Rómulo. 2020. «La Saga De Tristán E Iseo, edición Y traducción De Álfrún Gunnlaugsdóttir, Madrid: Miraguano Ediciones, 2019, 224 Pp. + Separata (Colección: Libros De Los Malos Tiempos, 139), ISBN 978-84-7813-481-6.». Medievalia 52 (2):183-87. https://revistas-filologicas.unam.mx/medievalia/index.php/mv/article/view/402.
Una de las historias de amor más famosas de la literatura occidental es, sin duda, la de Tristán e Iseo. Fruto de una serie de elementos mitológicos provenientes de la cultura celta fusionados con el genio propio de las letras romances, en particular, de la literatura anglonormanda de la segunda mitad del siglo xii, su fama se extendió por toda Europa muy rápidamente. Esta resonancia no solo queda de manifiesto por los romans franceses de Thomas (h. 1170) y Béroul (h. 1180) o por las novelas alemanas de Eilhart von Oberg (fines del xii) o Gottfried von Strassbourg (inicios del xiii), sino por la gran cantidad de alusiones en canciones incluso preexistentes a las versiones conservadas antes mencionadas.
En nuestra lengua pueden hallarse varias traducciones de obras pertenecientes a la materia tristaniana. Así, deben destacarse los trabajos de Roberto Ruiz Capellán quien tradujo en verso el Tristán de Béroul (Cátedra, 1995); Isabel de Riquer, quien hace lo propio con los siete poemas anglonormandos más antiguos de la leyenda y que datan de la segunda mitad del XII y comienzos del XIII, entre los que contamos las versiones de Marie de France, Thomas y Béroul (Siruela, 1996, 2001); y el notable trabajo de Víctor Millet y Bernd Dietz para las traslaciones que hacen de los “tristanes alemanes” de Eilhart y Gottfried, respectivamente (Siruela, 2001).
En este contexto, faltaba una edición castellana actualizada de la Saga af Tristram ok Ísönd, obra escrita en Noruega en 1226 por un tal “hermano Robert”, que continúa el modo de la versión cortés en el tratamiento de los amores de Tristán e Iseo y, al parecer, es una traducción en prosa del Tristán de Thomas de Bretaña. Esta saga, perteneciente a las riddarasögur o “sagas de caballeros” es una muestra de la profusa actividad literaria del mundo nórdico bajo el mando del monarca noruego Hákon Hákonarson, quien reinó entre los años 1217 y 1263, promoviendo en su corte -especialmente luego de poner fin a las guerras civiles que azotaban a su pueblo- una notable actividad literaria, semejante a los modelos culturales de los reinos del sur de Europa.
La autora de esta traducción de la Saga de Tristán e Iseo es Álfrún Gunnlaugsdóttir , destacada profesora, investigadora y escritora islandesa quien estudió en Barcelona bajo la tutela de Martín de Riquer y en donde realizó en 1965 el fundacional trabajo titulado “Saga af Tristam og Isond: traducción de Robert comparada con Le Roman de Tristan de Thomas”, que es la base para esta publicación.
Ahora bien, este libro en particular, es un cuidado volumen como acostumbra Miraguano: portada con predominio del negro con una imagen centrada que alude o se relaciona con el contenido de la obra. En este caso, la ilustración es “God Speed!”, un óleo fechado en el 1900 del pintor prerrafaelita Edmund Blair Leighton. En la pintura -muy bien elegida- aparece, en primer plano, una pareja en la puerta de un castillo. En ella, la dama despide al caballero que se va a la aventura o a la batalla con un ejército que le antecede, retratando la importancia de la pareja dentro de esta literatura medieval arraigada en la corte y de la que la pareja Tristán-Iseo es cabal ejemplo.
El prólogo de Gunnlaugsdóttir es un texto muy útil, bien escrito y claro en sus propósitos. Nos sitúa en el enorme y complejo mundo de las sagas nórdicas, aportando datos interesantes sobre el mencionado hermano Robert, supuesto traductor de Thomas -como se ha apuntado- y del cual nada se sabe a ciencia cierta. Asimismo, los datos entregados sobre los manuscritos de la saga en cuestión son sugerentes y dan cuenta del lugar que ocupa esta particular versión dentro de las diferentes creaciones medievales que conforman la materia tristaniana y del profundo conocimiento que exhibe la investigadora nórdica en torno al tema: “La Saga de Tristram ok Ísönd se conserva en un estado completo en tres manuscritos de papel que son, por lo tanto, bastante tardíos” (10). Los manuscritos, todos al parecer pertenecientes a la misma familia, son destacados claramente en este estudio introductorio: AM 543 4to conservado en la Colección Arna-Magneana de Copenhague del siglo xvii; ÍB 51 fol. conservado en la Biblioteca Nacional y Universitaria de Reykjavík, compuesto a finales del xvii; y JS 8 fol., también guardado en la Biblioteca Nacional y Universitaria, datado en la primera parte del xviii. A estos tres testimonios íntegros hay que añadir, según la autora, la existencia de cuatro hojas de pergamino del siglo xv (conservadas tres de ellas en Copenhague y una en el Library of Congress en Washington) y que, siendo comparadas en su globalidad, nos dan cuenta de escasas modificaciones sufridas por este “Tristán nórdico” a lo largo de los siglos, hecho que bastaría para llamar la atención de lectores especializados y otros más curiosos en acercarse a la literatura medieval. Pero también son muy valiosas cada una de las particularidades que destaca la estudiosa islandesa, al momento de referirse a la prosificación de la leyenda elaborada por los traductores en el mundo nórdico: “A fin de cuentas, su propia tradición poética era muy diferente de la francesa. También debieron tener en cuenta que es posible guardar mayor fidelidad al contenido de poemas en otra lengua, si son trasladados a la prosa, en lugar del verso […]. El traductor de la saga se ha decidido por otra clase de relato y otra forma narrativa que él sigue desde el principio hasta el fin. Parece haber sido consciente de que no bastaba con traducir los versos de un poema de otra lengua había que interpretar su contenido de alguna manera, darle un sentido, por decirlo así, y para eso se necesitaba tener a mano una estructura y formas narrativas en prosa bien distintas de las que caracterizaban las obras en verso” (13-14).
La reflexión sobre la traducción es muy interesante y valora esta literatura nórdica medieval menos conocida en nuestro ámbito. Álfrún Gunnlaugsdóttir entiende claramente el mérito de esta saga, pues es la única versión disponible que nos permite entender cómo pudo ser el Tristán de Thomas que nos ha llegado tan fragmentariamente hasta nuestros días.
El prólogo se cierra con un apartado dedicado en particular a los problemas que ha tenido la autora con su traslación de la Saga af Tristam ok Ísönd, desde el tiempo de su tesis doctoral hasta esta versión “más libre”, entregada ahora en Miraguano y que se basa en la tradicional edición realizada por Gísle Brynjólfsson en 1878 y en las particulares consultas del ya mencionado manuscrito ÍB 51 fol. de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Reykjavík y de las hojas de pergamino conservadas.
La saga tiene un estilo distinguido, cortesano y bastante ágil. Se divide en 101 pequeños capítulos más una pequeña nota inicial que alude al trabajo del hermano Robert. Los primeros apartados se centran en los progenitores de Tristán, especialmente en Kanelangres, su padre, un valeroso héroe que muere en batalla y en Blensinbil, la madre del héroe. Tristán nace al final del capítulo 15 marcado por la tragedia y la congoja: su madre muere al darlo a luz, lo que inunda de dolor a toda la corte. Esta situación marcará habitualmente la onomástica tristaniana, lo que en esta saga se mantiene: “‘Me parece conveniente, debido a tanta pena y pesar, pesadumbre, aflicción y dolorosa inquietud, además de la infinita tristeza y la terrible desgracia que nos ha acaecido cuando nació, que el niño se llame Tristam’. Pero, en esa lengua ‘trist’ es triste y ‘hum’ es hombre, y cambiaron el nombre porque es más melodiosa la palabra Tristam que la de Tristhum” (cap. 16, 45-46).
La saga tiene momentos memorables como el instante en que Tristán e Iseo se conocen (cap. 30) o cuando ambos jóvenes beben el famoso filtro de amor (cap. 46) y que alterará profundamente el desarrollo posterior de los hechos narrados. Así, la segunda parte de la obra de Robert (caps. 47-101) se configurará como una serie de aventuras que solo pueden terminar con la muerte de los protagonistas, situación narrada en unos episodios finales de profunda emoción (caps. 99-101). También hay ciertas escenas de tono menos trágico como, por ejemplo, cuando Iseo intenta matar a Tristán en el baño una vez que ella se percata que él es el asesino del Morold y este le implora lastimosamente que no lo haga (cap. 43) o la descripción de la noche de bodas de Marc e Iseo, cargada de elementos irónicos y realistas (cap. 46), que seguramente pueden explicarse por el afán de verosimilitud que Robert trata de dar a su traducción.
Los protagonistas son esencialmente los mismos que encontramos en otras versiones de la leyenda y responden a un ideal cortés con ribetes maravillosos. Pero, como bien destaca la traductora, hay matices importantes. Por ejemplo, en la figura de Tristán distinguimos rasgos que evolucionan rápidamente en torno a su personalidad y comportamiento. En este sentido, es sabida la destreza particular del sobrino de Marc para cambiar su identidad. El disfraz lo acompaña en numerosas aventuras, no obstante, hay divergencias a medida que avanzamos en la lectura. En un inicio, Tristán es el paladín y se disfraza en pro de ayudar a otros (especialmente a su tío y a los habitantes de su reino). Pero en la segunda parte, luego del episodio del filtro, sus acciones y sus disfraces serán para engañar a los demás y acercarse a Iseo, a quien no puede sacar de su cabeza por más que lo intente. En esta parte de la saga nos hallamos con un Tristán que va degradándose y extinguiéndose en una pasión abrasadora. El amor más que un sentimiento de felicidad y resplandor, transformará a los personajes en seres ansiosos y menoscabados. Es cierto que no les faltará el coraje, pero todo lo ocurrido post filtro se inundará de sufrimiento. Tanto la versión de Thomas como esta saga nórdica terminan trágicamente, haciendo una fuerte crítica al actuar de la pareja protagónica. La condena es particularmente característica de la cosmovisión que predomina en la traducción de Robert, pero también su ambigüedad, ya que el amor triunfará más allá de este mundo, hecho simbolizado por las ramas del árbol que se entrelazan por sobre la iglesia en donde fueron enterrados los cuerpos de los desdichados amantes. Nos enfrentamos, por tanto, a una conmovedora tragedia de dos almas que son movidas misteriosamente por la fatalidad y un destino caprichoso contra el que poco podemos hacer. Tal vez ahí radique la gran cantidad de lectores que se han visto fascinados por la historia tristaniana a través de los siglos.
Es necesario también hacer mención a las tradicionales separatas que acompañan los libros de Miraguano. La de este volumen titulada “Tristán en el norte. Una visión personal y académica” no solo da cuenta de la leyenda y su traducción, sino que también entrega un testimonio de lo complejo y necesario que es el ejercicio de trasladar creaciones de un idioma a otro. Asimismo, debe destacarse la excelente bibliografía que está al final de este volumen y que permite profundizar los conocimientos sobre el mundo de las sagas.
En conclusión, no queda más que subrayar la importancia del proyecto editorial que Miraguano Ediciones lleva a cabo desde hace años con respecto a la literatura nórdica medieval. Las traducciones de especialistas de la talla de Santiago Ibáñez Lluch -La saga de Fridthjóf el Valiente o La saga de Hrólf el Caminante- o de Mariano González Campo -La saga de Bósi o La saga de Hervör- y ahora, la deÁlfrún Gunnlaugsdóttir , dan prueba de ello.