The Otomi text that Enrique Palancar presents here is from the variant of the language spoken in San Ildefonso Tultepec, Amealco de Bonfil, in the southern part of the state of Querétaro. The autor notes that the variant belongs to the northwest Otomi dialect area, and is close to that of the Valley of the Mezquital. The story “The chameleon” was narrated spontaneously by Anastacia Cruz Vázquez, who was 59 years old at the time, and treats a theme that is both modern —that of a circus— and yet reflects an old Otomi mythology regarding the Mexican reptile Phrynosomatidae, a kind of lizard somewhat like a miniature iguana. The reptile’s mythical abilities to control all other animals are the point of departure for the narrative. Palancar also includes an explanation of the practical orthography and the conventions for the glossing and transcription of the text.
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Palancar, E. L. (2011). Nor Kamalio ’The chameleon’. Tlalocan, 16. https://doi.org/10.19130/iifl.tlalocan.2009.200
El texto que se presenta en esta contribución proviene de la lengua otomí hablada en el pueblo de San Ildefonso Tultepec (SIT), enclavado en la municipalidad de Amealco de Bonfil, sita al sur del estado de Querétaro de Arteaga. La lengua otomí que se habla en SIT pertenece al área dialectal noroccidental de las lenguas otomíes, en la que ha de incluirse también el otomí del Valle del Mezquital, lengua con la que se guardan importantes isoglosas. El pueblo de SIT se encuentra relativamente cerca de otro centro otomí en el estado de Querétaro, que es Santiago Mezquititlán. Las lenguas de ambos pueblos presentan también similitudes entre ellas, y a pesar de que existe un cierto grado de inteligibilidad mutua entre sus hablantes, es quizá sensato no tratarlas de principio como variantes de una misma lengua.
El texto es una narración oral espontánea de unos seis minutos de duración, grabada en soporte digital, que contó la señora Anastacia Cruz Vázquez cuando tenía 59 años de edad. Monolingüe de otomí hasta entrada su edad adulta, y hablante purista, la señora Cruz es originaria y vecina del barrio de El ’Bothe, uno de los diez que conforman el extenso territorio de SIT.1
La narración nos cuenta una historia que gira en torno a una de las propiedades adscritas a un animal al que se le denomina en la traducción al español como “camaleón”. Para designar al animal en cuestión se emplea la palabra otomí kamalio, que es a su vez un préstamo -más o menos esporádico- de la palabra española camaleón. La palabra nativa en otomí para referir a este animal es tsíja [tt͡síkha], pero en este texto no se emplea debido a que está en fuerte desuso.
El kamalio o camaleón del texto no se refiere a los típicos camaleones que caminan despacio, cambian de color y mueven sus ojos saltones de manera independiente. Estos son reptiles que pertenecen a la familia de las Chamaeleontidae y se encuentran sobre todo en el continente africano. El animal de la historia es como una iguana pequeñita, a veces diminuta, y pertenece a un tipo de lagartos que se encuentran en Norteamérica, de la familia de las Phrynosomatidae, ya que suelen tener la apariencia (soma) de un gran sapo (phryno), y por ello se les suele denominar también “sapos cornudos”. En náhuatl se conocen con el nombre de tapayatzin. Véase la fotografía anexa y el artículo de Lazcano Villareal (1999).
La trama del relato resulta un tanto inusual dentro de la mitología indígena, y es por su posible interés cultural por lo que se ha decidido incluirla en este volumen. Esta trama gira entorno a la creencia de que el kamalio o tsíja es en efecto el rey de los animales, y que cuando los demás animales están en su presencia dejan de obedecer al hombre ya que se enfrentan a un conflicto de lealtades. Para mostrarnos que en efecto es así, la historia se presenta en un circo y en ella vemos a un rufián que se aprovecha de los poderes del animalito para salirse con la suya.
En la historia, un hombre lleva un camaleón a un circo con la intención de que los animales dejen de obedecer a los trabajadores y el propietario del circo se vea en la obligación de llegar a un acuerdo crematístico con él. El propietario es un personaje que está al tanto de los poderes del animal, y en cuanto observa que las demás fieras no atienden a razón, y preocupado por el espectáculo, busca hasta encontrarlo, al señor que esconde subrepticiamente el camaleón. El rufián, con el fin de llegar a un arreglo conveniente en el cual decida irse y permita así que la función prosiga adecuadamente, le exige al propietario que le entregue la mitad de sus ganancias del día, y no sólo a él, pues aparece un amigo suyo de la nada, y ya son dos los aprovechados. El propietario accede no sin resquemor y en cuanto sale el camaleón del recinto los animales comienzan a obedecer a sus domadores.
El cuento acaba sin moral, es decir, no hay un castigo por el mal actuar del rufián explotador del porfiado phrynosomatido, ante cuya presencia las demás fieras se han doblegado. Esta ausencia resulta algo extraña para el perfil de los cuentos tradicionales otomíes, y quizá indique un origen espurio de la creencia, que no se encuentra dentro del ámbito mitológico indígena esperado.
El texto se ofrece en tres versiones. En una primera se ha presentado el texto otomí editado sin errores de habla en una versión de habla cuidada. Se ofrece después una traducción en español de este tipo de versión y por último, se presenta también el texto en versión literal, glosado morfológicamente y con una traducción libre.
Ma ga pe ’nar ’bede, ’nar ’bede nor kamalio. Nor kamalio hingi he’ nuya zü’we de kar sirko da mpefi. Como no’ö go ge ar döta-zü’we’ä, jange hingi hegi da mpefi. Ntonse n’agi’na, ’nar jö’i bi ma kar sirko, bi ma ma da k’ö’t’a nor sirko’na. Komo ya xki ’yo’ nor ’bede ha njahpi, ntonse bi zixa ’nar kamalio’na. De bı՜ hüh’pu mbo, mïhta ka՜r ’ye nor kamalio. Ntonse nuya jö’i, no’u nu jahpa nuya zü’we da mpefi, jahni ’behpi da mpefi; komo ngu ’ot’u, nuya zü’we. Ntonse nuya zü’we hingi ’ode’na, hingi ne da mpeh’ya, ’ne ’ena’na:
-¿Habu te no bi japya?, hingi ne da mpefi, ¿te ma no japyayu?, ¿habu no ngu njahpapya’ä ’nehe? -’ena’na.
Ntonse bi ma’ya, bı՜ ’yo’pu bı՜ honga nor jö’i to go tsi’ nor kamalio. ’Ne de ’yo’pu, bi ’unga r̃anzetho ya ntxint’i pa za bi dini. Xa mı՜ ntxint’i mı՜ ’yo’pu’na. Nih pa nda dinga nor jö’i to mı՜ tsi’ nor kamalio, pe n’ambi dintho. ’Ena, ’embi’na:
-¿Hangu gı՜ ne ga ’ra’a’i?, pe gi ma nthi. Tsogagigwapa tsa ga mpefi, porke ¿ha ga njahpi ga՜r tö’ ma bojö?, ge hingı՜ hegagi ga mpefi -’embi’na.
’Ena:
-Nu’mu gi ’rahkagi made de no xka՜ par panya, gi ’rahkagi made nu’mu ga ma; ha nu’mu hin’ä, hinga ma, ja ga hühkwatho.
-Hö -’ena- ya, kontal gi ma, ma ga ’ra’a’i made, ma ga ñhehwi made -’embi’na
Ntonse ’ena:
-Pe nuga dı՜ ne ma gi pede ga’tho hangu no xka՜ pa. Hindı՜ ne gi tsa ma made ’ige, nu n’a cixenitho gi ’rahki -’embi’na.
-Hin’ä, maha ma ga pehu, pa gi poni, menta ga mpehe.
Ntonse bi mewi’na, bi me ma da ’umba nor bojö, ’ne bi zoni. Bi guhka nor kaha ha mı՜ kur bojö, bi mede, ’ne bi hehka madetho bi ’umbi, ’ne ’ena:
-Hö -’ena’na- pe ge to’be ’yo da ma n’a mbo, ¿ma ga tsihi?
Ntonse ba ponga ma n’ar ñ’owi, ’ena, mı՜ ’yo’pu. Ya no’ö ya hinte mı՜
tsihi, nomas ke komo mı՜ ne nda guhka ma n’a bojö mas.
-Ya nu’mu gi ’rahkagi, gi ’umbabir bojö ’nehe, ’ne da ma. Nu’mu hin’ä, da go’ä.
-Hin’ä, ga ’ümbi, pe ya hont’ä made ga ñhe’mi ma n’agi -’embi’na.
-Hö -’ena- ya nu’mu gı՜r mahu’mu, ya nuga menta ga mpefi, porke ya bi gühtkagi nuya jö’i ’ne ’inga mpefi, da ntseya.
-Hö.
Ntonse ya bi zixa nor kamalio. Bi zits’i ma ba tso’ nthi, ’ena, ba kat’a ’nar ti’rozö, ’ne bi meh’pu, ’ena. Bi ’ñöhk’ä njanu, habu ’into da dini, ja bi meh’pu, ’ena; ’ne bi yut’a ma n’agi. Ya hö, xa mpehpya nu ma ’ra ya zü’we’na. Ya hö, xa jahni mpeh’ya ga’tho’ya’na. Ya hö, ya jö’i xa thede’ya’na, komo handa nuya zü’we mpefi. Ntonse bi hñüh’pu bi hyandi ’ne ya nu’mu mı՜ gwah’ya, ya bi bqmpya, ja bi hñöxa no՜r zü’we. Bi mapya’na, pe ya xki hñö’ mader bojö pa da gasta.
Hont’ä go ger ’bede ndı՜ pöhka’ä.
TRADUCCIÓN
Voy a contar una historia, un cuento del camaleón. El camaleón no deja a los animales del circo trabajar. Como él es el rey de los animales, por eso no los deja trabajar. Entonces una vez dizque un hombre fue al circo. Como ya había escuchado ese cuento de cómo se hace con el camaleón, entonces dizque se llevó uno. Cuando se sentó dentro, traía un camaleón en la mano. Entonces los que les hacen trabajar a los animales, estaban mandándoles que trabajaran; pues les obedecen, los animales. Entonces los animales dizque no obedecen, no quieren trabajar ya, y dizque dice:
-¿Y qué es lo que pasó ahora?, no quieren trabajar, ¿qué cosa les pasa a éstos ahora?, ¿y ahora cómo qué es lo que se les hace? -dizque dijo. Entonces andaba por ahí buscando a la persona que traía el camaleón. Andando por ahí, dio muchas vueltas para poder encontrarlo. No podía encontrar a la persona que traía el camaleón, pero de repente lo encontró. Dice, le dijo:
-¿Cuánto quieres que te dé?, pero vete fuera y déjame en paz, para que pueda trabajar, porque cómo le voy a hacer para ganar mi dinero, si no me dejas trabajar -le dijo.
Dice:
-Si me das la mitad de lo que has vendido hoy cuando me vaya, pues si no, no me iré y me estaré aquí sentado nomás.
-Sí -dice- ya con tal de que te vayas, te voy a dar la mitad, lo vamos a dividir a la mitad para cada uno -le dijo.
Entonces dice: -Pero yo quiero que lo cuentes todo lo que has vendido, no quiero que agarres mi mitad tú, y un sólo pedacito me des -le dijo.
-No, vamos a contarlo, para que te salgas, para que trabajemos.
Entonces dizque se fue con él, y se van los dos para que le dé el dinero, y llegaron allí. Sacó la caja donde estaba el dinero, lo contó, lo partió a la mitad nomás para dárselo y dice: -Sí -dizque dice- pero todavía anda por ahí otro ahí dentro, ¿me lo traigo? Entonces iba saliendo de allí otro compañero que dizque andaba por allí. Él ya no traía nada, nomás que quería sacar un poco de dinero. -Ya si me das a mí, le das dinero a él también, y se va. Si no, se queda. -No, le voy a dar, pero ya nomás la mitad voy a repartírnosla otra vez -le dice.
-Sí -dice- ya si se van entonces, ya mientras yo, trabajo, porque ya me pagó la gente, y no estoy trabajando, se van a enojar. -Sí. Entonces ya dizque se llevó el camaleón a dejarlo allá afuera. Lo echó en una bolsita y dizque lo puso allí. Lo escondió así, donde nadie lo encontrara, y entonces dizque lo puso allí, y entró otra vez. Ya sí, dizque ahora trabajaban bien los otros animales. Ahora sí, dizque estaban todos trabaje y trabaje. La gente se estaba riendo mucho, porque veía trabajar a los animales. Entonces se sentó a verlos, y cuando ya se terminó la función, se salió y se llevó su camaleón. Ya se fue, pero se había sacado la mitad del dinero para gastárselo.
Éste es sólo el cuento que me sabía.
TEXTO ORIGINAL
A continuación se ofrece una transcripción de la versión literal del texto tal como se contó, incluidos errores de habla, dudas y repeticiones propias del género narrativo oral de cualquier lengua natural. Se presenta primero el texto en otomí, después se analiza gramaticalmente de forma exhaustiva y se incluyen las glosas morfémicas, para terminar con una traducción libre lo más cercana al original.
El texto está divido en cláusulas. En total se trata de 131 cláusulas oracionales. Se han separado también las cláusulas de relativo, pero éstas aparecen numeradas dentro de la cláusula oracional en la que se insertan las frases nominales a las que modifican. En la edición del texto se ha empleado especial cuidado en que la representación reflejara lo más fielmente posible la prosodia original oral con la que se contó el cuento. Para ello el texto aparece a menudo en varias líneas que señalan detalles prosódicos según los siguientes símbolos:
# Indica una pausa significativa en el texto que corresponde a la existencia de una frontera de frase fonológica.
(#) Indica que no hay pausa, pero representa una frontera de frase fonológica en que se podría hacer pausa en otras circunstancias.
╗ Indica que NO hay pausa NI puede haberla. El símbolo se emplaza interclausalmente para indicar que no hay frontera de frase fonológica aunque sí frontera sintáctica entre dos cláusulas.
→ Indica un solo renglón en el formato del texto escrito. Se emplea cuando el contenido de un determinado ejemplo glosado no cabe en un renglón y es necesario escribirlo en dos. No representa realidad prosódica.