Michel Oudijk analiza el complicado proceso que tuvieron que afrontar los indígenas con la llegada de los españoles a lo que llamaron Nueva España. Era necesario adoptar un nuevo sistema económico y político, junto con cambios profundos en la forma de pensar y entender de los autóctonos. El autor se centra en la adaptación de la escritura alfabética a las lenguas indígenas que dio como resultado la producción de unos 10 000 documentos en varias de estas lenguas durante el período virreinal. Destaca que, si bien los textos en náhuatl y maya han recibido cierta atención por parte de los estudiosos, los documentos en otras lenguas indígenas han sido básicamente ignorados. Dado que Oudijk considera que este tipo de textos nos introducen en las formas de pensar y comprender tanto del autor como de su grupo cultural, presenta y analiza un ejemplo interesante, el documento zapoteca más antiguo conocido hasta el momento. Es un reconocimiento de tierras en zapoteco en el que las autoridades de San Lorenzo Zimatlán reconocen los derechos de Alonso de Caballero sobre un conjunto de tierras que anteriormente eran propiedad de su padre. Aunque el documento ha sido publicado recientemente con análisis y traducción al inglés, el tratamiento de Oudijk introduce consideraciones nuevas y diferentes.
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Oudijk, M. R. (2011). El texto más antiguo en zapoteco. Tlalocan, 15. https://doi.org/10.19130/iifl.tlalocan.2008.191
La llegada de los españoles a lo que llamaron la Nueva España significó el inicio de un proceso histórico doloroso y traumático para los pueblos indígenas de estas tierras. La trágica disminución de la población por las enfermedades traídas de Europa, la difícil adaptación al nuevo sistema económico y político impuesto por los colonizadores, y los profundos cambios -pero necesarios- en la cosmovisión con el fin de explicar la nueva situación, hicieron que los indígenas comenzaran un proceso de ajuste psicológico de tal complejidad que es difícil de imaginar o captar para nosotros, los investigadores de hoy en día.
Una de las maneras de llevar a cabo este proceso de ajuste fue la aceptación e incorporación de elementos o aspectos culturales introducidos por los españoles, y que ya existían en las sociedades prehispánicas. Crearon así un nuevo mundo cuyo resultado es la cultura indígena virreinal y contemporánea. Un buen ejemplo de las consecuencias de este proceso es la escritura alfabética en lenguas indígenas, a la vez un instrumento para entender el proceso mismo.
El cuerpo de documentos escritos en lenguas indígenas durante el periodo virreinal es enorme y se constituye fácilmente de unos 10 000 documentos. Algunos textos en náhuatl y maya han recibido ya alguna atención, pero los escritos en otras lenguas han sido básicamente olvidados. Es el caso de los textos en zapoteco, mixteco, otomí, matlazinca, mixe, zoque, purépecha, tlapaneca y chochona, entre otros. Sólo algunos de los textos en estas lenguas han sido trabajados, mientras que los textos en mixe, por ejemplo, han sido totalmente ignorados.
Un análisis de estos textos nos abre las puertas a la cosmovisión de su autor y, por extensión, al del grupo cultural del cual forma parte. Si tomamos en cuenta el zapoteco, el grupo de enfoque en este trabajo, es ilustrativo observar que muchos verbos que tienen que ver con emociones, pensamientos y creatividad contienen el morfema lachi, el cual se refiere a lo que hay dentro de un cuerpo, sea humano, animal o sea un árbol. Generalmente lachi es traducido como ‘esencia’ o ‘corazón’, pero en lo humano también se refiere al hígado, los riñones y los pulmones. Ahora bien, en la sociedad zapoteca, lachi es considerado como la fuente de todos los sentimientos, pensamientos y creatividad en general. Por tanto, los verbos relacionados con esos fenómenos contienen el morfema lachi. Será entonces fundamental conocer la cultura para interpretar la lengua de tal forma.
Los textos virreinales en lenguas indígenas contienen mucha información de ese tipo, mostrándonos también cómo se desarrolló la creación de un nuevo mundo indígena. Por ejemplo, si tenemos en cuenta un texto mundano, como puede ser un testamento, podremos apreciar la incorporación de conceptos indígenas y europeos que en su conjunto dan lugar a un nuevo concepto:
= Primeramente ofresco mi Anima a Dios n[uest]ro Señor que me crio, y me dio el ser q[ue] tengo en el alma y en el cuerpo y fui criado de una poca de tierra y tierra me he de bolber (122r)
La traducción oficial colonial de este texto zapoteco sugiere una aceptación total del mundo occidental por parte del indígena. La idea europea de que Dios ha creado al hombre de tierra y le dio vida a través de un soplo aparece claramente reflejado. Sin embargo, si se analiza el texto zapoteco con más precisión, resulta que nuestra primera impresión está equivocada:
Primeramente, el alma sustenta a mi Dios, mi Señor, que me hizo y que puso la vida en mí. Y mi cuerpo de tierra fue hecho y la tierra alimentará.
Sin duda, ahora nuestra impresión es bastante diferente. Estamos ante un texto bíblico ejemplar en el que surge el mundo indígena prehispánico, aunque al mismo tiempo hay una clara influencia europea. Primero está el verbo relacionado con el alma. El escribano utilizó el verbo tágoa o comer, pero en su forma causativa. O sea, el alma hace que Dios le coma. La imagen de un dios comiendo almas nos lleva directamente al mundo prehispánico donde los dioses fueron alimentados con corazones humanos que representaban la fuerza de la vida. Casi todas las fuentes virreinales escritas o pintadas por los frailes, o bajo su mando, reflejan con mucha elaboración la repugnancia que causó el sacrificio humano, resultado de esa necesidad de alimentar a los dioses. Estos frailes, horrorizados por esas prácticas, intentaron acabar con el sacrificio y reemplazarlo con los valores cristianos. Ahora vemos que a veces era en vano.
En la segunda parte del texto zapoteco ocurre el mismo fenómeno cuando el cuerpo alimenta a la tierra. La tierra como un gran monstruo que come cuerpos es algo que conocemos desde el periodo preclásico mesoamericano. No hay más que pensar en la famosa tumba de K’inich Janaab Pacal de Palenque. Para llegar al sarcófago, uno tiene que entrar en la pirámide, o sea entrar al inframundo, donde se encuentra la lápida grabada con el cuerpo de Pacal alimentando a la tierra para que después, y de su cuerpo mismo, crezca el árbol de la vida, el axis mundi. Asombrosamente, el testamento en zapoteco de 1626 expresa la misma cosmovisión que rodeaba al cuerpo de Pacal en el año 683 d.C. Por tanto, es necesario analizar los documentos escritos en lenguas indígenas para llegar a un mejor entendimiento del mundo y la cosmovisión indígena prehispánica, virreinal y contemporánea.
La escritura alfabética en zapoteco tuvo su origen en el Valle de Oaxaca hacia los años sesenta del siglo xvi. No hay duda de que los frailes dominicos estaban involucrados en el desarrollo de este sistema de escritura, aunque también es muy claro que ese desarrollo fue parte de un proceso de intercambio entre los frailes y sus ‘informantes’ indígenas. Por supuesto, las dos partes estaban igual de interesadas en los resultados del intercambio. Los frailes necesitaban convertir a la población de hablantes del zapoteco, y la única manera era a través de la comunicación en su lengua. Era entonces de fundamental importancia que los frailes tuvieran gramáticas y vocabularios en zapoteco con el fin de aprender la lengua y traducir los textos religiosos usados en la instrucción de la fe. Por otro lado, para los indígenas, el aprendizaje de la escritura alfabética era crucial porque les daba acceso al sistema administrativo virreinal, además de la importancia y prestigio que tenía la escritura en la sociedad prehispánica. Por tanto, no es nada sorprendente que fuese precisamente la élite la que trabajase con los frailes para desarrollar la escritura y fuera ésta quien aprendiese a usarla.
Los documentos tempranos parece que surgieron precisamente en pueblos situados cerca de los conventos importantes. Esto explica que, de los primeros 40 documentos, 31 vengan de los pueblos Teiticpac. Es precisamente en esa región donde trabajaron fray Pedro de Feria y fray Juan de Córdova. El primero escribió una Doctrina cristiana en zapoteco en 1567. Se trata de un texto de 232 páginas a dos columnas, en zapoteco y en español, el cual constituye un impresionante ejemplo de la colaboración entre los frailes y los zapotecos, pero lamentablemente no ha sido analizado filológica o lingüísticamente. Feria instruyó a Córdova y resultado de sus enseñanzas fueron, en 1578, un arte o gramática de la lengua zapoteca y el vocabulario virreinal más grande que existe en cualquier lengua indígena. Esta obra sí ha recibido bastante atención, principalmente por parte del lingüista Thomas Smith Stark (2002, 2003, 2005), quien además ha generado una versión electrónica de dicho vocabulario, de gran importancia para la investigación de los textos zapotecos. Lamentablemente, no existe ningún estudio comparativo de las obras de ambos religiosos, el cual pudiera mostrar el desarrollo del registro alfabético del zapoteco.
Actualmente, el cuerpo de documentos alfabéticos en zapoteco está constituido por unos 900 textos. Sin embargo, todavía estamos lejos de un registro total, que probablemente puede llegar a unos 1500. Alrededor de la mitad de los textos con los que contamos son testamentos, fuentes muy ricas en cuanto a la vida económica y social de las personas que los hicieron. Por esta razón, y considerando la poca atención que hasta ahora han recibido los textos en lenguas indígenas, son los testamentos los que han concentrado la mayor atención de los investigadores (Lockhart, 1992; Restall, 1995).
No obstante, analizaré aquí un reconocimiento de tierras.1 Se trata del texto más antiguo en el cuerpo zapoteco y antecede al de Feria en dos años. Es por tanto de 1565. En el texto, las autoridades de San Lorenzo Zimatlan reconocen los derechos de Alonso Caballero a unas tierras porque su padre ya tenía las tierras en posesión. El texto está incluido en un legajo del Ramo Tierras del AGN (vol. 241, exp. 7) llamado ‘Los naturales de San Lorenzo Zimatlan contra Juan Jiménez Bojorquez sobre propiedad del sitio nombrado Selovixui o los Tres Ríos’, el cual tuvo lugar a finales del siglo xvii cuando el reconocimiento ya tenía casi 150 años.
A continuación presentaré la traducción del texto en cinco líneas. En la primera de ellas se verá el texto tal como está escrito en el documento. La segunda línea mostrará una división en unidades significativas o morfemas, seguida de una línea con la traducción literal. El cuarto reglón es mi traducción (libre), donde lo que intento es seguir el texto original de la manera más cercana posible, sin perder el sentido sintáctico en español. La última línea recogerá la traducción original, hecha en 1694 por Gerónimo Galván, intérprete general del juzgado en Oaxaca: