Hermenéutica analógica y literatura comparada: una aproximación a disciplinas fronterizas

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Eugenia Michelle González López

Resumen

Este artículo traza un paralelismo entre la hermenéutica analógica y la literatura comparada. Pretende revelar las aportaciones y complejidades de cada una retomando elementos claves sobre su origen, su estructura, su epistemología y sus propios límites. El objetivo es mostrar su carácter fronterizo y los posibles espacios intersticiales que surgen a partir de la confrontación de contrarios, particularidad esencial de ambas disciplinas. ¿Qué representan aquellos espacios intersticiales que se desprenden, entendidos como lugares simbólicos que surgen a partir de dicha confrontación?, ¿son espacios analógicos? ¿podríamos también hablar de un comparatista analógico? Estas son algunas de las preguntas que se desprenden de nuestra reflexión y por las que navegaremos a lo largo de estas líneas.

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Cómo citar
González López, E. M. . (2024). Hermenéutica analógica y literatura comparada: una aproximación a disciplinas fronterizas. Interpretatio. Revista De hermenéutica, 9(2), 87-105. https://doi.org/10.19130/iifl.irh.2024.2/010S2701WO575
Sección
Dossier: Artículos
Biografía del autor/a

Eugenia Michelle González López, Universidad Nacional Autónoma de México - Posgrado en Letras

Doctorante en Literatura Comparada en la Unidad Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su investigación consiste en un estudio comparativo que examina los umbrales como espacios de restitución, creación e imaginación política en una selección de narrativas contemporáneas de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza y la franco-rumana Alexandra Badea. En septiembre de 2023, realizó una estancia doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Colonia, Alemania, bajo la dirección de la doctora Bieke Wilhem. En dicha ocasión entrevistó a la escritora mexicana Cristina Rivera Garza en la ciudad de Berlín. Realizó la maestría en Literatura Comparada en la Facultad de Letras de Universidad de Estrasburgo, Francia. Es licenciada en Letras Francesas por la Facultad de Filosofía y Letras, y en Psicología por la Facultad de Psicología, ambas en la UNAM.

Citas

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La literatura se introduce en nuestras vidas de una forma insensible y progresiva, y no solo va conformando el pensamiento, sino prestándonos sus propios ojos, es decir, proporcionándonos patrones con arreglo a los cuales mirar lo que pasa, escuchar lo que nos cuentan, adornar nuestros sueños e interpretar los hechos de la propia novela vivida.

Carmen Martín Gaite

A comparatist is someone who knows too much of other literatures and cultures to be satisfied with just his or her own, who has seen the great ocean and can no longer be content with just the river in the village from which he gets his drinking water.1

Jonathan Culler

La literatura se revela como una fuerza insidiosa y progresiva en la conformación de la experiencia humana, no solo moldeando nuestro pensamiento sino también proveyéndonos de lentes a través de los cuales interpretamos nuestra realidad. Martín Gaite captura esta idea al ilustrar cómo la literatura nos “presta sus propios ojos”, facilitándonos patrones por los cuales observar los sucesos, escuchar narrativas e interpretar los episodios de dicha experiencia. Este proceso de interacción con la literatura transforma nuestra percepción y comprensión del mundo, inscribiéndose así en nuestra construcción de la realidad.

Simultáneamente, Culler, al abordar el ámbito de la literatura comparada, destaca la importancia de trascender las fronteras de una única literatura o cultura. La literatura comparada impulsa más allá de los límites de nuestro entorno inmediato, equiparando la experiencia de un comparatista con la de alguien que, habiendo contemplado el vasto océano ya no se conforma con las aguas limitadas de su río local. Este enfoque amplía significativamente nuestra comprensión y apreciación del arte literario, animándonos a explorar y valorar la diversidad y riqueza de las literaturas y culturas a nivel mundial.

La hermenéutica, como disciplina que subyace tanto a la interpretación literaria individual como al comparatismo, ofrece un marco metodológico esencial para la comprensión de los textos. Al facilitar la decodificación de los códigos lingüísticos —signos y símbolos— que constituyen los textos, la hermenéutica permite acceder a interpretaciones más ricas y matizadas de la realidad. Más allá de una mera técnica de interpretación de textos, para el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer en Verdad y método, la hermenéutica es una forma de entender la experiencia humana en su totalidad; él mismo argumenta que la comprensión no es solo un acto de interpretación de signos lingüísticos o de decodificación de mensajes, sino un encuentro dialógico entre el intérprete y el texto, un proceso que está profundamente influenciado por la historia, el contexto y la tradición.

La literatura comparada, por su parte, se erige como un espacio para el entendimiento intercultural y la apreciación de la diversidad literaria. Al incentivar el estudio multicultural y translingüístico de las obras, confronta y valora sus propias complejidades y variaciones culturales. Esta perspectiva no solo nutre una apreciación más profunda de las diferencias y similitudes entre las culturas, sino que también fortalece la comprensión de nuestro entorno a través de la literatura. Mientras que la hermenéutica proporciona a la literatura comparada un marco metodológico para el diálogo intertextual y cultural, esta última enriquece a la hermenéutica al ampliar su campo de aplicación y diversificar las perspectivas interpretativas a través del estudio intercultural de textos.

Dentro de múltiples herramientas decodificadoras, en las siguientes líneas se abordará un valioso modelo de interpretación: la hermenéutica analógica. Vertebrada, como su nombre lo apela, con la noción de analogía:2 “De origen griego y medieval, la analogía ha recorrido la historia hasta hoy revistiendo formas diferentes de pensamiento […] trata de encontrar lo que es alcanzable de semejante en las cosas sin olvidar que predomina lo diferente, la diversidad”.3 Filosofía, historia, semiótica, psicoanálisis, literatura o hermenéutica analógica se revelan aptas para el diálogo multidisciplinario, “paradigma de mucha actualidad”.4 Pensemos en el caso del “giro hermenéutico” de Hans-Georg Gadamer, en la “hermenéutica de la experiencia” de Wilhelm Dilthey o la pragmática ontológica de la comprensión de Martin Heidegger. Son algunas referencias que establecieron las bases a partir de las cuales la hermenéutica filosófica se ha constituido. El camino, sin embargo, no termina ahí. Dichas referencias corresponden principalmente al siglo XX; habríamos de actualizar y renovar las perspectivas actuales de la hermenéutica y sus implicaciones.

Me interesa construir un vínculo entre la hermenéutica analógica y la literatura comparada. Consideremos dos aspectos clave para acotar su definición: por un lado, la literatura comparada como “estudio interrelacionado de dos o más literaturas en lengua diferente”.5 Por otro lado, por su carácter abierto: internacional, plurilingüístico. Lo anterior constituye el faro de la literatura comparada, a diferencia de aquellos cursos de literatura “universal”, según explica la misma Pimentel,6 que no ofrecen sino una colección más o menos arbitraria de textos aislados. En concreto, la literatura comparada busca trascender las fronteras lingüísticas y culturales de una literatura nacional, ampliando el sistema de referencias con la intención de propiciar una “mejor apreciación del fenómeno literario”.7

La hermenéutica resulta indispensable para la literatura comparada pues implica una lectura analítica constante y crítica. Considerada una “etnografía abierta”8 lucha en una constante y sofisticada actividad de intercambios, oposiciones y adaptaciones. Es a la vez un “arte de comprensión” como también una herramienta de colaboración con el texto hacia el conocimiento del Otro.

En las siguientes líneas buscaremos, por un lado, explorar los espacios de reflexión que se crean al confrontar hermenéutica analógica y literatura comparada, y las correspondencias que potencialmente se pudieran desprender. Por otro, analizaremos su potencial carácter fronterizo a partir del cruce de umbrales lingüísticos, comunicativos y literarios entre dos opuestos —univocidad y equivocidad, lo nacional y lo internacional, lo clásico y las vanguardias—. A partir de dicha discusión, nos podríamos preguntar: ¿qué representan aquellos espacios intersticiales que se desprenden, entendidos como lugares simbólicos que surgen a partir de dicha confrontación? ¿son espacios analógicos?

Iniciaremos con un recorrido conceptual general tanto de la hermenéutica analógica como de la literatura comparada para mostrar de qué manera ambas disciplinas se sitúan al límite. Lo haremos a través de una selección de conceptos que incluyen su historia u origen, algunas pistas epistemológicas y alcances. Después pondremos a dialogar dichas herramientas para analizar su carácter fronterizo y, de ser así, su potencial acto creativo.

Hermenéutica analógica: el arte de la conciliación

Pensar en el origen de una idea, una disciplina o un fenómeno traza pautas que facilitan su comprensión. En el caso de la hermenéutica, se remonta a Hermes: dios griego mensajero del Olimpo por excelencia; se le asocia al comercio, a la suerte, a la riqueza. Símbolo del cruce de fronteras por su papel de guía entre el reino de los dioses y de la humanidad; protector de los viajeros. El mismo Hermes era un mestizo: “hijo de Zeus y de Maya, una mortal; por lo tanto, un análogo, que siempre tiene algo de hibridez, de alteridad, pero también algo de identidad, algo de nosotros mismos”.9 Por su genealogía, por su doble naturaleza, esta figura coloca simbólicamente la primera dualidad de la hermenéutica.

¿Qué pasaría si empatamos el universo simbólico de Hermes con el concepto de analogía? Para su mismo fundador, Mauricio Beuchot, es un concepto vertebral. Término conciliador entre una hermenéutica unívoca —clara y definitiva, exigente, rígida— y otra hermenéutica equívoca —relativa, excedida, falta de objetividad— en la interpretación. La hermenéutica analógica busca entonces conciliar ambos extremos: “Es abierta, pero con límite; no cae en la deriva de la equivocidad, o no es una equivocidad excesiva, sino una equivocidad con límite (y univocidad con límite, también)”.10

Lo que la analogía proporciona es la armonía, la proporción, el equilibrio y el acercamiento. Opera como motor de acercamiento y no de alejamiento. Mediadora que permite colaborar con los textos, colocándolos dentro de su contexto. Queda entonces sobre la mira, la segunda dualidad, que la hermenéutica busca armonizar a través de la analogía.

La hermenéutica analógica está acompañada por un aspecto dialógico. Reafirma su función conciliadora en donde, lejos de pensarla bajo los principios hegelianos (tesis-antítesis-síntesis), es un razonamiento que no concluye, sino que busca conciliar esos contrarios. Lo anterior marca una pauta para retomar la idea dual evocada líneas atrás en la que se concibe como ciencia y como arte. La primera, entendida como conjunto de conocimientos estructurados y, la segunda, considerada una técnica, como una serie de reglas de una actividad: guía hacia la pertinente aplicación de una interpretación. Leer la ciencia y el arte desde esta óptica aristotélica reafirma el carácter dialógico y conciliador de la hermenéutica analógica pues, lejos de buscar suprimir un extremo o el otro (la ciencia sobre el arte, la tesis sobre la antítesis, lo unívoco sobre lo equívoco), se reafirma como posibilidad de ordenar el corpus de sus conocimientos y de “seguir reglas de procedimiento, que se aplican a los razonamientos concretos”.11 Así pues, queda establecida la tercera y última pauta, la concordancia y la conciliación, como muestra de las dualidades en las que versa la hermenéutica analógica. Son leídos también como los tres posibles límites que la sostienen.

Literatura comparada: pensar etnográfico

Pensemos paralelamente en la literatura comparada trazando pistas históricas y conceptuales que ofrecen una idea general de los límites en los que oscila. Primero, por el concepto clásico alemán Weltliteratur (“literatura mundial”) acuñado por Goethe en el primer tercio del siglo XIX. Surge como propuesta que busca intercambios literarios desde diferentes orillas12 literarias y en diversos idiomas. La revista Über Kunst und Altertum [Sobre el arte y la Antigüedad] enfocada en la revisión crítica del arte y la política cultural dirigida por el mismo Goethe, declara lo siguiente sobre la Weltliteratur:

[…] un modèle d’interprétation de la modernisation littéraire susceptible d’exercer aussi une influence sur l’évolution de la littérature et sur les relations que les littératures entretiennent entre elles. Il suggère aux revues étrangères comme au public allemand d’adopter des critères d’appréciation en vertu desquels la littérature ne présentant aucun signe d’un élargissement de l’horizon se trouverait condamnée.13

Con lo anterior, se constata la tentativa de romper los esquemas literarios tradicionales o clásicos, y así reflexionar sobre su impacto en las diversas expresiones literarias. Se plantea además el posicionamiento de visibilizar y considerar otras literaturas en el panorama cultural europeo de la época. La idea de condamnée (condenada) denota explícitamente el tono con el que la literatura comparada busca romper con los límites nacionales literarios.14

Hacia la misma dirección de lo que comienza planteando Goethe décadas atrás, aparece en el panorama comparatista español Claudio Guillén, figura clave para la comprensión de las implicaciones de la literatura comparada. En su obra Entre lo uno y lo diverso (1985) explora Guillén la importancia de superar las fronteras nacionales para alcanzar el ideal romántico de “literatura del mundo”. El título de su obra es sugerente, arroja el mensaje de la tensión clásica que existe entre lo local y lo universal, lo nacional y lo universal. Explora también las creaciones literarias producidas en los lugares y momentos más dispersos, para apreciarlas y valorarlas mejor.

“For Guillén, the space of comparison is located, not in national or even international, but in supranational considerations. Guillén considers comparative study of historically unrelated works the most promising tendency in comparative literature”.15 Declaración que resume una de las ideas centrales de su trabajo; muestra no solamente las dualidades ya evocadas, sino que confirma en qué medida lo supranacional se instaura, se establece, como punto medio y conciliador entre ambas literaturas.

La propuesta de Weltliterature de Goethe invita a reflexionar sobre su inclinación hacia el eurocentrismo y los desafíos de interpretación y accesibilidad, especialmente en contextos no occidentales como Latinoamérica, subrayando la necesidad de abordajes que respeten las diversidades culturales y lingüísticas tanto en la traducción como en la crítica literaria. Lo anterior resalta también la necesidad de reconsiderar las dinámicas de poder y estructuras coloniales en la selección y promoción de literaturas, mientras que su enfoque interdisciplinario abre caminos para una comprensión más profunda de textos como reflejos de resistencia y afirmación identitaria en contextos como el latinoamericano.

Por último, se desprende casi de forma natural pensar la literatura comparada como una etnografía abierta, encargada de analizar los sistemas de contacto con una particular atención a los intercambios, oposiciones, imitaciones o correspondencias entre los seres humanos y, sobre todo, en sus expresiones literarias.

Siguiendo la misma dirección, es oportuno recuperar la óptica de Joseph Texte (París, 1865), autor de la primera tesis en literatura comparada en Francia y pionero del comparatismo académico en Europa. En una de sus declaraciones, “la littérature est, avant tout, un problème d’ethnographie”,16 conlleva nociones implícitas de la etnografía: raza, naturaleza, origen, prácticas o dinámicas psicosociales… Por un lado, se retoma el polémico debate sobre la literatura comparada y la importancia de visibilizar las denominadas “literaturas menores”17 al estar fuera de la esfera cultural tradicional o de moda y se visibiliza el papel del comparatista cuya función es, entre otras, la de indagar, descubrir, proponer. Por estos acercamientos o distanciamientos al texto, se problematiza la lectura y se descubren aspectos no considerados inmediatamente en el texto: de ahí el valor heurístico y didáctico.

Hasta ahora hemos trazado algunas dualidades ligadas al origen, a los conceptos clave y a las implicaciones de la hermenéutica analógica y la literatura comparada; buscamos comprender las dinámicas que se desprenden de aquellos momentos de tensión y de confrontación. Pasamos a la pregunta que busca entender el papel del hermeneuta y del comparatista frente a los textos literarios.

Hermenéutica analógica: una narrativa en forma de prisma

La hermenéutica es una acción (interpretar), es un adjetivo calificativo (derivado del griego —ρμηνευτικ— para referirse a un saber explicativo, interpretativo), es también un instrumento y un método. El llamado “acontecimiento hermenéutico” o “acto de interpretación” consta, en principio, de tres elementos —el texto, el autor y el intérprete o lector—. Frente a los diferentes ángulos desde los cuales se puede analizar dicho evento,18 nos detendremos a pensar en los alcances que tiene la hermenéutica analógica según su intérprete y según su marco contextual.19

Reconocemos, en primera instancia, la labor del lector como decodificador del contenido otorgado por el autor; responsable por excelencia de complementar con un significado o un valor matizado subjetivamente.

Según los principios de la hermenéutica analógica, se requiere complementar esta lectura con el concepto de código —entendido como el lenguaje en el que fue expresado— por un lado, y con el de contexto —el momento en el que se interpreta, el cual difiere al del autor—, por otro. Sin olvidar que el lector tiene la clara tarea de recuperar el contexto del autor, el que este decidió para su texto.

A ese propósito, declara Beuchot: “interpretar es poner un texto en su con­texto”,20 reafirmando la importancia de descontextualizar para recontextualizar, es decir, de llegar a la contextualización después de una labor de análisis para elaborar una propuesta exegética y con una visión más integral y panorámica. Lo anterior nos encamina hacia una de las virtudes de la hermenéutica, la phronésis (o pruduencia) entendida desde la tradición aristotélica, como una “razón contextual”21 que nos mueve a actuar según el contexto en cuestión.22

Para complementar los alcances del lector y el contexto en la hermenéutica analógica, entra a colación una segunda consideración: la fusión de horizontes. A través de los postulados del filósofo alemán Gadamer, constatamos la confrontación de contextos dobles (el del autor con la del exégeta) entrando en diálogo; se discuten, y, luego entonces, se genera una propuesta interpretativa. Siguiendo la misma tradición, para el hermeneuta contemporáneo Jean Grondin (Quebec, 1955) la hermenéutica pretende “interpretar un texto para fundir nuestro horizonte de comprensión con el del autor”.23 Representa, en concreto, la muestra de convivencia y del más intenso compartir con el otro.24 Desde esta misma dinámica, se reconoce entonces el cambio de contextos: el contexto del autor ya no es el del texto, y, por más que el lector se esfuerce por colocar el texto a la luz del contexto original, el significado cambia, se desliza. Con lo anterior se corrobora entonces la imposibilidad de mantener la objetividad del lector al leer el texto, pues precisamente le es imposible dejar de lado su propio contexto.

¿A qué retos nos enfrentamos? A lidiar con ambas intencionalidades, buscando en cada acto interpretativo reconocerse a sí mismo en el texto del otro. El intérprete asume entonces la responsabilidad25 de recuperar el contexto del autor, el que pensó y concibió para su texto. Una vez encaminados en una aventura hermenéutica en la que se busca lo que el texto nos dice a nosotros ahora, se trata también de redimensionar el texto mismo, trasladarlo a un contexto diferente.

Las ruinas circulares en la literatura comparada

Iniciar el presente artículo enmarcado con la imagen metafórica y a la vez antitética de Jonathan Culler resulta revelador. Al desdibujar las dimensiones del río y del mar pareciera que busca establecer una pauta del perfil del comparatista y sus ambiciones. Deja en claro que el comparatista desempeña el papel de intermediario y, aún más, de intérprete, privilegiando a su vez tanto las obras literarias como las culturas extranjeras.

George Steiner, uno de los grandes comparatistas y pensadores del siglo XX y de las primeras dos décadas del actual, define la labor del comparatista por: “sa fonction d’étudier la dissémination et la réception des œuvres littéraires à travers temps et lieux”.26 Declaración que pudiera parecer sencilla, pero en realidad no lo es. Labor que implica la combinación de conocimientos filológicos, etnográficos, lingüísticos, entre otros. El empleo de términos como dissémination y réception deja huellas que va rastreando el comparatista.

Al retomar, por un lado, la idea de “movimientos pendulares”27 se nombran aquellos puntos que va trazando el comparatista de un lado a otro; llamémoslos, también, de equivalencias. Y, por otro lado, se nombran diferentes movimientos “transversales” y “laterales”, indicando correspondencias. Que sea por influencias y fuentes, por periodos, escuelas o movimientos, formas y géneros literarios, por la recepción, temas o motivos, la literatura y otras disciplinas, el comparatista realiza lecturas que dan validez y dinamismo a la comparación y, como resultado, leerlos como un conjunto, como un Todo.28 Lejos de pensarlo como una metodología específica, el comparatista pretende estudiar la literatura en co­laboración con los textos mismos.

El concepto en latín tertium comparationis (‘la tercera parte de la comparación’) viene a colación pues alude a todo aquello que tienen en común dos cosas que se comparan. El comparatista desempeña precisamente el papel de “conciliador” que mencionábamos líneas atrás. Se observa con mayor claridad un comparatista (¿analógico?), como aquel que considera el fenómeno literario en su conjunto, como una obra potencializada en continuo “proceso de intercambio”.29

¿Comparatista, ciudadano del mundo? Sin perder de vista que la literatura comparada es un sitio para el estudio de la literatura como fenómeno transnacional (pese a que, según el crítico y comparatista estadounidense Jonathan Culler, dicha postura genera cierta desconfianza) rescatamos que, quizá, el comparatista es un extranjero por naturaleza, aquel que va más allá de las fronteras de un país particular y del estudio de las relaciones entre la literatura y otras áreas de conocimiento o de opinión.

La hermenéutica analógica y la literatura comparada: disciplinas fronterizas

Las fronteras son una paradoja: separan, unen y delimitan. Establecen similitudes y diferencias. Lugar de tránsito, de acuerdos y desacuerdos. Las fronteras son sustantivos —femeninos y plurales—; son adjetivos (fronteriza); pero sobre todo son verbos (cruzar, transitar, fronterizar).30 Se recorren, se cruzan, se transgreden: acciones transitivas, es decir, que la acción recae en ellas, se involucran. Geográficas, simbólicas e imaginarias. Confinan y liberan. Protegen y a la vez violentan.

En Éloge des frontières,31 el filósofo francés Régis Debray reflexiona sobre las variadas maneras de referirnos a las fronteras. Es tan poco unívoca que en cada lengua existe más de una palabra para referirse a ella: límite, borde, umbral, lindes… Pensemos también en sus traducciones, por ejemplo, en latín es limes, palabra que conlleva una connotación más de límite. En inglés no es fines, como tampoco border; lo que expresa un límite entre dos estados sería frontier. Su significado está también determinado según la dimensión o la óptica: historiador, politólogo, economista, geólogo, literato.

Ante tal vastedad de significados y ópticas, hacemos la invitación a que se lean las fronteras según el lugar de enunciación, según el posicionamiento y perspectiva personal. Lo anterior nos confronta ante una inminente situación de ambivalencia, entre dos realidades, entre un doble frente; en un frente a frente, recíproco y mutuo.

A pesar de sus cambios semánticos o contextuales, la frontera, afirma el mismo Debray, “sobrevive a sus metamorfosis” reinterpretándose incesantemente. Por lo anterior, buscamos otorgarle una interpretación desde las humanidades, para ver la manera en que incesantemente el lenguaje transita en terrenos fronterizos.

En el marco de este trabajo, hemos creado un paralelismo entre hermenéutica analógica y literatura comparada, identificando ciertas diferencias y correspondencias en ambas a partir de momentos y conceptos clave (analogía, texto, contexto, hermeneuta, comparatista…). En este momento de la reflexión, buscamos delimitar su carácter fronterizo y, más aún, intersticial. Presentaremos así las correspondencias que existen entre una disciplina y otra y los límites en los que transitan a partir de dos momentos clave.

El primer momento, al pensar que ambas son modeladoras y conciliadoras. Constantemente situadas en un terreno limítrofe, permeado por interacciones extremas o contrastantes de diferente naturaleza: lo unívoco y lo equívoco, la tesis y la antítesis hegeliana, el arte y la ciencia, la literatura dominante o central y las periféricas… encontramos en la hermenéutica analógica, por una parte, una actitud metodológica y un instrumento filológico que logran equilibrar dichos contrarios y que, además, los significa encarnando sus contextos. Como lo denomina Beuchot, este camino analogista nos sitúa en “una razón contextual, no abstracta”32 para referir al valor del concepto de analogía, que permite justamente, mantener una igualdad proporcional o conciliadora, es decir, que busca lo propio de cada límite.

La literatura comparada, por su parte, también cumple el papel de conciliar las literaturas, independientemente de su origen, su idioma o su forma de presentar un texto. Al explorar discursos teóricos extranjeros, se posiciona intencionalmente en un momento de tensión o, llamémoslo también, “de crisis”. Culler nos invita a aceptar la evolución de los estudios literarios y culturales, como lugar de reflexión de la literatura como fenómeno transnacional. La naturaleza de la literatura comparada resulta ser precisamente el lugar donde se dan cita las opciones más diversas de las humanidades: “not just a discipline in crisis, but by its very nature a site of crisis”.33 Resulta curiosa la forma en que logra conciliar la idea de crisis no como algo negativo o destructivo, sino como algo creador y, desde nuestra óptica, como instancia que permite cruzar los límites.

El segundo momento es por su carácter dialógico, donde el papel del intérprete y del comparatista resulta indispensable. La hermenéutica analógica lo constata por su reconocimiento al lector o intérprete; la fusión de horizontes en específico apela una participación activa, valga la redundancia, y, a decir de Beuchot, implica “la mayor convivencia y el más intenso compartir con el otro”.34 Rescatamos entonces la intención del autor, la intención del lector y lo que Umberto Eco llama “la intención del texto o de la obra”.35 Esta dinámica de diálogo, no solamente estructura las diferentes realidades por sus similitudes y diferencias, sino también por su constante búsqueda de unirlas armónicamente, en ese espacio que se revela intersticial. Así pues, la capacidad dialógica de la hermenéutica analógica desentraña la estructura o las relaciones internas que configuran de una u otra manera el texto.

Por ejemplo, se podría retomar la idea de transculturación del cubano Fernando Ortiz. Término empleado para expresar la transición de una cultura a otra sin que por ello se llegue al desarraigo o a la pérdida de la propia (aculturación); además, conlleva la idea de la creación de nuevos fenómenos culturales. La transculturación resulta ser una forma no excluyente, sino todo lo contrario, dialógica, que busca significar un nuevo concepto de cultura y sus implicaciones (Cuba, a mediados del siglo XX, la posguerra).

En este mismo sentido, la figura del comparatista como etnógrafo se presenta como metáfora espacial relacionada a la idea de viaje, viajero, mapa, evocando la acción de comparar con viajar, cruzar, recorrer, transitar. Esta exploración implica una dinámica de intercambios, oposiciones y adaptaciones, ya sea a través de la traducción de textos o del diálogo entre distintas expresiones artísticas como pinturas, obras de teatro y música, conduciendo a un nuevo territorio, un tercer espacio,36 donde se hacen patentes las diferencias y se construye el sentido.

En una veta similar, Gayatri Chakravorty Spivak en su obra subraya la necesidad de que los comparatistas “crucen fronteras” en busca de perspectivas pluridiscursivas e interdisciplinarias, recuperando a su vez las habilidades de lectura como fundamentales para la iniciación en la explicación cultural; Spivak sostiene: “es mi creencia que la iniciación en la explicación cultural es una especie de entrenamiento en la lectura. Al abandonar nuestro compromiso con la lectura, desanclamos la conexión entre las humanidades y la instrucción cultural”,37 enfatizando así el papel crucial de una lectura profunda y reflexiva en el establecimiento de un diálogo intercultural enriquecedor.

Continuando en esa misma dirección, se observa con mayor claridad la relación de reciprocidad, de intercambio, de empatía. Consideramos que tanto la hermenéutica analógica como la literatura comparada funcionan por un mecanismo de concientización del lector, que a su vez le permite problematizar la dimensión de extranjería en el texto (autor-texto-contexto-lector). Dicho de otra manera, la idea de alteridad es constitutiva a ambas disciplinas porque la consideramos indispensable al actuar como reflejo inherente en la interpretación de los textos literarios. Precisamente a eso se refieren las palabras de Carmen Martín Gaite que enmarcan este texto: a la forma en la que la literatura se apropia de nosotros, de nuestro imaginario; en una constante dialéctica, vemos a través de sus ojos y también transitamos, transgredimos y desafiamos el orden y las realidades del texto.

La literatura comparada surge como un vehículo de intercambio cultural, propiciando un diálogo reflexivo entre el yo y el Otro. A través de este proceso, se facilita una comprensión más profunda de la alteridad, enriqueciendo la percepción del lector sobre las diversidades humanas y culturales. Este dinamismo interpretativo no solo amplía horizontes cognitivos, sino que también subraya la literatura como una herramienta esencial para el análisis crítico y la concienciación cultural.

La utilización de la brújula por parte de Beuchot para simbolizar la analogía —entendida como “una pequeña bruja” que guía hacia el sentido y destino—38 resalta la función del comparatista como mediador en el diálogo entre realidades textuales y culturales diversas. Esta metodología no solo profundiza la interpretación literaria, sino que también promueve un espacio intersticial de interacción, esencial para apreciar y valorar la alteridad. Así, la analogía surge como una herramienta clave para tender puentes entre variadas identidades y experiencias, afianzando la literatura como un ámbito de encuentro, reflexión y cambio social. En este contexto, el comparatista, guiado por la “brújula de la analogía”, se configura como un viajero que interpreta lo ajeno, explorando la narrativa intersticial que armoniza y abre nuevos espacios y relaciones. ¿Podríamos quizá hablar de un comparatista analógico como aquel viajero que interpreta al Otro?

Tanto en el caso de la hermenéutica analógica como en el de la literatura comparada, la comprensión se encuentra situada según su contexto y, por lo tanto, en comunidad, colectivamente. Esta apertura conduce a una imperiosa necesidad de mirar hacia afuera, hacia el Otro. Pertinente quizá pensar en ese juego de espejos con el que nos hipnotiza Borges. El argentino nos ofrece la inmortal imagen de los espejos para poner en manifiesto la idea de dualidad —entre diferentes identidades, entre los reflejos de uno y otro, el mundo de la realidad opuesto al mundo ficticio— el mismo reflejo se refracta de nuevo para crear una tercera realidad, la suya, la realidad fantástica.

A esto podríamos llamarlo también una narrativa intersticial y, ahora lo vemos quizá con mayor claridad, narrativa analógica: aquella que permite armonizar e inaugurar nuevos espacios, nuevas relaciones.

Conclusiones

Este artículo ha trazado un paralelismo entre la hermenéutica analógica y la literatura comparada, exponiendo su interacción renovada como campos intersticiales. Al examinar sus complejidades, hemos destacado tanto sus contribuciones teóricas como su relevancia práctica en el análisis literario moderno, abriendo caminos para futuras investigaciones interdisciplinarias. Inspirados por la observación de Umberto Eco sobre el interés “casi obsesivo” por la hermenéutica, hemos planteado una reflexión retórica sobre esta predilección, sugiriendo que la hermenéutica analógica y la literatura comparada son prácticas dinámicas y complementarias, arraigadas en una búsqueda interpretativa constante.

Hemos argumentado que interpretar, comparar y explorar límites son esenciales para la experiencia humana, especialmente relevante en nuestro contexto actual de complejidad y crisis. La interconexión de la hermenéutica analógica y la literatura comparada propone un marco para el análisis de textos a través de lentes variados, subrayando la importancia de una metodología interdisciplinaria que abarque desde la sociocrítica hasta la ecocrítica. Este enfoque no solo profundiza el análisis literario, sino que también celebra la literatura como un espacio de diálogo multicultural y transhistórico.

Al integrar la reflexión de voces como la de Domínguez, reconocemos la experiencia de lectura como un proceso que cruza todo tipo de fronteras (temporales, espaciales, lingüísticas, culturales, etc.) para construir significado, el cual depende en gran medida de comparaciones con otros artefactos, literarios, artísticos u otros. Esta perspectiva subraya la esencia de nuestro análisis, destacando cómo la literatura comparada y la hermenéutica fomentan una comprensión que se nutre de la diversidad y el contraste.

Para futuras investigaciones, se invita a profundizar en la interacción entre la hermenéutica analógica y la literatura comparada mediante el análisis de casos específicos y la incorporación de enfoques contemporáneos como la teoría queer, los estudios de género y la ecocrítica. Este enfoque promete enriquecer el diálogo interdisciplinario en las humanidades y los estudios literarios, abriendo nuevas avenidas para la comprensión y la crítica literaria.39

Referencias bibliográficas

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La mayoría de las obras citadas se consultaron en su idioma original. Salvo que se indique lo contrario, todas las traducciones son mías. “Un comparatista es alguien que sabe demasiado de otras literaturas y culturas para contentarse solo con la suya; al haber ya visto el gran océano, no puede apaciguarse solo con el agua del río del pueblo con la que saciar su sed” (Jonathan Culler, “Comparative Literature, at Last”, en Saussy Haun (ed.), Comparative Literature in an Age of Globalization [Routledge & The Johns Hopkins International Press, 2015], 237-248).
Mauricio Beuchot, Hermenéutica, tradición y alteridad (Ciudad de México: UNAM, 2017), 59.
Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica (Ciudad de México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2020), 12.
Mauricio Beuchot y Alberto Vital, Manual de hermenéutica (Ciudad de México: UNAM, 2018), 220-221.
Luz Aurora Pimentel, “Qué es la literatura comparada y cómo se puede usar en la enseñanza de la literatura”, Anuario de Letras Modernas, 4 (1988-1990): 91-107.
Ibíd., 92.
Ibíd.
William Marx, “Sommes-nous ce que nous lisons ?” Video de YouTube, programa de radio France Culture (24/01/2020), 33: 17, consultado el 11 de noviembre de 2021, https://www.youtube.com/watch?v=yuoDwlL2c84
Beuchot, Hermenéutica, tradición y alteridad, 59.
Beuchot y Vital, Manual de hermenéutica, 220-221.
Ibíd., 216.
Orillas es un término metafórico que evoca diferentes espacios geográficos, de diferentes latitudes.
“[U]n modelo para la interpretación de la modernización literaria que también puede influir en el desarrollo de la literatura y la relación entre literaturas. Sugiere que tanto las revistas extranjeras como el público alemán adopten criterios por los que se condene la literatura que no muestre signos de ampliar sus horizontes” (Joseph Jurt, “Du concept de Weltliteratur à la théorie d’un champ littéraire international”, COnTEXTES [en línea], 28 | 2020, mis en ligne le 29 septembre 2020, consultado el 24 de mayo de 2024. url: http://journals.openedition.org/contextes/9266; doi: https://doi.org/10.4000/contextes.9266)
Se rescatan del concepto ‘Literatura mundial’ la propuesta innovadora para el siglo XIX y la innegable referencia en los estudios literarios hasta los siglos posteriores. Al concebir una orientación “mundial” capaz de crear conexiones entre literaturas de diferentes orígenes e idiomas, se plantea un nuevo ideal: la globalización. Sin embargo, también debemos reconocer los inconvenientes de dicho concepto y la necesidad de actualizarlo en otros contextos fuera de Europa. El mismo Edward W. Said, en el Posfacio a Mímesis de Erich Auerbach, conmina a sus lectores a considerar “las propias limitaciones en cuanto a perspectiva y de la insuficiencia de los conocimientos” al pensar en el ideal de Goethe, y así trascender fronteras (Edward Said, Posfacio, en Erich Auerbach, Mímesis [México: Fondo de Cultura Económica (2022)], 534).
“Para Guillén, el espacio de la comparación se sitúa, no en consideraciones nacionales, ni siquiera internacionales, sino supranacionales. Guillén considera que el estudio comparativo de obras no relacionadas históricamente es la tendencia más prometedora de la literatura comparada” (Zhang Longxi, “Penser d’un dehors”, en Haun, Comparative Literature, 229-236).
Daniel-Henri Pagaux, Littérature comparée et comparaisons (Paris: Sorbonne Presse, 2005), 71.
Referencia inevitable a la reflexión de Deleuze-Guattari elaborada en Kafka: por una literatura menor (1975), donde manifiestan sus preocupaciones literarias sobre el devenir político de la literatura. En resumen, la reflexión se centra en las denominadas “literaturas populares” o “literaturas marginales” (las de una minoría) y la manera en que instauran desde dentro un ejercicio literario menor con respecto al de una lengua incluso mayor (oficial o dominante) como vehículo para mostrar la manera en que la literatura se vuelve un instrumento colectivo de expresión. Se evidencia así la manera en que el lenguaje —como sistema heterogéneo— se encuentra en “desequilibrio”. De ahí surge la posibilidad de visibilizar los componentes geográficos heredados a través del lenguaje (pensemos, por ejemplo, en las territorialidades o en los movimientos de desterritorialización).
Pensamos, por ejemplo, en el debate sobre la muerte del autor de la segunda mitad del siglo XX. Declarado principalmente por Roland Barthes, Michel Foucault y Jacques Derrida, quienes, de una manera u otra, priorizan el discurso escrito y al lector sobre la figura autoral.
No significa que los otros elementos sean menos importantes; sin embargo, lo que se busca es trazar un paralelismo entre el hermeneuta y el comparatista; de ahí el foco de atención en dicha figura.
Beuchot y Vital, Manual de hermenéutica, 14.
Ibíd.
La hermenéutica analógica trata de incorporar la idea de Gadamer en la que la interpretación tiene el modelo de la phrónesis, es decir, de la prudencia aristotélica, que se refiere a un conocimiento contextuado; similarmente, ocurre así al interpretar un texto. También trata de integrar la idea de Ricoeur de que el símbolo es lo más propio de la hermenéutica, y que la interpretación del texto simbólico, como el mito y el poema, tiene la estructura de la metáfora, siendo esta una de las formas de la analogía (Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación [México, UNAM/Itaca: 2000]), 57.
Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, 13.
Para profundizar en el tema, consúltese Mauricio Beuchot, Hermenéutica mestiza (Ciudad de México: Editorial Publicaciones Académicas CAPUB, 2016).
Pese a que el objetivo del presente artículo es hacer una revisión teórica general entre ambas disciplinas, el tema da para mucho más. Sería interesante continuar la reflexión sobre la ética desde la hermenéutica analógica y la hospitalidad en los estudios literarios comparatistas. Al respecto véase Jacques Derrida, L’Hospitalité, vol. II. Séminaire 1996-1997 (Paris: Éditions du Seuil, 2022) y Emmanuel Levinas, Ética e infinito (Madrid: Machado Libros, 2000).
Marc Antoine Douchet, Le partage des savoirs (Paris: La Découverte [1984]): 36.
Se retoma la idea de Pagaux (2005), quien lleva a cabo un estudio sobre la comparación y la reflexión sobre el Otro. Él mismo propone la lectura de “un nouvel ensemble”, es decir, una nueva totalidad, un nuevo conjunto que surge como resultado de la interpretación.
De la traducción al inglés “process of Exchange”. Esta reflexión la hace Roland Greene; en su artículo invita a recuperar el acontecimiento dinámico de los comparatistas, específicamente sobre cómo las literaturas y sus elementos surgen de un constante proceso de negociación e intercambio (Roland Greene, “Not Works but Networks: Colonial Worlds in Comparative Literature”, en Haun, Comparative Literature, 212-223).
Nuestra propuesta de neologismo. Se busca crear un nuevo lenguaje, desconcertarlo y descentrarlo al emplear la técnica que usualmente se utiliza en traducción, la “transposición”, en la que el sustantivo se transforma en verbo.
Régis Debray, Éloge des frontières (Paris: Gallimard [2020]), 48.
Beuchot, Hermenéutica mestiza, 122.
“[Sobre la literatura comparada] no solo una disciplina en crisis, sino, por su propia naturaleza, un lugar de crisis” (Culler, “Comparative Literature”, 248).
Ibíd., 48.
Umberto Eco, Los límites de la interpretación (Barcelona: Lumen, 1992), 29.
Homi K. Bhabha propone el concepto del ‘tercer espacio’ en Les Lieux de la culture. Este concepto enriquece la reflexión al proporcionar una lente para explorar la interacción y el diálogo entre diferentes tradiciones literarias y culturales. Resonando con los objetivos de la literatura comparada de examinar las influencias, intersecciones y tensiones entre culturas, el “tercer espacio” destaca el surgimiento de nuevos significados e identidades en el encuentro intercultural. Desafía las narrativas de pureza cultural y linealidad histórica, alentando una comprensión más profunda de la literatura como un campo marcado por la hibridación y el intercambio constante. Al adoptar este marco, los estudios comparativos revelan cómo la literatura contribuye a la configuración de identidades múltiples, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la interacción cultural y su impacto en la producción literaria. Este enfoque amplía el alcance de la literatura comparada y subraya su relevancia para abordar preguntas fundamentales sobre la cultura, la identidad y los nuevos debates en un mundo cada vez más globalizado.
Gayatri Chakravorty Spivak, “Can the Subaltern Speak?”, en Colonial Discourse and Post-Colonial Theory: A Reader, Patrick Williams y Laura Chrisman (ed.) (New York: Columbia University Press, 2015): 72.
Beuchot, Hermenéutica mestiza, 8.
Específicamente, podríamos pensar como posibilidad de aplicar esta óptica fronteriza en diálogo con la obra de la escritora mexicana contemporánea Cristina Rivera Garza (Tamaulipas, 1964). En la última década, Rivera Garza ha trabajado con una propuesta interesante: las escrituras geológicas. Buscando improntas de las realidades que se le van de las manos (experiencias, circunstancias, traumas), de una forma sofisticada y precisa propone un modelo para escarbar entre historias de violencias coloniales, epistémicas, en medio de contextos diversos.