En los últimos años, la figura de Miguel de Unamuno ha recobrado una notoriedad tal que comienza a hacer justicia a su persona y a su obra. Este hecho resulta en gran medida por el trabajo de divulgación —más allá de la inmensidad de estudios críticos— que se ha hecho en documentales, programas de TV, libros, filmes, videos y obras de teatro
Siguiendo estas iniciativas, en este dossier queremos recobrar la lectura de la obra del perpetuo rector de Salamanca, considerando los nuevos aportes que se han dado en los últimos años y la difusión que ha retomado su obra.1
Sabemos que para Unamuno el alma de un pueblo vive en su lengua, que se piensa con palabras y que cada idioma lleva implícita una filosofía propia. Sabemos también que, para él, la raza es, más que biológica, pneumática, espiritual, lingüística, y que por eso, con sus diferencias, y gracias a ellas, la lengua española o hispanoamericana es ya una lengua universal. Desde esta perspectiva puede leerse su vínculo con los países latinoamericanos de lengua española. Y por eso, al decir de Nelson Orringer, ha sido el español de la Generación del 98 que más escribió sobre la América hispánica.2
Con “Encuentros de Filosofía y Letras” no solo pretendemos poner de relieve —como lo ha hecho Unamuno— las relaciones entre la América de habla española y España, sino también los lazos disciplinares que en la obra de Unamuno —y en gran parte de la obra de la mayoría de los hispanoamericanos— se anudan entre ambas, en tanto que para el bilbaíno el lenguaje es la base del pensamiento y el que nos da acceso a la realidad. Por ello, ha llegado a decir que “toda filosofía es, pues, en el fondo, filología”.3
En este encuentro entre la filosofía y la filología, la literatura y la crítica literaria Alcira Bonilla, en su artículo “Misericordia: apuntes filosóficos para una intrahistoria de la piedad a partir de textos de Miguel de Unamuno (1864-1936) y de María Zambrano (1904-1991)”, hace una lectura del concepto de piedad en Miguel de Unamuno y María Zambrano, con el objeto de reflexionar sobre la compartida pasión (com-pasión) de encontrar en la profunda humanidad una posible —aunque agonista— convivialidad. A continuación, Diego Bentivegna, en su artículo “Unamuno, filología y posiciones sobre las lenguas. Postceptos americanos", propone reflexionar —desde una perspectiva política— sobre la incidencia de Unamuno en la llamada filología “novomundana”, considerando cuestiones como el panhispanismo, el españolismo o la dimensión americana, entre otras, con el objeto de recorrer las tensiones y disputas sobre la filología antes y después de Unamuno. A estos estudios críticos y filológicos se suma, desde una perspectiva filosófica, Álvaro Ledesma de la Fuente con su texto: “Ontología de los personajes nivolescos: criatura y creador en la filosofía literaria de Miguel de Unamuno”, en el que aborda una lectura de los personajes nivolescos de la obra del bilbaíno como elementos esenciales de la ontología unamuniana, donde el entrecruzamiento y la indistinción entre realidad y ficción permiten habitar la sospecha sobre el propio mundo. Luego, incluyo mi contribución “Hermenéutica, agonística y ethos barroco. Dimensiones metodológicas y ético-políticas de los textos de Miguel de Unamuno”, en la que desarrollo dos cuestiones que, si bien están presentes en muchos de los estudios críticos, no han sido del todo sistematizadas. Me refiero a las dimensiones epistemológicas y ético-políticas de los textos de Unamuno. Respecto de la primera, particularmente, a la metodología hermenéutica presente en los textos unamunianos. En cuanto a la segunda, el carácter agonista —la perspectiva más reconocida— pero también barroco de la “filosofía de la acción” unamuniana. Finalmente, en su nota “Los ojos en la Esfinge: en torno a Mi confesión de Unamuno”, Mariano Saba hace un estudio crítico sobre el género literario de la confesión en Unamuno y sus lecturas desde Zambrano y Rosa Chacel, para poner de relieve el carácter epistémico del género, más ligado a la experiencia íntima que a la erudición.