Mauricio Beuchot. Acordes de hermenéutica en la historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Filológicas (2019).

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Detalles del artículo

Cómo citar
Lucero Rodríguez, A., & Navarrete Rubio, J. (2020). Mauricio Beuchot. Acordes de hermenéutica en la historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Filológicas (2019). Interpretatio. Revista De hermenéutica, 5(2), 229-232. https://doi.org/10.19130/iifl.it.2020.5.2.0015
Sección
Reseñas
Biografía del autor/a

Alaide Lucero Rodríguez

Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Becaria en el Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM

Jesús Navarrete Rubio

Egresado de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Becario en el Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM

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Acordes de hermenéutica en la historiaes la más reciente publicación de Mauricio Beuchot dentro de la colección “Cuadernos del Seminario de Hermenéutica”. En este libro, tal como se anuncia en las primeras páginas, se trata de elaborar un análisis aplicado a distintos temas desde el prisma de la hermenéutica analógica (en adelante HA). La retórica, la epistemología, el signo, el símbolo, la poesía y la metáfora hallan cohesión en esta herramienta conceptual -la HA- para desentrañar y mejorar nuestro tiempo presente, sirviéndose de que la analogía puede encontrar lo común en la diferencia. Beuchot comprende que para movilizar al ser humano no basta la razón; hay que dirigirse a su ser entero, a sus fibras profundas.

Asomándonos al índice, llaman la atención los nombres de autores no canónicos como fray Luis de Granada y Juan Manuel Almarza, así como el de Carlos Díaz -filósofo español que trabaja personalismo comunitario y con quien Mauricio Beuchot guarda una amistad de años- compartiendo espacio reflexivo junto con otros fundamentales de la filosofía. Bello gesto este, el de hacer congeniar las afinidades intelectuales con las afinidades personales y hacerlas dialogar con la tradición, para poder ampliar las interpretaciones y, al mismo tiempo, dar a conocer el valioso trabajo que se hace y se ha hecho sobre la hermenéutica en latitudes de habla hispana.

El comienzo del libro quiere sentar las bases de las consideraciones posteriores, y por ello Beuchot establece su propia concepción de la filosofía como “la búsqueda de los primeros principios y los últimos fines” (12). Esto la diferencia de las otras ciencias y materias que tratan de comprender la realidad, como la física o la biología, además de la teología y la mitología. Las dos primeras se yerguen sobre el funcionamiento de principios racionales preestablecidos y se acotan a un campo de intelección específico; las otras dos buscan sus propias explicaciones del origen de las cosas y sobre el fin del ser humano en la tierra. Beuchot sospecha de la pretensión de que la filosofía sea puramente racional, pues esta llega a nutrirse de elementos reflexivos importantes tanto en la potencia poética de los mitos como en los ejercicios esclarecedores de la religión. Así, la filosofía cuestiona las interpretaciones existentes sobre el mundo, busca un principio universal que las conjunte y logre dar cauce a la reflexión sobre el destino y el deber del ser humano, atravesado por el intelecto, lo mítico y la razón.

La hermenéutica, al ser una herramienta interpretativa, intenta comprender toda acción que sea significativa. No solo los textos escritos sino gran parte de las actividades humanas son susceptibles a la interpretación, la cual tiene el rasgo característico de la mesura para evitar la asociación aleatoria y el equívoco. Esta prudencia tiene su base en que el ser humano se halla ubicado en una tradición específica que le sirve de brújula temporal; brújula, pues orienta entre el mar de la historia el diálogo con el pasado y la proyección hacia el futuro. Para Beuchot es muy apreciado este último: el diálogo tanto con las autoras y autores del pasado como con las personas que nos rodean, pues solo así la hermenéutica logra su cometido de ser útil para el presente, con­densando la crítica del pasado y proponiendo un camino para el porvenir. Esto tiene como resultado un ejercicio de dimensión entre lo más universal y lo más individual, dictum esencial de la analogía que hace convivir dos realidades diferentes en un nexo de semejanza: así, el ser humano es un microcosmos del universo; lo que sucede en el cosmos entero encuentra su análogo en el universo individual de cada ser.

En el segundo capítulo el autor nos lleva por un recorrido histórico que abarca el tratamiento que se le ha dado a la analogía desde la antigüedad hasta la modernidad. Desde la antigüedad, especialmente en los estoicos, se habla de una armonía universal, de un orden entre todos los seres y la naturaleza. La vida del ser humano se adecua a la naturaleza; halla su virtud en tal conformación; la naturaleza es la expresión divina; dicta los fines que podemos inteligir mediante la razón; la Providencia actúa como la razón de Dios, y acatar sus disposiciones es un ejercicio de libertad. El estable­cimiento del orden universal arraiga un im­portante carácter ético, pues el ser hu­mano, aunque se distinga por el uso que tiene del intelecto, siempre guardará una relación entre este y la naturaleza y lo divino, relación de semejanza, que no de igualdad, que pone límites y al mismo tiempo potencia la libre acción del individuo. La prudencia se vuelve eje de las relaciones entre lo natural, lo divino y lo humano como mediador y comunicador.

En el pensamiento de Beuchot, como a lo largo del libro, encontramos que la HA quiere condensar el universo de lo humano desde una mirada crítica y abierta. Huye a los determinismos naturales o metafísicos dotando de libertad y creación al individuo; así, atendiendo y reflexionando sobre los productos de la actividad humana, podemos emprender el camino de vuelta para hallar su raíz o principio.

Capítulos como el dedicado a fray Luis de Granada, dominico español que se dedica al estudio de la retórica eclesiástica, abordan la tarea de abrir el campo filosófico más allá de la razón lógica unívoca. La retórica atiende tanto a la argumentación como a la parte volitiva del discurso, para lograr el convencimiento, pero siempre con vistas a un bien, y distinguiéndola de la concepción negativa de los antiguos. Utiliza figuras como el símil para predicar con el ejemplo de la virtud; así, en un mismo movimiento, relaciona lo humano con lo divino y encamina la acción hacia el bien.

Otros capítulos están dedicados al sím­bolo, a la poesía y a la metáfora, y a los imaginarios y su relación con la hermenéutica. Todos ellos atienden a lo más íntimo del ser humano, pues son creaciones que revelan su interioridad y la conformación con su tiempo. La filosofía ha de detenerse a reflexionar junto con la poesía y la metáfora, pues ambas son fructíferas para ampliar el horizonte de interpretación, llaman la atención hacia aspectos del lenguaje o de la realidad que se pueden ignorar en el soliloquio racional. Los símbolos traen a la presencia afectos y significados de una región; condensan vivamente las pasiones y creencias de las comunidades que, Beuchot remarca, hay que estudiar para guiarlos hacia la sana convivencia de la sociedad. Esto conecta directamente con los imaginarios colectivos, los cuales comparten los individuos y que, en su forma singular y original de interpretar la realidad, pueden asimismo confrontar las visiones que les sean diferentes.

La manera de armonizar toda concepción distinta del mundo recae en una tarea ética. Beuchot encuentra en el personalismo comunitario de Mounier, autor francés que ha sido continuado por el español Carlos Díaz en años recientes, una propuesta de interés mayor. Este personalismo, “metafísica de la acción”, es una reflexión práctica de inconformi­dad. Busca “cambiar el corazón del hombre y las relaciones que mantiene con los otros” (74). La comunicación, la comprensión y la solidaridad hacen que su personalismo constituya la idea de “persona de personas”, interioridades socializadas de apoyo mutuo y reacias a los excesos del mundo que quitan dignidad al individuo. Díaz se encarga de fortalecer el lazo de interpersonalidad mediante la idea de “confianza mutua”, “vinculación confiada”; establece valores más profundos como el amor, el obsequio de sí mismo y el acogimiento del otro.

El capítulo de las meditaciones sobre Descartes y Husserl, junto con el dedicado a Juan Manuel Almarza y su trabajo sobre la vinculación de la hermenéutica con la historia, son lecciones que ejemplifican la eficacia de la hermenéutica para abrir caminos interpretativos y ubicar nuestra reflexión en el tiempo pertinente.

Acordes de hermenéutica en la historia es un libro que cumple con la pretensión que el autor confiesa tener: interesar al lector en los temas que rodean la estela de la hermenéutica en su carácter de analógica. Deseamos, igual que Beuchot, que esta lectura se convierta en flama para los trabajos filosóficos venideros, y que la hermenéutica siga nutriéndose, porque es una herramienta muy valiosa, no solo para el pensamiento, sino para la comprensión y la acción en el mundo.

Bibliografía

  1. (). . . México: Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Filológicas. .