zapoteco Chichicapan liberales y conservadores caminos Oaxaca
Contenido principal del artículo
Sebastián van Doesburg
Universidad Nacional Autónoma de México
Resumen
En 1832, el señor Pablo Antonio Cruz de Chichicapan escribió una carta abierta en zapoteco al periódico oaxaqueño El Zapoteco —de extracción protoliberal—, en la cual se quejaba de las condiciones inhumanas en que trabajaban los peones indígenas del distrito de Ejutla contratados para la construcción de la carretera a Huatulco. En esta contribución presento un análisis interlineal del texto y una contextualización histórica de este curioso documento publicado en un momento en que era poco común escribir en lenguas mesoamericanas.
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van Doesburg, S. . (2022). Escritura zapoteca en los “Años de Silencio”: un curioso texto en zapoteco de Chichicapan de 1832. Tlalocan, 27(1), 289-318. https://doi.org/10.19130/iifl.tlalocan.2022.1.8725x16
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En octubre de 1832, el señor Pablo Antonio Cruz de Chichicapan -de quien no tengo ninguna información adicional- escribió una carta abierta al periódico oaxaqueño El Zapoteco.2 En ella se quejó de las condiciones inhumanas en que trabajaban los peones indígenas del distrito de Ejutla -al cual pertenecía Chichicapan entonces (Orozco y Berra, 1856: 68)- contratados para la construcción de la carretera a Huatulco. Es un texto excepcional, no sólo por su contenido social, sino por haberse escrito y publicado en la lengua zapoteca (fig. 1a y b). El uso del zapoteco para redactar varios tipos de documentos administrativos (testamentos, cartas de compra-venta, inventarios, cuentas, etc.) era una práctica común durante la época colonial. El arte de escribir estaba en manos de escribanos de la comunidad, quienes se encargaron de producir no sólo la documentación oficial, sino también escritos para el uso interno de las comunidades, como los llamados Títulos Primordiales. Contamos con unos mil textos de esta tradición (Michel Oudijk, comunicación personal).3 Sin embargo, pasado el proceso de la independencia de México, es muy raro encontrar material escrito por autores zapotecos. Así, el último texto de la tradición comunitaria conocido hasta ahora es de 1824 (fig. 2a y b).4 La misma suerte corrieron otras lenguas escritas, como el mixteco, cuyo último texto es de 1810.5 Al repentino silencio de la voz indígena en el acervo documental de México durante la mayor parte del siglo XIX (dejando fuera los estudios de curas seculares y de la incipiente lingüística mexicana por no representar éstos una tradición indígena) lo llamo “los años de silencio”. Sigue siendo una tarea pendiente encontrar la explicación para este fenómeno.6
En esta contribución quiero comentar el texto publicado en 1832 desde dos puntos de vista: como una fuente histórica sobre uno de los múltiples proyectos para construir un camino entre Oaxaca y Huatulco y como un aparente anacronismo al haberse publicado durante los “años de silencio” en uno de los medios de expresión de los protoliberales, que hoy solemos asociar con una postura negativa en cuanto a la diversidad lingüística en México.
1. La carretera a Huatulco
Lo que provocó la indignación del autor de la carta era la situación de los peones trabajando en la construcción de la carretera a Huatulco. De hecho, precisamente en 1832 el estado intentó revivir un antiguo deseo de comunicar la capital con el puerto. Proyectos para mejorar esta vía de comunicación se presentaron durante varios momentos históricos. Inicialmente, durante la temprana época virreinal, la bahía de Huatulco era el puerto principal de la provincia de Oaxaca en la ruta a Centroamérica y Perú, aunque pronto fue eclipsado por Acapulco. Luego, mucho más tarde, la construcción de la carretera en 1832 se vinculaba con un intento de aumentar el comercio marítimo de bienes y de contrarrestar la crisis económica generada por la abolición de las políticas proteccionistas de la colonia. Actualmente, mientras escribo estas líneas, la nueva carretera a Huatulco en construcción debe promover el desarrollo turístico con embarcaciones de un tipo muy distinto.
En los primeros años de la colonia, Cortés usó el puerto de Tehuantepec para construir los barcos destinados al “descubrimiento del mar del sur”, pero desde 1537 se prefirió Huatulco, con su bahía protegida contra los vientos, dejando el astillero en Tehuantepec en segundo plano. A partir del año mencionado, salieron de Huatulco aproximadamente dos naves por año hacia Panamá y El Perú.7 Se conservan varias licencias para salidas de navíos comenzando en el año de 1542 y de este año es también la primera mención de un proyecto para construir un camino de Antequera a Huatulco.8 Por esta ruta pasaron plantas, animales y todo tipo de productos al sur. También pasajeros usaron este puerto. A inicios de 1551, el virrey Antonio de Mendoza, al terminar su administración en la Nueva España, y después de haber pasado por Oaxaca, salió de aquí rumbo a Perú a bordo del barco San Andrés (Borah, 1954: 29 y nota 17). Los documentos relacionados con su viaje revelan que aún no había carretera y que todo su ajuar y los bastimentos para el viaje fueron llevado por indios cargadores o tamemes. Para facilitar su paso a Huatulco, el virrey saliente mandó aderezar los caminos. En su informe a su sucesor dice “Con mi venida se han aderezado los caminos [a Huatulco], quedan algunos pasos estrechos y no bien fijos. V. Sa. mande que se aderecen, porque este camino se sigue mucho a causa de lo del cacao” (Torre Villar, 1991, tomo 1: 116). De hecho, en 1561, su sucesor ordenó reparar el camino “que es uno de los principales” (AGN, Mercedes, vol. 5, f. 299vta). Y, aunque a partir de 1570 mucha de la actividad comercial se mudó al puerto de Acapulco, Huatulco mantuvo una actividad importante.9
A partir de la Independencia, los gobiernos pusieron atención al mejoramiento de esta ruta y del puerto mismo. La construcción de una red de carreteras era fundamental para poder integrar las distintas regiones económicas y políticas del país.10 En 1822, el diputado por Oaxaca, Carlos María de Bustamante, abogó por la rehabilitación del puerto para la exportación de las “exquisitas producciones” y por la construcción de un camino sobre San Bartolomé Loxicha, Coatlán y Ejutla (AGN, Ayuntamientos, vol. 5, exp. 9, 1822, f. 235). Los tratados internacionales logrados a partir del reconocimiento de México por Inglaterra en 1825, y la apertura legal en el comercio incrementaron rápidamente las inversiones extranjeras, entre ellas las relacionadas con la minería, y la habilitación de los puertos mexicanos se convirtió en un tema importante. Ya en 1827 se intentó mejorar la carretera a Huatulco, pero el proyecto no prosperó por falta de recursos, materiales y mano de obra (Reina Aoyama, 1998: 62-63). Anterior a 1831, el gobierno comenzó a abrir algunos tramos de carreteras de terracería, uno de los cuales cubrió el trecho de Ejutla a Miahuatlán, parte del camino a Huatulco (López Ortigoza, 1831: 14, citado en Reina Aoyama, 1998: 63). El alemán Eduard Mühlenpfordt, quien estaba en Oaxaca de 1828 a 1834, observó que “un gran obstáculo para el desarrollo del comercio en este estado es la ausencia total de buenas carreteras o, por lo menos, de carreteras transitables. Sólo dentro de los límites del gran valle de Oajaca hay caminos más o menos transitables” (Mühlenpfordt, 1993: 23). En 1831 se intentó impulsar un desarrollo carretero ambicioso para salir del estancamiento económico. Cito otra vez a Mühlenpfordt: “En 1831, un grupo de expertos alemanes diseñó un proyecto para la realización de un enlace de carreteras entre el Golfo de Méjico y el mar Pacífico. Un primer tramo iba a ir de Alvarado hasta Oajaca -a ser posible a lo largo del río del mismo nombre y de sus afluentes [...]- y, a partir de ahí se dirigiría, posiblemente paralelo a los márgenes del río Atoyac y del Río Verde, hasta el puerto de Huatulco [...]”.11 El proyecto se debió financiar con la emisión de acciones -se esperaba que la carretera impulsaría el comercio exterior de Oaxaca y el comercio de Europa con la costa occidental de América, como lo hizo después el canal de Panamá-, sin embargo, no se encontraron los inversionistas. Durante los siguientes años, la atención se dirigió a mejorar la carretera entre Oaxaca y Tehuacán -parte indispensable de la ruta a Veracruz y a México-, proyecto en que Mühlenpfordt participó activamente (López Ortigoza, 1832: 23-24; Mühlenpfordt, 1993: 24; Covarrubias, 2002: 97-98). En 1832, fecha de nuestra carta, se trabajó intensamente tanto en esta obra como en la carretera a Huatulco. Se informó incluso que se había “logrado descubrir un ancho camino que formado desde tiempos muy remotos ha estado sin uso, tal vez por algunos siglos, pues [así] lo persuaden la espesura de los bosques, elevadas arboledas que en su ruta se encuentran, y el que sea está separada en el [día] de poblacion desde Miahuatlán hasta Pochutla. […] Se hallaban cortados á tajo algunos cerros, y otros trabajos de aquellos que manifiestan la magnificencia de las obras antiguas” (López Ortigoza, 1832: 10-11). El 30 de marzo comenzó el desmonte de ese antiguo camino, trayendo para ello a los hombres de los pueblos a lo largo de éste. La obra tenía el decidido apoyo del gobernador del departamento de Ejutla, Vicente Tovia. El gobernador del estado observó felizmente que “solo cuesta al estado esta obra grande los pequeños sueldos que se están dando a dos directores, alguna herramienta, y la frugal mantencion [sic] de los operarios que comunmente han excedido de trescientos, pues la eficáz [sic] persuacion y el incesante anhelo del Sr. Tovia así lo ha proporcionado” (López Ortigoza, 1832: 11). Al iniciarse 1833 se formó un Directorio de Construcción de Caminos dirigido por el arquitecto-ingeniero Francisco Heredia, que había llegado a Oaxaca en marzo del año anterior, y por Mühlenpfordt, pero la epidemia de cólera de este año y la rebelión de los generales conservadores Durán y Arista pararon los trabajos (Mühlenpfordt, 1993: 24-25; López Ortigoza, 1835: v).12 No sería hasta la época de Juárez que la infraestructura regresaría a la agenda política del estado.
2. Los liberales y los “años de silencio”
El periódico El Zapoteco era una publicación local de Oaxaca, sostenida por partidarios del federalismo en el estado. Los fundadores eran de los llamados “vinagres” (después los liberales), que competían con los “aceites” (más tarde los conservadores) por el control político. Durante las décadas de los veinte y treinta, la competencia electoral era feroz y dividía la sociedad urbana en dos. Cada parte trató de exagerar al máximo las tendencias políticas del otro, por lo que los “vinagres”, representando a la clase media, llegaron a ser vistos como heréticos (ya que promovían una restricción del poder de la Iglesia) influenciados por el racionalismo y el escepticismo de la revolución francesa.13 En 1824, los federalistas lograron una victoria en el congreso constituyente. Este momentum era importante para el futuro de Oaxaca ya que poco después el congreso estatal, también dominado por los “vinagres”, redactó la primera constitución estatal. No fue ninguna coincidencia que el primer número de El Zapoteco salió el 16 de septiembre, el día del inicio de la guerra de Independencia, del año de 1832. En Oaxaca, en la colección de Manuel Martínez Gracida conservada en la Biblioteca Pública Central, se conservan las ediciones hasta el número 49 del 3 de marzo de 1833.14 El objetivo de El Zapoteco quedó claro en los números 1 y 4 (del 27 de septiembre):
uno de los fines que se proponen los editores del Zapoteco [es] procurar por el bien y civilización de los indios [...] cuando hablaron en su prospecto los del Zapoteco sobre la ilustración y bienestar de los indios, no se propusieron copiar en cada número lo que escribió Fr. Bartolomé de las Casas, ni la historia de los tiranos españoles, sobre la destrucción y muerte de 20 millones de aquellos, ni lo que bajo la influencia de los virreyes han hecho y obrado en contra de los pueblos sus mandarines; se siñeron [sic] solamente al doble objetivo de instruirlos en el actual estado de cosas que guarda la revolución [...] y muy principalmente procuraron hacer la opinión a favor del triunfo que se solicita en las elecciones por parte de los liberales contra los serviles, en cuyo caso experimentarán practicamente [sic] los bienes a que son acreedores, destruyéndose la oligargía [sic] que impide su beneficio, aliviando a esta clase tan privilegiada de la honorosa carga de contribuciones directas del contingente para la milicia y librándolos de algunos que a manera de sanguijuelas sólo se alimentan de la sangre y sustancia de los infelices pueblos.
Durante 1824, el liberal José María Luis Mora, desde el congreso nacional, insistía vehemente en desaparecer la palabra “indio” del lenguaje legal y público (Montemayor, 2001: 65). No obstante la eventual buena intención, el declarar la inexistencia del indio sólo logró hacerlo invisible en la política del estado y resultó por lo tanto más bien en una amenaza hacia los bienes y posesiones de las comunidades indígenas. La desaparición de las lenguas indígenas de la esfera pública fue una de las facetas de la mencionada invisibilidad oficial. Por lo mismo, el pensamiento triunfante del liberalismo -que a raíz de la idea de la igualdad sociopolítica aspiraba hacia una sociedad uniforme sin diferencias culturales mayores- parece relacionarse con la desaparición de las lenguas indígenas de la esfera pública. Notamos que el último documento oficial en la lengua zapoteca es del mismo año que la constitución liberal de 1824, quizás una coincidencia simbólica.15
Ahora bien, la carta de 1832, publicada en un periódico respaldado por las fuerzas federalistas (o protoliberales) oaxaqueñas, nos indica que el panorama era más diverso y complejo. Mientras por un lado se gestó un discurso ideológico sobre la “igualdad”, con efectos nefastos en las comunidades, hubo coyunturas en que el empleo de las lenguas indígenas y de la categoría de “indios” por parte de los líderes ideológicos urbanos era aceptable para mostrar o buscar la solidaridad política de las mismas comunidades o sus representantes.
3. La carta de 1832
La carta fue publicada en El Zapoteco número 9 del día 14 de octubre. Para su publicación, una persona desconocida hizo una traducción (o mejor dicho una paráfrasis) del texto, la cual fue publicada junto con el texto zapoteco. La carta escrita por el señor Pablo Antonio Cruz de Chichicapa es un documento interesante por su lenguaje y su composición. Es posible afirmar que la lengua representada en la carta es la variante de Chichicapan. Así lo indican ya a primera vista algunas curiosidades, como, por ejemplo, el uso de la forma chichi para ‘palabra’ (hoy dxi’dxi), y el uso del plural =ria (hoy =rá’).16 Por otro lado llama la atención la gran cantidad de préstamos del español. ¿Representa la carta la lengua oral hablada en aquellos días en Chichicapan? Esta situación contrasta con lo que vemos en los últimos documentos de la tradición colonial de los valles centrales, en los que no sólo se revela poca variación dialectal sino que tampoco se usaron muchos préstamos. Es difícil creer que en los pocos años entre el fin de la tradición colonial y esta carta, el zapoteco hubiera cambiado tanto. ¿Debemos entender que durante la colonia tardía se escribió una forma literaria del zapoteco, que en sus últimos años ya no se correspondía a la lengua hablada? El hecho de que el autor de la carta estaba ya fuera de la tradición de los escribanos comunitarios, formados dentro de la tradición comunitaria de la colonia, sugiere que ya no dominaba ese zapoteco ‘literario’.
En la primera parte, el autor felicita al periódico por su trabajo de concientización: “veo [que] uds. se empeñan para que abran los ojos todos mis paisanos”. Sigue una declaración de adherencia con la causa de los “vinagres”. Aparte de una interesante referencia a la ideología igualitaria de la revolución francesa en zapoteco, es interesante observar que, para el autor, la política de los “aceites” (indudablemente identificados aquí como las familias de la clase alta en Oaxaca) esté dirigida a conservar privilegios y seguir las costumbres españolas. Después de esta introducción, el autor dedica varios renglones para explicar por qué decidió escribir la carta en zapoteco. En seguida, el autor introduce la razón de su escrito. Conservando el tono laudable, comienza diciendo: “Así es que mi palabra sólo es para yo agradecerles a uds. por estar contento de no ser unos miedosos para ir contra todos los enemigos nuestros, que desde el año de 1830 perjudican a nosotros con un bastón de hierro”. Con los enemigos, el autor se refiere sin duda a la presidencia de Anastacio Bustamante, un político militar que en 1830 organizó un golpe de estado en ausencia de Vicente Guerrero, declarándose presidente, gobernando con mano dura, estableciendo una correspondencia internacional y ganándose la simpatía del alto clero y los conservadores. Bustamante estaba detrás del asesinato de Guerrero en Cuilapan en el año de 1831. Es por lo tanto obvio que para los “vinagres” Bustamante representó el campo enemigo. Finalmente, el autor llega al meollo del asunto: el objetivo principal de la carta es denunciar las dificultades y el mal trato que los hombres empadronados en el distrito de Ejutla padecen en el trabajo del camino a Huatulco. Probablemente, el autor se refiere al desmonte del camino entre Miahuatlán y Pochutla, el cual estaba en progreso desde abril de 1832 y en el cual se ocupaba unos 300 hombres que disfrutaban -según citamos arriba- una “frugal mantención”. Sólo para llegar a Miahuatlán, los trabajadores de Chichicapan tenían que caminar unos 75 kilómetros si iban por la ruta de los valles. Con el “déspota” responsable del acarreo probablemente se refiera a Vicente Tovia, el gobernador del departamento de Ejutla.17 En seguida, el autor compara la situación de los peones con los reos en la ciudad, concluyendo que los primeros están en condiciones aún peores. Sin embargo, tras el trasfondo social había también una acusación política, ya que el proyecto del camino fue la iniciativa de un gobernador de clara extracción “aceite” (Guardino, 2009: 313).
Escrita solamente ocho años después del último documento de la tradición colonial en zapoteco, hay una marcada diferencia entre los dos textos. El documento de 1824, el testamento de Juan Pedro Hernández, un maestro de música de Yatzona en la Sierra Norte, es un texto tradicional, un testamento redactado en términos muy similares a los cientos de testamentos de la época colonial. Es, sobre todo, un documento comunitario, con funciones claramente definidas en la vida comunitaria. Este aspecto se revela precisamente por las firmas de las autoridades tradicionales de la comunidad al final: el gobernador, alcaldes y regidores, más el escribano del pueblo. Es, por lo tanto, un documento que aun se inscribe completamente en la tradición de los escribanos públicos y de los registros comunitarios de los pueblos indígenas. El texto de 1832, sin embargo, es una denuncia individual y particular de un hombre que se identifica solamente con su propio nombre. El autor es un zapoteco que ya maneja el discurso protoliberal de los políticos e intelectuales de la ciudad de Oaxaca. Aunque queda por averiguar quién fue el autor de la carta y cuál fue su relación con los “vinagres” de Oaxaca, la carta marca una ruptura clara con la época colonial y representa la divulgación de las ideas políticas de la época entre ciertos intelectuales indígenas de Oaxaca.
En seguida presento un análisis interlineal del texto zapoteco que da pie a la traducción del texto. En el análisis se respetan los renglones del texto impreso. Como resultado, para distinguir los guiones que marcan la división de palabras al final de renglón en el texto impreso de los guiones que separan morfemas, en el análisis se usa el guión largo para reflejar los primeros. Cada renglón del texto impreso se presenta en cuatro representaciones:
•La primera línea: la transcripción del texto impreso.
•La segunda línea: la segmentación del texto impreso.
Esta línea de representación segmenta el texto en palabras (separadas por espacios o guión bajo), clíticos (separados por =), compuestos (separados por +) y morfemas flexivos (separados por -). Existe una serie de expresiones adverbiales y conjunciones de varias palabras que aparecen con frecuencia en los textos. Para facilitar el glosado interlineal, estas colocaciones se tratan como unidades lexicalizadas con los diversos componentes separados por un guión bajo (_).
En varias ocasiones se puede intuir que hubo errores al momento de pasar la carta -probablemente escrita a mano- al molde de la imprenta, al parecer por parte de alguien que no hablaba el zapoteco. El asterisco * en la segunda línea indica la correción de un posible o probable error. Los paréntesis y los signos de interrogación se usan para indicar reconstrucciones o traducciones inseguras.
Ocasionales notas al pie en esta línea refieren a entradas en el vocabulario de fray Juan de Córdova (CV seguido por el número de folio), o a entradas en el vocabulario de Benton y Benton (BB seguido por el número de página), ambos mencionados en la bibliografía.
Finalmente, un solo corchete ([) hacía el final de esta segunda línea marca el “préstamo” de sílabas que quedaron en el siguiente renglón debido a la división de palabras.
•La tercera línea: la anotación de los morfemas.
Esta línea de representación está alineada con la segunda. Las palabras se alinean verticalmente con la segunda línea y los otros delimitadores que aparecen en la segunda línea (es decir, =, +, -, _, pero no [) se trasladan a la tercera. Los morfemas gramaticales son glosados con abreviaturas que aparecen en versalitas. La lista de estas abreviaturas aparece al final, antes de la bibliografía. Cuando existe una correspondencia de uno a muchos entre un solo morfema y una glosa que involucra múltiples palabras, estos elementos de la glosa están separados por puntos. La ortografía adoptada para escribir el zapoteco actual de Chichicapan en las notas al pie es la usada por Benton & Benton (2016).
•La cuarta línea: la traducción al español del texto impreso.
Palabras cuya traducción es incierta están entre paréntesis; palabras añadidas para aclarar el sentido de la traducción están entre corchetes.
encargo que uds. tengan cuidado por ellos, y por lo mismo termino
46.
xan con que nacan criado esteñitu y
con
que
n-aca=n
criado
*ex-teñi=tu
y
con
que
EST-ser=1S
criado
POS-PERT=2P
y
S. Q. SS. MM. B.
S[ervidor] Q[ue] SS[us] MM[anos] B[esa]
servidor que sus manos besa
con que soy criado de uds. y servidor que sus manos besa.
Comparación entre la traducción de 1832 y la de 2020
Traduccion del comunicado anterior escrito en idioma zapoteco
Traducción del autor de este artículo
Ciudadanos editores del Zapoteco. Chichicapan, 22 de setiembre de 1832.
Saludos, forasteros de Oaxaca que escriben el periódico El Zapoteco. Chichicapan, a veintidós días del mes de septiembre de 1832.
Permitanme uds. darles las gracias asi por el aprecio que les ha merecido el nombre de mi idioma, como por que veo que el objeto grandioso que se pro[po]nen és, entre otros, el de promover la ilustracion, y la felicidad de los indios.
Pido el permiso de uds., para darles el agradecimiento, tanto por haber tomado el nombre de mi idioma, como porque veo que uds. se empeñan para que abran los ojos todos mis paisanos.
Tan importante materia estubiera muy adelantado bajo los auspicios de la libertad, si nuestros gobernantes no fueran preocupados, y enemigos de la igualdad republicana; por lo cual lejos de conducirnos á la prosperidad siguiendo el espíritu del sistema, han pretendido hacerlo odioso para volvernos á la esclavitud, al tiempo que ellos se restituyeran á sus antiguos privilegios.
¿Hace cuántos días hubiera rendido el trabajo que están haciendo uds. ahora?, si todos los hombres que gobiernan no fueran tan soberbios que no quieren ellos que seamos iguales ante la ley; y no que ellos desean seguir todas las costumbres de los Gachupines.
Ustedes que protestan consagrar sus tareas á la causa santa de la libertad van à tener que luchar con esos hombres de que llabo [sic] hecho mencion; pero poseidos del noble orgullo que infunde la justicia nada debe arredrarlos en tan loable empresa.
Uds., supuesto que hicieron juramento de que, aunque les costará trabajo (...), de ser libres de las garras del diablo, aunque uds. ayuden (a todos ellos); no tengan miedo porque ahora tienen la justicia para que ustedes la vayan ir siguiendo.
Si este idioma fuera mas conocido yo tambien tendria el placer de ayudar à uds. dando algunas plumadas en favor de mi adorada pátria pero me privo de él por que no siendolo, al dirijirles mis escritos les causaría la molestia de tener que traducirlos.
Si fuera mi idioma más claro, estaría contento, pues yo ayudaría a uds. con escribir en el periódico El Zapoteco para yo abrir los ojos de todos mis paisanos; pero no lo hago porque como no lo es, cuando yo enviaría el escrito mío, tendrían uds. el trabajo de corregir el castellano.
Es verdad que en el idioma castellano que es en la repùblica el mas comun podria verificarlo; pero no me atrevo por que es seguro que cometeria mil yerros.
Es verdad que pudiera hacerlo en el idioma castellano, pues es el idioma más claro, pero lo escribo [en zapoteco] porque no me (atrevo ...) y si yo lo hago [en castellano], no sería/podría (…) bueno.
Así es que esta comunicacion solo tiene la mira de felicitar á uds. por lo denodados que se presentan á combatir con la tirania que desde el año de 830 oprime con cetro de hierro á los mejicanos;
Así es que mi palabra sólo es para yo agradecer a uds. por estar contento de no ser unos miedosos para ir contra todos los enemigos nuestros, que desde el año de 1830 perjudican a nosotros con un bastón de hierro;
y al mismo tiempo manifestarles la triste situacion de los habitantes de este departamento de Ejutla, por que ella presta mucho material para la obra que han emprendido uds.
y así será para que sepan uds. cuál trabajo pasan todos los hombres que están empadronados en el departamento de Ejutla, porque eso les da mucho conocimiento para el trabajo que uds. están haciendo.
En efecto centenares de hombres son en la actualidad victimas del depotismo mas cruel; van de muy largas distancias á trabajar un camino carretero para el puerto de Guatulco.
Es palabra de mi lengua, cien hombres son difuntos en manos de gente déspota porque desde (......) son sus pueblos, ellos tienen trabajo de caminar para ir a trabajar en el camino real que se construye para el puerto de Huatulco;
En vez de ser tratados como ciudadanos libres, se les considera como vestias de carga. Tres almudes de mais picado, y medio almud de frijol para cada semana, ó en su defecto un rancho miserable es toda la recompensa de sus copiosos sudores;
y en vez de que (...) (...) el hombre que manda, que son pobres que trabajan, personas como él; les da un trato como si fuera un animal de carga. Tres almudes de maíz con medio almud de frijol picado ellos les dan cada semana, o, si no, una comida raquítica ellos reciben por el trabajo de ellos, como si fuera gente que debe una pena grande,
los criminales sentenciados á obras públicas en Oajaca son ciertamente menos desafortunados que ellos, pues al paso que compurgan sus delitos gozan de un jornal considerable, mientras estos infelices sin pagar el pecado de haber nacido indios, con estraordinario perjuicio de sus intereses sufren la rebaja de la mayor parte de lo que en justicia deviera indemnizarles sus trabajos.
pues aun los criminales que salen sentenciados para tequio dentro de la ciudad, son más dichosos que estos hombres; pues ellos pagan su culpa, y ganan por su trabajo, pero estos hombres, sin embargo de ser hijos de un solo Dios, nada reciben por el trabajo que hacen.
Como uds. van a procurar que se mejore la suerte de los indios omito recomendarles este negocio satisfecho de que les merecerá toda su consideracion, por la cual les protesta la mas fina gratitud su affmo. Servidor que besa sus manos.”
Como tengo conocimiento de que uds. se empeñan por su bienestar de los indios, (sólo) encargo que uds. tengan cuidado por ellos, y por lo mismo termino con que soy criado de uds. y servidor que sus manos besa.
Existen considerables diferencias entre el texto en zapoteco y la traducción incluida en el periódico. Al parecer, el traductor de 1832 intentó acercar su traducción al contexto discursivo de la época (en español) y los ideales de los editores de El Zapoteco. Donde el autor zapoteco habla de “abrir los ojos de los paisanos”, la traducción hace referencia a “promover la ilustración y felicidad de los indios”. La ilustración y la felicidad fueron ambas metas clave en el pensamiento moderno que a partir de mediados del siglo XVIII se difundió por el mundo en la llamada Ilustración. Donde el autor zapoteco alude a tensión entre el deseo de la igualdad ante la ley y la persistencia de la clase de españoles privilegiados, el traductor evoca los ideales de la república inspirada en la francesa que acabó (momentáneamente) con la esclavidad, insistió en la libertad política y el amor patriótico. De acuerdo con el espíritu secular ilustrado, donde el autor zapoteco habla del “diablo”, el traductor sólo refiere a los hombres que se oponen al progreso. De la misma manera, a caracterizar a los jornaleros zapotecos como “hijos de un solo dios”, igual a los españoles, el traductor introduce la frase más secular de “el pecado de haber nacido indios”.
También, donde el autor zapoteco habla de los zapotecos como “pobres que trabajan, personas como ellos [los gobernantes]”, el traductor simplemente habla de “ciudadanos libres”. También hay diferencias semánticas importantes entre el préstamo “bastón” en el zapoteco de Chichicapan, palabra que tiene la conotación del bastón de mando, y “cetro” en la traducción, símbolo de la realeza europea. En el mismo sentido, el tequio de las comunidades zapotecas se equivale a las “obras públicas” de la república. Finalmente, mientras el autor zapoteco habla del español como el idioma “más claro”, el traductor lo llama “el más común en la república”.
Desafortunadamente, no tenemos ninguna indicación sobre la identidad del traductor. Por supuesto, en 1832, la mayor parte de la población en los pueblos alrededor de la ciudad de Oaxaca era hablante de zapoteco y sin duda hubo una población importante de hablantes en la ciudad misma, así que no debió ser difícil encontrar quien hiciera la traducción. Por ahora, la carta del señor Pablo Antonio Cruz y la traducción por un zapoteco anónimo quedan como testimonios curiosos de las relaciones entre los intelectuales zapotecos y los movimientos políticos de la joven república mexicana.