Miranda Cancela, Elina, Dioniso en las Antillas, La Habana, Editorial UH, 2019, 203 págs., ISBN: 978-959-7211-93-8.

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Silvia Aquino López

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Nos encontramos ante un libro de gran envergadura, relacionado con una de las actividades artísticas más importante de Occidente: el teatro. Este arte fue uno de los medios por los cuales se educó culturalmente a la sociedad democrática de la ciudad de Atenas durante doscientos años. El teatro trágico conllevó la posibilidad de que el ciudadano ateniense pudiera retener mentalmente los versos más célebres de numerosos personajes míticos y, por ello, aprender a reflexionar sobre los errores humanos. Por otro lado, la comedia permitió a la sociedad de los siglos V y IV a. C., reírse, irónicamente, sobre los asuntos políticos, la guerra o la pobreza o, incluso, hasta la manera en la que los sofistas estaban educando a la juventud de esa época. Tragedia y comedia fueron una formación poética y política singular; tal es así que, en la actualidad, a pesar de las transformaciones radicales sobre este género literario y los cambios de los medios de comunicación teatral, no se ha perdido el disfrute de una obra dramática, aunque sea a través de la plataforma Zoom. Así pues, Dioniso en las Antillas es un libro ilustrativo que, a través de un sutil análisis teatral, nos enseña la realidad de las acciones complejas de la política y de las relaciones socioculturales de las Antillas Mayores del caribe durante el siglo XX y los años transcurridos hasta hoy.

El nombre Antillas es el que la autora recoge de la tradición cartográfica europea para unificar la particular insularidad de las tres Antillas Mayores: Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, mismas tres de lengua hablada en castellano. Esta obra es valiosa porque, ni Europa, ni Latinoamérica, conocen la potencia cultural de dicha zona, de manera que Elina Miranda levanta una enérgica cortina que nos permite adentrarnos en la problemática económica y política interinsular que, durante siglos, no se había considerado interesante para la cultura occidental.

En este libro es muy evidente el conocimiento profundo de todos los elementos que juegan en el teatro griego antiguo y en el actual, empezando por la misma lengua griega y, siguiendo, con la comprensión profunda de la lengua española del caribe. La filóloga clásica Elina Miranda ha estudiado, durante varios años, el mundo antiguo a partir de la lengua griega y, ahora, como vicedirectora de la Real Academia Cubana de la Lengua y correspondiente a la Real Academia Española, nos brinda un trabajo histórico y filológico en una prosa límpida cuyo contenido analítico resulta convincente partiendo de la historia, de la filología griega y de la crítica literaria actual. Ciencia fuerte. Esta cualidad se revela constantemente a través de todo el libro, por el fino uso de fuentes interpretativas sobre el mundo antiguo, sobre buenas ediciones y traducciones griegas y sobre los libros y artículos de filólogos consagrados, como Gilbert Murray, Pedro Henríquez Ureña, Manuel Fernández-Galianoo Francisco Rodríguez Adrados, amén de los autores contemporáneos que abordan la dramaturgia, la novela, el ensayo, la edición y la enseñanza universitaria, como es el caso de Matías Montes Huidobro quien escribe el Prólogo.

Luego, sobre el problema del mito antiguo, basta con mencionar al filólogo norteamericano Harry C. Rutledge, con sus estudios novedosos de un episodio particular del teatro, o la recreación de una obra antigua en términos modernos o, finalmente, la visión singular sobre la creación actual, desde la tragedia y la comedia. Asimismo, Elina Miranda trabaja con espléndida claridad la exégesis de la parodia, en lo serio y en lo burlesco como una “síntesis bitextual” que transgrede el contenido de la dóxa literaria, a partir de la original interpretación de la académica canadiense Linda Hutcheon. Es de alabar cómo este libro examina la comedia, ámbito en el cual Elina Miranda es una erudita. El entretener y el hacer reír es el don de la comedia, “una literatura con entraña”, siguiendo la frase de Alfonso Reyesque cita la autora, que no solo hace reír, sino que lleva a pensar y tomar posturas sociales, muchas veces radicales. Por lo tanto, es admirable la importancia de la conservación del teatro antiguo por más de veinticinco siglos, como señala Miranda: “aunque medie tanto mar entre el Egeo o el Caribe” (p. 197).

Este género de la comedia permite una transformación de la realidad desde un mundo al revés, como es evidente en la Lisístratade Aristófanes. Tomando al autor mencionado, la inversión se ve muy clara en las obras teatrales de la actualidad que se presentan en el libro, como cuando aparece, en 1953, la obra puertorriqueña de Francisco Arriví, Club de solteros, obra en un acto y una auténtica fantasía cómica. En este sentido, la parodia burlesca del Edipo gay del cubano Carlos Fundora (2006) o bien la Lisístrata odia la política, (que presenta personajes femeninos de la actualidad, como la oligarca, la rica, la intelectual, la revolucionaria, la obrera, la campesina, la joven, la prostituta) son analizadas con la perspectiva de la bitextualidad que resulta muy evidente. Además, en estas obras la autora marca tajantemente la óptica de la sociedad patriarcal donde la vida hogareña se presenta entre realidad y fantasía y, más radical, donde aparece un “Sigmond Freud” en el escenario, rechazando la existencia de los “maricones”. En todas estas obras teatrales, la autora descubre cómo los enredos y los inesperados equívocos provienen de la fuerte influencia de la televisión en las Antillas, con grandes dosis de morbo de esta sociedad también machista.

Otro aspecto valioso de Dioniso en las Antillas es la metodología de la autora que demuestra la transformación de las obras literarias a causa de los cambios políticos y sociales que los países de las Antillas han sufrido. La autora no concibe la dramaturgia como creación fija o eterna, sino que está convencida de la resemantización del mito, lo que es uno de los puntos clave de su investigación.

Por otro lado, Cuba, junto con España, crearon marcos de estudios sobre la tradición clásica, aspectos que se han ido modificando sabiamente, siendo un buen ejemplo de ello los estudios del filólogo español Francisco García Jurado a los que se alude en esta obra. La inteligente idea de la autora sobre la posibilidad de que los estudios teatrales puedan estudiarse, ahora, partiendo de los temas actuales y, retrocediendo paulatinamente hacia el pasado, es una inquietante y juvenil veta para el estudio de los textos clásicos. Otro matiz importante del libro de Elina Miranda tiene que ver con las interpretaciones actuales sobre el legado clásico que los mismos filólogos cubanos habían empezado a desarrollar en sus estudios, tradición que, como dice la autora, tiene una importancia fundamental, porque en cada escena teatral se encuentra la actuación humana y su enfrentamiento con lo que es “incontrolable” (p. 18). Es decir, no solo es importante aquello que sucede en un drama, sino que es fundamental la reflexión profunda que el mismo creador refleja en su obra sobre los acontecimientos en los que él mismo está viviendo; de allí la polisemia de los personajes que, si bien nacieron y vivieron en el pasado, recobran actualidad porque las sociedades evolucionan y / o retroceden. En este aspecto pueden recordarse obras fundamentales de Elina Miranda, como La tradición helénica en Cubao, bien, Calzar el coturno americanoo, finalmente, Actualidad de los clásicos.

Además, es fundamental en este exquisito libro la investigación sobre cómo los mitos y los cánones trágicos se unen a los dramaturgos del área isleña y cómo la autora nos permite conocer el diálogo intelectual y creativo en el que se comparten inquietudes sociales y dificultades teóricas inherentes a los mismos textos, es decir, la evolución artística de los estudios del movimiento teatral propiamente dicho. Así, Dioniso en las Antillas vale no solo para cualquier filólogo clásico, sino también para un creador dramático, porque el estudio profundo que realiza Elina Miranda sobre los nuevos elementos culturales, políticos y sociales en las Antillas, permiten valorar ya, de antemano, un futuro diferente en el arte social, como lo comprueba la autora con la entrada de la cultura negra en dichas islas desde aspectos religiosos y artísticos (música, danza, vestuario, etcétera).

Valga un ejemplo en este sentido. Nos referimos a tres obras poco conocidas, y que fueron creadas en República Dominicana y en Puerto Rico en las últimas décadas del siglo XX, sobre la figura de Antígona. Elina Miranda coloca, magistralmente, en el fondo de su atención, la plaga de los regímenes dictatoriales en Latinoamérica, recordándonos, por lo menos, a tres grandes novelistas que plasmaron dicha situación: Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Augusto Roa Bastos. Ellos subrayan los regímenes militares desde Nicaragua y Bolivia hasta Paraguay, Argentina y Brasil, pasando por México, sin olvidar, por cierto, a Batista en Cuba y al dictador dominicano Trujillo.

En efecto, la autora recalca que, desde la segunda guerra mundial, en Cuba, el director austríaco Shajowicz impulsó el Teatro universitario que fue un punto de partida con la Electra Garrigó (1941) de Virgilio Piñera. Así, en República Dominicana, Franklin Domínguezcreó su Antígona-Humor, homenajeando a las muy recordadas hermanas Mirabal. El análisis puntual de esta obra se contrapone a la postura de William García, quien la contempla como una especie de sabotaje textual contra el modelo canónico. Para Elina Miranda, los elementos burlescos e irónicos en una familia de clase media de la época no dinamitan la tragedia, sino que Domínguez se vale de la parodia para poner en entredicho los valores tradicionales del momento. Ella subraya, de manera atinada, que, mediante el entretenimiento y la risa, el público se da cuenta de la frivolidad e inconsistencia del esquema familiar reflejado por la propia sociedad política. Respecto a La pasión según Antígona Pérez y a Llanto de Luna, obras puertorriqueñas, la autora demuestra la resistencia ante la tiranía. En la primera, la Antígona cae con tal dolor y humillación que muere bajo Trujillo, todo lo cual, al final, resulta ser una parábola de la resistencia. En la segunda, Ramos Pérezhace un teatro muy comprometido. En todas estas obras hay una resistencia ante la tiranía y se desacraliza el texto trágico, asimilándose y renovándose el tema teatral.

Otra figura que deseamos comentar es la figura de Agamenón que Elina Miranda estudia con mucha perspicacia. El tema de la casa de Atreo, la que permitió el desarrollo de la guerra de Troya, fue utilizado desde principios del siglo XX en Europa y, en Cuba, desde la famosa Electra Garrigó de Virgilio Piñera, desarrollando los temas de venganzas y crímenes. En este sentido es muy interesante el “Estudio Teatral de Santa Clara” donde el dramaturgo Joel Sáeztrabaja con los numerosos aportes colectivos del grupo. Así, la Orestía de Esquilo, a inicios del siglo XXI, bajo un mundo globalizado, se enfoca en el comportamiento de quienes ejercen el poder a toda costa, por la violencia y la guerra. El poderío, la altanería y la petulancia son rasgos típicos de los hombres poderosos de la actualidad y son reconocidos por todos los públicos actuales. El libro de Elina Miranda estudia las figuras de Clitemnestra y Casandra en contrapunto. La primera se contrasta con la figura antigua porque refleja el sufrimiento de los vencidos y, la otra, sin más, olvidando los males de su país, se prostituye ante el poder y la riqueza del vencedor Agamenón, quien al final llega a resultar un “amante complaciente”. Las víctimas y los victimarios, al final de cuentas, todos engendran violencia.

Fundamentales son las tres piezas donde aparece Casandra quien, a veces, resulta ser una pueblerina llena de amor para la humanidad o, a veces, es violentada, como sucede en Soledades, un libreto que la autora consultó (datado en julio de 2001), junto con el video tomado de una puesta en escena y donde la torpeza de dioses y hombres está marcada por su condición de mujer sabia que rechaza los cánones patriarcales. El grupo de Santa Clara llega a sobreponer a la vidente griega con la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, logrando escenas de alta tensión entre el pasado y el futuro, transmitiendo fusión y contraste entre Troya y Tenochtitlan con los personajes clásicos de Agamenón y Casandra, al lado de Cortés y de la Malinche. Aparte del singular trabajo filológico con el libreto y el video mencionados arriba, la autora realiza citas muy puntuales de los documentos de la conquista de México, publicados por León Portillaen 1959.

Dioniso en las Antillas nos hace comprender que el mito antiguo es por sí mismo polisémico ya que los dramaturgos actuales, cuando releen a los antiguos, abren unas antenas antes desconocidas que les permiten ampliar la compleja realidad de sus sociedades actuales y desactivar la manipulación creada por los medios mismos de información. Una analista del teatro antiguo y moderno, como Elina Miranda, despeja el camino de la desacralización de lo clásico sin alterar su propia vigencia.

Enumeramos, finalmente, los títulos de los capítulos de este libro para que sus futuros lectores sepan ante qué temas han de enfrentarse: ¿Por qué Dioniso en las Antillas? Dioniso: un antecedente y un giro en el inicio de los siglos. Recepción crítica y resonancia teatral en Electra Garrigó. Inchúategui Cabral y la trilogía dominicana. Antígona en las Antillas. Antígona en la encrucijada de una nueva centuria. Relecturas de Medea. Mitos griegos como asuntos teatrales antillanos. La saga de los Atridas a comienzos del siglo XXI. Comedia y parodia. ¿Fin de los mitos o diálogo transgresivo?

A nuestra manera de ver, este libro requiere de un mayor elogio, porque sus entrañas son lúcidas y su prosa es cautivadora, de allí que haya sido merecedor del premio de la Crítica Literaria del Instituto Cubano del Libro de 2019 y, lo que es otro logro, fue editado también (30 de enero de 2020), en España, por la Editorial Verbum (EAN: 978-8413370941. ISBN-10: 8413370949).

Felicidades a nuestra distinguida colega cubana con quien hemos disfrutado el teatro a través de su Dioniso en las Antillas.

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Aquino López, S. . «Miranda Cancela, Elina, Dioniso En Las Antillas, La Habana, Editorial UH, 2019, 203 págs., ISBN: 978-959-7211-93-8.». Nova Tellus, vol. 40, n.º 1, enero de 2021, pp. 269-75, doi:10.19130/iifl.nt.2022.40.1.432583.
Sección
Reseñas
Biografía del autor/a

Silvia Aquino López, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas

Reseña de libro

Citas

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Nos encontramos ante un libro de gran envergadura, relacionado con una de las actividades artísticas más importante de Occidente: el teatro. Este arte fue uno de los medios por los cuales se educó culturalmente a la sociedad democrática de la ciudad de Atenas durante doscientos años. El teatro trágico conllevó la posibilidad de que el ciudadano ateniense pudiera retener mentalmente los versos más célebres de numerosos personajes míticos y, por ello, aprender a reflexionar sobre los errores humanos. Por otro lado, la comedia permitió a la sociedad de los siglos V y IV a. C., reírse, irónicamente, sobre los asuntos políticos, la guerra o la pobreza o, incluso, hasta la manera en la que los sofistas estaban educando a la juventud de esa época. Tragedia y comedia fueron una formación poética y política singular; tal es así que, en la actualidad, a pesar de las transformaciones radicales sobre este género literario y los cambios de los medios de comunicación teatral, no se ha perdido el disfrute de una obra dramática, aunque sea a través de la plataforma Zoom. Así pues, Dioniso en las Antillas es un libro ilustrativo que, a través de un sutil análisis teatral, nos enseña la realidad de las acciones complejas de la política y de las relaciones socioculturales de las Antillas Mayores del caribe durante el siglo XX y los años transcurridos hasta hoy.

El nombre Antillas es el que la autora recoge de la tradición cartográfica europea para unificar la particular insularidad de las tres Antillas Mayores: Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, mismas tres de lengua hablada en castellano. Esta obra es valiosa porque, ni Europa, ni Latinoamérica, conocen la potencia cultural de dicha zona, de manera que Elina Miranda levanta una enérgica cortina que nos permite adentrarnos en la problemática económica y política interinsular que, durante siglos, no se había considerado interesante para la cultura occidental.

En este libro es muy evidente el conocimiento profundo de todos los elementos que juegan en el teatro griego antiguo y en el actual, empezando por la misma lengua griega y, siguiendo, con la comprensión profunda de la lengua española del caribe. La filóloga clásica Elina Miranda ha estudiado, durante varios años, el mundo antiguo a partir de la lengua griega y, ahora, como vicedirectora de la Real Academia Cubana de la Lengua y correspondiente a la Real Academia Española, nos brinda un trabajo histórico y filológico en una prosa límpida cuyo contenido analítico resulta convincente partiendo de la historia, de la filología griega y de la crítica literaria actual. Ciencia fuerte. Esta cualidad se revela constantemente a través de todo el libro, por el fino uso de fuentes interpretativas sobre el mundo antiguo, sobre buenas ediciones y traducciones griegas y sobre los libros y artículos de filólogos consagrados, como Gilbert Murray, Pedro Henríquez Ureña, Manuel Fernández-Galiano o Francisco Rodríguez Adrados, amén de los autores contemporáneos que abordan la dramaturgia, la novela, el ensayo, la edición y la enseñanza universitaria, como es el caso de Matías Montes Huidobro quien escribe el Prólogo.

Luego, sobre el problema del mito antiguo, basta con mencionar al filólogo norteamericano Harry C. Rutledge, con sus estudios novedosos de un episodio particular del teatro, o la recreación de una obra antigua en términos modernos o, finalmente, la visión singular sobre la creación actual, desde la tragedia y la comedia. Asimismo, Elina Miranda trabaja con espléndida claridad la exégesis de la parodia, en lo serio y en lo burlesco como una “síntesis bitextual” que transgrede el contenido de la dóxa literaria, a partir de la original interpretación de la académica canadiense Linda Hutcheon. Es de alabar cómo este libro examina la comedia, ámbito en el cual Elina Miranda es una erudita. El entretener y el hacer reír es el don de la comedia, “una literatura con entraña”, siguiendo la frase de Alfonso Reyes que cita la autora, que no solo hace reír, sino que lleva a pensar y tomar posturas sociales, muchas veces radicales. Por lo tanto, es admirable la importancia de la conservación del teatro antiguo por más de veinticinco siglos, como señala Miranda: “aunque medie tanto mar entre el Egeo o el Caribe” (p. 197).

Este género de la comedia permite una transformación de la realidad desde un mundo al revés, como es evidente en la Lisístratade Aristófanes. Tomando al autor mencionado, la inversión se ve muy clara en las obras teatrales de la actualidad que se presentan en el libro, como cuando aparece, en 1953, la obra puertorriqueña de Francisco Arriví, Club de solteros, obra en un acto y una auténtica fantasía cómica. En este sentido, la parodia burlesca del Edipo gay del cubano Carlos Fundora (2006) o bien la Lisístrata odia la política, (que presenta personajes femeninos de la actualidad, como la oligarca, la rica, la intelectual, la revolucionaria, la obrera, la campesina, la joven, la prostituta) son analizadas con la perspectiva de la bitextualidad que resulta muy evidente. Además, en estas obras la autora marca tajantemente la óptica de la sociedad patriarcal donde la vida hogareña se presenta entre realidad y fantasía y, más radical, donde aparece un “Sigmond Freud” en el escenario, rechazando la existencia de los “maricones”. En todas estas obras teatrales, la autora descubre cómo los enredos y los inesperados equívocos provienen de la fuerte influencia de la televisión en las Antillas, con grandes dosis de morbo de esta sociedad también machista.

Otro aspecto valioso de Dioniso en las Antillas es la metodología de la autora que demuestra la transformación de las obras literarias a causa de los cambios políticos y sociales que los países de las Antillas han sufrido. La autora no concibe la dramaturgia como creación fija o eterna, sino que está convencida de la resemantización del mito, lo que es uno de los puntos clave de su investigación.

Por otro lado, Cuba, junto con España, crearon marcos de estudios sobre la tradición clásica, aspectos que se han ido modificando sabiamente, siendo un buen ejemplo de ello los estudios del filólogo español Francisco García Jurado a los que se alude en esta obra. La inteligente idea de la autora sobre la posibilidad de que los estudios teatrales puedan estudiarse, ahora, partiendo de los temas actuales y, retrocediendo paulatinamente hacia el pasado, es una inquietante y juvenil veta para el estudio de los textos clásicos. Otro matiz importante del libro de Elina Miranda tiene que ver con las interpretaciones actuales sobre el legado clásico que los mismos filólogos cubanos habían empezado a desarrollar en sus estudios, tradición que, como dice la autora, tiene una importancia fundamental, porque en cada escena teatral se encuentra la actuación humana y su enfrentamiento con lo que es “incontrolable” (p. 18). Es decir, no solo es importante aquello que sucede en un drama, sino que es fundamental la reflexión profunda que el mismo creador refleja en su obra sobre los acontecimientos en los que él mismo está viviendo; de allí la polisemia de los personajes que, si bien nacieron y vivieron en el pasado, recobran actualidad porque las sociedades evolucionan y / o retroceden. En este aspecto pueden recordarse obras fundamentales de Elina Miranda, como La tradición helénica en Cubao, bien, Calzar el coturno americanoo, finalmente, Actualidad de los clásicos.

Además, es fundamental en este exquisito libro la investigación sobre cómo los mitos y los cánones trágicos se unen a los dramaturgos del área isleña y cómo la autora nos permite conocer el diálogo intelectual y creativo en el que se comparten inquietudes sociales y dificultades teóricas inherentes a los mismos textos, es decir, la evolución artística de los estudios del movimiento teatral propiamente dicho. Así, Dioniso en las Antillas vale no solo para cualquier filólogo clásico, sino también para un creador dramático, porque el estudio profundo que realiza Elina Miranda sobre los nuevos elementos culturales, políticos y sociales en las Antillas, permiten valorar ya, de antemano, un futuro diferente en el arte social, como lo comprueba la autora con la entrada de la cultura negra en dichas islas desde aspectos religiosos y artísticos (música, danza, vestuario, etcétera).

Valga un ejemplo en este sentido. Nos referimos a tres obras poco conocidas, y que fueron creadas en República Dominicana y en Puerto Rico en las últimas décadas del siglo XX, sobre la figura de Antígona. Elina Miranda coloca, magistralmente, en el fondo de su atención, la plaga de los regímenes dictatoriales en Latinoamérica, recordándonos, por lo menos, a tres grandes novelistas que plasmaron dicha situación: Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Augusto Roa Bastos. Ellos subrayan los regímenes militares desde Nicaragua y Bolivia hasta Paraguay, Argentina y Brasil, pasando por México, sin olvidar, por cierto, a Batista en Cuba y al dictador dominicano Trujillo.

En efecto, la autora recalca que, desde la segunda guerra mundial, en Cuba, el director austríaco Shajowicz impulsó el Teatro universitario que fue un punto de partida con la Electra Garrigó (1941) de Virgilio Piñera. Así, en República Dominicana, Franklin Domínguez creó su Antígona-Humor, homenajeando a las muy recordadas hermanas Mirabal. El análisis puntual de esta obra se contrapone a la postura de William García, quien la contempla como una especie de sabotaje textual contra el modelo canónico. Para Elina Miranda, los elementos burlescos e irónicos en una familia de clase media de la época no dinamitan la tragedia, sino que Domínguez se vale de la parodia para poner en entredicho los valores tradicionales del momento. Ella subraya, de manera atinada, que, mediante el entretenimiento y la risa, el público se da cuenta de la frivolidad e inconsistencia del esquema familiar reflejado por la propia sociedad política. Respecto a La pasión según Antígona Pérez y a Llanto de Luna, obras puertorriqueñas, la autora demuestra la resistencia ante la tiranía. En la primera, la Antígona cae con tal dolor y humillación que muere bajo Trujillo, todo lo cual, al final, resulta ser una parábola de la resistencia. En la segunda, Ramos Pérez hace un teatro muy comprometido. En todas estas obras hay una resistencia ante la tiranía y se desacraliza el texto trágico, asimilándose y renovándose el tema teatral.

Otra figura que deseamos comentar es la figura de Agamenón que Elina Miranda estudia con mucha perspicacia. El tema de la casa de Atreo, la que permitió el desarrollo de la guerra de Troya, fue utilizado desde principios del siglo XX en Europa y, en Cuba, desde la famosa Electra Garrigó de Virgilio Piñera, desarrollando los temas de venganzas y crímenes. En este sentido es muy interesante el “Estudio Teatral de Santa Clara” donde el dramaturgo Joel Sáez trabaja con los numerosos aportes colectivos del grupo. Así, la Orestía de Esquilo, a inicios del siglo XXI, bajo un mundo globalizado, se enfoca en el comportamiento de quienes ejercen el poder a toda costa, por la violencia y la guerra. El poderío, la altanería y la petulancia son rasgos típicos de los hombres poderosos de la actualidad y son reconocidos por todos los públicos actuales. El libro de Elina Miranda estudia las figuras de Clitemnestra y Casandra en contrapunto. La primera se contrasta con la figura antigua porque refleja el sufrimiento de los vencidos y, la otra, sin más, olvidando los males de su país, se prostituye ante el poder y la riqueza del vencedor Agamenón, quien al final llega a resultar un “amante complaciente”. Las víctimas y los victimarios, al final de cuentas, todos engendran violencia.

Fundamentales son las tres piezas donde aparece Casandra quien, a veces, resulta ser una pueblerina llena de amor para la humanidad o, a veces, es violentada, como sucede en Soledades, un libreto que la autora consultó (datado en julio de 2001), junto con el video tomado de una puesta en escena y donde la torpeza de dioses y hombres está marcada por su condición de mujer sabia que rechaza los cánones patriarcales. El grupo de Santa Clara llega a sobreponer a la vidente griega con la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, logrando escenas de alta tensión entre el pasado y el futuro, transmitiendo fusión y contraste entre Troya y Tenochtitlan con los personajes clásicos de Agamenón y Casandra, al lado de Cortés y de la Malinche. Aparte del singular trabajo filológico con el libreto y el video mencionados arriba, la autora realiza citas muy puntuales de los documentos de la conquista de México, publicados por León Portilla en 1959.

Dioniso en las Antillas nos hace comprender que el mito antiguo es por sí mismo polisémico ya que los dramaturgos actuales, cuando releen a los antiguos, abren unas antenas antes desconocidas que les permiten ampliar la compleja realidad de sus sociedades actuales y desactivar la manipulación creada por los medios mismos de información. Una analista del teatro antiguo y moderno, como Elina Miranda, despeja el camino de la desacralización de lo clásico sin alterar su propia vigencia.

Enumeramos, finalmente, los títulos de los capítulos de este libro para que sus futuros lectores sepan ante qué temas han de enfrentarse: ¿Por qué Dioniso en las Antillas? Dioniso: un antecedente y un giro en el inicio de los siglos. Recepción crítica y resonancia teatral en Electra Garrigó. Inchúategui Cabral y la trilogía dominicana. Antígona en las Antillas. Antígona en la encrucijada de una nueva centuria. Relecturas de Medea. Mitos griegos como asuntos teatrales antillanos. La saga de los Atridas a comienzos del siglo XXI. Comedia y parodia. ¿Fin de los mitos o diálogo transgresivo?

A nuestra manera de ver, este libro requiere de un mayor elogio, porque sus entrañas son lúcidas y su prosa es cautivadora, de allí que haya sido merecedor del premio de la Crítica Literaria del Instituto Cubano del Libro de 2019 y, lo que es otro logro, fue editado también (30 de enero de 2020), en España, por la Editorial Verbum (EAN: 978-8413370941. ISBN-10: 8413370949).

Felicidades a nuestra distinguida colega cubana con quien hemos disfrutado el teatro a través de su Dioniso en las Antillas.

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