Laks, A.-G. Most (eds.), Early Greek Philosophy, in 9 vols., Cambridge, Harvard University Press, 2016 (Loeb Classical Library, 524-532). Laks, A.-G. Most (eds.), Les débuts de la philosophie, des premiers penseurs grecs à Socrate, Paris, Éditions Fayard, 2016.

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Livio Rossetti

Resumen

Con la aparición de los nueve volúmenes en formato pequeño del libro Early Greek Philosophy (que forman parte de la Loeb Classical Library, la célebre colección de textos griegos y latinos traducidos y anotados que se edita en Harvard) y, al mismo tiempo, de Les débuts de la philosophie en un solo volumen, publicado en París por Arthème Fayard. En ambos casos, quienes seleccionaron y organizaron la información disponible fueron André Laks, quien fue profesor en la Sorbona y actualmente lo es en la Universidad Panamericana de la Ciudad de México, y Glenn W. Most, profesor de la Escuela Normal de Pisa y de la Universidad de Chicago, en colaboración con Gérard Journée, Leopoldo Iribarren y David Levystone, entre otros. La edición en nueve volúmenes abarca unas 4200 páginas; la publicación francesa llega a un poco más de 1650 páginas, pero en un formato muy diferente. Con estas obras, la situación ha cambiado, puesto que hoy existen las condiciones para citar con “LM” y no con “DK”, y esto es así, pese a que durante algunos años será inevitable seguir utilizando la numeración de DK, además de la de LM.

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Rossetti, L. «Laks, A.-G. Most (eds.), Early Greek Philosophy, in 9 vols., Cambridge, Harvard University Press, 2016 (Loeb Classical Library, 524-532). Laks, A.-G. Most (eds.), Les débuts De La Philosophie, Des Premiers Penseurs Grecs à Socrate, Paris, Éditions Fayard, 2016.». Noua Tellus, vol. 34, n.º 2, abril de 2017, pp. 165-70, doi:10.19130/iifl.nt.2016.34.2.748.
Sección
Reseñas bibliográficas
Biografía del autor/a

Livio Rossetti, Università di Perugia, Italia

Miembro del Comité Científico.

 

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Ya no más DK, sino LM

La extensa compilación de textos e información sobre los “filósofos” presocráticos, que desde hace unos ochenta años se conoce con el nombre de Diels-Kranz, nació en 1903 y su última actualización es de 1952. Muy pronto se convirtió en la obra de referencia y gozó del raro privilegio de sobrevivir sin dificultad a los repetidos intentos de reelaboración selectiva que se han venido dando hasta hace muy poco tiempo (los más recientes son los de D. W. Graham, The Texts of Early Greek Philosophy, Cambridge, 2010; J. Pórtulas-S. Grau, Saviesa grega arcaica, Barcelona, 2011; J. Mansfeld-O. Primavesi, Die Vorsokratiker, Griechisch-Deutsch, Stuttgart, 2012). Tal prestigio no es una simple casualidad, puesto que, aun cuando presenta inevitables inconvenientes (han pasado más de ciento diez años, lapso durante el cual se ha publicado una enormidad de trabajos y se ha presentado un número considerable de datos nuevos), esa obra ha sido reconocida de modo unánime como ejemplar por su exactitud y fiabilidad “en los límites de lo humano”.

Sin embargo, la situación cambió hace poco con la aparición de los nueve volúmenes en formato pequeño del libro Early Greek Philosophy (que forman parte de la Loeb Classical Library, la célebre colección de textos griegos y latinos traducidos y anotados que se edita en Harvard) y, al mismo tiempo, de Les débuts de la philosophie en un solo volumen, publicado en París por Arthème Fayard. En ambos casos, quienes seleccionaron y organizaron la información disponible fueron André Laks, quien fue profesor en la Sorbona y actualmente lo es en la Universidad Panamericana de la Ciudad de México, y Glenn W. Most, profesor de la Escuela Normal de Pisa y de la Universidad de Chicago, en colaboración con Gérard Journée, Leopoldo Iribarren y David Levystone, entre otros. La edición en nueve volúmenes abarca unas 4200 páginas; la publicación francesa llega a un poco más de 1650 páginas, pero en un formato muy diferente. Con estas obras, la situación ha cambiado, puesto que hoy existen las condiciones para citar con “LM” y no con “DK”, y esto es así, pese a que durante algunos años será inevitable seguir utilizando la numeración de DK, además de la de LM.

Es cierto que en la “Advertencia” Laks y Most comienzan asegurando que “La presente compilación, aunque pretende ser útil a los especialistas, tiene el propósito de presentar al público en general la información disponible en relación con los orígenes de la filosofía griega”, pero esto no es más que respeto y modestia frente al monumental precedente que estableció DK. Por lo menos en opinión de quien esto suscribe, semejante declaración no podría engañar a nadie.

La obra contiene, si he contado bien, unas 3600 secciones textuales cada una de las cuales ofrece primero el texto en lengua original (con agregados, en su caso, de los textos correspondientes en latín, hebreo, siríaco, armenio o árabe), con anotaciones muy bien seleccionadas sobre dudas referentes al establecimiento del texto, y la traducción en la página de enfrente que, de acuerdo con una costumbre ahora bien establecida, no se limita a los fragmentos. Son secciones textuales relativas a Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras y los pitagóricos, Heráclito, Parménides, Zenón, Empédocles, Demócrito, Protágoras, Gorgias, etcétera. Los 90 capítulos de la colección de Diels-Kranz aquí se han convertido en 43 (o 30 si no se cuenta a los sofistas), mientras que Graham se limitó a seleccionar 20, Pòrtulas y Grau 26 (pero sólo para el período comprendido desde el comienzo hasta Parménides), Mansfeld y Primavesi 12 (cálculo esquemático que en este caso tal vez esté permitido no ‘afinar’). Se incluyen autores considerados menores (Petrón, Icco, Menestor, Clidemo, Ideo, etcétera) que no fueron retomados por LM, decisión que es razonable. En compensación, LM comienza con una amplia selección de textos de Homero y Hesíodo, Teognis, Píndaro y otros poetas del llamado período arcaico, y termina con una selección general análoga de los textos de los tragediógrafos y cómicos: dos innovaciones importantes en comparación con DK, y también con respecto a la mayoría de las compilaciones semejantes. Después del muestreo de la poesía arcaica siguen los “acostumbrados” Tales, Anaximandro, etcétera, pero luego de Heráclito se incluye una sección amplia y ordenada sobre Pitágoras y los pitagóricos que, en 190 páginas de la edición francesa, constituye la parte más amplia de toda la obra (en segundo lugar se encuentra Empédocles, con 160 páginas). Entre las nuevas entradas aparecen también una útil sección sobre doxógrafos y “sucesiones” (un gran trabajo historiográfico realizado en el período helenístico que sobrevivió en condiciones muy precarias), una abundante selección de textos médicos y, sobre todo, el Papiro de Derveni (este último con una contribución sustanciosa de la italiana Valeria Piano): decisiones todas muy atinadas.

En la presentación de los presocráticos, Laks-Most comienza a partir de Diels-Kranz (no podría pensarse que fuera de otra manera), mas lo hace volviendo a reflexionar sobre el material de principio a fin, con gran libertad intelectual. Cuando fue posible, las fuentes se distribuyeron, para cada autor, en tres secciones: P contiene los textos relativos al personaje y los datos biográficos, D las enseñanzas, R las influencias y discusiones posteriores. Son muy amplias las secciones R dedicadas a Heráclito, Empédocles y Demócrito, sorprende también la considerable amplitud del capítulo sobre Melisso. Una cualidad patente, que todos apreciarán, es la decisión de organizar el conjunto con base en una serie bien estructurada de subtítulos que componen el plan, las bases de los capítulos individuales, y permiten el establecimiento de numerosos núcleos pequeños y homogéneos de información. De esta manera se facilita enormemente la tarea de quien va a buscar algún dato específico, debido a que cada capítulo comienza con la inclusión de subencabezamientos, cuya función consiste en caracterizar los grupos y subgrupos de los documentos. La fórmula funciona bien y tiene el gran mérito de poner un poco de orden entre los diversos niveles de información y, en consecuencia, no sólo para facilitar la fase de la orientación inicial, sino, en particular, para conferir una claridad sin precedentes al carácter enciclopédico de la obra de muchos presocráticos (por ejemplo, Parménides).

La decisión de privilegiar la información produce efectos secundarios: en primer lugar, justifica la presentación de fragmentos y testimonios con base en el tema tratado, poniendo cuidado en resaltar los fragmentos en negritas, de igual modo sirve para descartar muchos textos de contorno, por ejemplo, aquellos que enmarcan un fragmento (que podrán incluirse, si vale la pena, dentro de la sección R). Esta última decisión es precisamente una decisión, es decir, la expresión de un criterio que tiene también sus contrapartes. Por mencionar un caso, habría sido deseable que se mostraran (en sección R) un mayor número de datos contextuales que LM omiten cuando se presenta un fragmento.

Otra innovación importante tiene un carácter por completo diferente, y se refiere a la presencia de una sección sobre Sócrates. Durante más de un siglo, todos habíamos aprendido a hablar de los filósofos presocráticos y, con esto, a separar a Sócrates de todos ellos, a pesar de saber que él había estado en acción lo mismo que los personajes comúnmente etiquetados como sofistas, mas no después. Entonces, Laks y Most se han atrevido a hacer lo que, si no me equivoco, nadie había hecho antes de ellos: añadir en esta compilación un capítulo dedicado a Sócrates. La decisión es algo extraña, porque hace de dicho filósofo un ... presocrático (en realidad un preplatónico, como en efecto lo fue), pero a su modo es explosiva, puesto que produce una gran presión para representar a Sócrates con las categorías del siglo V, como es correcto, y no con las categorías de Platón y sus contemporáneos. Es como si hubiésemos sido liberados de la obligación de tomar por verdadero al Sócrates que aparece en muchos cientos de páginas escritas más o menos a partir de la segunda década después de su muerte. Tengo la idea de que Laks y Most han recorrido sólo un tramo de este camino, el primer tramo. En efecto, la selección de las fuentes da demasiada cabida a los textos de Platón, mientras omite por completo las evidencias que provienen de Polícrates el acusador, no aprecia en absoluto los testimonios de Esquines de Esfeto y Fedón y hace un uso sumamente parco de los textos jenofonteos.

Pero se sabe que lo más difícil es el comienzo, luego de lo cual, una vez dado el primer paso, será mucho más fácil dar muchos más. Creo, en fin, que esta innovación tiene el poder de producir efectos de particular importancia, no debido a lo que Laks y Most han seleccionado u omitido, sino porque resulta muy obvio que su decisión lleva a la exigencia de encuadrar a Sócrates entre los no-filósofos del siglo V (subgrupo de los sofistas) y, por lo tanto, de notar en qué medida el conjunto de diálogos socráticos es representativo, sobre todo, de otra época (la de sus autores).

Por último señalo la presencia de dos cuidadosos apéndices, en primer lugar aquel cuyo propósito es ofrecer información en torno a los más de doscientos personajes que entran en escena como autores (aquellos de los que se cita) o personajes (aquellos acerca de los cuales se ha escrito). Es una lástima que la selección de los personajes de los que se informa sea demasiado selectiva y no se indiquen las páginas donde aparecen. El otro apéndice es un buen glosario, siempre útil. Además de éstos hay apéndices adicionales.

De cualquier modo, el resultado más trascendente de todos no es ninguno de los mencionados hasta ahora, sino el haber alcanzado una meta tan ambiciosa, haber logrado organizar y edificar como es debido una cantidad impresionante de documentos.

¿Defectos? Estoy tentado a decir que, si los hay, están muy bien ocultos y habrá que batallar para encontrarlos. Seguro que los hay -es simplemente humano que los haya-, y esto se debe, en primer lugar, a la incapacidad de satisfacer los deseos de todo tipo de lectores. La falta más grave se refiere, sin duda, al índice de fuentes, pero es lógico esperar que se le ponga remedio cuando se prepare una segunda edición. En efecto, cuando se trata de ver si una determinada sección textual se ha incluido o se ha omitido, el trabajo se torna necesariamente difícil, aun cuando se puede contar con una tabla de concordancias entre DK y LM que está realmente muy bien hecha.

Siguiendo con el tema de las omisiones (nada diré en relación con las decisiones tomadas sobre el establecimiento del texto y la traducción) sería posible elaborar una lista bastante larga, debido a la tendencia de los editores a limitar capítulos. A continuación realizo algunas observaciones en los terrenos que son más familiares al autor de esta reseña.

En el caso del capítulo 5 sobre Tales no se dice nada acerca de la referencia que de él hace el poeta de Lesbos, Alceo, a pesar de que DK contiene esta información en 11A11a, ni en relación con el título de sophós con el que la ciudad de Atenas honró a Tales “antes” de formar el grupo de los siete sabios. Es importante porque son detalles que señalan la celebridad que el personaje alcanzó en vida y, en lo que concierne a Atenas, de su política cultural en torno al 580 a. C. A su vez, la parte relativa a los “descubrimientos astronómicos” se desarrolla de manera detallada en lo que atañe a las mediciones espaciales y en cambio se ofrece sólo un único dato con respecto a las partes del año (5R25), mientras que un detalle de la misma importancia sobre el intervalo entre el equinoccio y el ocaso de las Pléyades lo encontramos en 5R21, es decir, un poco fuera de lugar. Sin embargo, habría sido posible (y deseable) enfatizar la noticia relativa a la desigual duración de los intervalos (entre solsticios y equinoccios, lo que implica haber aprendido a establecer la fecha exacta de unos u otros) que se encuentra dispersa en 5R16, sección textual caracterizada como noticia concerniente al sol. Asimismo, en lo que respecta a su “actitud ante la vida” (uno de los subtítulos, que aparece en la pág. 140 de la edición francesa) debería haberse registrado la opinión de Tales en relación con el entierro, noticia conservada en 11A13 DK (Th = 318 Wöhrle).

En el capítulo 19 relativo a Parménides destaca el silencio sobre el fr. 20 Cerri del mismo Parménides (el elogio de Aminia al que se refiere Boecio), aunque no sea raro que un autor de la llamada época arcaica decida honrar a alguien (por ejemplo, el Pausanias mencionado por Empédocles). Que eso suceda, entre otras obras, en la compilación de Graham, en la de Pòrtulas-Grau y en la de Mansfeld-Primavesi, no es una buena razón para ignorar la noticia. Tomando en cuenta la costumbre de resaltar los neologismos, al menos hubiéramos querido encontrar impresas en negritas las palabras alogon, pseudophanēs y hudatorizon, independientemente de la opinión de los editores sobre la autoría real de tal o cual neologismo.

El capítulo 20 consagrado a Zenón parece demasiado breve en comparación con la compilación publicada por H. P. D. Lee en 1936 (en Zeno of Elea, pp. 12-63), aun más si se considera que el propio Lee era demasiado selectivo, al grado de que ahí se buscarían en vano, por ejemplo, los pasajes importantes (que no son ni genéricos ni pleonásticos) del De lineis insecabilibus pseudo-aristotélico, pasajes que también omiten LM. Otra omisión se halla en la página, claramente indicada por John Dillon en 1974, en la que Proclo está en lo cierto al referir que Zenón habría hablado de los antípodas, eso nos permite entender que éste pudo mencionar el término y tratarlo como un concepto ya establecido y, por lo tanto, “disponible”.

En el capítulo 31 de Protágoras (y también en el capítulo correspondiente de la compilación de Graham, así como en el DK) habríamos querido encontrar los pasajes sobre la dikē huper misthou, a saber, la disputa entre Protágoras y Evatlo, que es sin duda paradigmática en cuanto ejemplo de antilogia perfectamente equilibrada y como un caso sobre el cual no se puede dar ninguna sentencia, y es sorprendente que se haya eliminado incluso el breve resumen que se localiza en Diógenes Laercio.

Me pregunto por qué ambos han decidido hablar de “sistemas filosóficos posteriores” con referencia a los pluralistas, a Arquelao, a Diógenes de Apolonia, a los textos médicos y al Papiro de Derveni, dado que no se trata ni de sistemas ni de textos claramente filosóficos, mientras que sólo algunos textos médicos (aunque no todos) y el papiro son posteriores al siglo V a. C.

No hace falta decir que estas observaciones no pueden de ninguna manera opacar los méritos de una obra que de inmediato se vuelve indispensable para todo aquel que se enfrente con los presocráticos (o mejor dicho, con los preplatónicos, incluido Sócrates). Si tomamos en cuenta las 1060 páginas plenas de información del Die Philosophie der Antike, I, Frühgriechische Philosophie, obra bajo la dirección de Flashar, Bremer y Rechenauer (Basilea, 2013), podemos afirmar que el estudio de los presocráticos puede ahora continuar sobre nuevas bases por el hecho de contar con recursos actualizados y elaborados con un alto grado de profesionalismo.

Traducción de esta reseña a cargo de Gerardo Ramírez Vidal.