Títulos que engañan: las Refutaciones sofísticas de Aristóteles

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Gerardo Ramírez Vidal

Resumen

En la literatura griega de la Antigüedad los títulos de las obras a menudo presentan problemas de interpretación, pues, por diversas razones, no indican de manera clara su contenido. Muchas obras de Aristóteles presentan esta situación, debido en gran medida a los difíciles problemas de transmi­ sión textual. En este artículo se analizan las condiciones y las dificultades de transmisión de las Refutaciones sofísticas, y se ofrecen soluciones que per­ miten entender de manera más adecuada el título de esta obra.

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Ramírez Vidal, G. «Títulos Que engañan: Las Refutaciones sofísticas De Aristóteles». Noua Tellus, vol. 32, n.º 2, noviembre de 2015, doi:10.19130/iifl.nt.2015.32.2.477.
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En la literatura griega de las épocas arcaica y clásica es común encontrar títulos de obras que en buena medida no corresponden al asunto tratado, o bien que la generalidad del título impide conocer el contenido de la obra. Ello se debe, en buena medida, a que en esos tiempos no se tenía la costumbre de poner títulos a las obras, lo que empezó a suceder de manera sistemática en época helenística. Tal es el caso del Acerca del no ser o acerca de la naturaleza de Gorgias, cuyo título reproduce las palabras iniciales del tratado,1 aunque en realidad el tema que aborda el autor es el problema de la imposibilidad de la comunicación.

El caso de Aristóteles es mucho más complejo, sobre todo porque las obras que se conservan eran en su mayoría apuntes para sus clases elaborados en más o menos amplios periodos de tiempo y porque su transmisión fue muy accidentada y no se sabe cómo fueron manipulados los textos de uso interno de la escuela (que formaban parte de la famosa biblioteca de Aristóteles). Aunque se ha pensado que la historia del archivo, que habría permanecido oculto durante más de dos siglos enterrado en una cueva en la ciudad de Scepsis (en la Tróade), hasta que fue llevada a Roma por Sila, y adquirida por el gramático Tiranión y editada por Andrónico en Roma hacia el 60 a. C. o posteriormente, es una simple fábula.2 Sin embargo, se piensa que la edición indicada es la que se transmitió en los manuscritos y en la que se basaron las ediciones que ahora leemos. Gran parte del material que ahí se conservaba era totalmente desconocido y, en consecuencia, una verdadera novedad editorial, mientras que la obra ya publicada parcialmente en vida de Aristóteles (sus diálogos) y por editores posteriores (partes del archivo que podría haberse dividido), se fue perdiendo irremediablemente con el paso de los siglos.

Asimismo, debe considerarse que, como se trataba de apuntes, Andrónico recibió un material que podría haber contenido escritos más o menos estructurados, pero también textos incompletos o notas breves, además de que el tiempo transcurrido habría producido estragos, por la humedad y los gusanos. Ante lo anterior el editor se vio en la necesidad de reordenar muchos de los textos, de interpretar y corregir numerosos pasajes y de completarlos como mejor pudiera, agregando títulos a las nuevas obras compiladas; al mismo tiempo, es probable que obras que formaban una unidad fueran divididas.3 El resultado de todo ello distaba de la producción original, aunque no sabemos en qué medida.

Además de los textos editados por Andrónico, se conservan tres listas de las obras del filósofo conservadas en las biografías sobre él: de Diógenes Laercio, de Hesiquio y de Ptolomeo.4 Los minuciosos análisis de Moraux, 1851 y Düring 1958 han sido muy importantes para despejar algunos problemas relativos a las obras originales y al trabajo realizado por el editor mencionado,5 aunque muchas incertidumbres subsisten aún.6 Uno de los mayores se refiere a la explicación de la falta en las listas tanto de Diógenes como -en menor medida- del autor anónimo de los títulos más importantes que hoy conservamos en las ediciones modernas, como los tratados biológicos, la Física, la Metafísica y la Política.7 Otra dificultad, en apariencia menor, vinculada con la anterior, es el relativo a las referencias a los títulos de las obras en el corpus Aristotelicum.

Como podrá observarse, Aristóteles alude o cita con cierta frecuencia sus escritos con títulos que no aparecen en alguno de los catálogos (o en más de uno), pero sí en el corpus, o bien ni en los catálogos ni en el corpus, o en fin se refiere a obras que conservan títulos diferentes a los indicados por él, además del fenómeno de las referencias cruzadas.

Dos casos de títulos de obras que no aparecen en las listas son los de Prôtê philosophía y Theología, que es como el filósofo denomina a uno de sus escritos,8 denominaciones que no aparecen mencionadas en las listas. ¿Qué pudo haber sucedido? Es muy probable que Andrónico de Rodas hubiera reunido algunos escritos de la biblioteca de Aristóteles y que los hubiera publicado como una obra única con el título de Metafísica, en 14 libros, donde venía incluida la obra denominada Prôtê philosophía. El título Metafísica no pertenece a Aristóteles, sino a sus sucesores, entre ellos Andrónico, quien, sin embargo, reeditó esa obra con otros criterios.9 El problema sobre la ambigüedad del término Metaphysika (Tratados posteriores a la física), se resolvió a la larga asignándole un sentido a esa palabra correspondiente al contenido de la obra, que es el de ontología, o conocimiento de los primeros principios y causas.10

Un ejemplo de referencias cruzadas se encuentra en dos obras, la Poética y la Retórica: en el capítulo 19 de la primera obra (Po., 1456a35), cuando está tratando el asunto de la diánoia (o ‘pensamiento’), reenvía a la Retórica; del mismo modo, también en la Retórica se menciona seis veces el título de la Poética, sobre todo en la parte relativa a la lexis o expresión. Lo anterior puede tener varias explicaciones: (a) Ambas obras se estaban elaborando en forma de apuntes al mismo tiempo; (b) Aristóteles introdujo esas referencias en diferentes momentos, pues se trataba de materiales de trabajo que él o sus discípulos estuvieron reelaborando durante décadas; (c) Andrónico es el autor de esas referencias, con base en el nuevo orden que él había dado a los textos. De tal manera, pudo haber sido el editor quien introdujo el reenvío a la Poética sin poner atención en el orden cronológico de los escritos aristotélicos. En cambio, las referencias a la Retórica podían ser de Aristóteles mismo, aunque es probable que el propio Andrónico hubiera incluido las alusiones o la mayoría de ellas.11

El fenómeno de referencias cruzadas atribuibles al propio Andrónico se puede mostrar en las alusiones que se encuentran en la Retórica, donde se mencionan varios escritos del corpus aristotélico. El que aparece con mayor frecuencia es los Tópicos (nueve veces). Se piensa que esta obra fue escrita hacia el 355, ocho años antes de la muerte de Platón, de manera que se trata de uno de los materiales de enseñanza más antiguos de Aristóteles. En cambio, la Retórica se escribió en diferentes etapas, aunque la primera versión es un poco posterior a los Tópicos.12 No debe extrañar, entonces, que Aristóteles se refiera a los Tópicos en general o a pasajes específicos de la misma obra. Sin embargo, surge un grave problema: la lista de Diógenes Laercio no contiene ese título, aunque hay algunos nombres parecidos.13 Hoy se supone que los Tópicos fueron compilados por Andrónico de una serie de materiales independientes cuyos títulos aparecen en las listas, en particular aquellos vinculados con la lógica y relativos a los cuatro predicables enumerados por Aristóteles.14 Si ello es así, Aristóteles no conocía el título de esa obra y, por lo tanto, en este caso específico, las referencias no son suyas, sino del famoso editor (o de alguno de los editores anteriores).

Luego de describir de manera sumaria el problema que plantean los títulos en el corpus Aristotelicum, en general, y en los Tópicos, en particular, a partir de los importantes estudios de Paul Moreaux (1951), Pierre Aubenque (19621) y Jonathan Barnes (1995), es lícito preguntarse sobre lo que sucede con el Πεϱὶ σοφιστιϰῶν ἐλέγχων o Refutaciones sofísticas, Elenchi Sophistici (SE): ¿Puede adscribirse el título a Aristóteles, a Andrónico o a alguien más?

El problema se plantea de la siguiente manera: el título con que ahora conocemos esa obra, Πεϱὶ σοφιστιϰῶν ἐλέγχων, nunca aparece mencionado en el corpus Aristotelicum, tampoco aparece en las listas de Diógenes ni en la de Hesiquio, pero sí en la de Ptolomeo, que reproduce los títulos de Andrónico.15 Por si ello fuera poco, ningún autor cita la obra antes de Galeno (s. ii d. C.),16 aunque -según Ebbesen, 1981, p. 238- era muy bien conocida en la época del médico. ¿Cómo se explica lo anterior?

Una posible explicación es que -como ya antes se ha dicho- los títulos que hoy empleamos para referirnos a los escritos de Aristóteles no fueron establecidos por este filósofo, sino por Andrónico, quien habría reunido algunos tratados de temática afín en obras únicas a las que asignó títulos que a veces corresponden y a veces no a las probables denominaciones originales de Aristóteles que aparecen en la lista de Diógenes Laercio y en la primera parte de la lista de la vita menagiana (H1). Así, se ha probado que los nombres de obras principales, como la Metafísica o la Política, no existían como tales entre los escritos originales del filósofo. Lo mismo sucede con los Tópicos y con las Refutaciones sofísticas.

Podemos suponer entonces que esta última obra tenía originalmente otro título. La mayoría de los estudiosos la considera como el libro IX de los Tópicos.17 Si se encuentra una sola referencia a los Tópicos que corresponda a algún pasaje de las Refutaciones sofísticas, se tendría una prueba irrefutable de que ese escrito formaba parte de los Tópicos, lo cual podría llevar a replantear los problemas de las transmisión de las obras de Aristóteles.

Pero ello parece no ser así. Existen trece alusiones a los Tópicos en el corpus Aristotelicum: nueve en la Retórica, tres más en los Primeros analíticos y una en el Acerca de la interpretación. En relación con las referencias a los Tópicos en la Retórica se puede constatar que no incluyen ningún pasaje del supuesto libro IX: cinco de ellas se refieren al libro I de esa obra;18 tres, al VIII, aunque en uno de estos casos la referencia no es segura,19 y una sola al libro II.20 Como podrá observarse, predominan las referencias al libro I y al VIII, más cercanos temporalmente a la Retórica, y nunca al supuesto libro IX. El silencio puede deberse al azar, pues tampoco los libros IV-VII de los Tópicos aparecen mencionados. De cualquier modo, no hay ninguna referencia en la Retórica al libro IX de los Tópicos, y en consecuencia no hay pruebas de que ese libro corresponda las Refutaciones sofísticas.

De las tres referencias que se encuentran en los Primeros analíticos, dos remiten también al libro I,21 pero una (APr., II, 17, 65b16) parece aludir al capítulo V, 167b21-36 de las Refutaciones sofísticas. La única alusión en el Acerca de la interpretación (De int., 11, 20b26) remite supuestamente a tres pasajes de nuestra obra (SE, 6, 169a6 s.; SE, 17, 175b39 s. y SE, 30, 181a36), de manera que sería la única prueba irrefutable de que SE es el libro IX de los Tópicos. Sin embargo, una atenta lectura de estos reenvíos permite concluir que, en realidad, los pasajes mencionados se refieren al libro VIII.22

De tal manera, ninguna de las referencias a los Tópicos que aparecen en la Retórica, en los Analíticos primeros y en el De la interpretación corresponden a las Refutaciones sofísticas, esto es al supuesto libro IX de los Tópicos. Si lo anterior es válido, el principal argumento a favor de la tesis unitaria se viene para abajo23 y, en consecuencia, es posible sostener que, como sucedió con otras obras de Aristóteles, Andrónico realizó la composición de Refutaciones sofísticas a partir de varios escritos que se encontraban en el archivo de Aristóteles, y que le puso el título con que ahora la conocemos,24 como una obra independiente, porque no vio la necesidad de unirlo a los Tópicos, aun cuando la temática es afín.

Ahora, ¿qué obras pudo haber utilizado en su tarea editorial? En las listas de Diógenes (D29) y de la Vita Hesychii (H31) se encuentra un texto intitulado Divisiones sofísticas, en cuatro libros (Διαιρέσεις σοφιστικαὶ δʹ), pero no se puede considerar un título doble o alternativo de Refutaciones sofísticas.25 Asimismo, en la misma Vita de Hesiquio se menciona una escrito intitulado ἐλέγχων σοφιστιϰῶν ἢ πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν (H125). A pesar de la semejanza con SE, se trata de una alteración o una sustitución llevada a cabo por un copista del escrito intitulado Πυθιονικῶν ἔλεγχοι αʹ, que aparece en la lista de Diógenes Laercio (D134).26

Es importante observar que Aristóteles sí alude a pasajes de esa obra en la sección de la Retórica donde se trata de los lugares de los entimemas aparentes, pero no con el título con que ahora la conocemos, sino con otros términos. Se trataría en este caso de los nombres originales con que Aristóteles denominaba a esa obra lo que permite encontrar solución a este espinoso asunto.

En el capítulo 24 del segundo libro de la Retórica, precisamente la parte relativa a los lugares de los entimemas aparentes, al tratar del primero de estos lugares, que es aquel que procede de la expresión, Aristóteles indica que ese lugar se divide en dos partes. “Uno es in dictione. Y de éste, una parte, como en los tratados dialécticos, consiste en decir el final, a manera de conclusión, sin haber deducido nada, como ‘no esto y lo otro, por tanto necesariamente esto y lo otro”.27 La cita refiere claramente a SE, 15, 174b8-11, donde se habla del mismo asunto y se caracteriza este artificio como “el estratagema más sofístico de parte de quienes interrogan” (τὸ µάλιστα σοφιστιϰὸν συϰοφάντηµα τῶν ἐϱωτώντων). Consiste en que, en vez de poner la pregunta (para refutar a quien responde), se afirma como si fuera la conclusión. Aunque hay una referencia específica, Aristóteles no indica una obra en especial, sino de manera general la disciplina llamada dialéctica (aquí se emplea al adjetivo sustantivado), como sucede en otros pasajes, como el famoso comienzo de la Retórica: Ἡ ῥητοϱιϰή ἐστιν ἀντίστϱοφος τῇ διαλεϰτιϰῇ.28

Otro pasaje parece ofrecer una solución: el capítulo 24 del segundo libro de la Retórica. Ahí, al tratar acerca del entimema aparente número nueve, Aristóteles escribe:

Además, como [se dice] en los tratados erísticos, [del decir] en sentido absoluto y, no absolutamente, sino en relación con algo, resulta una deducción aparente, como en los tratados dialécticos, que “el no-ente es opinable, [por tanto] el no-ente es no-ente”.29

En este pasaje encontramos una referencia al título de una obra o, por lo menos, al tipo de obra; el asunto tratado se encuentra también en las Refutaciones sofísticas, donde se explica ese entimema aparente:

[Los paralogismos] que se toman del decir esto en sentido absoluto o en un cierto aspecto y no en sentido propio, [se dan] cuando lo dicho en parte se toma como si se hubiera afirmado en sentido absoluto, por ejemplo, si el no ente es opinable, [se concluye] que el no ente existe; en efecto, no es lo mismo el ser en cierto sentido y ser en absoluto [...]30

No hay duda de que ambos pasajes se refieren a lo mismo.31 Además se ofrece un dato valioso: ἐν τοῖς ἐϱιστιϰοῖς, expresión que puede hacer referencia a una obra o a un conjunto de obras. Pues bien, en la lista de Diógenes se registran tres obras con un título parecido:

D27. Περὶ ἐριστικῶν αʹ βʹ
D28. Λύσεις ἐριστικαὶ δʹ
D47. Προτάσεις ἐριστικαὶ αʹ

que se repiten en la lista de Hesiquio, con cambios mínimos: H27, H29 y H44. En las dos listas restantes (la de Ptolomeo y la de Andrónico) desaparecen esos títulos, lo cual permite pensar que las obras denominadas de esa manera pudieron haber pasado a formar parte de obras mayores o bien que una de ellas hubiera sido editada por Andrónico con el nombre de Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων.32 Paul Moraux ha hecho un análisis puntilloso sobre el término ἐϱιστιϰός, señalando la diversidad de significados y concluyendo que “los temas estudiados en el Πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν están estrechamente relacionados con aquellos que aborda el Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων”. Y en seguida afirma (Moraux, 1951, p. 48): “Tal vez se deba ir más lejos, y reconocer en nuestro Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων, el Πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν de la lista de Diógenes”.33 El Περὶ ἐριστικῶν αʹ βʹ (Los razonamientos erísticos o Erística) de Diógenes sería el título original de un escrito de Aristóteles; el Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων, que Andrónico habría impuesto.34

Es muy probable que Andrónico hubiera editado una obra que él denominó Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων, pero no se ve la razón de que hubiera cambiado el título original: Ἐριστικά o Περὶ ἐριστικῶν αʹ βʹ, si ese libro correspondía en su contenido exactamente a la obra aristotélica. Por ello, debería pensarse que el editor compiló, como en los casos vistos antes, varios libros de Aristóteles en una obra única. En la lista de Diógenes se leen otros títulos de escritos parecidos, las Λύσεις ἐϱιστιϰαί en cuatro libros (número 28), que el editor pudo haber integrado como segunda parte del tratado.35 De esta manera se entiende lo observado por el pseudo-Alejandro de que en la primera parte se muestran trece modos de engañar y los correspondientes modos de resolver los engaños: ϰαὶ ταῦτα τὰ δεϰατϱία δὶς παϱαδίδωσι, πϱῶτον µὲν λέγων πῶς ἀπατῶσιν οἱ σοφισταί, ὕστεϱον δὲ λύων αὐτά.

En apoyo de lo anterior se tiene el párrafo de transición de la primera a la segunda parte, que dice como sigue:

Pues bien, se ha tratado de los elementos de donde parten las preguntas y cómo se debe preguntar en las discusiones agonísticas. En seguida, se debe hablar acerca de la respuesta, de cómo se debe resolver y qué, y para qué son útiles tales razonamientos.36

Las correspondencias entre ambas partes del tratado son notables. En particular, la primera está orientada al interrogador (digámos: Sócrates) y a los trece paralogismos de la refutación; la otra, al interlocutor (por ejemplo: Trasímaco) y a la solución de los paralogismos indicados. Pero las correspondencias no son absolutas. En primer lugar, la primera parte presenta las cinco formas de los razonamientos (λόγοι) erísticos: la refutación (cap. 11), el error (cap. 12), la paradoja (cap. 12), la redundancia (cap. 13) y el solecismo (cap. 14); pero en la segunda no se aborda el error y la paradoja. Por otro lado, se podra observar que la palabra ἐϱιστιϰ- se emplea 26 veces, mientras σοφιστιϰ- 21, y que la gran mayoría de ambos empleos se encuentran en la primera parte, mientras que las numerosas palabras de ‘solución’ (λύ-) aparecen en la segunda parte. De lo anterior, podemos suponer que la sección propiamente sofístico-erística es la primera de ambas; la segunda contiene las soluciones de las refutaciones, las redundancias y los solecismos que el interrogador presenta, todo lo cual concuerda muy bien con las funciones y fines de ambas partes.

Por tanto, no hay razón suficiente para que se pueda preferir el título actual (Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων) al original (Περὶ ἐριστικῶν αʹ βʹ), aunque puede suponerse que éste se refiere sólo a la primera parte, que correspondería a uno de los apuntes aristotélicos; mientras que la segunda sería ser propiamente las Λύσεις ἐϱιστιϰαί.

Es muy probable que Andrónico hubiera elegido el título no por razones de contenido o por la finalidad de la obra, sino simplemente porque el texto comenzaba con esas palabras, lo cual era entonces un recurso frecuente. El texto no trata sólo de refutaciones sino de argumentos erísticos. Pero estas refutaciones conforman el núcleo de la primera parte, en correspondencia con las soluciones de las refutaciones de la segunda, de manera que el editor antiguo se dio cuenta de que el título propuesto recogía el núcleo de las argumentaciones y refutaciones erísticas de la primera y la segunda partes respectivamente. Pero esta solución también podía provocar malos entendidos, como ha sucedido.

En efecto, el problema de fondo no es el de utilizar una etiqueta en vez de otra, sino tener conocimiento de las consecuencias que trae consigo el empleo de una u otra denominación, como sucede con el Acerca del no ser o acerca de la naturaleza de Gorgias. En el caso de los SE, al parecer, la solución del editor no fue del todo adecuada, pues la expresión es engañosa o confusa,37 pues a nuestro juicio se emplea a veces con una connotación oscura que escapa a los especialistas.

Se podrá observar que el adjetivo σοφιστιϰῶν puede tener varias connotaciones: (a) de procedencia (“refutaciones de los sofistas”), (b) de cualidad o (c) de dirección (“refutaciones contra los sofistas”). Este problema ha mantenido muy ocupados a los estudiosos,38 quienes han preferido la primera o la última, pero no parece que se pueda llegar a un consenso. Y esto no es posible, porque el título de la obra es utilizado con una connotación especial.

De tal manera, llevados por la idea de que la obra trata de refutaciones sofísticas (sin saber a ciencia cierta qué es σοφιστιϰῶν), los traductores se han visto en la necesidad de interpretar las primeras líneas de ese texto con frecuencia de manera errónea, a nuestro juicio. El texto es el siguiente (164a20-22):

Πεϱὶ δὲ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων ϰαὶ τῶν φαινοµένων µὲν ἐλέγχων, ὄντων δὲ παϱαλογισµῶν ἀλλ’ οὐϰ ἐλέγχων, λέγωµεν ἀϱξάµενοι ϰατὰ φύσιν ἀπὸ τῶν πϱώτων.

En general, las traducciones de este pasaje toma el ϰαὶ como explicativo, como en Pickard-Cambridge (Aristotle 1928):

Let us now discuss sophistic refutations, i.e. what appear to be refutations but are really fallacies instead. We will begin in the natural order with the first.

Esta traducción ha tenido mucha influencia en los estudios de esa obra, pues se reproduce con frecuencia en antologías, en obras de conjunto y en nuevas traducciones,39 aunque hay excepciones poco conocidas.40 No sólo en inglés se da esa interpretación; también en las demás lenguas europeas.41 De esta manera, el contenido es sólo acerca de refutaciones sofísticas, no de las argumentaciones erísticas de la primera parte del tratado. La traducción debe apegarse más al original, de modo que la obra trataría de dos asuntos: las refutaciones sofísticas y las refutaciones aparentes, no siendo éstas refutaciones sino paralogismos. Miguel Candel Sanmartín (1982), de la editorial Gredos, ofrece la siguiente traducción, muy correcta a nuestro juicio:

Hablemos acerca de las refutaciones sofísticas y de las refutaciones aparentes, que son en realidad razonamientos desviados y no refutaciones, y empecemos por las que, por naturaleza, son las primeras.

Asimismo, el título es engañoso también porque el tratado no tiene por objeto describir las refutaciones sofísticas (entendidas en sentido general) ni ofrecer un método para atacar a los sofistas. Aristóteles no se dirige contra los famosos sofistas quienes, para asombro de Louis-André Dorion (1995, p. 33), aparecen en contadas ocasiones en esa obra, y no en sentido negativo, sino en positivo.42 La obra trata de refutaciones sofísticas como parte de los razonamientos o argumentos erísticos y en una connotación muy precisa que se nos escapa.

De tal manera, una tarea importante ahora será entender el sentido específico de las refutaciones sofísticas y distinguirlas de las erísticas. Los resultados de tal indagación permitirán resolver los problemas de fondo de esa obra.

Aunque los comentaristas de Aristóteles afirmen que ambas palabras significan lo mismo, el propio texto aristotélico da claves para distinguirlas. Como ya se explicó, ambos grupos de palabras se emplean casi exclusivamente en la primera parte. También la distribución resulta interesante, pues los empleos se concentran en el capítulo 11, con algunos casos notables en otros capítulos. De particular interés es la definición que se da de ese término en SE, 8, 169b20 ss., donde Aristóteles afirma que entiende por refutación y silogismo sofístico no sólo el silogismo y la refutación en apariencia (pero no de verdad), sino también aquellos silogismos que son de verdad, pero que sólo en apariencia son propios del asunto.43 En este caso, la refutación sofística se vincula estrechamente con la refutación especializada del arte examinativa o peirástica, que es una parte de la dialéctica y propia de las ciencias. En otros pasajes se relaciona a la sofística con la sophía,44 porque, en efecto, éste es el campo que le corresponde, en sentido estricto. De esta manera, es posible pensar que la sofística (ya sean razonamientos, argumentos o refutaciones), en sentido estricto, tiene que ver específicamente con la parte peirástica de la dialéctica, esto es, con la parte propiamente científica, mientras que la erística con la dialéctica en general. Pero éste es un asunto que queda abierto.

En resumen, la Erística de Aristóteles se divide en dos partes, antecedidas por una introducción y seguidas por una sección de cierre. El tratado comienza señalando que existen cuatro géneros de razonamientos (logoi) de los diálogos: didascálicos, dialécticos, investigativos y erísticos. Afirma que ya se ha abordado los tres primeros, y falta por tratar los erísticos, lo que ahora va a hacer.

En seguida, divide el tratado en dos partes. En la primera (caps. 3-15) trata de los razonamientos erísticos, de los cuales distingue cinco especies (o fines): aparentar que se refuta, hacer que el interlocutor caiga en error, llevar a la paradoja y hacer que el interlocutor le de vueltas a un asunto. Se debe notar que las refutaciones erísticas corresponden únicamente a una de las cinco especies de razonamientos o fines: son las refutaciones aparentes. A su vez, las refutaciones sofísticas son, en particular, aquellas que sólo en apariencia son apropiadas o familiares al asunto que se debate dentro del campo de una ciencia, pero en realidad no son apropiadas al asunto. Los cuatro razonamientos restantes no son propiamente refutaciones. Por ejemplo, hacer que el interlocutor diga algo paradójico no es una refutación.

La segunda parte (caps. 16-33) se muestra a quien responde cómo puede solucionar las diferentes estrategias erísticas de quien pregunta y presenta las soluciones erísticas, que son tres, en relación con: las refutaciones, la repetición de la misma cosa y el solecismo.

Al final, hace un breve resumen sobre los argumentos sofísticos y las soluciones abordadas en esa obra, y señala que el arte del silogismo no había sido tratado antes de esta obra, a diferencia de los discursos retóricos, de los que ofrece un panorama histórico.

Bibliografía: Ediciones y traducciones

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Estudios

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Las primeras referencias a esta obra (Isocr., X, 3, XV, 268 = 82 B1 DK, y [Arist. ] De Melisso, Xenophane et Gorgia) no registran ningún título. Olimpiodoro se refiere a esa obra como Πεϱὶ φύσεως (82 B2 DK). Sexto Empírico reproduce el título doble Πεϱὶ τοῦ µὴ ὄντος ἢ Πεϱὶ φύσεως, que la tradición considera como el original. La primera parte puede deberse simplemente a que ésas eran las palabras iniciales de la obra (cf. PTMO 67: τὸ µὲν µὴ ὂν οὐϰ ἔστιν). La segunda parte del título (Πεϱὶ φύσεως) se refiere al género filosófico de los tratados acerca de la naturaleza. Se ha discutido sobre la primacía de las tres partes de la obra. En general, desde la antigüedad hasta nuestros días, se analiza la obra como si la primera la parte fuera la más importante (y a veces la única) de todo el texto, mientras que las dos restantes aparecen como elementos accesorios. Sin embargo, existían diferentes modelos de organización de los argumentos. Las secuencia expositiva pueden ser descendente, donde el bloque es el principal, y ascendente, donde el último tiene la primacía. Este último es el orden nestoriano u homérico, que consiste en poner los argumentos más fuertes al final, mientras en el medio se colocan los más débiles (Cic., De or., II 314; Quint., Inst. or., V 12.14). En el caso de esta obra, afirma Dupréel (1948, p. 67): “en el razonamiento de Gorgias no hay solo división o multiplicidad de argumentos, hay una gradación y preparación de un efecto final. La intención propia de todo el escrito aparece precisamente en el último argumento”. Si ello es así, la parte fundamental es el postulado lingüístico, mientras que el bloque gnoseológico tendría una función preparatoria. De ser esto así, el aspecto que más ha llamado la atención, la inexistencia del ser, tendría paradójicamente una importancia secundaria, y el interés del autor sería demostrar que existe independencia entre realidad, pensamiento y palabra. Lo que expresamos son palabras, no pensamientos ni cosas, de manera que lo que existe es discurso, y de la existencia de lo demás no podemos estar ciertos. Por ello Dupréel (1948, p. 69): piensa que esta obra es “una introducción filosófica a la ciencia del discurso”.
La historia es registrada por Estrabón (XIII, 1.54), cercano a Tiranión, y Plutarco (Sila, 26), quien agrega el dato del editor Andrónico que no se encuentra en la primera versión. Los estudiosos rechazan ese episodio del archivo de Aristóteles, aunque en diferente grado (es una completa mentira o sólo es falsa en parte). Cf. Carnes, 1986, pp. 140-141, nota 8.
En su Vida de Plotino (24, 9-11), Porfirio afirma que Andrónico dividió en tratados las obras de Aristóteles compilando en una misma obra los temas semejantes (ὁ δὲ [Ἀνδϱόνιϰος]τὰ Ἀϱιστοτέλους ϰαὶ Θεοφϱάστου εἰς πϱαγµατείας διεῖλε τὰς οἰϰείας ὑποθέσεις εἰς ταὐτὸν συναγαγών, cf. Moraux, 1951, p. 49); es decir, el editor siguió un orden temático, no cronológico, que sería tal vez el criterio original.
La más famosa es la lista de Diógenes Laercio (V, 22-27 = D), a la que se agrega la lista de la Vita menagiana (llamada así por Égide Ménage, su primer editor) o Vita Hesychii (= H), que es semejante a la primera, pero no igual (cf. Moraux, 1951, p. 196). Se piensa que provienen de una lista común elaborada a finales del siglo III a. C., siendo su autor ya sea Aristón, escolarca del perípato, o Hermipo, bibliotecario de Alejandría. La Vita menagiana se divide en dos partes, la primera de las cuales (H1) se asemeja a la lista D, mientras que la segunda (H2), presenta una compilación donde recoge títulos de diferentes fuentes que no se encuentran en D, algunos de los cuales son de obras espurias. La vida laerciana y H1 no registran muchas de las obras de Aristóteles hoy famosas (los tratados biológicos, los parva naturalia, la Física y la Metafísica). Además de las dos listas mencionadas, se toma en consideración los títulos de una obra atribuida a un desconocido de época medieval Ptolomeo (al-Garib), en traducción árabe, la cual se asemeja a la edición de Andrónico. Las tres listas fueron incluidas en la edición de Bekker (vol. V, ed. de V. Rose) y en la colección de los fragmentos de la Teubner, también de Rose (pp. 1-22).
Además de los estudiosos modernos que han analizado esas listas (Moraux, 1951 y Düring 1958), ha habido otros intentos parciales, en particular Carnes 1986, quien agrega el catálogo de las obras que aparecen bajo el nombre de Teofrasto, catálogo que supuestamente registraba obras sobre todo del discípulo de Aristóteles, pero también del maestro, del mismo modo como también las listas aristotélicas contenían obras propias y de otros filósofos peripatéticos. El caso de la Retórica a Alejandro muestra que el archivo aristotélico también contenía obras de otros autores externos al Liceo.
Afirma Carnes 1986, p. 137: “La forma en que se constituyó originalmente la colección de los escritos de Aristóteles que hoy se conservan es un verdadero misterio [… ] El problema de los catálogos y de la historia inicial del corpus aristotélico en su totalidad difícilmente podría decirse que ha sido satisfactoriamente resuelto”. Los problemas que señala el autor son: identificación de la fuente original de las listas; las circunstancias y la naturaleza de la actividad editorial de Andrónico; la relación entre los tres catálogos entre sí, con la edición de Andrónico y el corpus tal como ahora se conserva, además de la incertidumbre sobre los títulos de las obras y al significado del número de libros de amplios tratados.
Las obras mayores de Aristóteles son resultado de un trabajo editorial que alteró estructuralmente la producción en su totalidad y los tratados en particular, creando a veces confusión por las mezclas realizadas, aun cuando se hizo con rigor.
Hay dos referencias internas al campo de conocimiento de la “filosofía primera”, aunque no expresamente a la obra, en Metaph., VI, 1, 1026a16 (donde se designa a este conocimiento de realidades que son capaces de existencia separada e inmóviles, designada poco después como Theología), y en XI, 4, 1061b19 (donde indica que a la filosofía primera corresponde el estudio de los principios). Además, la expresión vuelve a aparecer dos veces más en la Física, en Ph., I, 9, 192a36 f. y II, 2, 194b14. Pero la única referencia expresa se encuentra en De motu animalium, 6, 700b7. Sobre el problema del nombre, véase Aubenque 1984, sobre todo pp. 36-46.
El título Metafísica no aparece en la lista de Diógenes, pero aparece dos veces en la lista del anónimo, en 20 libros (H1) y en 10 libros (H2), y en Ptolomeo, en 14. Es probable que primero hubiera habido varias versiones de la Metafísica, una en 20 libros; otra, en 14, y una más en 10. Cf. Carnes 1986, pp. 149-151. Tal vez Andrónico dividió esa obra y reacomodó algunas partes en orden temático junto con otros escritos con los que esas partes tenían correspondencia.
Naturalmente, el problema de ese título ha atraído mucho la atención de los estudiosos. Frente a la interpretación que podría denominarse “local” (“después de la física”), se ha ofrecido una “temporal”, que indica que la metafísica se refiere al estudio que sigue al de la naturaleza, y una “doctrinal”: la obra no se encontraba después de los libros de física sino de los de matemáticas, y respondía al propio pensamiento aristotélico transmitido a sus seguidores. De cualquier modo, se ha subrayado que la metafísica es una ciencia que se encuentra fuera, más allá del campo de la física (Aubenque 1984, p. 33).
Afirma Carnes 158 que “se ha asumido a menudo que las referencias internas que relacionan diferentes tratados o partes de tratados provienen en gran medida de Andrónico, pero esta suposición presenta muchas dificultades”. Y poco después afirma que no le parece plausible que Andrónico hubiera imitado el estilo de Aristóteles y establecido un elaborado sistema de referencias cruzadas, lo cual ya habría sido una tarea cumplida por los sucesores del filósofo. Lo que aquí suponemos es que hay referencias internas algunas de las cuales pueden pertenecer al propio Aristóteles y otras a Andrónico, pero no necesariamente sólo a ellos.
Cf. Racionero 1999, p. 40: “la retórica se compone de una primera redacción, posterior a Tópicos, pero anterior a una versión inicial, hoy perdida, de los Analíticos y una segunda versión, posterior a estos Analíticos perdidos, pero anterior a los que conservamos”.
Sólo son dos los títulos semejantes: D 55: Ὅροι πρὸ τῶν τοπικῶν αʹ βʹ γʹ δʹ εʹ ζʹ, y D 60: Τοπικῶν πρὸς τοὺς ὅρους αʹ βʹ. En la lista de Diógenes Laercio (D) D55 en realidad tiene dos entradas: D55: Ὅϱοι πϱὸ τῶν y D55b: τῶν τοπιϰῶν αʹ βʹ γʹ δʹ εʹ ϛʹ ζʹ. El problema de las lecturas de los manuscritos (apud Moreaux, p. 24) se resuelve de dos maneras: corregir D55 en Ὅϱοι πϱώτων o Ὅϱοι πϱῶτον, o bien unir ambos numerales. Así, Jaeger prefirió corregir en Ὅροι πρὸ τῶν < τοπικῶν αʹ >, a partir de la Vita Aristotelis de Hesiquio, que contiene la lista anónima (H52). Rose (p. 5) presenta el título completo e indica las lecturas de los manuscritos πϱώτων en vez de πϱῶτον (πϱὸ τῶν apud Froben).
J. Barnes 1995, p. 11, ha resumido la composición de los Tópicos, indicando que los materiales que formaron parte de él pudieron haber sido los siguientes (agrego los títulos en griego): libros I-II, de D55 (Ὅροι πρὸ τῶν τοπικῶν αʹ βʹ γʹ δʹ εʹ ϛʹ ζʹ), y de D59 (Τὰ πρὸ τῶν τόπων αʹ); libro III, de D58 (Περὶ τοῦ αἱρετοῦ καὶ τοῦ συμβεβηκότος αʹ); libro IV, de D31 (Περὶ εἰδῶν καὶ γενῶν αʹ); libro V, de D32 (Περὶ ἰδίων αʹ); libros VI y VIII, de D60 (Τοπικῶν πρὸς τοὺς ὅρους αʹ βʹ) y D44 (<Περὶ> ἐρωτήσεως καὶ ἀποκρίσεως αʹ βʹ). Barnes se basa en Moraux, 1951, pp. 54-58, aunque con algunas diferencias. No es nuestra intención abordar el problema de la composición de esa obra.
Rose (1886, p. 20) no incluye los títulos de los numerales 26-51 de la lista de Ptolomeo con el afán de no repetir la lista de Andrónico: “26-51 inseruntur libri vulgares logici, ethici, rhetorici, physici, metaphysici, problemata”. Lo anterior nos impide observar si existe una diferencia en relación con las Refutaciones sofísticas, pues se registra un libro en vez de dos (cf. Moraux, 1951, p. 297).
Cf. Ebbesen, 1981, I, p. 236: “La obra escrita más antigua que se ha conservado acerca de los Sophistici Elenchi es Acerca de los sofismas relativos a la expresión, πεϱὶ τῶν παϱὰ τὴν λέξιν σοφισµάτων” = De captionibus. Es también el primer libro conservado acerca de las falacias, después de los propios Elenchi”; cf. I, pp. 238-239 y n. 12. (p. 238: “Ningún escritor antes de Galeno emplea el nombre Sophistici Elenchi”). El pasaje en que aparece por primera vez el título es Gal. Plac. (= De placitis Hippocratis et Platonis) V, 222 Kühn = I, p. 110 De Lacy (= tlg): ϰαὶ γέγϱαπται πεϱὶ τούτων ἁπάντων τοῖς παλαιοῖς, ἐν µὲν τοῖς σοφιστιϰοῖς ἐλέγχοις πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν εἴτε πϱοτάσεων ἐθέλοις ὀνοµάζειν εἴτε ἀξιωµάτων εἴτε λόγων, οὐδὲν γὰϱ εἰς τὰ παϱόντα διαφέϱει, ϰατὰ δὲ τὰς ῥητοϱιϰὰς τέχνας ὑπὲϱ τῶν ῥητοϱιϰῶν, ἐν δὲ τοῖς τοπιϰοῖς ὑπὲϱ τῶν διαλεϰτικῶν, “Los antiguos han escrito de todo esto: en las Refutaciones sofísticas, acerca de los argumentos sofísticos, ya sea que quieras denominarlas proposiciones, axiomas o razonamientos, pues no importa para nada en este caso; y en las artes retóricas, sobre los argumentos retóricos, y en los Tópicos, acerca de lo silogismos dialécticos. Cf. Capt. (= De captionibus) 1,4 Gabler = XIV, 582 Kühn.
Cf. sobre todo, Waitz 1846, II, pp. 528-529, quien incluso borra el título, dejando sólo “Libro IX”: Lib. IX. Quae inscribi solent Πεϱὶ σοφιστιϰῶν ἐλέγχων, ea nos Topicorum librum nonum fecimus. Véase también Forster 1955 (en su edición de la Loeb): “The Sophisticis Elenchis is an appendix to de Topica and its final section forms an epilogue to both treatises”, y como prueba de ello afirma que Aristóteles cita dos veces el De Sophisticis Elenchis con el título de Topica.
Los pasajes son los siguientes: (1). Rh., 1355a29: διδασϰαλίας γάϱ ἐστιν ὁ ϰατὰ τὴν ἐπιστήµην λόγος, τοῦτο δὲ ἀδύνατον, ἀλλ’ ἀνάγϰη διὰ τῶν ϰοινῶν ποιεῖσθαι τὰς πίστεις ϰαὶ τοὺς λόγους, ὥσπεϱ ϰαὶ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς ἐλέγοµεν πεϱὶ τῆς πϱὸς τοὺς πολλοὺς ἐντεύξεως, “pues el discurso científico es propio de la enseñanza, y es imposible esto [persuadir con argumentos científicos a las masas], pero sí es necesario construir las pisteis [medios para obtener confianza] y los logoi [razonamientos] mediante [lugares] comunes, tal como decíamos también en los Tópicos a propósito de la conversación con las masas”. La referencia es a Top., I, 2, 101a32-34 (cf. Smith, 1997, p. 52, comentario ad loc.), donde se trata de la utilidad de la dialéctica en las conversaciones (πϱὸς δὲ τὰς ἐντεύξεις). (2) Rh., I, 2, 1356b13, donde se hace referencia a la distinción entre inducción y deducción, en referencia al cap. 1 (100a18-24) o al 12 (105a10-14) del primer libro de los Tópicos. (3) Rh., I, 3, 1358a29: ϰαθάπεϱ οὖν ϰαὶ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς, ϰαὶ ἐνταῦθα διαιϱετέον τῶν ἐνθυµηµάτων τά τε εἴδη ϰαὶ τοὺς τόπους ἐξ ὧν ληπτέον, “tal cual se ha hecho, en efecto, en los Tópicos, de los entimemas hay que distinguir las formas y los lugares de los que se deben tomar [los entimemas]”. Cf. Top., I, 1, 101a5-17 y III 119a12-31. (4) Rh., II, 22, 1396b4: ἀναγϰαῖον, ὥσπεϱ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς, πϱῶτον πεϱὶ ἕϰαστον ἔχειν ἐξειλεγµένα πεϱὶ τῶν ἐνδεχοµένων ϰαὶ τῶν ἐπιϰαιϱοτάτων, “[... ] es necesario, como se ha dicho en los Tópicos, en primer lugar tener [a disposición] lugares escogidos acerca de cada asunto, sobre los situaciones posibles y los más oportunos”, que no parece que aluda a un pasaje en particular, sino a los Tópicos en su conjunto. (5) Rh., II, 23, 1398a29: ἄλλος ἐϰ τοῦ ποσαχῶς, οἷον ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς πεϱὶ τοῦ ὀϱθῶς, “Otro es el [lugar] de cuántas maneras, como [se ha dicho] en los Tópicos acerca de la corrección [léxica]. Racionero (com. ad loc., p. 424) remite a Top., I, 15, 106a40 y II, 3, 110a22 ss. Las referencias a pasajes de los libros II y III son secundarias.
Son los siguientes: (6) En el penúltimo capítulo del segundo libro de su Retórica, al hablar de la refutación, Aristóteles distingue entre dos tipos de refutaciones: unas son los contra-razonamientos; otras, las objeciones (ἢ ἀντισυλλογισάµενον ἢ ἔνστασιν). En relación con estas últimas, el filósofo hace una referencia a los Tópicos de la siguiente manera (Rh., II, 25, 1402a35-37): αἱ δ’ ἐνστάσεις φέϱονται ϰαθάπεϱ ϰαὶ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς, τετϱαχῶς· ἢ γὰϱ ἐξ ἑαυτοῦ ἢ ἐϰ τοῦ ὁµοίου ἢ ἐϰ τοῦ ἐναντίου ἢ ἐϰ τῶν ϰεϰϱιµένων, “Las objeciones se obtienen, como en los Tópicos, de cuatro maneras; a saber: o bien a partir de lo mismo, o bien de lo semejante, o bien de lo contrario, o bien a partir de juicios ya hechos”. Se ha pensado (cf. Racionero, nota ad loc., p. 463) que Aristóteles relaciona este pasaje con Tópicos, VIII, 10, 161a1-16. Sin embargo, en este ultimo lugar se afirma algo diferente: existen cuatro formas para impedir que se concluya un razonamiento: (a) removiendo aquello en lo que consiste el error; (b) dirigiendo la objeción a quien interroga; (c) a las preguntas; (d) o al tiempo. Se ha intentado salvar este incongruencia con la suposición de que el pasaje de Tópicos fue alterado en época posterior, aunque la mayoría de los estudiosos considera que no se refiere a un pasaje en particular, sino a la obra en su conjunto, o bien a un pasaje que no se conservó. Todo se ofrece a la especulación. En tales circunstancias se trata de una crux, esto es, de una incongruencia sin solución. (7) Rh., II, 1403a30-32: ἡ δ’ ἔνστασις οὐϰ ἔστιν ἐνθύµηµα, ἀλλά, ϰαθάπεϱ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς, τὸ εἰπεῖν δόξαν τινὰ ἐξ ἧς ἔσται δῆλον ὅτι οὐ συλλελόγισται ἢ ὅτι ψεῦδός τι εἴληφεν, “[... ] la objeción tampoco es un entimema, sino que, como en los Tópicos, consiste en enunciar una opinión de la que resultará claro que <quien responde> no ha hecho ningún silogismo o bien que ha introducido algún elemento falso”; la referencia es a Top., VIII, 10, 161a1 ss., pues se entiende que se debe remover el elemento falso que el interlocutor ha introducido en un diálogo. (8) El último pasaje no presenta problemas: Rh., III, 18, 1419a24: φανεϱὸν δ’ ἡµῖν ἐστιν ἐϰ τῶν Τοπιϰῶν ϰαὶ τοῦτο καὶ αἱ λύσεις, “es evidente para nosotros a partir de los Tópicos tanto esto [lo que responderá el interlocutor] como las refutaciones”. La referencia es a Top., VIII, en especial capítulos 4-10.
Arist., Rh., II, 23, 1399a6, donde se refiere al lugar que se obtiene de las partes, asunto que se explica de modo detallado en Top., II, 4, 111a33 ss.
Arist., APr., I, 1, 24b12 cita Top., I, 1, 100a27-30. Ambos pasajes tratan sobre las dos formas de razonamientos: apodíctica y dialéctica. El segundo pasaje es APr., II, 15 64a37, donde se habla de las conclusiones de las proposiciones opuestas; se relaciona con Top., VIII, 1.
En relación con el pasaje del De interpretatione (Int., 11, 20b26), baste lo dicho por Zanatta (pp. 291-292), en el sentido de que ese pasaje, que trata sobre la multiplicidad de las respuestas y de las interrogaciones en los enunciados complejos, se refiere a Top., VIII, 7, 160a22 (aunque también puede referirse a los pasajes indicados de SE). El otro pasaje es APr., II, 17, 65b13-16: Ὁ µὲν οὖν φανεϱώτατος τϱόπος ἐστὶ τοῦ µὴ παϱὰ τὴν θέσιν εἶναι τὸ ψεῦδος, ὅταν ἀπὸ τῆς ὑποθέσεως ἀσύναπτος ᾖ ἀπὸ τῶν µέσων πϱὸς τὸ ἀδύνατον ὁ συλλογισµός, ὅπεϱ εἴϱηται ϰαὶ ἐν τοῖς Τοπιϰοῖς, “Ahora bien, el modo más claro es cuando lo falso no es de la tesis, cuando la deducción [o silogismo], sin conexión con la hipótesis, parte de los términos medios a lo imposible, lo cual ya se ha dicho también en los Tópicos”. Ese capítulo 17 de los Primeros analíticos trata de cómo se puede mostrar la falsedad de un argumento de reducción al absurdo, mediante la fórmula “la falsedad no se encuentra en esto”. Supongamos que dos personas dialogan, una interroga (A) y la otra responde (B). A pregunta a B y B responde con una conclusión basada en una hipótesis o premisa. A refuta a B con un razonamiento por reducción al absurdo o a lo imposible con una tesis, pero esta tesis no tiene que ver con la hipótesis de B y, por lo tanto, no es la causa de la conclusión. Luego, B objeta la validez del razonamiento al absurdo con la fórmula indicada, negando que la tesis de donde parte lo imposible o absurdo tenga relación con la hipótesis de B. La no causa (tesis) se pone como causa de la afirmación de inicio. Luego se pone como ejemplo el caso de quien pretende demostrar que la diagonal es inconmensurable recurriendo al razonamiento (logos) de Zenón de que el movimiento es imposible, y empleara esa reducción al absurdo para ese fin. Este es “el modo más evidente” (φανεϱώτατος τϱόπος) de objeción de la reducción a lo imposible. En seguida se presenta un segundo modo que es cuando lo imposible sí tiene conexión con la hipótesis, pero la conclusión del razonamiento no depende de esa hipótesis. Por ejemplo, si se establece que A se da en B, B en C y C en D, y es falso que B se dé en D, la falsedad no se da en A. Se piensa que el pasaje relativo al razonamiento de lo imposible que no tiene que ver con la hipótesis alude a SE, 5, 167b21-36. Pero ahí se está describiendo en qué consiste la sexta especie de paralogismo extra dictionem que consiste en presentar como causa algo que no lo es. El ejemplo que se presenta en este pasaje es la afirmación de que el alma y el cuerpo no son idénticas recurriendo a un razonamiento tramposo. El paralogismo no tiene que ver con el primer modo (lo imposible no tiene que ver con la hipótesis), sino con el segundo (lo imposible tiene que ver con la hipótesis, pero si se elimina la hipótesis o premisa la conclusión no se afecta). Esta idea remite al libro VIII de los Tópicos, 160b1-14, donde se trata de las objeciones contra los universales. Indica que tenemos muchos razonamientos contrarios a las opiniones que son difíciles de disolver, y entonces menciona el ejemplo de Zenón de que es imposible el movimiento y el recorrido de un estadio. Se trata de objeciones contra tesis como la de Zenón.
Los demás argumentos que parecen demostrar que las Refutaciones sofísticas formaba parte de los Tópicos, no son consistentes. Louis-André Dorion (1995, pp. 24-25) resume los argumentos, que son los siguientes: Uno es que las Refutaciones sofísticas comienza con la partícula δέ, como todos los demás libros de los Tópicos, excepto el primero que comienza con µέν, que es lo que se espera al principio de cualquier obra. Pero lo anterior no prueba nada. El δέ puede aparecer al comienzo de cualquier obra polémica como lo es las Refutaciones sofísticas (Dorion 1985, p. 24, refiere el dato de que puede tratarse de un integración del copista). Otro argumento es que el capítulo final, el 34, parece como si fuera una conclusión del tratado en su conjunto, de los nueve libros de los Tópicos. Este argumento no tiene ninguna fuerza probatoria. Otro más es el relativo a las referencias de SE a los Tópicos, pero no al contrario, pues no existe ningún pasaje en esta segunda obra que anuncie, prevea o suponga el estudio y análisis de los sofistas, de modo que, según Dorion, Aristóteles, al redactar los Tópicos no había previsto la elaboración de SE.
La idea de que Aristóteles hubiera considerado a SE como parte de los Tópicos no se sostiene, si es verdad que esta última obra fue compuesta y denominada por Andrónico de esa manera. Aristóteles había escrito varios tratados sobre los razonamientos dialécticos claramente relacionados entre sí pero independientes los unos de los otros. Es claro que, en su composición final, los SE se encuentran en pendant con los Tópicos; este texto trata de los lugares reales; el otro, de los aparentes. Sin embargo, Andrónico conservó divididos ambos escritos.
Cf. Moraux, 1951, p. 51, donde indica que esa obra contendría un conjunto de procedimientos empleados contra los sofistas y no un conjunto de procedimientos empleados por los sofistas. No son claras las razones de ello. El autor establece una división entre los vicios que producen in dictione la falsa apariencia de un argumento. El procedimiento consiste en dividir lo que por naturaleza es un compuesto, en atribuir a cada parte un predicado y en atribuir el mismo predicado al compuesto. Por ejemplo: el cinco es a la vez par e impar, porque está compuesto de dos más tres. La diáiresis es también un procedimiento refutativo in materia que consiste en echar abajo un argumento que presenta un vicio por homonimia, ambigüedad o de composición, mediante una diáiresis entre los sentidos de una palabra o una expresión.
El catálogo de la Vita Hesychii consta de tres partes. La primera, la más amplia, contiene 139 títulos y corresponde más o menos al registro de Diógenes, aunque hay cambios y errores frecuentes (Moraux, 1951, p. 196). Es posible observar que la secuencia en ambos registros es muy parecida y que en ambas se encuentra un grupo de obras que contienen documentos relativos a la historia literaria, en general de diverso género. En Diógenes son once obras (números 129-140) y en la vida menagiana nueve (de la 122 a la 131). En esta sección se encuentran títulos de registros sobre los vencedores olímpicos (D131 y 132; H122-123), píticos y en las competencias musicales (D130-132, H124). Luego sigue la obra Πυθιονικῶν ἔλεγχοι αʹ en el registro de Diógenes, cuyo número es D134 (en la edición de Rose 1886, p. 7), y el título ἐλέγχων σοφιστιϰῶν ἢ πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν, que corresponde al número H125 en la vida anónima (Rose 1886, p. 15). Después siguen obras sobre vencedores en las tragedias y registros de leyes. A este mismo grupo pertenecen las famosas 154 Constituciones, aunque aparecen aisladas (D143 y H135), debido a que se interpolaron dos obras en la primera lista (Categorías y De la interpretación) y tres en la segunda (además de las anteriores, los Primeros analíticos) de la sección relativa a la lógica y dialéctica. Como podrá observarse Πυθιονικῶν ἔλεγχοι αʹ, de la lista de Diógenes debería ser también un catálogo de vencedores. En efecto, ἔλεγχος puede significar también un inventario, un catálogo, pero no refutaciones en este caso. Aquí el autor o el copista de la lista de la vida menagiana cometió un grave error al modificar el título original en ἐλέγχων σοφιστιϰῶν ἢ πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν. Es probable, como opina Moraux, 1951, p. 199, que el título Πυθιονικῶν ἔλεγχοι αʹ (de D134) hubiera sido dividido en dos y luego Πυθιονιϰῶν suprimido, por ser un doblete del título anterior (H133: Πυθιϰός), mientras que el segundo elemento se amplió en la forma en que aparece en H125. Es probable también que el autor o, mejor, un copista hubiera agregando en este lugar un título más de obras lógicas y dialécticas. El título puede referirse a las Refutaciones sofísticas, de manera que podría pensarse en la alteración de un copista (cf. Moraux, 1951, p. 205 sobre los copistas de la Vita).
Compárese ambos pasajes: Rh., II, 24, 1401a2-6: εἷς µὲν ὁ παϱὰ τὴν λέξιν, ϰαὶ τούτου ἓν µὲν µέϱος, ὥσπεϱ ἐν τοῖς διαλεϰτιϰοῖς, τὸ µὴ συλλογισάµενον συµπεϱασµατιϰῶς τὸ τελευταῖον εἰπεῖν, “οὐϰ ἄϱα τὸ ϰαὶ τό, ἀνάγϰη ἄϱα τὸ ϰαὶ τό”, y Arist., SE., 15 174b8-11: Σφόδϱα δὲ ϰαὶ πολλάϰις ποιεῖ δοϰεῖν ἐληλέγχθαι τὸ µάλιστα σοφιστιϰὸν συϰοφάντηµα τῶν ἐϱωτώντων, τὸ µηδὲν συλλογισαµένους µὴ ἐϱώτηµα ποιεῖν τὸ τελευταῖον ἀλλὰ συµπεϱαντιϰῶς εἰπεῖν, ὡς συλλελογισµένους, “οὐϰ ἄϱα τὸ ϰαὶ τό”.
Cf. también Rh., 1359b11: τὰ µὲν τῇ διαλεϰτιϰῇ τὰ δὲ τοῖς σοφιστιϰοῖς λόγοις.
Arist. Rh., II, 24, 1402a3-7: ἔτι ὥσπεϱ ἐν τοῖς ἐϱιστιϰοῖς παϱὰ τὸ ἁπλῶς ϰαὶ µὴ ἁπλῶς, ἀλλὰ τί, γίγνεται φαινόµενος συλλογισµός, οἷον ἐν µὲν τοῖς διαλεϰτιϰοῖς ὅτι ἔστι τὸ µὴ ὄν δοξαστόν, ἔστι τὸ µὴ ὄν µὴ ὄν, [... ] Es posible que la lectura original: τὸ µὴ ὄν ὄν (aceptada por todos los editores), en vez de τὸ µὴ ὄν δοξαστόν, esté corrupta. Dice Vater (Animadversiones, 1820, p. 341): “τὸ µὴ ὄν, ὄν. Sine dubio mendum hoc est”. Puede leerse como τὸ µὴ ὄν δοξαστόν, a partir del siguiente pasaje de SE, pues de lo opinable (que es no absoluto) se desprende una conclusión absoluta.
Arist., SE, 4, 166b37-167a1: Οἱ δὲ παϱὰ τὸ ἁπλῶς τόδε ἢ πῇ λέγεσθαι ϰαὶ µὴ κυϱίως, ὅταν τὸ ἐν µέϱει λεγόµενον ὡς ἁπλῶς εἰϱηµένον ληφθῇ, οἷον, εἰ τὸ µὴ ὄν ἐστι δοξαστόν, ὅτι τὸ µὴ ὂν ἔστιν· οὐ γὰϱ ταὐτὸ τὸ εἶναί τέ τι ϰαὶ εἶναι ἁπλῶς [... ]
En el caso de la Retórica se trata del noveno topos de entimema aparente; en el de SE, de la segunda especie de paralogismo extra dictionem (es decir, relativo a la forma de razonamiento). Se emplean expresiones semejantes. El ejemplo aparece también en Top., IV, 1, 121b1-3: οἷον τὸ δοξαστὸν τοῦ ὄντος· ϰαὶ γὰϱ τὸ ὂν ϰαὶ τὸ µὴ ὂν δοξαστόν, ὥστ’ οὐϰ ἂν εἴη τὸ δοξαστὸν εἶδος τοῦ ὄντος.
Existe también un título que se ha propuesto como el antecedente del SE: <Περὶ> ἐρωτήσεως καὶ ἀποκρίσεως αʹ βʹ, pero, como se ha visto (nota 14; cf. Moraux, 1951, p. 65) este escrito pasó a formar parte del libro VIII de los Tópicos.
Moraux, 1951, pp. 47-48 observa que los razonamientos erísticos son, en apariencia, análogos a los dialécticos, pero se basan en subterfugios desleales con el fin de vencer al interlocutor; a veces Aristóteles los emplea para designar silogismos que no presentan ningún vicio de forma, pero sus conclusiones se basan en premisas probables sólo en apariencia. Sin embargo, en sentido estricto, esos razonamientos se reservan para silogismos dialécticos falsos en forma, sin importar el grado de probabilidad de las premisas. De este modo, continúa Moraux, en SE el silogismo erístico designa una especie particular de paralogismo, y éste, un silogismo formado a partir de premisas propias de una ciencia particular, cuando las premisas no son correctas desde el punto de vista de la ciencia, de modo que un silogismo erístico es un paralogismo que sólo en apariencia pertenece a la ciencia particular de que se trate. De tal manera, Moraux concluye que los contenidos del Πεϱὶ ἐϱιστιϰῶν corresponden muy estrechamente a los temas tratados en el Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων. De este modo, el título original pudo haber sido sugerido por el párrafo al final de la introducción: πεϱὶ µὲν οὖν τῶν ἀποδειϰ- τιϰῶν ἐν τοῖς Ἀναλυτιϰοῖς εἴϱηται, πεϱὶ δὲ τῶν διαλεϰτιϰῶν ϰαὶ πειϱαστιϰῶν ἐν ἄλλοις· πεϱὶ δὲ τῶν ἀγωνιστιϰῶν ϰαὶ ἐϱιστιϰῶν νῦν λέγωµεν (SE., 165b8-11); en cambio, el título actual provendría del comienzo: Πεϱὶ δὲ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων ϰαὶ τῶν φαινοµένων µὲν ἐλέγχων, ὄντων δὲ παϱαλογισµῶν ἀλλ’ οὐϰ ἐλέγχων, λέγωµεν ἀϱξάµενοι ϰατὰ φύσιν ἀπὸ τῶν πϱώτων (SE, 164a20-23).
Las tres razones que presenta Moraux parecen sólidas a Quintín Racionero (1990 p. 460, n. 435): (a) El título actual se limita a transcribir las palabras iniciales del tratado, mientras que el de Diógenes indica mejor la intención del autor, quien se refiere al objeto de su tratado en las primera líneas. (b) El Περὶ ἐριστικῶν consta de dos libros, como sucede con el tratado en cuestión, cuya primera parte va del capítulo 1 al 15, y el segundo del 16 al 34. (c) Por último, el pasaje citado en la Retórica concuerda con SE, 5, 166b36 ss., como ya hemos visto.
Existen otros títulos sugerentes relacionados con las Λύσεις ἐϱιστιϰαί: las Προτάσεις ἐριστικαὶ αʹ (número 47) y las Διαιϱέσεις σοφιστιϰαί (número 29). Moraux (1951, pp. 50 y 51) rechaza tales posibilidades, pues piensa que las Λύσεις ἐϱιστιϰαί son una colección de ejemplos prácticos que debían ejercitarse asiduamente para poder deshacer las dificultades puestas por un sofista y constituyen la ilustración de la enseñanza teórica. Las Διαιϱέσεις σοφιστιϰαί tendrían el mismo carácter y función, e incluso podría ser un segundo título de la obra anterior, basándose en que en las listas objeto de su estudio hay repeticiones de este género. Considera que la expresión Λύσεις ἐϱιστιϰαί puede tener dos sentidos opuestos: (a) soluciones elaboradas según un método erístico; (b) soluciones que resuelven dificultades puestas por un sofista. Moraux se inclina por la segunda, con el (débil) argumento de que Aristóteles jamás menciona la expresión λύειν ἐϱιστιϰῶς. El problema es semejante al de la interpretación de la expresión Πεϱὶ τῶν σοφιστιϰῶν ἐλέγχων. Las refutaciones al sofístico modo, o las refutaciones de las objeciones o respuestas del sofista.
Arist., S, 175a1-4: Ἐξ ὧν µὲν οὖν αἱ ἐϱωτήσεις ϰαὶ πῶς ἐϱωτητέον ἐν ταῖς ἀγωνιστιϰαῖς διατϱιβαῖς, εἴϱηται. πεϱὶ δὲ ἀποϰϱίσεως ϰαὶ πῶς χϱὴ λύειν ϰαὶ τί, ϰαὶ πϱὸς τίνα χϱῆσιν οἱ τοιοῦτοι τῶν λόγων ὠφέλιµοι, µετὰ ταῦτα λεϰτέον.
Cf. Dorion 1995, p. 15: “El título griego de los SE ha dado lugar, y al parecer siempre da lugar, a múltiples malentendidos [… ] La forma en que se entiende es rica en enseñanzas en la medida en que la interpretación del título lleva en sí la determinación de los objetivos perseguidos por la obra”.
Por ejemplo, el título se ha interpretado fundamentalmente de dos maneras diferentes. (a) El texto trata de las refutaciones de los sofistas, es decir, de analizar cómo funcionan los argumentos aparentes que los sofistas empleaban para refutar; (b) ofrece estrategias para refutar los argumentos falaces de los sofistas. La primera interpretación tiene un fin fundamentalmente teórico y, en segundo lugar, defensivo (no dejarse engañar); la segunda, una finalidad pragmática, orientada a quien responde. En la antigüedad Galeno se inclinaba por la función teórica de los SE; el pseudo-Alejandro, en cambio, consideraba que el tratado tenía ambos fines (que yo distingo como teórico y práctico): un conocimiento de los mecanismos sofísticos, que se encuentran descritos en la primera parte del tratado (capítulos 3-15), y la manera en que se debe resolver (λύειν) los sofismas (capítulos 16-33). La mayoría de los estudiosos modernos ha seguido la primera interpretación. Siguen la segunda Dufour, Aubenque, Dumont y Brunschwig (1989, I, p. 501). El último de ellos lo expresa de esta manera: “SE no tiene como objeto propio refutar los sofismas, sino analizar y clasificar los diversos procedimientos utilizados por los sofistas para refutar ellos mismos a sus interlocutores”. Dorion, quien resume la historia del problema (1995, pp. 16-22), sigue a Brunschwig, y considera que (p. 20) las interpretaciones pragmáticas son erróneas, debido a que no se ha entendido el problema. Dorion considera que, en sentido estricto, ἔλεγχος no es sinónimo de λύσις, pues se refiere a la deducción que hace el interrogador de lo contradictorio de la conclusión (o respuesta) del interrogado, mientras que la λύσις es la solución que da el interrogado a un argumento falaz. De esta manera, podría ejemplificarse, se puede hablar del ἔλεγχος socrático (que es una pregunta) y de la respuesta de Eutifrón, o del ἔλεγχος sofístico/erístico y de la solución o λύσις de Sócrates (interrogado).
Por ejemplo, Forster, en la traducción de la Loeb, traduce de la siguiente manera: “Let us now discuss of sophistical refutations, that is, arguments which appear to be refutations but are really fallacies and not refutations, beginning, as is natural, with those which come first”.
O. F. Owen 1853, pp. 540-541: “Concerning sophistical elenchi, and such as appear, indeed, elenchi, yet are paralogisms but not elenchi, let us treat, commencing in natural order, from the first”.
He recogido algunos ejemplos significativos: Barthélemi Saint-Hilaire 1843, p. 333: “Mais parlons des réfutations sophistiques, c’est-à-dire des réfutations qui paraissent en être de véritables, mais qui n’en sont pas réellement et ne sont que des paralogismes. Nous commencerons naturellement par les principes”; Dorion 1995, p. 128: “Traitons maintenant des réfutations sophistiques, c’est-à-dire des arguments qui se présentent comme des réfutations, mais qui sont en fait des paralogismes et non des réfutations; nous débuterons, suivant l’ordre naturel, par ce qui vient en premier”; Zanatta 1995, 118: “Parliamo delle confutazioni sofistiche, ossia di quelle che sebrano confutazioni, ma sono paralogismi e non confutazioni, incominciando, secondo natura, dalle cose prime”.
En realidad, Aristóteles considera sofistas a quienes emplean de manera aparente los argumentos dialécticos, independientemente de quiénes fueran: poetas, oradores o filósofos. Menciona una sola vez respectivamente a Antifonte, Protágoras, Licofrón, Trasímaco y Gorgias, pero no para acusarlos. Por ejemplo, Aristóteles observa que Antifonte (172b7) aplicó un método no geométrico para cuadrar el círculo, pero no lo presenta engatusando a sus interlocutores. Cita a Protágoras (173b19) en relación con el solecismo que el supuesto sofista identifica. Ninguno de los dos es llamado sofista, y el segundo más bien parece que pone en evidencia a los sofistas.
Arist., SE, 169b20-23: λέγω δὲ σοφιστιϰὸν ἔλεγχον ϰαὶ συλλογισµὸν οὐ µόνον τὸν φαινόµενον συλλογισµὸν ἢ ἔλεγχον µὴ ὄντα δέ, ἀλλὰ ϰαὶ τὸν ὄντα µὲν φαινόµενον δὲ οἰϰεῖον τοῦ πϱάγµατος.
Arist., SE, 165a21: ἔστι γὰϱ ἡ σοφιστιϰὴ φαινοµένη σοφία οὖσα δ’ οὔ, misma expresión que se repite en 171b34.