Yanna Hadatty Mora y Viviane Mahieux (eds.). Las culturas de la prensa en México (1880-1940). México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2022.

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Miguel Ángel Hernández Acosta

Resumen

En esta reseña de  Las culturas de la prensa en México (1880-1940) se permite desmontar a los periódicos como objetos de estudio en sí y analizar las particularidades que les dan forma, de las cuales se nutren, pero también la manera como convergen e influyen en su contexto. Para ello, analiza algunos de las publicaciones en el periodo mencionado y las somete a aproximaciones multidisciplinarias, comparativas y teóricas. El lapso que transitan estos estudios comprende el de la modernización de la prensa, es decir, aquel en que se observan cambios en su producción, circulación y consumo.

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Hernández Acosta, M. Ángel. (2024). Yanna Hadatty Mora y Viviane Mahieux (eds.). Las culturas de la prensa en México (1880-1940). México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2022. Literatura Mexicana, 35(1), 191-195. https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.2024.1.025O31S00X57 (Original work published 19 de febrero de 2024)
Sección
Reseñas

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Yanna Hadatty Mora y Viviane Mahieux (eds.). Las culturas de la prensa en México (1880-1940). México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2022.

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El estudio de la prensa mexicana ha tenido varias derivas entre las cuales, sobre todo, se le utiliza para contextualizar hechos sociales, políticos o culturales. Asimismo, se le toma como un subproducto en la obra de autores reconocidos, como su periodo de aprendizaje e, incluso, como una forma de subsistencia mientras el escritor crea su literatura.

Por otra parte, las historias del periodismo profundizan en publicaciones específicas y dan cuenta de su conformación, con lo que establecen un marco desde el cual se considera a estos medios como unidades invariables a lo largo de su existencia. Es decir, se anotan sus características particulares, su directorio, sus colaboradores, y con ello se tiene una especie de monografía la cual ya no se cuestiona. En este sentido, Las culturas de la prensa en México (1880-1940) permite desmontar a los periódicos como objetos de estudio en sí y analizar las particularidades que les dan forma, de las cuales se nutren, pero también la manera como convergen e influyen en su contexto. Para ello, analiza algunos de las publicaciones en el periodo mencionado y las somete a aproximaciones multidisciplinarias, comparativas y teóricas. El lapso que transitan estos estudios comprende el de la modernización de la prensa, es decir, aquel en que se observan cambios en su producción, circulación y consumo. Lo anterior genera especificidades que exploran la incidencia de la materialidad y sociabilidad de estos productos en los estudios expuestos en el volumen.

En el libro colaboran 16 investigadores (así como las editoras) pertenecientes a universidades e instituciones de Estados Unidos y México. Algunas de las preguntas eje sobre las que se asientan estos escritos son: “¿Quiénes son los lectores de la prensa en México? ¿Quiénes financian los proyectos periodísticos? ¿Cómo podemos ubicar cada publicación en la constelación del campo cultural de la época? ¿Cómo evoluciona el rol de la prensa en la esfera pública mexicana? ¿Qué temporalidades y tradiciones coexisten? ¿Qué alianzas y continuidades permanecen a pesar de supuestas rupturas y transformaciones?” (18).

Organizado en seis apartados (“Visualidad e intermedialidad”, “Vertientes de lo popular”, “México y Estados Unidos”, “Prensa y literatura”, “Hacia el periodismo industrial” y “Atavismos y renovaciones”) Las culturas de la prensa… cuestiona la idea de los medios de comunicación creados alrededor de grupos, que avanzan debido a intereses personales o de camarillas. Al situar a la prensa popular en un contexto histórico hace posible verificar que ésta es resultado también de proyectos intelectuales o comerciales.

Algunos de los capítulos otorgan un hilo para exponer lo antes apuntado: en “El modernismo ante el cinematógrafo”, Adela Pineda Franco revisa las crónicas de Luis G. Urbina y José Juan Tablada para mostrar cómo la llegada del cinematógrafo a la Ciudad de México tuvo una incidencia en la prensa, pues dotó a la imagen de un simbolismo que antes no tenía: la convirtió en una prueba de extrema fidelidad de la realidad. Esto provocará que la prensa, además, imite al cine en cuanto plataforma y restituya -con sus propias limitaciones- las noticias por medio de fotografías o historietas. Así, de acuerdo con Rielle Navitski, en las páginas de Multicolor, El Heraldo de México, El Universal Ilustrado y Revista de Revistas, entre otros, es donde convergen los actores de la época, quienes no cuentan aún con una industria cinematográfica que pueda emplearlos, pero sí pueden hacerlo en este “cine impreso”. En otra vertiente, Amy E. Wright apunta que gracias a la imagen se puede establecer una real comunicación con los consumidores de la prensa. En “La democracia popular de los años veinte a través del primer cómic nacional: Don Catarino y su apreciable familia”, la autora refiere cómo la historieta de este personaje publicada en El Heraldo de México fue un modo de hacer llegar a los lectores, pero también a los analfabetos, una crítica y un ideario políticos. Esto no sólo por la asimilación de lo visual (lo no escrito), sino también porque al ser el periódico mucho más barato que el libro -además de contar con una distribución mayor- era posible llegar a consumidores tanto de zonas urbanas como rurales.

La masificación e industrialización de la prensa, a su vez, es responsable de implementar modelos y creencias. Esto da como resultado, por ejemplo, que los escritores adquieran una nueva posición frente al lectorado y a partir de ella establezcan estrategias para conseguir que su labor tenga un impacto mayor. Sergio Ugalde Quintana, en “Periodismo y poesía: Efraín Huerta en El Popular”, señala la adopción del poeta guanajuatense de un punto de vista horizontal (de igualdad) frente a su lector, además de que busca tener injerencia en el espacio público mediante sus colaboraciones en dicho diario y establecer una posición militante frente a los hechos que vive. Lo anterior perfila al escritor que desde la literatura y el periodismo milita en tanto intelectual. Por su parte, Andrea García Rodríguez, revisa la participación de mujeres en la revista Conozca Ud. a México y cómo este medio (quizá debido a que su editor se confrontó con algunos círculos literarios de entonces) recurrió a estas plumas y les permitió intervenir con artículos coyunturales o que analizaban los procesos de construcción nacional. La importancia de ello es que hasta ese momento se había limitado a la mujer a escribir sobre temas concernientes a la casa, la moda o la intimidad.

Ahora bien, una de las virtudes de Las culturas de la prensa… es que no restringe sus estudios a la prensa de la capital del país. En ese sentido, John Alba Cutler, en “Modernismo y campo literario de la prensa mexicoamericana”, realiza un muy interesante estudio al respecto al comparar los autores que eran publicados en la prensa nacional frente a los que daban a conocer los periódicos de los exiliados en Estados Unidos en la segunda década del siglo xx. Es importante señalar que por el idioma utilizado (el español), estos medios de comunicación mexicoamericanos se convirtieron prácticamente en “las instituciones literarias más importantes” en dichas comunidades. Así, mientras en La Prensa, El Cosmopolita o Hispano-Americano se seguía publicando la poesía modernista latinoamericana, en nuestro país México Moderno ya contemplaba autores jóvenes quienes se habían olvidado de dicho movimiento literario.

Por otra parte, Elissa Rashkin analiza el caso de la revista Ser, de Puebla, y demuestra cómo algunos preconceptos respecto a publicaciones no son cuestionados y generan falsas verdades. En este sentido, su artículo apunta que esta revista considerada estridentista no adquiere dicho matiz sino en el último de sus números, además de que, si bien se vio influida por la presencia de Manuel Maples Arce en Puebla, las características de esta entidad también repercutieron en el espíritu renovador de la publicación y del estridentismo.

Asimismo, el libro muestra diversos acercamientos metodológicos a la prensa que hacen viable comprender cómo algunos proyectos periodísticos terminaron por ser tan importantes en la cultura editorial mexicana. A este respecto, María José Ramos de Hoyos asedia diversas publicaciones y sus registros de propiedad para hilar las relaciones entre ellas y sus directivos, sus conflictos y éxitos, lo que le permite comprender cómo se dotó de valor simbólico a lo que sería la importante editorial Cvltvra.

Viviane Mahieux, por su parte, va tras las figuras de Carlos Noriega Hope y Martín Luis Guzmán para destacar las características biográficas de estos directores de periódicos que influirán en sus formas de editar. Así, mientras el primero pretendía despertar el interés del público tanto por los colaboradores como por sus textos -debido, tal vez, a su paso por la industria del cine y Hollywood-, Guzmán buscaba influir política y culturalmente a través de El Mundo tras sus experiencias en exilio. Resalta en este artículo cómo la autora a partir de detalles en apariencia nimios logra profundizar en el estudio del periódico antes apuntado. Véase al respecto este apunte: “Era un diario vespertino que circulaba a las dos o dos y media de la tarde. Se trataba, con este horario, de poder alcanzar los trenes que salían por la tarde a Toluca e Hidalgo”. Es decir, una práctica en la distribución implica también un cambio en la producción y en el consumo del rotativo.

En “El ciclo del reporter: periodistas, manuales, personajes”, Yanna Hadatty desmonta el concepto de reporter y establece cómo se transformó su valoración desde finales del siglo xix, cuando se le consideraba alguien sin experiencia y quien escribía sin preocuparse por el lenguaje -casi de forma anónima-, a la de principios de la siguiente centuria, cuando se vio en él a una figura cuyo nombre representaba ya una individualidad dentro de la voz del diario, que estaba interesada en investigar y por ofrecer información interesante al lector.

El volumen concluye con el artículo de Pablo Piccato “Contextos y prácticas en la historia de la prensa en México” que, de cierta manera, resume el contenido del libro al establecer las habilidades que -en el periodo planteado- desarrollaron los directores y editores tanto en la forma de crear sus productos como de llevarlos a un público y hacerlos interesantes al responder a una demanda cada vez más heterogénea y considerando las expectativas de lectura. Asimismo, pone de manifiesto la importancia del periodismo en la vida nacional (lo central de su papel en la sociedad), que se observa en el establecimiento de regulaciones que limitaban la libertad de expresión: “Madero propuso una ley en 1912 que permitía al gobierno multar y arrestar a editores y reporteros. La justificación era la novedosa capacidad de la prensa para soliviantar a las masas ignorantes” (531), señala Piccato.

Además de lo anterior, este volumen cuenta con una página web (www.iifl.unam.mx/culturas de la prensa) donde es posible conocer algunos de los periódicos y revistas analizadas, así como a sus colaboradores. A ello se suma información sobre los autores de los capítulos y algunos elementos visuales que brindan más detalles de dichas publicaciones.

En la “Introducción” de Las culturas de la prensa en México (1880-1940) se asienta que los autores realizaron dos encuentros donde presentaron versiones previas de los trabajos. Esto tiene como consecuencia que la versión final no sea sólo una reunión de trabajos de investigación, sino que entre los diversos capítulos se establezca un diálogo y que las referencias entre éstos hagan viables lecturas mucho más integrales respecto del tema analizado. Además, éste es un libro que se aleja de lo monográfico y rodea a su objeto de estudio desde diferentes ángulos y teorías. Esto brinda una panorámica más amplia de la prensa, su contexto, su materialidad, su funcionamiento y su consumo. A su vez, metodológicamente abre el abanico de posibilidades para acercarse a los medios de comunicación impresos, lo que es posible a partir de la consulta directa con los archivos. Poner al centro de las investigaciones a la prensa redefine la forma de conceptualizarla y valorarla. Por ello, estudios como éste obligan a una relectura y cuestionamiento de los preconceptos que se tienen de los impresos informativos; a plantear categorías novedosas, y a una lectura detenida de la prensa como unidad y no como contenedora de piezas de estudio. El enfoque global que plantea este libro alumbra su objeto de estudio y amplifica su conocimiento, al permitir que las partes oscuras que no se analizaban brinden nueva información sobre el medio y abran nuevos cauces de investigación.

Bibliografía

  1. (). . , , eds. . México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas. .