Roberto Romero Sandoval (ed.), Cuevas y cenotes mayas: una mirada multidisciplinaria. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas, 2016, 195 pp.
DOI: 10.19130/iifl.ecm.2017.49.820
En junio de 2013, en el seno del IX Congreso Internacional de Mayistas organizado por el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 12 investigadores se reunieron en torno a la mesa «Los umbrales del inframundo maya: cuevas y cenotes», coordinada por James E. Brady, Guillermo de Anda y Roberto Romero. El objetivo de estos especialistas fue, a través de una fructífera discusión, entender mejor el papel que estos dos elementos, tan propios de la geografía del área maya, jugaban y juegan entre los mayas prehispánicos, coloniales y actuales. El libro que se publica ahora, Cuevas y cenotes: una mirada multidisciplinaria, es fruto de esta reunión académica, ya que es producto de las inquietudes que allí surgieron; en él intervienen algunos de los investigadores presentes en la mesa, incorporándose algunos de los especialistas en el tema.
El resultado es un volumen que reúne seis trabajos que abordan las cuevas y cenotes desde distintas disciplinas: la arqueología, la epigrafía, la historia y la antropología. Los textos se organizan en tres apartados, que le dan una mayor coherencia al conjunto: 1. Cuevas: Historia y Epigrafía; 2. Cuevas e inframundo: historiografía y etnografía, 3. Cenotes: Arqueología subacuática e historia.
El primer bloque reúne los escritos de dos conocedores de los mayas prehispánicos: Ana García Barrios y Alejandro Sheseña. En «Cuevas y montañas sagradas: espacios de legitimación y ritual del dios maya de la lluvia», la historiadora española estudia la íntima relación que une al dios maya Chaahk con las cuevas y los cerros. Para ello, nos ofrece las distintas estrategias que tenían los mayas prehispánicos con el fin de plasmar estos dos elementos en el arte, y posteriormente nos ofrece varias imágenes en las que Chaahk aparece junto a ellas. Según la autora, este vínculo tiene su razón de ser en la legitimación de gobernantes y en la propiciación de lluvias, esto último auspiciado por la intervención del dios en el ciclo mítico en donde Unem B’ahlam es arrojado a un cerro. Además, García Barrios refuerza sus argumentos a través de testimonios etnográficos recogidos por otros autores que reflejan la estrecha unión entre montañas, cuevas y lluvias. Le sigue el texto de Alejandro Sheseña, «Apelativos y nociones relacionados con las cuevas en las inscripciones mayas», donde presenta distintas maneras de referirse a las cuevas en las inscripciones mayas prehispánicas, que a su vez compara con otros apelativos contemporáneos. Conjuntando ambos, el epigrafista nos demuestra cómo estas denominaciones describen a las cuevas como morada de las divinidades terrestres, como lugares conectados con el origen de los linajes y como emplazamientos destacados para los ritos de fundación.
El segundo bloque nos ofrece la labor historiográfica de Roberto Romero Sandoval y el quehacer etnográfico de Daniel Moreno Zaragoza. Romero Sandoval, en el texto «El infierno en el inframundo maya: la visión de los frailes sobre el mundo inferior», revisa los escritos de fray Bartolomé de las Casas y fray Diego de Landa sobre el inframundo maya. Estas fuentes reflejan que para dichos religiosos el inframundo fue concebido en términos profundamente cristianos (por ejemplo, muestra fuertes influencias del infierno católico), aunque al mismo tiempo se pueden percibir entre líneas ciertas dosis del pensamiento indígena. Por su parte, Daniel Moreno Zaragoza, en su escrito «Habitantes del mundo subterráneo: xi’bajob y wäyob en la cosmovisión ch’ol de Chiapas», estudia ciertos seres de la cosmovisión ch’ol fuertemente asociados a las cuevas, los xi’bajob, una especie de ways productores de enfermedades y males. Los xi’bajob, alter ego de los brujos, viven en las cuevas, pero pueden salir para secuestrar el ch’ujlel (“entidad anímica”) de las personas; luego, se lo llevan a la cueva Wits Ch’en, cayendo la persona enferma. Allí, los xi’bajob organizan fiestas en donde lo devoran; si esto sucede, la persona puede morir. Los xi’bajob tienen, a su vez, un señor, Yum Ch’en, que puede ser benigno o maligno. Asimismo, Moreno Zaragoza nos explica cómo, al morir una persona, su ch’ujlel se encamina hacia el mismo Wits Ch’en.
En el bloque final se incluyen dos artículos relacionados con la arqueología de los cenotes. En «Tratamientos mortuorios acuáticos en los cenotes entre los mayas prehispánicos», los especialistas Carmen Rojas, Martha E. Benavente, Alejandra Terrazas, Arturo H. González, Jerónimo Avilés y Eugenio Acévez presentan los resultados de sus excavaciones en los tres cenotes del norte de Yucatán: San Antonio, Canún y Las Calaveras. A través del análisis de las osamentas halladas en ellos, deducen que tales restos humanos no necesariamente muestran signos sacrificiales; según los arqueólogos, dichos cuerpos de agua pudieron haber servido como lugares de enterramiento (cementerios) independientemente de las prácticas de sacrificio, que sí han sido reportadas para otros cenotes. Finalmente, encontramos el estudio de Antonio Jaramillo Arango, «Bitácora de un colgante Darién en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá». En él, el autor se sirve de un colgante de oro hallado en el Cenote de los Sacrificios para explicar cómo los mayas, a través de las ofrendas al cenote, se relacionaban con la alteridad, es decir, con grupos del pasado o que se encuentran lejos geográficamente hablando. Antonio Jaramillo nos narra cómo este colgante Darién, producido en el norte de Colombia, realiza un hipotético viaje en escalas, pasando por Centroamérica y el norte de Honduras, hasta llegar a Chichén Itzá, donde es ofrendado; a través de este viaje, el colgante irá tejiendo relaciones que serán la razón de su ofrenda.
A lo largo de estos textos, los autores retoman una tradición de investigación enfocada en desentrañar qué son las cuevas y los cenotes dentro de la cultura maya (Thompson, 1959; Bonor, 1989; Brady, 1989; Stone, 1995; Prufer, 2002; Brady y Prufer, 2005; Prufer y Brady, 2005; Moyes, 2006; entre otros). Los autores nos presentan, por tanto, las distintas connotaciones que sendos emplazamientos tenían para los mayas; a pesar de que muchas interpretaciones ya se habían planteado con anterioridad, profundizan en ellas y las matizan. Así, entrevemos la asociación que tienen con la lluvia y la fertilidad, cómo se consolidan como lugar que permite la relación con las alteridades (tanto seres diferentes como sociedades alejadas en el tiempo y en el espacio), la manera en que sirven de morada para algunos seres de la sociedad maya, su rol como lugar de origen y como centro rector de los emplazamientos humanos, la elección de ellos como sitio de enterramiento y su establecimiento como lugar de ofrendas y sacrificios.
Este libro resulta valioso debido a que consolida en español una tradición de estudio de cuevas y cenotes que se conecta con la mencionada anteriormente, llenando un hueco en la bibliografía mexicana que era escasa y dispersa. Sin embargo, es poco dialógico con esta misma tradición, y pierde los tintes internacionales que sí tenía la mesa del IX Congreso Internacional de Mayistas (pues considero a Ana García Barrios como una investigadora fuertemente relacionada con la academia mexicana). Asimismo, hay poco diálogo entre los textos que conforman el libro, a pesar de ser éste producto de una discusión en un foro académico. Por otro lado, se aprecia cierto desequilibrio entre el espacio dedicado a las cuevas y el que ocupan los cenotes en el libro: se dedican dos terceras partes a las cuevas mientras que los cenotes quedan reducidos a un segundo plano, en tan sólo dos artículos. A su vez, aunque el volumen sí cumple con ser multidisciplinar, existe una división de disciplinas dependiendo de qué emplazamiento se trata: hay estudios epigráficos, artísticos, históricos y etnográficos que se refieren a las cuevas, mientras que los cenotes quedan reducidos a la disciplina arqueológica (el artículo de Jaramillo Arango es esencialmente arqueológico). Otra crítica se le podría hacer: la estructura del libro obliga a pensar en cuevas y cenotes como emplazamientos distintos, cuando algunos autores demuestran que, para los mayas, muchas veces se trata de la misma cosa (ver Prufer y Kindon, 2005), a pesar de que algunos de los artículos del libro sí dejan vislumbrar esta conexión. Sin embargo, la obra es un aporte extremadamente valioso que contribuye a expandir el conocimiento sobre el papel que cuevas y cenotes tienen para los mayas; de este modo, viene a ocupar un importante lugar dentro de la bibliografía mexicana, convirtiéndose así en un volumen de necesaria referencia.
Ana Somohano Eres
Posgrado en Estudios Mesoamericanos,
Universidad Nacional Autónoma de México
BIBLIOGRAFÍA
Bonor Villarejo, Juan Luis
1989Las cuevas mayas. Simbolismo y ritual. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
Brady, James E.
1989"An Investigation of Maya Ritual Cave Use With Special Reference to Naj Tunich, Peten, Guatemala", tesis de Doctorado en Arqueología. Los Ángeles: Universidad de California.
Brady, James E y Keith M. Prufer (eds.)
2005In the Maw of the Earth Monster. Mesoamerican Ritual Cave Use. Austin: Universidad de Texas.
Moyes, Holley
2006“The Sacred Landscape as a Political Resource: a Case Study of Ancient Maya Cave Use at Chechem Ha Cave, Belize, Central America”, tesis de Doctorado en Filosofía. Nueva York: State University of New York.
Prufer, Keith M. y Andrew Kindon
2005“Replicating the Sacred Landscape: The Chen at Muklebal Tzul”, Stone Houses and Earth Lords. Maya religion in the Cave Context, pp. 47-70, Keith M. Prufer y James E. Brady (eds.). Boulder: Universidad de Colorado.
Prufer, Keith M. y James E. Brady (eds.)
2005Stone Houses and Earth Lords. Maya Religion in the Cave Context. Boulder: Universidad de Colorado.
Thompson, J. Eric S.
1959“The Role of Caves in Maya Culture”, Mitteilungen aus dem Museum für Völkerkunde in Hamburg, 25: 122-129.
Stone, Andrea
1995Images from the Underworld. Naj Tunicj and the Tradition of Maya Cave Painting. Austin: Universidad de Texas.