0. Introducción
El interés por el estudio de cartas privadas escritas por mujeres ha aumentado notablemente en los últimos años. En este sentido, destacan los trabajos que comparan cartas escritas por hombres y mujeres para determinar posibles diferencias entre unos y otros (Almeida Cabrejas, 2017; Castillo Gómez, 2006; Tabernero Sala, 2019), y aquellos centrados exclusivamente en el estudio de cartas de autoría femenina (Albitre Lamata, 2024; Almeida Cabrejas, 2023, Arias Álvarez, 2022; Bravo García, 2023; García Mouton, 1996-1997; Roldán González, 2022, por citar algunos de los más recientes). Este trabajo se sitúa en esta última perspectiva.
Con el fin de aportar nuevos datos a dichas investigaciones, presentamos una aproximación al estudio morfosintáctico de un corpus formado por 39 cartas, cuya autoría se atribuye a treinta mujeres procedentes mayoritariamente de la Ciudad de México. Aunque algunas cartas no cuentan con data crónica, la mayoría pertenece al siglo XVIII.
Todas las cartas fueron halladas en el Archivo General de la Nación de la Ciudad de México. Entre ellas encontramos aquellas intercambiadas entre un sacerdote y una religiosa o las dirigidas a familiares. Cabe mencionar una carta escrita por una religiosa del Convento de Corpus Christi (Veracruz), quien probablemente pudo ser de origen indígena.
A la hora de abordar el estudio de las cartas que nos ocupan se partió de dos premisas fundamentales. Por un lado, nos preguntamos si en las misivas es posible observar rasgos geolectales propios del territorio en el que fueron escritas o al que pertenecen las scriptoras o si, por el contrario, siguen mostrando una fuerte impronta de variedades peninsulares (español de España). Por otro lado, nos planteamos si los documentos ofrecen suficientes datos como para poder establecer comparaciones entre scriptoras y scriptores con el fin de identificar rasgos determinados por la variable género.
Además de la presente introducción, este trabajo cuenta con cinco apartados. En primer lugar, se presenta el marco teórico-metodológico (apartado 1). Seguidamente se realiza una breve caracterización de los rasgos lingüísticos más frecuentes en la variedad del español virreinal de México con especial atención a las formas de tratamiento (apartado 2). A continuación, se describe el corpus (apartado 3), a partir del cual se han obtenido los resultados que quedan recogidos en el apartado 4. Las conclusiones a las que hemos llegado se pueden encontrar en el apartado 5. En último lugar, se incluyen las referencias bibliográficas.
1. Marco teórico-metodológico
A partir del siglo XVI encontramos una mayor representación de la mujer como emisora, scriptora o firmante en los documentos, especialmente en las cartas misivas. Por las características que posee este género documental se pueden identificar rasgos lingüísticos propios de la lengua de la cercanía (Nahesprache) que no se dan en otros tipos textuales (Koch y Oesterreicher, 2007; Martínez Pasamar, 2019) por encontrarse ligado al ámbito privado y por contar con una fuerte impronta comunicativa. Desde una perspectiva conceptual, la distinción hablado/escrito es un continuum en cuyos extremos se situarían la oralidad y la escrituralidad comunicativas, es decir, la inmediatez comunicativa y la distancia comunicativa respectivamente (Koch y Oesterreicher, 2007, pp. 25-35; Oesterreicher, 1996, p. 318). En el caso que nos ocupa en este trabajo el término lengua hablada hay que entenderlo como aquellas manifestaciones lingüísticas orales utilizadas por los hablantes de una lengua vernácula en la vida diaria, las cuales se contrapondrían a las manifestaciones escritas de esa misma lengua a lo largo de un periodo concreto.
Con independencia de que el estilo de las cartas sea relativamente formal, el intercambio comunicativo propiciaba la aparición de fenómenos propios de la lengua hablada. En el caso de las cartas que nos ocupan, también se observan usos de una lengua más familiar en los saludos y en las despedidas.
Junto a los datos de carácter oral, en las cartas aparecen otros: referidos al emisor y al destinatario, a la identidad de los mismos, a las interacciones entre ambos, de los que es posible extraer información sensible al análisis histórico de la lengua. Datos que se manifiestan de forma variable y cuya variación estaría mediada por factores externos como el sexo. Recordemos que las scriptoras y emisoras del corpus son todas mujeres, mientras que los destinatarios son siempre hombres. Ello demanda la incorporación de una visión sociolingüística a la metodología de este trabajo (Conde Silvestre, 2007), en el que el factor sexo puede ser determinante para el estudio de la lengua de la época.
Una de las ventajas que ofrece la sociolingüística histórica en el estudio de fuentes documentales escritas -especialmente en cartas misivas-, es la posibilidad de identificar hasta tres tipos de variables, tal y como recuerdan Martín Butragueño (1999) y Blas Arroyo (2005). En primer lugar, las variables fonológicas y morfofonémicas, que se encontrarían mediadas por factores sociales y estilísticos. En segundo lugar, las variables de carácter léxico y sintáctico, cuya correlación con factores extralingüísticos no es tan evidente. En tercer lugar, las variables morfosintácticas, susceptibles a la covariación que viene determinada por factores sociales y estilísticos cuando sus contextos de aparición y frecuencia de uso son equivalentes. Ahora bien, no hemos de olvidar que aquellas variables de fenómenos susceptibles de cambio van a estar mediadas por el factor personal, el cual es resultado de un engranaje en el que participan las restricciones histórico-geográficas y sociolingüísticas en las que se encuentra el hablante, el grado de control que posee sobre su producción lingüística y la relación que establece con su interlocutor, pudiendo ser esta íntima, familiar, casual y/o de solidaridad o de poder (Brown y Gilman, 1960). De ahí que a la hora de abordar el estudio de las cartas no solo sea necesario prestar atención a los aspectos sociolingüísticos, sino también a los pragmáticos (Lebsanft, 2005). Estos pueden concretarse en factores personales y factores no personales.
En lo que a factores personales se refiere, las emisoras y scriptoras1 de las cartas son mujeres, algunas de las cuales son religiosas. Algunos de sus usos lingüísticos encajarían con los propios de alfabetizados instrumentales, que según Petrucci (2003) son aquellos scriptores que “poseen competencias de lectura y escritura de nivel medio-alto, que ejercitan por lo general de modo funcional a específicas exigencias de trabajo o relación social (correspondencia); su grado de instrucción es medio-alto y su actividad de lectura constante y a veces conscientemente selectiva”. Ahora bien, el variado nivel socioeducacional de las mujeres de las cartas se refleja en usos gráficos que, ya sea por su habilidad gráfica o la ausencia de la misma, en algunos casos las aproxima a perfiles de scriptores claramente semihábiles o, por el contrario, a scriptores inhábiles.2,3
Respecto a los factores no personales, hemos de tener en cuenta que la escritura va a estar mediada por elementos como: a) el tipo de documento, b) la relación simétrica o asimétrica que se establece con el destinatario y c) los actos de habla llevados a cabo por las scriptoras, entre los que encontramos actos directivos, asertivos o expresivos.
Así las cosas, el objetivo principal de este trabajo es poder establecer una caracterización de la lengua de las cartas en función de las dimensiones diatópica, diastrática y diafásica. Por ello, se ha realizado un estudio preliminar desde una perspectiva integradora de lo social y lo pragmático a partir de un fenómeno lingüístico: las formas de tratamiento.
2. El siglo XVIII y el español de México
El estudio que proponemos tiene como objetivo la caracterización de rasgos de tipo pragmático, cuya data tópica se sitúa en territorios de lo que en su día fue el Virreinato de la Nueva España, actual México. El periodo virreinal comprende desde 1535, fecha en que, catorce años después de la caída del imperio mexica, se da inicio al virreinato como unidad territorial (Ávila Carrillo, 2012, p. 180). La Nueva España llegó a tener una extensión mucho mayor que la que presenta el México actual, si bien sus fronteras variaron en múltiples ocasiones a lo largo de los años hasta la independencia del Reino de España, en 1821.4 Pese a que, sensu stricto, estudiamos documentos novohispanos, al centrarnos en la evolución diacrónica de la variedad mexicana, a lo largo del capítulo identificaremos el lugar de origen de los documentos del corpus-base de la investigación como México; en otras ocasiones, utilizaremos el adjetivo novohispano. En el contexto de este artículo, ambas denominaciones serán interpretadas como sinónimas.
Imagen 1: División por provincias de la Nueva España en 1786. Mapa facilitado por el portal interactivo Atlas histórico de México (Universidad Nacional Autónoma de México, Portal académico CCH)
La decisión de incluir como base de la investigación documentos datados en el siglo XVIII toma como referencia los trabajos de Concepción Company, quien identifica la centuria ilustrada como “un periodo clave en la conformación lingüística” (Company Company, 2007, p. 18) de la variedad hablada en México y, más concretamente, en el Altiplano Central Mexicano. La investigadora distingue un concentrado de “microquiebres funcionales o pequeños cambios” en varios niveles de la lengua. Todos ellos caracterizan la variedad hablada en México hoy en día, motivo por el que considera que en el siglo XVIII ya existía una forma característica de uso de la lengua que distinguía a los hablantes mexicanos respecto a los de otras regiones americanas y a la población española de la época. De manera similar, Ramírez Luengo (2023, p. 186) da cuenta de las peculiaridades propias del léxico mexicano en documentos del siglo XVIII documentando la importante introducción de indigenismos que se produjo a final del virreinato. El autor reconoce una identidad lingüística propia en cuanto al léxico en el país americano durante el siglo ilustrado.
Para ambos autores, las causas de la mexicanización de la lengua serían de tipo histórico. Acontecimientos como la llegada masiva de población indígena a las ciudades novohispanas, donde vivía el mayor número de población de origen español, la resistencia de la élite criolla a las reformas borbónicas (Company, 2007) y el prestigio de la lengua náhuatl, ya desde el siglo XVI (Ramírez Luengo, 2023, p. 186), fueron con seguridad relevantes en el desarrollo de la variedad lingüística caracterizadora del centro de México. Pudo también tener un peso importante en este sentido la castellanización de parte de la población indígena, proceso que se fomentó desde finales del siglo XVII. Es de esta fecha la cédula del rey Carlos II en la que ordenaba la obligatoriedad de que “solo los indios que supiesen la lengua castellana pudieran ocupar puestos gubernamentales en los pueblos de indios (Escalona, 2002; O’Gorman, 2002)” (Wright Carr, 2007, p. 8). Con esto último se trataba de controlar el multilingüismo que caracterizó las actividades de los primeros predicadores. Dicha ideología lingüísticamente uniformadora fue heredada por la dinastía borbónica, aunque la élite criolla hizo todo lo posible por obstaculizar las órdenes reales provenientes de la metrópoli.5 Pese al inmovilismo y la resistencia de los criollos, la castellanización de la población indígena y su mayor contacto con la comunidad de origen hispano pudo ser parte de la indigenización del español mexicano.
Los cambios documentados en México en el siglo XVIII identificados por Company (2007, 2012) son los siguientes:
-
Notable incremento de indigenismos léxicos.
-
Importantísimo aumento de diminutivos.
-
Primera documentación de la resemantización del verbo coger.
-
Primera documentación de las pronominalizaciones del tipo eso se los dije.
-
Proliferación de pronombres posesivos.
-
Incremento significativo de sintagmas posesivos con doble mención del poseedor, su casa de mi prima.
-
Generalización del pretérito simple a expensas del pretérito compuesto.
-
Generalización de ustedes como segunda persona de plural de cercanía y, en consecuencia, pérdida del paradigma pronominal de segunda persona de plural de cercanía (vosotros-vuestro-os).
Todos ellos son rasgos que, efectivamente, están presentes y caracterizan el español de México respecto al hablado en otras regiones. Algunos, como la resemantización del verbo coger, las pronominalizaciones del tipo eso se los dije, la generalización del pretérito simple a expensas del pretérito compuesto y la generalización de ustedes como segunda persona del plural de cercanía son compartidos por otras variedades habladas en América, por lo que se trataría, en dichos casos, de americanismos.
Finalmente, cabe destacar que el siglo XVIII recibe una atención cada vez mayor por parte de los investigadores que se ocupan de la evolución histórica de las variedades hispánicas americanas. Así ha sido para el estudio diacrónico del español de Guatemala (Polo Cano, 2005; Ramírez Luengo, 2006, 2018; Ramírez Luengo et al., 2017), Nicaragua (Ramírez Luengo, 2021a), Bolivia (Egido Fernández, 2007; Ramírez Luengo, 2012), Venezuela (Obediente Sosa, 2009; Sánchez Méndez, 1994, 1997), Honduras (Ramírez Luengo, 2004-2005) o Argentina (Fontanella de Weinberg, 1984; Ramírez Luengo, 2021b), por citar algunos. Nuestra propuesta de análisis se sitúa en esta línea de investigación, para la que aportamos datos sobre una centuria que, en palabras de Concepción Company (2010, p. 259), es un auténtico “parteaguas”, un momento clave en la diferenciación del español hablado en México (concretamente, en el Altiplano Central Mexicano) y cuyos principales rasgos se mantienen al día de hoy.
2.1 Aproximación a las formas de tratamiento en América
En líneas generales, el español presenta un sistema binario de tratamiento para la 2ª persona de singular: usted como forma de deferencia o de la distancia y tú como forma de la cercanía (Brown y Gilman, 1960). Sin embargo, esta distribución clásica de la cortesía resulta un tanto limitante. Tal y como indica García-Godoy (2022, pp. 89-90), actualmente en Centroamérica encontramos la forma usted empleada también como elemento informal. De modo que en el nivel gramatical el sistema pronominal es binario, mientras que en el nivel pragmático es unitario.
REGISTRO
ESPAÑOL
EUROPEOESPAÑOL
AMERICANO
formal
usted
usted
informal
tú
tú, vos, sumercé, usted
El sincretismo actual del sistema pronominal en algunas comunidades de habla del español americano provoca que haya ambigüedad en cuanto a la distancia comunicativa entre los interlocutores y que no siempre quede claro si se trata de una relación de solidaridad o de poder, pues el pronombre usted (y en otros casos el pronombre sumercé) se utiliza indistintamente como tratamiento formal y como tratamiento informal.
estatus: universal
impronta diasistemática: no marcado
histórico-contingente
marcado
Algunas investigaciones recientes como Calderón Campos (2008) o García-Godoy (2012, 2015) apuntan que en los siglos XVII y XVIII el pronombre usted (v. Tabla 3, usted 1) habría sido considerado un tratamiento pronominal de distancia comunicativa intermedia o neutral, mientras que vuestra merced habría sido utilizado como tratamiento de máxima distancia.
ESTATUS: UNIVERSAL
impronta diasistemática: no marcado
HISTÓRICO-CONTINGENTE
alta
marcado
Ello se ve corroborado en parte por la norma prescriptiva de las gramáticas para extranjeros del siglo XVIII, en las que se especificaba que vuestra merced era preferible en la lengua escrita y el pronombre usted debía quedar relegado para la lengua hablada.6 Ahora bien, esta distinción diafásica contrasta con la distinción diastrática y la marca vulgar con la que se había etiquetado al pronombre usted (v. Tabla 3, usted 2) en la tradición teatral del siglo XVII (García-Godoy, 2022, p. 94).
En lo que al género epistolar se refiere, sus características retóricas habrían propiciado el origen de vuestra merced como forma de cortesía (Koch, 2008) y habrían vedado la aparición de usted para los mismos contextos hasta el siglo XVIII (García-Godoy, 2012).
DIMENSIÓN
DIAMÉSICA/ ÁMBITO
HABLADO
ESCRITO
Teatro del s. XVII
usted (sancionado como vulgar)
Género epistolar (s. XVII)
vuestra merced
Género epistolar (s. XVIII)
usted
Gramáticas de LE (s. XVIII)
usted (no sancionado)
vuestra merced
Según Fontanella de Weinberg (1999), la situación de estandarización lingüística temprana en los virreinatos de México y Lima propició que claramente usted quedara codificado como tratamiento de deferencia y tú como tratamiento informal. Realmente usted se codifica como tratamiento de la máxima distancia una vez el sintagma vuestra merced y sus variantes desaparecen, lo que fomentó su aparición en las cartas misivas a partir del siglo XVIII y dio lugar a los sistemas binarios actuales.
3. El corpus
El corpus en el que basamos nuestra investigación se compone de 39 cartas emitidas por veinte mujeres en México durante el siglo XVIII. Todos los documentos han sido editados a partir de los criterios de edición de la Red Internacional CHARTA (2013). A este respecto, optamos por dejar la abreviatura en las fórmulas de tratamiento no desarrolladas al tratarse de “documentos modernos” (CHARTA, 2013, p. 17).
En cuanto a las especificaciones propias del tipo documental objeto de nuestro estudio, mientras era habitual la datación geográfica y cronológica en las cartas privadas emitidas durante la Edad Moderna, también lo era el que, en ocasiones, la inclusión de la data tópica y crónica no hiciera falta por la cercanía entre los participantes del intercambio epistolar (Castillo Gómez, 2011, p. 38) o porque estuviera incluida en el sobre. Por tanto, en uno y otro caso no disponemos de dicha información que, sin embargo, puede ser reconstruida a partir de la datación del fondo epistolar o como parte de una correspondencia datada en su conjunto dirigida a un destinatario en particular.7 Siguiendo dichos procesos, y aun teniendo cartas sin data tópica o crónica explícita, podemos situar dichos documentos en territorio mexicano y durante el siglo XVIII.
En el corpus base contamos con cartas fechadas a partir de 1727 hasta 1794. Pese a no haber recuperado documentos del primer cuarto del siglo, consideramos que está suficientemente representada la mayor parte de la centuria ilustrada. Todas las cartas fueron encontradas en los fondos del Archivo General de la Nación de Ciudad de México (AGN); concretamente, en los fondos de Instituciones coloniales, Indiferente virreinal.8
Si bien nuestro objetivo suponía disponer de cartas de mujeres, es difícil determinar si efectivamente fueron escritas por las mismas firmantes, incluso en aquellas que claramente han sido producidas por una mano inhábil. Por tanto, identificamos que se trata de cartas privadas emitidas por mujeres, sin aventurarnos a identificarlas como scriptoras en todos los casos.
A continuación, indicamos en la siguiente tabla (Tabla 5) el número asignado a cada documento dentro del corpus, el lugar y la fecha de emisión, la emisora/scriptora en cada caso y su estatus social (religiosa/seglar):
NÚM. DE
CARTALUGAR Y FECHA
EMISORA / SCRIPTORA
ESTATUS
1
Convento de San Lorenzo (Ciudad de México) / 1727
María Inés de los Dolores y Mora
Religiosa
2
Convento de Jesús María (Ciudad de México) / 1727
Ana María del Señor San José
Religiosa
3
s.l. (Convento de capuchinas *México) / 1729
Sor María Coleta
Religiosa
4
s.f. / s.l.
5
s.f. / s.l.
6
Convento del Dulcísimo Nombre de María y San Bernardo (Ciudad de México) / 1729
María Ana del Sacramento
Religiosa
7
Convento de Santa Teresa de Jesús (Ciudad de México) / 1737
María de Santa Inés
Religiosa
8
Convento de San Jerónimo (Ciudad de México) / 1743
Josefa Francisca de San Martín
Religiosa
9
Convento de Jesús María (Ciudad de México) / 1748
María Josefa del Sacramento
Religiosa
10
Convento de Jesús María (Ciudad de México) / 1757
11
Convento de Santa Catalina de Siena (Ciudad de México) / 1761
María Teresa
Religiosa
12
Convento de Santa Catalina de Siena (Ciudad de México) / 1761
13
Convento de la Purísima Concepción de Cosamaloapan (Morelia, Michoacán) / 1762
Sor María Josefa del Espíritu Santo
Religiosa
14
Convento de San Bernardo (Ciudad de México) / 1764
María Benita de la Santísima Trinidad
Religiosa
15
Convento de Nuestra Señora del Pilar, La Enseñanza (Ciudad de México) / 1764
María Ignacia de Azlor y Echeverz
Religiosa
16
s.l. (posiblemente Ciudad de México) / 1767
María Josefa Ignacia de la Santísima Trinidad
Religiosa
17
Convento de San Felipe de Jesús (Ciudad de México) / 1769
Sor María Leocadia
Religiosa
18
Convento de Santa Mónica (Puebla) / 1769
Sor María Antonia del Santísimo Corazón de Jesús
Religiosa
19
s.l. / s.f.
María Graciana de la Concepción
Religiosa
20
s.l. / 1792
21
s.l. / s.f.
María Nicolasa de San José
Religiosa
22
Ciudad de México / 1736
Ignacia María de Lubián y Vera
Seglar
23
s.l. / 1738
María Bellarba
Seglar
24
s.l. / 1741-1744
Antonia Petra de Beza
Seglar
25
s.l. (México posibl.) / 1744
Francisca Javiera de Quiostanilla
Seglar
26
Ciudad de México / 1746
María de Baeza
Seglar
27
Ciudad de México / 1753
Ana María de Mendoza
Seglar
28
Ciudad de México / 1753
29
Guadalajara (Jalisco) / 1754
Josefa María Leal
Seglar
30
Ciudad de México / 1757
Francisca Puciera Fernández de Madrid
Seglar
31
Zinapécuaro (Michoacán) / 1762
Nicolasa Antonia de Amós
Seglar
32
s.l. / s.f.
Ana María Ortiz
Seglar
33
s.l. / 1770
34
Salamanca (Guanajuato) / 1794
María Luisa García de León
Seglar
35
s.l. / s.f.
Isabel Ortiz
Seglar
36
s.l. / s.f.
María Josefa Castañares
Seglar
37
s.l. / s.f.
Rosalía Ábrego
Seglar
38
s.l. / s.f.
39
s.l. / s.f.
Hemos distinguido entre mujeres que profesaban en una orden religiosa y seglares. Dicha distinción supone que las mujeres que optaban por la vida monacal podían presentar características comunes por su forma de vida en un espacio plenamente femenino. Así, las religiosas de los conventos novohispanos debían cumplir, al menos, cuatro condiciones para entrar a profesar: la limpieza de sangre,9 el nacimiento legítimo, atributos de juventud y virginidad y el pago de una dote (Lavrin, 2016, p. 44). Era habitual que se les hiciera un examen de lectura y escritura y no era extraño encontrar entre las profesas mujeres perfectamente capaces de llevar adelante la administración conventual, que podía ser muy complicada (Gonzalvo Aizpuru, 1987, p. 135). Se asume, por tanto, que las religiosas en la Nueva España sabían, por lo general, leer y escribir. Al ser las dotes para ingresar a un convento como religiosa de pleno derecho o “monja de velo negro” un desembolso económico importante, era inevitable que estas últimas provinieran, en su inmensa mayoría, de familias acomodadas. Estas podían ofrecer a sus hijas una educación más esmerada que las de muchas de sus coetáneas (Lavrin, 2016, p. 392).
Respecto a la representación de religiosas y seglares en el corpus, en el Gráfico 1, donde se muestra el número total de documentos, no el de emisoras, del corpus, se aprecia que hay un mayor número de cartas de religiosas, aunque el porcentaje respecto a las enviadas por seglares es similar. En total, hemos encontrado cartas escritas por dieciséis mujeres religiosas y catorce seglares.
Gráfico 1: Porcentaje de mujeres religiosas y seglares en el corpus
Respecto a la procedencia geográfica de las cartas, se trata de un aspecto que suele estar incluido en los documentos epistolares, aunque, al igual que la data crónica, hay ocasiones en las que no se indica explícitamente o era una información que se presentaba únicamente en el sobre y que, por tanto, se ha perdido en los tomos de correspondencia conservados en los archivos. Sin embargo, debido a la inclusión de las cartas en esas mismas cajas de correspondencia, se infiere que todas ellas fueron enviadas desde territorio mexicano. En total, como se puede apreciar en el Gráfico 2, son sobre todo las cartas escritas por mujeres que no profesaban en conventos las que no cuentan con data tópica. Por otro lado, la mayoría de cartas procede de Ciudad de México, algo que no resulta extraño debido a la preferencia de españoles y criollos por concentrarse en las ciudades, tendencia que se mantuvo durante todo el virreinato (Gonzalbo Aizpuru, 1987, p. 301).
Gráfico 2: Procedencia geográfica del total de las cartas del corpus
La mayor parte de las cartas se localiza en la zona central de México. La única de las misivas cuya data tópica está fuera del entorno geográfico correspondiente al Altiplano Central Mexicano es la enviada por Josefa María Leal al padre Joseph María Castrosid en 1754 desde Guadalajara, Jalisco. Sus características lingüísticas responderían, en la actualidad, a las propias de variedades norteñas. La localización del resto de los documentos sitúa el corpus como especialmente representativo de las particularidades del español hablado en el centro de México y en la propia Ciudad de México.
Respecto a las cartas en las que no se encuentra la data tópica, destacamos que las cinco cartas de religiosas no localizadas fueron enviadas por tres de las emisoras. Dos de esas misivas sin localización geográfica fueron enviadas por sor María Coleta, monja capuchina de la que contamos con una tercera misiva localizada en México (probablemente, la Ciudad de México), por lo que podemos inferir su procedencia. Respecto a las seis mujeres seglares que enviaron cartas de las que no se conserva la data tópica, destacamos que tres de ellas fueron enviadas por Rosalía Ábrego a José Vicente González Guerra (Imagen 2). Adjuntamos la transcripción paleográfica de una de las misivas a continuación:
(1) [h. 1r] [cruz] {1} S<eño>r D<o>n Jose {2} Visente meara Vmd {3} fabor de mandar{4}me una tersia de {5} fleco para la salla {6} y dos pesos que me {7} enbio apedir pes{8}tados el sastre por {9} bida de Vmd {10} [firma: Rosalia [tachado]
Imagen 2: Billete enviado por Rosalía Ábrego a José Vicente González Guerra (s.l., s.f.) sobre el envío de una tercia de fleco y dos pesos para el sastre
Se trata de lo que Castillo Gómez (2005, p. 851) identifica como un billete, un tipo de documentación epistolar que se distingue de la carta misiva en que, al contrario que esta, que solía estar escrita en folios o bifolios, los billetes estaban representados sobre pequeños pedazos de papel. Además, los billetes no tenían sobrescrito, eran utilizados para la transmisión de mensajes urgentes y no solían incluir la disposición textual propia de los mecanismos retóricos del género epistolar. Es comprensible, por tanto, que los billetes que Rosalía de Ábrego le envió a José Vicente González Guerra no tengan data tópica o crónica, pues se encontraban, con toda seguridad, muy cercanos geográficamente. El hecho de que claramente se trataba de una scriptora con un nivel socioeducacional bajo (Almeida Cabrejas, 2014, p. 170), unido a la propia inmediatez del mensaje, permite al investigador acercarse a un tipo de escritura que, presumiblemente, fuera cercano a la lengua oral o coloquial de la scriptora.
El resto de cartas sí muestra la estructura tripartita propia del género, presente desde las primeras muestras de escritura epistolar y que se mantiene hasta la actualidad (Petrucci, 2003, p. 93). Todas ellas son cartas privadas y, por lo general, tratan temas familiares y cotidianos. Varias emisoras muestran un nivel socioeducacional medio, aunque también hay casos de scriptoras que presentan características propias de scriptores con poca destreza en sus habilidades gráficas. Como ejemplo de la variedad del corpus, destacamos la carta que María de Baeza le envió al procurador general Diego Verdugo el 17 de junio de 1746 desde México (Imagen 3). Como se aprecia en la imagen, la misiva presenta un claro caso de hipersegmentación, trazos toscos e irregularidad en el trazado, entre otros rasgos propios de scriptoras con bajo nivel socioeducacional (Almeida Cabrejas, 2014).
Imagen 3: Carta de María de Baeza al procurador general Diego Verdugo (México, 17 de junio de 1746) sobre el sufrimiento de María, causado por unos pagos que le deben ciertos personajes
En el otro extremo encontramos la carta enviada por María Ignacia de Azlor y Echeverz al virrey marqués de Cruillas desde el Convento de Nuestra Señora del Pilar, La Enseñanza (Ciudad de México), el 18 de agosto de 1764. Como se aprecia en el fragmento de la imagen (Imagen 4), la disposición del texto sobre el papel es ordenada y limpia. El trazado de las letras presenta gran regularidad, se distinguen las mayúsculas y las minúsculas con claridad e incluso las primeras aparecen con adornos. La carta fue enviada por la criolla aristócrata María Ignacia Azlor y Echeverz, quien fundó el convento de la Enseñanza y fue su abadesa durante largos años. Resulta especialmente interesante dicha fundación monacal porque se trata del primer convento novohispano dedicado a la enseñanza de niñas. Recibió su primer grupo de educandas en 1753 (Lavrin, 2016, Láminas).
Imagen 4: Carta de María Ignacia de Azlor y Echeverz al virrey marqués de Cruillas (Convento de “La Enseñanza”, Ciudad de México, 18 de agosto de 1764) de saludo hacia el virrey y su familia.
4. Resultados
En las cartas analizadas encontramos diferentes formas de tratamiento, que parecen estar mediadas por el tipo de relación establecida entre la emisora y el destinatario. Entre las formas de tratamiento empleadas, cuyo mayor uso se da en la forma abreviada, identificamos vuestra excelencia, vuestra reverencia, vuestra merced, un posible usted tácito y el pronombre tú.
Forma abreviada
Forma extensa
VE, VExª
Vuestra Excelencia, bueselensia / bueselencia / vuecelencia
VR/VRª
Vuestra Reverencia
Vuestra merced
Vmd, vm, vd, V
¿Usted tácito?
Vd, V
ø
Tú
Con el fin de poder determinar hasta qué punto el factor extralingüístico pudo influir en la selección de una fórmula u otra, clasificaremos estas en función de las características del destinatario al que va dirigida la carta, así como los lazos existentes entre la emisora y dicho destinatario. Para ello nos hemos basado en la organización de López López (2017). Tras el nombre de cada mujer, se expresa entre paréntesis su ocupación. En este caso encontraremos (R), que se corresponde con religiosa, y (S), que corresponde a seglar. A continuación, se indica el tipo de relación que existe entre la mujer y el destinatario mediante tres letras: F (relación familiar), P (relación profesional) y A (relación de amistad). Seguidamente se recoge el sexo del receptor de la misiva mediante m minúscula en el caso de que sea un destinatario masculino y f minúscula si se trata de una mujer.
Si observamos el esquema de izquierda a derecha, nos encontraremos en primer lugar con la forma de tratamiento representada mediante las abreviaturas VE y VExª, que se desarrollan como vuestra excelencia, pero también como bueselensia, buecelencia y vuecelencia.
(2) [h. 1r] {2} Moren en nuestros corazones i en el de buese{3}lensia acistan con sus dibinos ausilios para el {4} acierto de toda la carga que sobre bueselencia {5} puso la probidencia divina (carta 18, sor M.ª Antonia del Santísimo Corazón de Jesús)
(3) [h. 1r] y lo que más {17} atrabesará el cristiano corasón de vuecelencia, {18} el que los que están puestos de curas inte{19}rinos, que son muchos en cada curato (carta 18, sor M.ª Antonia del Santísimo Corazón de Jesús)
(4) De Pobres {4} Capuchinas, acojiendose. al Patrosinio de {5} V Exa le asen. presente, como el S<eño>r Conde {6} de S<a>n Barth<olo>me de Xala, ha fabricado {7} una, casa (carta 17, sor María Leocadia)
Esta forma de tratamiento es utilizada por las mujeres scriptoras que sí son religiosas y que mantienen una relación profesional con el destinatario, el cual es el mismo en todas las misivas: el virrey Marqués de Cruillas.
NÚM.
CARTAEMISORA-SCRIPTORA / ESTATUS
DESTINATARIO /
ESTATUSTTO.
PRONOMINAL
14
María Benita de la Santísima Trinidad (religiosa)
Virrey marqués
de CruillasVE
15
María Ignacia de Azlor y Echeverz (religiosa)
Virrey marqués
de CruillasVE
17
Sor María Leocadia (religiosa)
Virrey marqués
de CruillasV Exa
18
Sor María Antonia del Santísimo Corazón de Jesús (religiosa)
Virrey marqués de Cruillas
bueselensia /
bueselencia /
vuecelencia
En segundo lugar, en el siguiente nudo del esquema tenemos las abreviaturas VR y VRª que se corresponden con la forma de tratamiento vuestra reverencia. En este caso es utilizado tanto por mujeres religiosas como no religiosas para dirigirse a un sacerdote con el que mantienen una relación profesional o presumiblemente de amistad. De modo que, mientras que para dirigirse a una autoridad política se selecciona la forma vuestra excelencia, para la autoridad religiosa se prefiere vuestra reverencia.
NÚM.
CARTAEMISORA-SCRIPTORA
/ ESTATUSDESTINATARIO / ESTATUS
TTO.
PRONOMINAL
1
María Inés de los Dolores y Mora
(religiosa)Padre Jesuita Joaquín de
Donazar (sacerdote)VR
8
Josefa Francisca de San Martín
(religiosa)Padre Matías de Ansaldo
(sacerdote)VR
11
María Teresa
(religiosa)Padre procurador de los
jesuitas Juan Ildefonso
Tello (sacerdote)VR
12
VR
13
Sor María Josefa del Espíritu Santo
(religiosa)Padre Pedro José Castañeda
(sacerdote)VR
16
María Josefa Ignacia
de la Santísima Trinidad
(religiosa)Juan Ignacio Mota
(sacerdote)VR
25
Francisca Javiera de
Quiostanilla (seglar)Juan Miguel Quijano,
padre procurador del
Colegio Máximo de San Juan
Pedro y San Pablo
de la Compañía de JesúsVR
27
Ana María de Mendoza
(seglar)José Domesain, jesuita
y administrador del
molino de la hacienda
de Belén (religioso)VR
28
VR
29
Josefa María Leal
(seglar)Padre José María
Castrosid (sacerdote)VRª
30
Francisca Puciera
Fernández de
Madrid (seglar)Padre Diego Verdugo
(sacerdote)VR
En tercer lugar, entre las formas de tratamiento VR y el tuteo (nudo del esquema que se sitúa más a la derecha) encontramos una pléyade de abreviaturas (véase Tabla 9), cuyo desarrollo más obvio es la fórmula vuestra merced, pero en el caso de vd y V no es tan obvio, de ahí que, a pesar de estar subsumidas en la rama de vmd y sus variantes, hayamos decidido separarlas en una rama diferente (véase Figura 1). Si en un contexto familiar, el uso de vuestra merced indica deferencia, en un contexto profesional implica cierta cercanía (Almeida Cabrejas et al., 2023). Por ejemplo, cuando sor María Coleta se dirige al padre Cristóbal Cabrera (5), lo hace como “padre muy amado de mi alma” o “muy señor y mi amantísimo padre”, lo que contrasta con el tratamiento vuestra merced, propio de un registro formal.
NÚM.
CARTAEMISORA-SCRIPTORA
/ ESTATUSDESTINATARIO / ESTATUS
TTO.
PRONOMINAL
3
Sor María Coleta
(religiosa)Padre Cristóbal
Cabrera (sacerdote)Vmd
4
vmd
5
Vmd
6
María Ana del Sacramento
(religiosa)Secretario José de los Reyes
vmd
7
María de Santa
Inés (religiosa)Pedro Gonsáles
de ValdeoseraVmd
9
María Josefa del
Sacramento (religiosa)Padre procurador
de los jesuitas Diego
Verdugo (sacerdote)Vd
10
Vd
19
María Graciana de la
Concepción (religiosa)José Vicente
González Guerravm
20
vd
21
María Nicolasa
de San José (religiosa)José Vicente
González GuerraVmd
24
Antonia Petra de
Beza (seglar)Miguel Antonio Vega
Vmd
31
Nicolasa Antonia de
Amós (seglar)Padre procurador
de los jesuitas
Juan Ildefonso Tello(usted, sin que
sea explícito)
32
Ana María Ortiz (seglar)
Su compadre
(posiblemente don
Andrés de Gripari)Vm
33
Vm
34
María Luisa García de
León (seglar)Licenciado Pascual
CárdenasV
35
Isabel Ortiz (seglar)
José Vicente
González GuerraVm
36
María Josefa
Castañares (seglar)José Vicente
González GuerraV
37
Rosalía Ábrego (seglar)
José Vicente
González GuerraVmd
38
Ø
39
Vm / vd
Figura 1: Distribución de las formas de tratamiento por emisora y tipo de destinatario
(5) [h. 1r] {2} Padre mui amado de mi alma no le sabre {3} esplicar como quede la tarde que able a Vmd. de considerar que oyo aquel rruidito de {5} dentro (carta 3, sor María Coleta)
(6) [h. 1r] {1} Comp<adr>e y S<eño>r hagame Vm fabor {2} de desirme qual fue el trato q<ue> {3} tubo Vm con D<o>n Pedro Viguera (carta 32, Ana María Ortiz)
Si junto a esta forma de cortesía se utilizan elementos nominales como los que acabamos de mencionar, cabría preguntarse si no estaríamos ante un uso de vuestra merced de carácter neutro parecido al que señala García Godoy (2022) y que daría lugar a diferentes grados de formalidad.
Sin duda, el uso prioritario de las abreviaturas en las cartas y la falta de sus correspondientes formas extendidas dificultan la interpretación de estas. En una de las cartas de María Graciana de la Concepción, religiosa, utiliza la abreviatura vm (7) y en otra la abreviatura vd (8) para dirigirse al mismo destinatario, José Vicente González Guerra. Igualmente sucede con Rosalía Ábrego, seglar, quien utiliza ambas abreviaturas en la misma carta (9).
(7) que lo que [h. 1v] {1} me isie fabor de {2} regalarme, sea {3} enviado de vm ami {4} i de ami a vm por{5}que asi conviene (carta 19, M.ª Graciana de la Concepción)
(8) [h. 1r] pues tengo, creido, que {10} la vuena, Sombra, de vd, {11} asido lo que le aecho Salir {12} con felisida de sunegosio (carta 20, M.ª Graciana de la Concepción)
(9) [h. 1r] [cruz] {1} S<eño>r D<o>n J<ose>ph {2} Mui benerado S<eño>r apresi areque {3} este alle a Vm. sin no bedad S<eño>r {4} me mandara Vd. loque ubiere {5} bendido de los sigaros y el rre{6}licario y los aretes y no mas (carta 39, Rosalía Ábrego)
Si a la ausencia de formas extendidas añadimos la coincidencia en la concordancia de la 3ª persona de singular existente entre la forma vuestra merced y usted, resulta harto complicado decantarse por un tratamiento pronominal u otro contando únicamente con la abreviatura.
Los primeros testimonios de usted los recogen Quesada Pacheco (2010) y Moser (2010) en un intercambio comunicativo de solidaridad plena en un documento de Costa Rica de 1725 y en otro de 1758. En España se registra un caso de vusted en un documento granadino fechado en 1715 (García Godoy, 2012), pero Padrón Castilla (2023, p. 109) adelanta esta cronología a 1708 con un documento emitido en Taroconte (Tenerife). Las misivas citadas de Rosalía de Ábrego y de María Josefa de Castañares no cuentan con data crónica, por lo que el factor temporal no puede desambiguar la atribución de una forma u otra a las abreviaturas vd y vm. Sin embargo, en el caso de aquellas cartas que sí cuentan con fecha explícita y que fueron escritas en años posteriores a las fuentes indicadas por estos autores, como las de las religiosas María Josefa del Sacramento (1748 y 1757) (10) y M.ª Graciana de la Concepción (1792) (11) o las de las seglares Nicolasa Antonia de Amós (1762) (12) y María Luisa García de León (1794) (13), cabría plantearse la posibilidad de que el desarrollo de las abreviaturas fuera la forma de tratamiento usted.
(10) Yo quede mui gusto{3}sa el do mingo con {4} aber logrado, lo q<ue> tan{5}to deseaba q<ue> era su {6} bista, me alegrare {7} le fuera a Vd. tanbi{8}en Como a mi (carta 9, M.ª Josefa del Sacramento)
(11) Estimado S<eño>r de todo mi a{4}presio las muchas ocupasi{5}ones, que he tenido nomean {6} dado, lugar a darle a vd {7} las Grasias (carta 20, M.ª Graciana de la Concepción)
(12) con estta ban dos que le ttengo es{4}crittas y no me a rrespondido siquiera {5} una lettritta (carta 31, Nicolasa Antonia de Amós)
(13) Mi mui Señor mio y de mi mallor apre{3}sio mealegrare se alle V. con perfecta {4} salud recebi la mui apresiable de V. {5} con mucho gusto y el saber de que {6} V. llego bueno a esa Ciudad (carta 34, M.ª Luisa Gracia de León)
Esta interpretación podría verse refrendada por los hallazgos que Padrón Castilla (2023) ha encontrado en documentos del siglo XVIII del Tribunal de Inquisición de Canarias, en que se documenta el desarrollo de las formas abreviadas Vmd., Vd. y V. como la forma de tratamiento usted. Por otra parte, esta autora (apud, pp. 127, 133) ha observado que en documentación epistolar la abreviatura Vmd. se usa en cartas misivas en las que se establecen intercambios comunicativos cuyos participantes mantienen tanto relaciones asimétricas como simétricas. Así las cosas, tanto si el desarrollo de Vmd. y sus variantes fuera vuestra merced como si fuera usted, nos encontraríamos ante una forma de tratamiento que regularía el intercambio comunicativo en un arco registral que abarcaría una distancia comunicativa neutra, semiformal o formal tanto a un lado como a otro del Atlántico.
En cuarto y último lugar, hemos identificado la forma de tratamiento tú, la cual aparece en cuatro cartas. El tuteo es esperable en las cartas de Ignacia M.ª de Lubián (14) y de María Bellarba (15), ya que ambas escriben a sus hijos, quienes se encuentran por debajo de ellas en la jerarquía familiar. No sucede lo mismo en la misiva de Ana María del Señor (16), quien escribe a su tío. A pesar de ser varón y de situarse jerárquicamente en una posición superior a ella, lo que implica una relación asimétrica ascendente, lo trata de tú.
(14) querido hiJo de mi corason ydemi uida tengo rreceuidas dife{4}Rentes cartas tuyas (carta 22, M.ª Ignacia de Lubián)
(15) hiJo buelbo ade{15}sirtte queno me desanpares por {16} el amor deDios (carta 23, María Bellarba)
(16) Mui Amado Tio aunque tu no tubistes {3} pluma para escreuirme yo si la tengo (carta 2, Ana M.ª del Señor)
(17) lo espero en labiro encant{37}*mas que tu me bebaas con[h.1v] {1}ceco de molestarte y no de pedir ir a D{2}ios (carta 26, María de Baeza)
NÚM.
CARTAEMISORA-SCRIPTORA
/ ESTATUSDESTINATARIO / ESTATUS
TTO.
PRONOMINAL
2
Ana María del Señor
San José (religiosa)Padre procurador de
los jesuitas, Diego
Verdugo (sacerdote)tuteo
22
Ignacia María de
Lubián y Vera (seglar)Manuel Antonio Eugenio
Rojo Lubián y Viera
(hijo de la emisora)tuteo
23
María Bellarba
(seglar)Antonio González Romero
(hijo de la emisora)tuteo
26
María de Baeza
(seglar)Padre procurador
de los jesuitas
Diego Verdugo (sacerdote
y primo de la emisora)tuteo
Algo similar ocurre con M.ª de Baeza (17), quien escribe a su primo sacerdote. Si selecciona el tuteo es porque presumiblemente se concede mayor relevancia a la relación de solidaridad que existe entre primos al hecho de que él sea religioso y, por consiguiente, sea una figura de autoridad.
5. Conclusiones
La muestra de escritura que hemos seleccionado es un ejemplo de la relevancia que puede poseer un corpus epistolar femenino del siglo XVIII novohispano. Las peculiaridades del mismo nos han permitido realizar un análisis de sus fórmulas de tratamiento y extraer las siguientes conclusiones. En primer lugar, las cartas misivas dan cuenta de un espacio variacional en el que se identifican seis variantes para marcar el tipo de relación que las emisoras mantienen con sus interlocutores. En segundo lugar, la selección de unas formas frente a otras parece responder a la jerarquía que se establece entre la emisora y el destinatario. Así, las formas vuestra excelencia y vuestra reverencia y sus correspondientes abreviaturas se codifican como formas de respeto, siendo la primera la más culta en la escala registral. De hecho, esta forma solamente es utilizada por las emisoras religiosas, quienes son más sensibles al estatus social de su interlocutor. En tercer lugar, tanto las emisoras religiosas como las seglares hacen uso de una pléyade de abreviaturas que parecen remitir a la forma vuestra merced, forma de tratamiento de carácter formal, pero que también podrían adscribirse a la forma usted, utilizada en intercambios comunicativos entre iguales. El registro de dicha forma y la variante vusted en textos españoles coetáneos de algunas de las cartas del corpus permitirían aventurar que tras el desarrollo de abreviaturas como vm, vd o V encontraríamos la forma de tratamiento usted. De modo que se daría una variación diafásica que abarcaría desde un registro neutro a un registro (semi)formal similar de las formas de tratamiento vuestra merced y usted en ambos dominios lingüísticos de la hispanofonía del siglo XVIII. En cuarto y último lugar, destaca el uso del pronombre tú y del tuteo en las cartas de tres emisoras seglares y de una religiosa. Frente a las misivas de las anteriores emisoras/scriptoras femeninas, en las que el destinatario varón ocupa una posición de poder, en estas los interlocutores son vistos como iguales pese a su condición de hombres. La relación maternofilial que se da entre dos de las emisoras seglares y sus destinatarios hace factible la interpretación basada en la jerarquía familiar y de ahí que una mujer pueda tutear a un hombre. Sin embargo, este factor personal no es tan relevante para otra de las seglares, ya que utiliza el tuteo para dirigirse a su primo varón, que además es sacerdote. La jerarquía habría quedado neutralizada mediante la forma de tratamiento, dando lugar a una relación de solidaridad. Por su parte, la religiosa que escribe a su tío varón también hace uso del tuteo. Aunque este pariente se encuentre en una posición de superioridad en la familia, no le impide seleccionar la forma de tratamiento más cercana. Estos dos últimos casos darían cuenta de un comportamiento lingüístico alejado de la norma, de carácter innovador, que podría indicar que en algunos contextos el factor extralingüístico del género del interlocutor no influiría especialmente en la selección de unas formas frente a otras en algunas hablantes femeninas. Para poder profundizar en este y otros aspectos será necesario ampliar la muestra en futuros trabajos, comparar correspondencia femenina y masculina del mismo periodo a ambos lados del Atlántico y ahondar sobre la importancia del género en la historia de la lengua española en general y mexicana en particular.


