El habla de Mérida y sus cercanías: una monografía modelo testigo de una época histórica, social y lingüística
La investigación sobre El habla de Mérida y sus cercanías fue presentada en marzo de 1943 como tesis doctoral por Alonso Zamora Vicente en Madrid, bajo la dirección de Dámaso Alonso. El trabajo, que obtuvo la calificación de sobresaliente, fue publicado meses más tarde en el Anejo 29 de la Revista de Filología Española.
Esta monografía, que tras su publicación se convirtió en modelo para estudios posteriores (Lorenzo, 1948; Velo Nieto, 1956; Barros, 1974; Cummins, 1974; Cortés, 1979) y que, además, fue alabada internacionalmente (Pop, 1950), se comenzó a fraguar en el mes de septiembre de 1940 cuando el joven Zamora Vicente llegó a la localidad extremeña de Mérida para impartir clase en el instituto de enseñanza media de la localidad.1 Este nuevo proyecto supuso un cambio indudable en la vida personal del autor dado que, tras la Guerra Civil española, volvió a ser “otra vez, hombre libre, despreocupado hasta donde se podía ser, y dueño de [sus] decisiones” (Zamora Vicente, 1995: 193) pero, sobre todo, la llegada a aquel municipio le permitió retomar la actividad investigadora que había comenzado a desarrollar durante los últimos años de su carrera universitaria y que fue interrumpida por la guerra.2
En aquella Mérida de sol y melancolía, en un invierno excepcionalmente lluvioso seguido de un verano atroz, de calores exagerados, comencé mi vida de profesor y, a la vez, el acopio de materiales para lo que iba a ser mi tesis doctoral (Zamora Vicente, 1995: 3).
Siguiendo los consejos de maestros como Menéndez Pidal, Dámaso Alonso o Navarro Tomás, Zamora comenzó a recopilar datos sobre el habla del municipio con el objetivo de “buscar Mérida en Mérida mismo, en el habla de sus gentes, de sus tradiciones […] y todo a través de su hablar” (Zamora Vicente, 1995: 193). Para lograrlo, utilizó como base lingüística Mérida, centro social y administrativo de la comarca, y catorce municipios más que dependían económicamente de ella: Aljucén, Carrascalejo, Esparragalejo, Calamonte, Alange, Zarza de Alange, Villagonzalo, Don Álvaro, Valverde de Mérida, San Pedro de Mérida, Trujillanos y Mirandilla.
Zamora Vicente utilizó una metodología dialectal que, aunque estaba ya avanzada en Centroeuropa, aún no se había utilizado en los trabajos realizados sobre el español europeo. Tras el contacto directo con los habitantes de los municipios durante un año y aplicando un cuestionario basado en el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica, elaboró un trabajo dialectal y etnográfico innovador tanto por la metodología utilizada como por la forma en la que presentó sus resultados.
Las primeras percepciones que Zamora Vicente tuvo sobre las características lingüísticas de los habitantes de la comarca fueron las siguientes:
Sobre un insobornable fondo leonés, se añuda mucho advenedizo. Al oído castellano lo más llamativo era la entonación, en varios casos muy diferente de la norma castellana, y eso en todas las clases sociales [...] en el aspecto fonético-articulatorio, las aspiraciones sonoras que se daban antes como algo esporádico y desconcertante casi como calamidad merecedora de castigo, se me presentaban insolentes, generalizadas, diría que casi agresivas, y lo que es peor, vistiendo de dulzura y despreocupación lo que en otras partes podía ser rasgo de mal humor. Y si por si fuera poco, un rehilamiento escandaloso se adormecía sobre las articulaciones palatales (Zamora Vicente, 1995: 196-197).
Este fragmento refleja la singularidad de los hablantes de la comarca pero, además, revela dos ejes fundamentales para la investigación del autor: la presencia de la aspiración sonora en los municipios estudiados, un rasgo que presenta como un sonido no habitual ya entre los hablantes de español, y el rehilamiento de palatales, que define como “escandaloso”. Asimismo, el autor advierte una entonación singular en la zona que, igualmente, parece ser un rasgo que permite identificar las localidades estudiadas. No obstante, la descripción de estos fenómenos no quedó en una mera percepción de Zamora, sino que el autor analizó los sonidos científicamente. Junto a María Josefa Canellada, que estaba realizando en esa misma época su tesis doctoral sobre el bable de Cabrales (1944) y que viajaba a Mérida en algunas ocasiones, elaboró un quimógrafo casero que le permitió demostrar que estos fenómenos fonéticos eran pronunciados por los hablantes de las localidades estudiadas y que podían ser tratados como rasgos lingüísticos propios de la comarca.3 El estudio fue completado, además, con un apartado dedicado a la morfosintaxis y el estudio del léxico de la comarca, donde el autor incluyó voces que había escuchado durante su estancia en los municipios gracias al contacto directo con los hablantes, pero también variantes que obtuvo mediante preguntas dirigidas a partir del cuestionario del ALPI y que fueron realizadas, principalmente, para completar el trabajo.
El estudio, tal y como comentábamos al inicio de esta sección, fue una monografía modelo que tuvo un reconocimiento internacional y supuso también un punto de partida para muchos trabajos posteriores; sin embargo, hay que tener en cuenta que después de 70 años, Mérida y los municipios cercanos han cambiado demográfica y socialmente al compás de los nuevos tiempos y estos cambios han supuesto, igualmente, una modificación de los rasgos lingüísticos de la comarca.4 Zamora Vicente ya reparó en ello cuando el ayuntamiento de Mérida, en el año 1982, reeditó el libro:
Por eso este libro no sirve ya. Tiene, eso sí, el valor de testigo de una época de la lingüística española, de signo abanderado de una manera de hacer dialectología bien hecha pero el contenido, el resultado diríamos, ya pasó, ha pagado su tributo de ir muriéndose un poco cada día. Durante muchos años, ya lo he dicho en alguna ocasión, hemos estado haciendo dialectología con los criterios etnográficos-históricos, que, es indudable, aún pueden dar resultados, información justa e inequívoca, pero hemos de variar la meta de nuestras apetencias y tareas […] [en nuestros estudios] limitábamos casi siempre a cierto tipo de hablantes los soportes de nuestra investigación, hablantes que, sí, eran representativos, pero no únicos: renunciábamos previamente a buena parte de la colectividad (Zamora Vicente, 1995: 4).
Como bien afirma su autor, El habla de Mérida y sus cercanías fue realizado partiendo de los métodos y objetivos de la dialectología tradicional; su objeto era identificar rasgos diferenciales de la comarca (como hizo, por ejemplo, cuando analizó la aspiración sonora y el rehilamiento, o cuando presentó voces propias de los municipios), y para ello seleccionó a individuos vernáculos de la zona a partir de una muestra compuesta, principalmente, por hombres de entre treinta y setenta años, que no habían tenido acceso a la educación y que, además, no habían viajado fuera del municipio o de la comarca para asegurar, así, que no existían interferencias lingüísticas externas.5 Pero, como bien advierte Zamora en el fragmento anterior, con la selección de estos informantes “renunciábamos previamente a buena parte de la colectividad”, es decir, renunciaban principalmente a recopilar muestras lingüísticas de mujeres y también rechazaban el habla de personas que habían tenido acceso a la educación.
No obstante, aunque si bien es cierto que Zamora siguió una metodología dialectal, al inicio del estudio advirtió diferencias entre el habla de Mérida (centro administrativo) y de los pueblos cercanos, concretamente en el ámbito culto:
Para el resto de las actividades de la vida oficial, es Mérida, modernizada y castellanizada intensamente, la que marca la pauta. En determinadas esferas cultas de Mérida, el dialectalismo surge muy disimulado, y, por regla general, solamente se percibe en lo último que se pierde: la entonación. La convergencia de las vías de transporte, la centralización en Mérida de varios organismos oficiales -Instituto de Enseñanza Media, Región Hidráulica del Cíjara, Turismo, Manicomio provincial etc.- han relegado a una oscura zona confusa el dialecto, que se presenta, en lo que atañe al léxico, con un fondo profundo leonés y una capa de superposiciones andaluzas (Zamora Vicente, 1943: 10).
En realidad, la situación que describe el autor sobre Mérida se extiende hasta nuestros días. Por una parte, Mérida es hoy un centro urbano con una gran importancia no solo en la comarca sino también en la región extremeña desde su nombramiento como capital autonómica en 1983. Tras la importancia industrial de la ciudad entre las décadas de los cincuenta y los setenta (Doncel, 1990: 21-22), en los ochenta se impulsó la actividad urbana de la capital con el establecimiento de la Junta de Extremadura, lo que propició, además, un aumento demográfico importante de la localidad.6 Asimismo, los municipios de la comarca también se han beneficiado de la urbanización de Mérida; hoy, las distancias se hacen mucho más cortas gracias al acondicionamiento de las vías de comunicación regionales y a los medios de transporte individuales, y los habitantes de los pueblos cercanos a la capital tienen una mayor accesibilidad y, por tanto, más influencia (social y lingüística) de la capital.
La comarca de Mérida es, hoy, muy diferente a la que describió Zamora Vicente. En esta investigación, nuestro principal propósito es comprobar si los rasgos lingüísticos que propuso el autor en su estudio aún siguen presentes en la comarca, aunque utilizando una metodología distinta, la sociolingüística, tal y como ya propuso Zamora en los años ochenta, y analizando los datos desde una perspectiva cuantitativa; todo ello nos permitirá conocer qué fenómenos son significativos en Mérida y qué factores (lingüísticos y extralingüísticos) influyen en su producción. Para ello, distribuiremos esta zona geográfica en dos áreas lingüísticas: una urbana, Mérida, que tal y como advirtió Zamora Vicente en su estudio está menos marcada por “dialectalismos”, y una rural, la comarca, que está compuesta por los trece municipios estudiados por el autor. Con ello comprobaremos si los rasgos que Zamora propuso siguen teniendo la misma extensión que hace 40 años o si solo forman parte de grupos sociales o áreas geográficas determinadas.
2. Dos metodologías diferentes para estudiar el cambio lingüístico7
2.1. Selección de variables, obtención de la muestra y recopilación de datos
Por una parte, y como se ha explicado en apartados anteriores, Zamora Vicente seleccionó para su trabajo hombres, sin estudios (en la mayor parte de los casos los informantes no sabían leer ni escribir) y, además, de edades comprendidas entre los treinta y los setenta años. En la investigación actual, en cambio, y siguiendo una perspectiva sociolingüística, se han utilizado tres variables extralingüísticas: el sexo, la edad y el nivel de instrucción. Siguiendo estas premisas, nuestro estudio estará representado por hombres y mujeres, de tres grupos etarios distintos y tres niveles de instrucción diferentes: bajo, medio y alto. En la siguiente tabla se puede observar la distribución de cada uno de los grupos:
Generación
Nivel de instrucción
1G: 20-34 años
Bajo: sin estudios, estudios básicos, EGB, ESO, Ciclos Formativos de Grado Medio
2G: 35-59 años
Medio: COU, Bachillerato, Ciclos Formativos de Grado Superior
3G: ≥60
Alto: Diplomados, graduados, licenciados y doctores
A partir de estas variables extralingüísticas seleccionamos la muestra de población que utilizaremos para analizar el habla de la comarca.
NIVEL BAJO
2G
3G
HOMBRE
15
8
MUJER
4
1
Para la selección de la muestra de población, tal y como se observa en la tabla 2, Zamora Vicente contó con 25 individuos, principalmente hombres (23) de la segunda generación, e incluyó, además, a 5 mujeres, que en la mayor parte de los casos fueron circunstantes en las conversaciones. En nuestra investigación, para el análisis de Mérida y la comarca se utilizó una muestra representativa de la población teniendo en cuenta las características sociales y demográficas de las zonas estudiadas. A partir de la base de datos del INE buscamos el número de habitantes mayores de 20 años,8 nacidos, y residentes en aquel momento en las localidades estudiadas. Aplicando estos filtros comprobamos que en Mérida únicamente cumplían estas características 27,888 habitantes, y en la comarca, 21,739. A partir del número de individuos totales se aplicó la fórmula para la obtención de la muestra de poblaciones finitas (n=N.Z 2 .p.q/d 2 .(N-1)+Z 2 .p.q) cuyo resultado concluyó que, para analizar ambas áreas geográficas, tendríamos que seleccionar 300 informantes, 150 en Mérida y 150 en la comarca. Una vez establecido el número de individuos, utilizamos el muestreo por cuotas de afijación proporcional mediante el cual cada grupo social de la muestra aparece representado en cada celda según el peso que tiene en la sociedad (Hernández Campoy y Almeida, 2005; Trudgill y Hernández Campoy, 2007). Este tipo de distribución nos permitía presentar, en los resultados generales de las dos áreas estudiadas, qué rasgos son lingüísticamente representativos de ambas zonas. En las tablas 3 y 4 se puede observar el número de informantes que integran cada celda.
EDAD
BAJO
MEDIO
ALTO
HOMBRE
1G
7
12
4
2G
11
18
6
3G
5
8
2
MUJER
1G
8
10
4
2G
14
16
6
3G
8
8
3
EDAD
BAJO
MEDIO
ALTO
HOMBRE
1G
12
5
1
2G
34
3
1
3G
17
1
1
MUJER
1G
11
5
1
2G
31
3
1
3G
21
1
1
Por último, y para la recopilación de datos, hay que tener en cuenta que los fenómenos presentados por Zamora Vicente fueron el resultado de la convivencia del autor con los hablantes vernáculos durante un año, y únicamente utilizó el cuestionario del ALPI para completar algunas preguntas sobre el léxico. En nuestro caso, contábamos con la ventaja de que la investigadora del estudio era nativa del área estudiada (concretamente de Mérida), lo que indudablemente favorecía la recolección de datos (Trudgill, 1983). Además, en nuestra investigación se utilizaron entrevistas que fueron elaboradas previamente con temas y asuntos que podían ser de interés para los informantes,9 y todas las conversaciones con los individuos fueron grabadas, lo cual nos permitió poder recurrir a ellas en momentos posteriores y analizar los resultados.10
2.2 Método de estudio: tiempo real y tiempo aparente
Para realizar este trabajo contrastivo proponemos dos perspectivas que pueden permitirnos conocer la evolución lingüística de la comarca en los últimos 70 años: la perspectiva transversal o de tiempo aparente, y la longitudinal o de tiempo real.
Por una parte, la metodología en tiempo real nos revelará cómo se han desarrollado los fenómenos lingüísticos propuestos por Zamora Vicente en dos momentos concretos en el tiempo, en nuestro caso, en 1943 y en 2010-2016. Por otro lado, con el estudio del tiempo aparente podremos comparar el habla de los grupos etarios avanzados con los más jóvenes y comprobar qué diferencias existen entre ellos para explicar el cambio lingüístico. Para aplicar este método consideraremos que los hablantes no han sufrido una progresión ontogenética significativa y que, por tanto, los rasgos lingüísticos de un hablante de 70 años son muy similares a los que utilizaba cuando tenía 20 o 30 años. Desde esta perspectiva, si al analizar los datos de una comunidad una variante es más frecuente en los grupos más jóvenes, podremos hablar de un cambio en marcha; si, al contrario, la variante es más frecuente en los grupos más mayores, podemos estar ante un cambio en regresión (Chambers y Trudgill, 1994; Almeida, 2003: 258-259; Hernández Campoy y Jiménez Cano, 2004; Hernández Campoy y Almeida, 2005: 41-43; Trudgill y Hernández Campoy, 2007).
Para que el empleo de ambos métodos revele resultados significativos, en el estudio de cada fenómeno presentaremos dos tipos de datos. Primero, ofreceremos los resultados del estudio en tiempo real y seleccionaremos a hablantes de un “grupo social restringido”, esto es, hombres de la tercera generación del nivel de instrucción bajo de Mérida y la comarca que se corresponden, hoy, con el grupo de edad que entrevistó Zamora Vicente hace 70 años.11 Posteriormente, presentaremos los resultados de Mérida y la comarca teniendo en cuenta a todos los individuos seleccionados para la muestra, y analizaremos sus producciones lingüísticas desde una perspectiva transversal y sociolingüística, comprobando si existen diferencias entre los grupos generacionales, pero también si influyen otros factores lingüísticos y extralingüísticos.12
2.3. Estructura de la investigación
Los análisis presentados en este trabajo se realizarán teniendo en cuenta, en todo momento, el método contrastivo de la investigación. Por esta razón, en la siguiente sección analizaremos cualitativa y cuantitativamente los fenómenos presentados por Zamora Vicente en su estudio a partir de la siguiente estructura:
-
Referencias concretas que hizo Zamora sobre cada fenómeno.
-
Análisis de cada rasgo en la actualidad en el entorno social restringido.
-
Análisis de cada fenómeno en la actualidad en Mérida y la comarca. A partir de la frecuencia de uso de cada rasgo se analizarán:
-
Factores lingüísticos que influyen en su variación.
-
Factores extralingüísticos que inciden en su variación y que pueden arrojar luz sobre el uso actual de cada una de las variantes mediante la perspectiva de tiempo aparente.
Para los análisis cuantitativos se utilizará el programa estadístico SPSS (v. 24), con el que realizaremos los análisis de correlaciones, elaboraremos las tablas de contingencia y aplicaremos las pruebas estadísticas necesarias (Chi cuadrado, V de Cramer) para comprobar la significación estadística de los fenómenos lingüísticos estudiados.
3. Situación actual del habla de la comarca de Mérida. Análisis contrastivo
En esta sección se analizarán los fenómenos que utilizó Zamora para describir los rasgos lingüísticos de la comarca de Mérida. Utilizando una estructura semejante a la propuesta por el autor, estudiaremos la extensión de las variantes aspiradas de la -/s/ implosiva y la velar /x/, la presencia (o ausencia) del rehilamiento en la comarca y, asimismo, fenómenos relacionados con el vocalismo y el consonantismo interior y final. Para terminar, presentaremos algunas peculiaridades morfosintácticas relacionadas, por ejemplo, con los sufijos y los prefijos, el verbo o los tratamientos de la zona.
3.1. Fonética
3.1.1. Aspiraciones
Según Zamora Vicente: “la región aspira los sonidos correspondientes a la f- inicial latina, la j (x) castellana moderna y la -/s/ final de grupo de sílaba. Las tres sonoras” (1943: 21). En nuestro estudio no se han encontrado restos sistemáticos del primer caso,13 esto es, de la aspiración de sonidos procedentes de la f- latina, pero sí de la aspiración de la -/s/ y la fricativa /x/ en posición inicial e interior.
-
-/s/ implosiva y final
Zamora Vicente afirma en su investigación que “la aspiración de la -/s/ en posición final de sílaba o de palabra es general en las localidades […]. Cuando la -/s/ queda en posición final absoluta se pierde casi totalmente” (1943: 21).
Por una parte, si analizamos los datos obtenidos de los informantes del grupo restringido se pueden observar los siguientes resultados:14
Variante
%
S3
2.3%
S2
90.6%
S1
7%
La tabla 5 revela que las conclusiones presentadas por el autor para la comarca no difieren demasiado de la situación actual de la zona. La aspiración sigue siendo la variante más habitual (90.6%) y la elisión está presente, igualmente, en un 7%.15
Mérida
Comarca
S3
8.85%
2.2 6%
S2
69.54 %
85.30%
S1
21.61 %
12.44%
Por otra parte, los resultados de la tabla 6, que representan al total de la muestra, revelan que en Mérida la variante habitual, tal y como describió Zamora Vicente en su estudio, es la aspiración (S2), pero esta es más frecuente en la comarca (85.30%) que en la capital (69.54%) donde, además, encontramos una mayor variación en la producción de la -/s/ debido, principalmente, a factores lingüísticos tales como la posición del sonido o el contexto en el que se encuentra: 16
Mérida
Comarca
Interior
Final
Interior
Final
S3
4.81
10.51
0.53
3.22
S2
94.92
59.09
99.96
77.45
S1
0.27
30.40
0.04
19.34
Mérida: Chi
2
: 1528.575 (2) Sig: .000
V de Cramer: .364 Sig:.000
Comarca: Chi
2
: 659.381 (2) Sig: .000
V de Cramer: .299 Sig:.000
Como se puede comprobar en la tabla 7, la posición final favorece el mantenimiento de la -/s/ sobre todo en Mérida (10.51%), y en la comarca, aunque con una frecuencia menor (3.22%), es la única posición que influye en la retención de la fricativa. En esta posición, igualmente, la -/s/ presenta un mayor índice de elisión en ambas zonas, sobre todo en Mérida (30.40%).
Mérida
Comarca
V
C
//
V
C
//
S3
17.60%
3.00%
15.00%
7.90%
0.50%
1.40%
S2
79.70%
95.40%
26.90%
75.50%
93.40%
14.60%
S1
2.70%
1.60%
58.10%
16.70%
6.20%
84.00%
Chi
2
: 6064,708 (6) Sig: .000
V de Cramer: .513 Sig:.000
Chi2: 2251.018 (4) Sig: .000
V de Cramer: .390 Sig:.000
Ahora bien, si comprobamos cuáles son los contextos más favorables al mantenimiento de -/s/ en posición final se puede afirmar, siguiendo los resultados de la tabla 8, que la variante S3 es más frecuente cuando a esta le sigue una vocal tanto en Mérida (17.60%) como en la comarca (7.90%), es decir, cuando los hablantes pronuncian estructuras como mis hijos, mis años, etc. No obstante, en la capital se observa que la variante S3 se utiliza también en posición prepausal (15%) (hay tres) e incluso en posición preconsonántica (hay tres niños) (3%), lo que indica que los hablantes del área urbana hacen un mayor uso de una variante innovadora que posee mayor prestigio; esta tendencia señala una distancia evidente entre la conciencia lingüística de los hablantes de ambas zonas y refuerza la distinción que hacía Zamora Vicente entre la capital y los pueblos cercanos ya en los años cuarenta. Por último, y en cuanto a la elisión, en Mérida y en la comarca la posición prepausal favorece la pérdida del sonido (tal y como avanzaba ya el autor en su monografía) y, por su parte, la aspiración es la variante habitual, seleccionada sobre todo cuando le sigue una vocal o una consonante.
Finalmente, y para comprobar cómo influyen las variables extralingüísticas en la producción de los sonidos, a continuación presentaremos los resultados de -/s/ según variables sociales:
En cuanto a la edad de los individuos, en la gráfica 1 se observa que, en Mérida, los jóvenes son los más innovadores del municipio pues, frente a sus padres (9.30%) y abuelos (3.91%), son los que más conservan la variante normativa S3 (11.89%). En cambio, si analizamos los datos de la comarca, la retención de -/s/ aumenta a medida que aumenta la edad; así, los hablantes de la tercera generación (3.70%) son más innovadores que los de la segunda (1.90%) y la primera (1.10%). Esta situación, que en un primer momento se presenta como anómala teniendo en cuenta el carácter conservador de este grupo en la comarca (tal y como se pudo observar en apartados anteriores), queda explicada por un factor lingüístico: el contexto en el que se sitúa la -/s/. Hay que tener en cuenta que la variante S3 no tiene una frecuencia elevada en el corpus obtenido en la comarca (tal y como veíamos en la tabla 6) pero cuando esta está en posición final prevocálica, los hablantes, sobre todo de la tercera generación, mantienen la -/s/ para hablar de [miˈsiho], [susaˈmiɣo]. 18
-
/x/
Por otra parte, y en cuanto a las realizaciones de la velar fricativa sorda /x/, en la monografía de Zamora Vicente se afirma que la aspiración sonora era la variante habitual en la comarca, donde, además, se encontraba una desviación máxima en los espectrogramas presentados por el autor. En cambio, si observamos cuál es la situación en la actualidad teniendo en cuenta los grupos sociales que utilizó Zamora Vicente (tabla 9) y los resultados obtenidos en la actualidad (tabla 10):19
Variante
%
X3
0.8%
X2
98.4%
X1
0.8%
Mérida
Comarca
X3
6.7%
4%
X2
93 %
95.4%
X1
0.3 %
0.6%
Se puede observar que la aspiración (sorda) es la variante más común, pero la sonora, por su parte, no aparece de forma significativa ni en los grupos restringidos (tabla 9) ni en el habla de Mérida y la comarca en la actualidad (tabla 10). El fenómeno, por tanto, que gozaba de una extensión muy elevada en los años cuarenta, no conserva tal intensidad hoy, por lo que podríamos afirmar que este rasgo ha desaparecido de los hablantes de ambas zonas.20
3.1.2. Rehilamiento
El rehilamiento de las palatales laterales (/ʎ/) y centrales (/ʝ/) fue uno de los rasgos diferenciales que Zamora Vicente utilizó para representar el habla de la comarca de Mérida: “toda la región que he recorrido, sin distinción de cultura ni edad, rehíla. Todo sonido y o ll, identificados en aquél por el yeísmo, se pronuncia ž” (1943: 24-25). Por una parte, el autor no hace distinción geográfica ni social sobre la mayor o menor presencia del rehilamiento en Mérida y en la comarca por lo que se puede pensar que en los años cuarenta era un rasgo que no estaba marcado socioculturalmente y que era común en todos los individuos. Veamos, en un primer momento, cuál ha sido el desarrollo del fenómeno en la localidad en el grupo social restringido: 21
Variante
%
Y2
100%
Y1
0%
En estos primeros análisis se puede observar que el rehilamiento, como hemos comprobado también con la aspiración sonora, no parece ser tan general como advirtió Zamora Vicente en su estudio. Tal y como se muestra en la tabla 11, en los grupos sociales que utilizó el autor para hacer su investigación, el fenómeno no está presente en sus realizaciones.
Mérida
Comarca
Y2
95.9%
86.9%
Y1
4.1 %
13.1%
En cambio, en los resultados generales presentados en la tabla 12 advertimos que el rehilamiento sí se realiza en los municipios estudiados, aunque no como variante habitual. Además, estos datos revelan que el fenómeno tiene una mayor presencia en la comarca (13.1%), lo cual confirma el carácter conservador de las áreas rurales frente a las urbanas, donde la variante rehilada aparece únicamente en un 4.1% de los casos. Asimismo, teniendo en cuenta que la pronunciación rehilada [ʒ] no era frecuente en los grupos restringidos, debemos pensar que el fenómeno no es propio de los hombres de niveles bajos, sino que está impulsado por otros grupos.
En un principio, y tal y como se observa en las gráficas 3 y 4, en Mérida la diferencia entre los hombres y las mujeres no es significativa, pero si atendemos al uso que hacen los hablantes de la comarca podemos observar que el rehilamiento es, indiscutiblemente, un fenómeno impulsado por las mujeres (16.92%) frente a los hombres, donde la frecuencia de uso es esporádica (2.55%).23
Teniendo en cuenta que son las mujeres de la comarca las que hacen un mayor uso de la variante rehilada, a continuación comprobaremos cómo se distribuye el sonido en este grupo:
Como se puede advertir en la gráfica 5, la variante vernácula es frecuente sobre todo en el nivel bajo donde, además, a medida que avanza la edad de las mujeres, mayor es el uso de la variante. Aunque en el nivel medio, en un primer momento, no se observan rasgos representativos del uso de Y1, sí es cierto que en el nivel alto se mantiene la variante, hecho que puede arrojar luz a la consideración social del fenómeno y su extensión. En este grupo se observa que las mujeres más jóvenes son las conservadoras de la variante vernácula (4.20%) y las de la segunda (2.10%) y la tercera generación (2.80%) aún mantienen la variante, aunque con una frecuencia menor.
A partir de estos resultados se podría afirmar, en un primer momento, que tanto en Mérida como en la comarca se ha producido, en 70 años, un cambio lingüístico evidente en el que la variante vernácula ha pasado a un segundo plano, y únicamente está presente en realizaciones esporádicas relegadas a grupos etarios avanzados. No obstante, el uso de Y1 en las mujeres de la comarca y, sobre todo, en el nivel alto, permite tener una perspectiva positiva en cuanto al mantenimiento del fenómeno en las próximas décadas.
3.1.3. Vocalismo
El vocalismo en el habla de Mérida y la comarca no difiere demasiado del español. Los cambios, en la mayor parte de los casos, son producidos de forma esporádica y su uso está delimitado a nivel sociales bajos, al igual que ocurre tanto en el extremeño (Salvador, 1987: 28) como en el español europeo (Moreno Fernández, 2004). En esta sección nos centraremos, principalmente, en el vocalismo átono, donde hemos encontrado una mayor variación.
3.1.3.1. Monoptongación del diptongo ie
En la numeración rápida, según Zamora (1943: 26), era frecuente oír en Mérida reducciones de diptongo [je], por ejemplo, en [deθiséi̯]. No obstante, en nuestro corpus hemos observado la monoptongación del diptongo [ei̯], concretamente en los casos en los que los hablantes utilizan números cardinales como veinte y treinta y sus derivados, que en la zona se pronuncian como [ˈben̪te, ˈtren̪ta, tren̪tai̯ˈðos]. Gracias a las preguntas relacionadas con la edad de los informantes (sobre todo en la primera y la segunda generación), hemos podido conocer cuál es la extensión de este fenómeno en la comarca.
Por una parte, y en cuanto a los resultados totales, se ha observado que la variante general en las dos áreas lingüísticas es la monoptongación (Mérida: 87.7%; comarca: 94.3%).
Mérida
Comarca
HOMBRE
MUJER
HOMBRE
MUJER
BAJO
1G
100.00
100.00
100.00
100.00
2G
100.00
100.00
100.00
95.70
MEDIO
1G
100.00
56.60
100.00
100.00
2G
100.00
100.00
66.70
100.00
ALTO
1G
75.00
100.00
100%
83.00
2G
66.60
100.00
83.00
91.00
De hecho, tal y como se puede advertir en la tabla 13, el fenómeno está plenamente extendido en Mérida y la comarca donde, además, suele aparecer independientemente del sexo, la edad o el nivel de instrucción de los individuos. Únicamente existe una tendencia a la conservación del diptongo en grupos del nivel medio y alto, aunque la monoptongación es la solución habitual.
3.1.3.2. Otros rasgos
En el vocalismo átono, Zamora Vicente llama la atención sobre lo siguiente: “en la lengua rústica y en las de clase de mediana cultura, domina una gran tendencia a emplear a- protética delante de muchos nombres, tendencia que llega a proporciones insospechadas en el verbo” (1943: 26-27). En nuestro corpus hemos encontrado este tipo de variantes en el adverbio “luego”, que fue pronunciado como aluego por tres individuos de la tercera generación del nivel bajo en Mérida, y nueve informantes en la comarca de los grupos de la segunda y la tercera generación de los niveles bajos.
Por otra parte, y en cuanto a los trueques vocálicos, tanto en Mérida como en la comarca se ha podido escuchar estituto por “instituto” en dos hombres de la segunda generación del nivel bajo, iruto por “eruto” en la tercera generación, o el cambio de o>a en ande por “donde” en la comarca, concretamente en dos individuos de la tercera generación del nivel bajo.26
Como se ha podido observar, la mayor parte de los fenómenos están relegados al habla de los niveles de instrucción bajos y, sobre todo, a generaciones avanzadas, a excepción de la monoptongación de ie, que tiene una gran extensión en todos los hablantes de la comarca.
3.1.4. Consonantismo interior
Para analizar el consonantismo interior se trabajará con la dental aproximante sonora /ð/ cuando esta aparece en posición intervocálica. Según las percepciones de Zamora Vicente, “la -d- <-t- desaparece casi constantemente, oyéndose solo en casos de habla enfática o de ultracorrección. Únicamente añadiré que se pierde aun en aquellos casos en que el castellano siente todavía cierta repugnancia a la eliminación […] Se pierde, asimismo, en la toponimia” (1943: 34).
En la actualidad, la elisión de la -/d/- en posición intervocálica es un fenómeno que aparece con una frecuencia elevada en el español europeo cuando la aproximante se realiza en entornos restringidos como el sufijo -ado (Samper, 1990; Molina, 1998; Paredes, 2003; Gómez, 2013; Molina y Paredes, 2014; Blanco, 1997; Ruiz, 2000; Etxebarria, 2002; Pérez Martín, 2003; Villena y Moya, 2016). En cambio, tal y como se ha podido comprobar en los estudios realizados en los últimos años, en la zona innovadora del español de España es también frecuente la elisión de la /d/ en otros contextos como -ada, -odo, -oda, etc. Dado que en su estudio Zamora Vicente únicamente hace referencia a la elisión de la dental en los entornos vocálicos, a continuación presentaremos los resultados obtenidos del corpus para poder comprobar si aún existe esta tendencia en Mérida y en la comarca.27
Variante
%
D1
5.6%
D0
94.1%
Como se observa en la tabla 14, el mantenimiento de la dental (D1) no tiene una presencia significativa en los individuos del nivel bajo de la tercera generación (5.6%), que seleccionan la elisión (94.1%) con una mayor frecuencia.
Según el entorno vocálico, podemos comprobar que los individuos de los grupos restringidos eliden la dental en contextos generales de elisión como los sufijos -ado, -oda u -odo, pero en otros contextos como -udo (65%), -ido (47.4%) o -ida (22.2%), que serían aquellos contextos en los que se siente “repugnancia” hacia la eliminación del sonido, la presencia del fenómeno es elevada y, por tanto, podríamos decir que los resultados guardan una relación evidente con las conclusiones que presentó Zamora Vicente sobre la comarca.
Mérida
Comarca
D1
57.5%
48.7%
D0
42.5%
51.3%
En cambio, si observamos la tabla 15 se puede comprobar que la elisión del sonido no está tan generalizada como se observa en los grupos sociales restringidos. Así, aunque la variante D0 tiene una gran extensión tanto en Mérida (42.5%) como en la comarca (51.3%), también lo es que el mantenimiento alterna significativamente con la variante vernácula, sobre todo en Mérida (57.5%), donde parece existir una mayor conciencia del uso de D1 que en la comarca (48.7%).
Asimismo, si atendemos al entorno vocálico, en la gráfica 7 se pueden advertir diferencias con la gráfica 6; así, se observa que la elisión en el entorno más favorable, -ado, es elevado en las dos áreas lingüísticas, e incluso en Mérida (63.5%) con una frecuencia mayor que en la comarca (51.9%) debido, principalmente, a la generalización del fenómeno en los últimos años como marcador lingüístico en las áreas urbanas. En cambio, otras terminaciones como -odo y -oda presentan diferencias en las dos zonas: en el caso de las áreas rurales es más frecuente encontrar la elisión en estos contextos vocálicos, lo que revela una mayor tendencia al uso de formas vernáculas, pero en otros entornos como -ida, -udo, -uda, la elisión tanto en la comarca como en Mérida es prácticamente inexistente. Por tanto, en un primer momento se podría decir que la generalización de la elisión de la -/d/- en cualquier entorno a la que hacía referencia Zamora Vicente únicamente se puede observar en los grupos restringidos.
Finalmente, en el análisis de la influencia de las variables sexo y edad (gráfica 8) comprobamos que en ambas áreas los hombres son los promotores de la elisión y, además, en estos grupos, cuanto mayor es la edad, mayor es también el empleo que hacen de la variante vernácula. En las mujeres, en cambio, se observa una tendencia diferente: en la capital, observamos que existe un patrón de distribución curvilínea en el que las mujeres del segundo grupo etario son las más innovadoras, haciendo un menor uso de la variante elidida, y son las integrantes del primer y el tercer grupo etario las que más utilizan la variante D0. En cambio, en las mujeres de la comarca la frecuencia de elisión desciende a medida que avanza la edad de sus integrantes.
Gracias a la gráfica 9 podemos concluir los resultados anteriores. Por una parte, en la capital observamos que, cuanto mayor es la formación del individuo, menor es el uso que hace de la variante vernácula, tanto en el caso de los hombres como en las mujeres. En cambio, en la comarca se puede comprobar que la elisión del sonido es muy frecuente en el grupo de hombres del nivel bajo (65%), pero en las mujeres de este mismo nivel de instrucción el uso desciende significativamente (48.1%). Asimismo, si observamos la frecuencia de la variante elidida en los otros niveles, tanto en hombres como en mujeres la elisión presenta unos índices más bajos.
Comparando estos resultados con los que fueron presentados en la gráfica 8 podríamos afirmar, en un primer momento, que las mujeres de la comarca, sobre todo las de la segunda y la tercera generación, reaccionan contra el sonido vernáculo, esto es, D0, porque consideran que este es un marcador propio de los hombres del nivel bajo; esto convierte a la elisión en un rasgo no prestigioso que las mujeres de las áreas rurales y los grupos más jóvenes de instrucción elevada suelen evitar.
3.1.5. Consonantismo final
En el estudio realizado sobre el habla de Mérida y sus cercanías, Zamora Vicente hizo referencia, también, a la pronunciación de los sonidos en posición final: “Respecto a la fonética de las consonantes finales, señalaré la desaparición de la -d: Madrí, paré; desaparición casi total de -r. La relajación de este sonido es frecuente hasta cuando es final de sílaba, fenómeno que alterna con la sustitución de l”. Según las palabras del autor, en Mérida la elisión de los sonidos finales es frecuente, e incluso, en el caso de la -/r/, es posible que se encuentren casos de neutralización de líquidas.
Variante
%
Variante
%
D1
4,8%
R1
2,9%
D0
95,2%
R0
97,1%
En los grupos restringidos los resultados se asemejan a la descripción que realizó el autor en su investigación, pues, como se puede comprobar en la tabla 16, la elisión de tanto de /r/ como de /d/ es sistemática. No obstante, y en cuanto a la realización de -/r/, en este grupo no se han encontrado restos de neutralización, lo cual difiere con la propuesta del autor.
Mérida
Comarca
Mérida
Comarca
D1
6.6%
1.8%
R1
33.7%
17.9%
D0
91.5%
97.3%
R0
66.3%
82.1%
En los grupos generales, como se puede observar en la tabla 17, la variante más frecuente en Mérida y la comarca es la elisión, aunque en la capital se advierte una mayor tendencia a la retención del sonido tanto en la dental (6.6%) como en la líquida (33.7%), hecho que revela, tal y como hemos comprobado hasta el momento, que en la ciudad existe un patrón lingüístico más innovador que en la comarca.
Si analizamos los factores extralingüísticos que pueden influir en el mantenimiento o la elisión de la -/r/ (que es la variante que presenta una mayor variación), podemos comprobar una relación estadísticamente significativa entre la edad y el uso de la variante:
En la gráfica 10 se puede comprobar que el tercer grupo etario es, de nuevo, el más conservador y utiliza con mayor frecuencia los rasgos vernáculos de la comarca. En cambio, la segunda generación es la más innovadora y los jóvenes se sitúan en un punto intermedio entre sus padres y abuelos.
3.2. Morfosintaxis
En la monografía de Zamora Vicente el autor describe los rasgos morfosintácticos del habla de la comarca en tres partes diferenciadas: prefijos y sufijos, morfología y sintaxis. A continuación dividiremos nuestros resultados en los mismos apartados, aunque, en esta investigación, únicamente presentaremos los datos más representativos que hemos observado en el corpus.
3.2.1. Prefijos y sufijos
En su trabajo, Zamora Vicente afirmaba lo siguiente: “la prefijación, en general, no ofrece diferencias con el castellano. Únicamente es de notar la enorme vitalidad del prefijo ex, explicable por su aparición fonética en otras formas […]. Lo frecuente es anteponer la forma es a gran número de palabras”, y añade: “así se oye, entre toda clase de personas” (1943: 37). En nuestro corpus, el prefijo es- se ha observado en Mérida en tres casos (desbozar -H2M-, desputar -H2B- y estijeras -M2M-) y en la comarca en escapaz (H2B). Como se puede observar, en la actualidad el prefijo no es tan general y, además, parece estar restringido a hablantes de la segunda y la tercera generación de los niveles bajo y medio.33
Por otra parte, Zamora afirmó que en el habla de la comarca el sufijo “exclusivo en la lengua hablada” era -ino. Efectivamente, esta forma, de origen leonés, y propia no solo de la comarca sino de todas las hablas extremeñas, está presente en Mérida, y su uso es sistemático. Así lo podemos comprobar en formas como mijina, calderillina, pobrecino, etc. No obstante, también es cierto que su uso no es exclusivo, sino que, tanto en el área urbana como en la rural, se emplean otro tipo de formas como -ito, -ita (chiquitito, cansadita), -illo, -illa, (pequeñillo, chaquetilla, merendilla) o -ajo, -aja (escupitajo).
Finalmente, el autor hizo referencia a la elisión de la -/r/ del infinitivo cuando tiene un pronombre enclítico; en nuestro corpus únicamente hemos observado este rasgo en las áreas rurales, concretamente en dos hablantes que pronunciaron pelame “pelarme” y lambela “lamerla”34 -H3B-.
3.2.2. Morfología y sintaxis
En cuanto a los cambios de género en el sustantivo y el adjetivo, rasgo que igualmente señaló el autor, y que, en el extremeño, tienen una gran extensión (Salvador, 1987), en nuestro corpus se han recopilado ejemplos tanto en Mérida, donde se han escuchado cambios en voces como cerillo-cerilla, cesta-cesto, como en la comarca, donde por ejemplo se ha encontrado la variante la alambre.
Por otra parte, Zamora Vicente asocia un rasgo aragonés, la ausencia del artículo en los nombres de los ríos, con el habla de Mérida: “en la zona estudiada por mí, el Guadiana se emplea sin artículo, con tal constancia y seguridad que se puede adivinar si el hablante es local o no por este trabajo sintáctico […]. Este empleo le he oído igual con el Albarregas” (1943: 43), y este uso se extiende a expresiones comunes como voy a casa de abuela, vengo de ver a abuelo etc. Concretamente, en la comarca y en Mérida hemos encontrado a tres informantes, mujeres de la segunda generación, que utilizan la expresión “ve a casa de abuela”, pero no se han observado restos de pérdida del artículo cuando el hablante se refiere a un río.
Asimismo, se han recopilado ejemplos de ausencia de la preposición tanto en las áreas rurales, en ejemplos como: “está debajo un olivo” (H3B), “la gente se harta salir” (H1B), “íbamos por la comida” (H3B), “donde estaba la iglesia San José” (M3B) como en la capital, en estructuras como “la calle Las Peñas” (H3B), “la plazoleta Santo Domingo” (H1B), “cuarto baño” (H1B) o “mesa camilla” (H1B, M1B). Por otra parte, la presencia del genitivo partitivo en el habla de la comarca se ha podido comprobar en el habla de una mujer de la tercera generación que, cuando compraba en una frutería, pidió “unas poquitas de mandarinas”.
En cuanto a los verbos, se han encontrado ejemplos de caer por “derramar” tanto en Mérida como en la comarca (has caído toda la comida) y de quedar por “dejar” (te quedaste ayer el móvil en casa). Asimismo, hemos observado una alternancia en el uso de meter y entrar con el significado de “meter” o del verbo coger por “caber”. En cuanto al verbo soñar con valor reflexivo, en la capital se pudo observar que el uso estaba muy extendido (el 77.4% de los individuos lo emplearon); en la comarca, no obstante, no se realizó ninguna pregunta sobre la variante por lo que no hemos podido obtener datos estadísticos sobre su realización.
Finalmente, y en lo relativo a los tratamientos, las expresiones chacho, chacha o acho, acha siguen siendo las formas más comunes en las dos áreas lingüísticas. Se han encontrado ejemplos, también, de expresiones como “compañero” como sinónimo de “amigo”, en el caso de “qué se le va a hacer, compañera” (H3B), “en el campo a trabajar de lo que fuera, compañera” (H3B), “y me dijo: compañero, me hacen falta las perras más que el comer” (H2B).
4. Conclusiones
En esta investigación se ha presentado la evolución del habla de Mérida y sus cercanías en estos últimos 70 años. Gracias al excelente trabajo de su autor, que supo plasmar, desde un punto de vista científico, los rasgos lingüísticos de Mérida y de los 14 pueblos que incluyó en su estudio, hoy hemos podido comparar el habla de estos municipios en dos tiempos diferentes. Evidentemente, los nuevos métodos de investigación y las nuevas perspectivas de estudio nos permiten trabajar en estas áreas de una forma distinta, pero, gracias a la adaptación de los datos, podemos encontrar resultados que nos ofrecen la posiblidad de conocer si ha existido un cambio lingüístico en esta área geográfica.
Por una parte, gracias al método de estudio en tiempo real, hemos comprobado que los rasgos que Zamora Vicente encontró siguen estando presentes en la actualidad en los grupos sociales que él seleccionó, y que hoy están representados por los hombres de la tercera generación del nivel bajo. Tanto la elevada frecuencia observada en la aspiración de la -/s/ implosiva, en la elisión de la -/d/- (incluso en entornos vocálicos poco habituales), o en la pérdida de los sonidos finales, así como en el mantenimiento de algunos rasgos morfosintácticos como la pérdida de la preposición, los tratamientos o el uso de los sufijos, revelan que estos grupos siguen manteniendo estas características propias de la comarca. Por otra parte, gracias al estudio cuantitativo y sociolingüístico realizado mediante la perspectiva del tiempo aparente se ha podido observar, primero, que existen diferencias evidentes entre la ciudad y las áreas rurales (la primera es más innovadora que las segundas, donde se observa una mayor frecuencia del mantenimiento de formas vernáculas), pero que, además, en ambas zonas los grupos sociales influyen en las producciones: en la mayor parte de los casos, los grupos de edades avanzadas suelen ser los más conservadores y los individuos de la primera generación (en la -/s/) y los de la segunda (en los demás casos), más innovadores. Asimismo, el nivel de instrucción de los hablantes influye, sin duda, en la selección de los sonidos.
Finalmente, es necesario advertir que los dos fenómenos que en los años cuarenta representaban lingüísticamente a la comarca, el rehilamiento y la aspiración sonora, hoy no gozan de tal difusión, lo que nos permite comprobar que, poco a poco, esta ha ido asimilando formas cada vez más homogéneas de comportamiento lingüístico. No obstante, en Mérida y la comarca sigue siendo habitual encontrar rasgos lingüísticos propios de la zona meridional, y sus hablantes pueden saludarte con un: chacho, chacho, ¿qué pasa compañera?, o decirte, ¡qué cosina más chica tienes ahí!